Hace más o menos tres semanas me
fui caminar por la tarde al Centro por la ruta de siempre: Estación Central- Camaná-Jirón
de la Unión. A ver si así hacía algo de tiempo antes de ir a exponer un trabajo
en San Marcos. Parecía que iba a ser un trayecto rápido cuando en una de esas
librerías de viejo que están en Camaná, entre Quilca y la Plaza de Francia,
tuve que hacer una parada necesaria. Había un ejemplar bien conservado de Agosto de Rubem Fonseca.
Durante los siguientes años, cada
vez que leía alguna entrevista a algún autor latinoamericano siempre se colaba
su nombre entre los autores de referencia mencionados por ellos. Se fue
gestando un interés ahora ya genuino. Volví a leer la entrevista en Buensalvaje. Así que fui esperando la
oportunidad de leer algo suyo, que finalmente se dio la tarde de aquel lunes,
en que por veinte soles, adquirí el ejemplar mencionado, luego de revisar que
no faltaran páginas y tener la osadía de pedir algo de rebaja.
Agosto, podría decirse que es un thriller político. O
policial. Tiene todos los elementos del
género. Hay un crimen inicial en una habitación de hotel a inicios del octavo
mes de 1954, que parece envolver a altos funcionarios ligados al gobierno de
Gétulio Vargas, el caudillo brasilero, que ostentaban la banda presidencial por
cuarta vez del gigante sudamericano. El detective de la historia (comisario
para esta novela), Alberto Matos, es el encargado de investigar a los culpables,
mientras lidia con dos mujeres involucradas con hombres de la mafia, con un
sistema podrido que alcanza a sus contactos más cercanos y un terrible dolor de
estómago que lo está carcomiendo por dentro. Es fríamente lógico y racional. No
parece haber en él ninguna vacilación moral al momento de tomar una decisión.
La acción va avanzando a través
de las diferentes historias paralelas que se van trazando. Rubem Fonseca
privilegia el desarrollo de la trama y los diálogos sobre reflexiones que puedan
entorpecerla. Las reflexiones al fin y al cabo, las termina haciendo el lector
que no puede evitar seguir avanzando en la lectura por más cansado que esté,
luego de una jornada laboral o de estudios, para descubrir qué otro secreto no
ha podido descubrir aún Matos, identificarse con sus problemas amorosos y más
que nada indignarse con lo que pasa y sentirse impotente porque sabe que como
en nuestro país, la esperanza de cambio es una utopía. ¡Vaya que este autor
brasilero es capaz de hechizarnos con una trama que nos escupe a ese Brasil urbano
y violento!
He visto que en Librería Communitas
hay algunos ejemplares de Agosto editados por RBA. Y
si no le alcanza y le ha interesado esta obra del nonagenario escritor
carioca, ya habrá la forma de
facilitarle la obra (escríbame por interno). Pero denle una chance. Que como dice
Francisco Ángeles en una reseña que hizo para Buensalvaje (¿han notado lo imprescindible que se ha vuelto dicha
publicación?), hay que hacer que la demanda por buenos libros se adelante a la
oferta y exigir que obras de calidad lleguen a aquellos interesados en leer
algo bueno de verdad. No se arrepentirá.
+Homenaje en Buensalvaje:
Aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario