Felicidad. ¿Suena conocido? Tal vez sea la palabra con más
interpretaciones para los seres humanos,
y que sin embargo es la de mayor importancia en nuestras vidas. Es una
de las cuestiones que siempre está presente en todas nuestras motivaciones y acciones
por el simple hecho de que estamos naturalmente inclinados hacia ella y eso es
una verdad universal e inequívoca en mi opinión, porque está impregnado en
nuestro ser. Usamos todas nuestras facultades y habilidades para llegar a ello.
“Tiempos difíciles” es
una magna obra literaria que trasciende su tiempo y que posee una asombrosa
vitalidad en nuestros días, con temas de gran importancia y con una variedad de
personajes con características que se encuentras presentes aun en nuestras
sociedades lo que hace que puedan ser fácilmente identificadas como las
describe de una manera maravillosa Charles Dickens, que cabe decir, es un
perfecto representante de la literatura de su tiempo. La época victoriana no
pudo haber sido mejor expuesta y
descrita por ningún otro autor. Los cánones
de la sociedad inglesa de siglo XIX como hemos notado, son de otra
índole y sin embargo los problemas no han variado mucho en el trascurso de
estos dos siglos.
Ahora, ¿Por qué una obra
propia de una época gris y casi deprimente se tendría que relacionar con un tema como es el de la
felicidad? Aunque la pregunta puede ser obvia para muchos, tiene muchas
implicancias que pueden pasar fácilmente imperceptibles en un ambiente oscuro,
deprimente y con un matiz casi trágico, si no se hace un análisis objetivo
desde el punto de vista filosófico, y es aquí donde quiero exponer mis
argumentos a favor de la presencia del tema de la felicidad en todo momento de
la vida de los seres humanos, al estar en nuestra esencia su búsqueda como algo
inherente a nosotros como ya mencioné pero sin embargo muchos creen que para
concretarla necesitamos seguir ciertas reglas, parámetros, y métodos
específicos y eso ha sido investigado por diferentes filósofos durante toda la
Historia.
Cabe preguntarse también
¿Es realmente la Felicidad aquello que les da sentido a sus vidas a los
diversos protagonistas de la obra y el motivo principal de todas sus acciones?
De ser cierta la afirmación anterior, ¿Por qué piensan y obran de manera tan
diferente? ¿Realmente todos llegaron a alcanzarla? Las anteriores y otras
preguntas, puede plantearse uno al terminar de leer la novela luego de sentir
plenamente las vivencias de estas ficciones, pero esas mismas interrogantes
pueden aplicarse a la vida de cada a uno de nosotros, de ahí mi interés por
analizar este tópico.
“Todos queremos ser
felices” es una afirmación que no puede ser negada fácilmente por cualquier
persona siempre que comprendamos el “querer” como deseo y como búsqueda. Todos
los hombres poseemos una inclinación natural como ya lo mencioné hacia la
felicidad, que puede ser experimentada pero que no nos brinda una garantía
clara de poder concretizarla. El común denominador en la obra y que nos lleva a
plantearnos estas cuestiones son la serie de relaciones humanas no bien
resueltas y representadas por seres con
características tan disimiles en cuanto a su ambiente socio-cultural y
sobretodo el familiar. Un ejemplo de ello, es la escena en que la solitaria
anciana que visitaba la casa de Bounderby interroga repentinamente a Esteban
Blackpool con un “¿Sois feliz?”, aparentemente sencillo de responder pero que
posee un trasfondo complejo que lleva a
Esteban a recordar sus penas y tragedias personales, resaltando la ausencia
aparente de ese matiz de felicidad en su
vida real, pero que sin embargo, estaba presente en sus sueños de forma
imaginaria e irreal expresando tal vez sus anhelos al principio de la narración.
Un ejemplo diferente,
ocurre cuando Tom, el hijo del Sr. Grandgrind, expresa que alcanzará su “verdadera
felicidad” cuando Luisa, su hermana, acceda a todos los requerimientos del Sr.
Bounderby porque podría lograr sus propias metas individuales llenándolo de
satisfacción y que de una forma muy extraña, piensa que también las de Luisa
podrían realizarse de forma colateral y consecutiva. Es decir, sólo su
proyección estratégica egoísta podrá conducirlo por el camino del éxito aun
cuando el sacrificio lo tenga que realizar su hermana debido al cariño de esta.
Es de esta forma que identificamos uno de los mayores problemas ligados con la
felicidad y es la estrecha relación que tiene esta con los valores.
Cuando culmina la lectura
de “Tiempos difíciles” una pregunta que
sobresale es como una sociedad como la inglesa, tan culta y refinada, llena de
conocimientos en todos los campos científicos llegó a un estado tan crítico
como la que se describe en el libro, aunque obviamente este tenga un matiz
ficticio. Es decir, la primera conclusión a la que llega el lector es que hay
una crisis severa de valores, expresada en personajes tan controvertidos como
Bounderby, Tomas, la Sra., Sparsit y el Sr. Grandgrind en una primera etapa,
mientras que nuestros llamados héroes como Ceci Jupe o Esteban Blackpool tienen
que estar sometidos a las acciones de los personajes previamente llamados.
Aunque esta percepción nos pueda parecer válida en un primer momento, la verdad
es que existe más bien una crisis de los sujetos de esos valores. Me refiero a
que el hombre de aquella sociedad es el que en verdad ocasiona esta decadencia,
porque no puede responder con su voluntad a las interrogantes vitales que le
plantea la existencia como lo son: ¿A dónde va? ¿Qué es lo que realmente
quiere? Pero sobretodo. ¿Cuál es el sentido de su vida? Esto los lleva a perder
el rumbo correcto, ya que no tienen claro cuál es el fin de su existencia, por
lo que viene a ser obvio que los valores se han desdibujado y trastocado de una
manera increíble y superlativa desde nuestro punto de vista. Es así que podemos
concluir luego de un análisis llevado a cabo desde esa perspectiva que lo que
están en crisis no son los valores, que han estado en el hombre desde sus
orígenes prácticamente, sino los hombres.
La vida humana se desenvuelve dinámicamente y se encuentra orientada hacia la plenitud,
referido hacia la riqueza humana, el contenido y a la calidad de la persona.
Para llegar a todo lo anterior se debe hacer una recta realización de los
valores, un proceso independiente y dinámico de cada persona. Tal vez ello
explique en parte los problemas que tienen alguno de los personajes de Dickens,
lo que no los hace partícipes de dotar a su existencia de contenido. Por
ejemplo, los hijos del Sr. Grandgrind se encontraba imposibilitados de poder
practicar las artes en todas sus formas, privándose de recibir ciertos beneficios
a consecuencia de ello, ya que al tener un padre que consideraba que el
ejercicio de ellas era de una completa inutilidad para la vida y solo era un
pérdida de tiempo, no existían las condiciones necesarias para ello. No cabía
en su pensamiento que tal vez una acción como ir al circo a ver un espectáculo
cómico o humorístico podía ver aumentada su calidad humana por el valor
estético adquirido. La sobreprotección se convirtió en un vicio insalvable que
tuvo consecuencias nefastas en la adultez de los pequeños protagonistas, aunque
Ceci no corrió el mismo destino por motivos que desarrollaré después.
Ahora para que un valor
cumpla su función deben existir dos condiciones básicas para ello que son de
orden teórico y de orden práctico., refiriéndose la primera al conocimiento de
los valores, tanto a aquellos que intervienen en el perfeccionamiento de lo
humano como a lo que la persona en circunstancia concretas y con sus
capacidades puede y debe proponerse. Cuando hablamos del orden práctico nos referimos
a la realización efectiva del valor en la vida de la persona. Esto que acabo de
mencionar nos ayudará a comprender aun más el porqué de la crisis que se desata
en la narración.
¿Subjetivismo? Aunque
tengamos un concepto romántico y casi idealista de este vocablo, cuando lo use
en este texto me estaré refiriendo a la verdad en el ámbito del sujeto, que
prevalece antes que la realidad de las cosas: es decir la verdad de él o ella
tiene mayor contundencia que la verdad. De la
misma manera, el subjetivismo axiológico (es decir, que se relaciona con
la teoría de los valores) sitúa el fundamento del valor en el sujeto que valora
y no en la realidad objetiva que hace que algo sea valioso. En palabra simples,
es como si uno valorara una cosa porque la aprecia mas no porque tenga un valor
por sí misma. Lo cual podemos verlo en la situación laboral de las fábricas de
Coketown, en donde se valoraba la mano de obra industrial por su importancia
dentro del sistema de producción de la compañía y no por el esfuerzo humano que
supone hacer todo ese tipo de labores.
Una vez que no se trata
del valor económico o contable de un objeto, sino de los valores humanos que
habrán de brindar un contenido superior a la vida, las consecuencias de este
proceso subjetivo de enfocar los valores se hace más dañina y grave. Uno debe
evitar tomar la figura de Bounderby como modelo a seguir, porque termina
convirtiéndose uno en árbitro que decide a su antojo lo que vale o no vale,
yendo como juez por la vida. Justamente existe ahí otro problema, y es que se
considera el valor de algo también si tiene un efecto placentero o de agrado
hacia uno mismo. Si uno incurre en este pensamiento es posible que queden
suprimidos los valores más altos para la persona vinculados con la moral, lo
intelectual o lo religioso. Y es aquí cuando es preciso recordar el pasaje
bíblico donde Jacob se aprovecha de la necesidad fisiológica de hambre que
tiene Esaú y le propone un intercambio entre los derechos de ser hijo primogénito
del último por un simple plato de lentejas, a lo que Esaú accede sin pensar
bien en las consecuencias a futuro de este hecho. Prefirió satisfacer sus
necesidades inmediatas que pensar a largo plazo en lo que le podría traer un
beneficio más trascendente. De ahí la importancia de tomar estas cosas con la
importancia debida.
Es preciso, luego de
decir esto, que uno acepte la objetividad del valor para no para no terminar
envuelto en las contradicciones
anteriores. Sólo cuando reconocemos que el valor vale por sí mismo con
independencia de nuestra interpretación o valoración, se podrá contar con un
camino que conduzca a la plenitud de la vida, algo como lo que le pasó al Sr.
Grandgrind al ver la situación crítica de Luisa. Cabe decir que la objetividad
de los valores no debe ser necesariamente demostrada. Cuando captamos un valor
somos conscientes de que vale, no por nuestra apreciación sino por él mismo.
Pero ¿Será suficiente?
Para dar una respuesta a
la anterior pregunta, debemos tener en cuenta, que todo aquello que no todo lo
que tiene un valor en sí es bueno u
óptimo para uno. Esto puede deberse a que aquello que es bueno en sí pueda
suponer un desequilibrio o porque simplemente esos valores están fueran de
nuestro radio de alcance. Es decir, no basta con reconocer la objetividad de
los valores sino la consideración que se le debe brindar en cuanto está
relacionado con el sujeto que está llamado a realizarlos. Aunque la objetividad
implica una validez universal, la realización del valor abarca una tarea propiamente
individual y personal
Cuando en antes me referí
al nivel del conocimiento como primera condición para que el valor cumpla su
función en la vida humana debí hacer hincapié en los requisitos que necesita
para ello como lo son el admitir la objetividad del valor, conocer cuáles son
los valores que llevan al perfeccionamiento del ser humano y que dotan de
contenido a su existencia, el averiguar cuáles de todos los valores objetivos
son en verdad buenos para mí y precisar aquello que debo proponerme por estar a
mi alcance. Esto se hubiese aplicado fácilmente a la figura de la oprimida
Luisa, ya que si hubiese crecido en un ambiente en donde se le permita conocer
y ahondar en todas las capacidades que poseía, esto la hubiera llevado a convertir posibilidades que
se le presentaron en situaciones concretas a valores reales.
Luego de tener claro lo
referido a la primera condición, podemos
establecer un análisis correcto de la segunda condición que deberá darse para
que el valor cumpla su propósito de conducir al ser humano a su plenitud que
viene a ser la efectiva realización de los valores reales. Aunque resulta
difícil precisar si la crisis del libro se debe más debido a la primera o la
segunda condición , podemos notar la falla en la segunda cuando vemos que el
sistema educativo desde un comienzo no le daba importancia a este tema por
considerarlo inferior en la vida de las personas, es decir , lo veía como algo
no tan necesario como la suma de conocimientos intelectuales y ligados plenamente a la comprobación por el
método científico positivista declarando
nula cualquier otra posibilidad. En todo caso, estas dos condiciones están
íntimamente ligadas como una relación de dependencia mutua y simbiótica ya que
el conocimiento de los valores es necesario para poder realizarlos viéndose más
favorecida del mismo modo que se incurre en una mayor eficacia, con lo que el
conocimiento sufre este efecto retroalimentador.
Bounderby tenía un
problema central que analizaré más
adelante pero que vale mencionarlo luego de dicho lo anterior y es que no tiene
coherencia entre lo que piensa y lo que vive, es decir no hay un vínculo entre
su pensamiento y su conducta y todo debido a un enredo en un factor muy
importante y trascendente: la voluntad, la cual hay que saber interpretar de un
modo correcto.
Empecemos por la
definición. La voluntad es la tendencia espiritual hacia un bien concebido
previamente por la inteligencia (el llamado apetito racional). También es
posible conceptualizarla como la facultad mediante la cual se quiere
(diferenciando muy bien entre lo que se quiere y lo que se desea), se toman
decisiones y se ejecutan los actos que nos conducen por la vida. La voluntad
tiene por tanto mucho en relación con la libertad pues esta es la capacidad de
querer, de elegir entre diversas posibilidades, de llevar a la práctica lo que resulte conveniente. Es
así como medimos la fuerza de la libertad real de cada individuo, por lo fuerte
que esta pueda ser. Si no se es capaz de tomar la decisión que corresponde de
realizar lo que uno se propone, la libertad se va reduciendo a la nulidad. Esteban Blackpool, aunque tuvo
una vida sufrida, siempre fue capaz de tomar las decisiones que creyó adecuada
aun cuando las adversidades eran muy grandes, demostrando una gran fuerza de voluntad,
afirmando su libertad. Algo que analizaré más adelante con mayor profundidad.
La realización y
adquisición de valores depende directamente de la voluntad porque es
simplemente imposible que una persona pueda hacer suyo un valor sin la
intervención de la facultad mencionada. Esto salta a la vista cuando vemos por
la televisión acciones prácticas que son
capaces de salvar vidas mediante acciones valientes y riesgosas, con acciones
que uno podría decir que son netamente voluntarias como lo son la de los
bomberos. Si lo queremos resumir en la de un carácter, es válido mencionar a
Raquel. Ella sin ninguna presión de algún tipo decide ayudar a cuidar a la
esposa de Esteban, que por lo que es descrita, es peligrosa, está sumamente
enferma y ha llegado a un estado en que lo único que producía es temor y miedo
en su conyugue al contrario. Pero no es el único caso, ya que la voluntad interviene
también en las actitudes de apariencia pasiva en las que el hombre realiza
valores profundos como el aceptar los sufrimientos, reflejada claramente
en como Esteban soporta el entorno post
renuncia al sindicato de trabajadores, ya que si bien tomó una decisión debe
cargar con las consecuencia que esto traería
Análogamente a los dos
obstáculos señalados en referencia al conocimiento de los valores, podemos
mencionar también obstrucciones que afectan la voluntad en su objetivo de hacer
efectiva la realización de los valores. La voluntad en “Tiempos difíciles” está sumamente desprestigiada.
Las personas llegan a un estado crítico como el de Luisa en que no son capaces
de guiarse por la vida, aceptando las decisiones que le imponen los demás,
dejando de ser la dueña de sus actos,
subordinándose en el caso específico del hermano que se aprovecha del
cariño- vicio que la muchacha posee por él en su condición de hermana, lo que
la hace ciega ante los beneficios que estas decisiones tendrán en su vida
posterior. Ella elige en contraposición a sus verdadera inclinaciones y
aptitudes por el sólo hecho de hacer feliz a los demás ya que no está haciendo
uso adecuado de sus facultades.
Hay que destacar que no
solo este tipo de condicionamientos internos son capaces de afectar la
adquisición de valores. También lo son las circunstancias externas que suele
limitar la libertad cuando no se es capaz de poder sobreponerse a ello. Lo que
pasa en la trama es que se cae en el error de considerar los condicionamientos
externos como absolutos a la hora de realizar un acto voluntario, es decir que
uno no puede escapar a ellos, es decir el ser humano de va tornando débil
frente a las situaciones que enfrenta por el simple hecho muchas veces de “que
todos lo hacen”, por lo tanto se corre el peligro de no ser aceptado por los
demás, como lo que le ocurre en determinados momentos al inicio de la narración
a Ceci Jupe, que si bien no logra doblegarse a lo largo del libro, tiene
temores de no ser incluida en una sociedad que veían de mala forma su forma de
pensar y expresarse, aunque si bien no cae en el extremismo de Bounderby de
elaborar una cadena de mentiras cayendo en un pozo profundo de confusión
interna. Cuando uno se opone a todo esto de forma determinante y enérgica aun
cuando todo lo que le rodea parece adverso, podemos decir que está haciendo una
buena volición del bien y que su voluntad está siendo bien guiada por la
inteligencia.
Cuando hablo de volición
del bien me refiero a la aprehensión del bien que la inteligencia le presenta a
la voluntad, luego de la cual se emite un juicio por parte de la ultima para
evaluar si este bien es conveniente o no
y tomar una decisión correcta acerca de su ejecución. Cabe decir que
luego de este proceso, se debe consideras los medios y posibilidades de ese
bien eligiendo los más adecuados. Finalmente en su ejecución intervendrá el
mandato intelectual haciendo uso activo y pasivo de las facultades gozando o
reposando luego por el bien conseguido. Como vemos es todo un conjunto de
acciones lo que se agrupa alrededor del uso de nuestra voluntad.
Si bien la adversidad de
las circunstancia nos pueden apartar del camino mencionado, llenándonos de
limitaciones pero como ya se dijo, todo depende de cuan fuerte esté nuestra
voluntad, que depende de la capacidad adquirida y desarrollado para acceder a
situaciones difíciles en un futuro. En otras palabras, la grandeza o mezquindad
de una persona se pone de manifiesto en los momentos y situaciones más
difíciles, ya que la persona lleva dentro y demuestra lo que realmente es. Pero
también es muy válido tomar estos contextos como oportunidades de realizar
valores de especial connotación mejorando notablemente la calidad personal.
Luego de lo analizado en
torno a la crisis de valores que supuestamente se pudo pensar acerca del
contexto en el cual se desarrolla la narración, nos hemos podido dar cuenta que
el origen de todo aquel embrollo se origina en las personas, por una parte en
la inteligencia, cuyas funciones de abstracción o aprehensión de los
conocimiento de los bienes se ve afectada por el subjetivismo no contando con
un conocimiento realista de los valores. Por otra, también por las
consecuencias nefastas para la voluntad que debilita por los obstáculos en
antes ya expuestos.
Si bien, a veces estas
crisis pueden parecer insuperables, lo que se debe hacer es simplemente formar
la inteligencia, lo cual nos conduce a aprender a pensar con objetividad sobre
el fin de la persona humana y sobre los medios para alcanzarlo, y fortalecer la
voluntad, ejercitándola en la
realización misma de aquellos valores que dotan a la existencia de contenido y
conducen al hombre hacia su plenitud, es decir, a su felicidad.
En torno a lo antes
dicho, es posible identificar dos corrientes propiamente dichas en cuanto a la
relación que se posee a nuevas posturas o ideas si se llega al extremismo, es
decir, cuando se es “muy abierto” o” muy cerrado”, lo cual nos lleva a hablar
del relativismo, propio de aquella persona que carece de convicciones y que no parece tener compromisos viviendo
superficialmente conformándose con pasar la vida de cualquier manera; y el
dogmatismo, que corresponde a aquella persona fanática que se empeña en
defender unas ideas que no se entienden del todo, apasionados en imponer sus
percepciones de la realidad aun cuando carezcan de fundamentos válidos.
Justamente es este último en el que se incurre más en la obra de Dickens.
Nadie gusta de ser
calificado o identificado como dogmático, ya que es un vocablo que tiene
una mala connotación, con un carácter
peyorativo comúnmente empleado con intención acusatoria. Cuando le decimos a
alguien que está actuando de forma dogmática, implícitamente le estamos
sugiriendo que rectifique su actitud, porque está resultando desacertada. El
que lo recibe desarrolla una resistencia a aceptar esto, como hemos sido
testigos al momento de leer los tres Libros de “Tiempos Difíciles”
Pensemos nomás en la
escuela de Coketown, cuando se tiene que
el maestro impone su visión particular brindada por el sistema educativo
impuesto sobre la realidad de las cosas sin poder tolerar cualquier otra
percepción tomando la suya como superior y la
única válida y correcta para enseñar. Los niños a tan temprana edad no
tienen una voluntad tan fuerte como para negarse y exteriorizar su desacuerdo
con ello, con lo que terminan siendo víctimas
del “establishment” impuesto.
Tomando como referencia
lo desarrollado en el libro podemos señalar que un dogmático se hace merecedor
de éste término cuando quiere dar la impresión de que todas sus afirmaciones
tienen carácter de dogma, aun cuando se refiera a cuestiones opinable e incluso
de poca importancia. Generalmente son personas que poseen un temperamento
fuertemente emotivo, apasionado, arrebatado y que no reflexiona en gran medida.
Lo que hoy en día podíamos describir como alguien autoritario y poco tolerante
a las opiniones diferentes y discrepantes de las demás personas. Solamente está
tranquilo cuando los demás comparten su visión de la vida ¿Pero cómo concibe un
dogmatico la verdad de la realidad de las cosas?
¿Qué es el dogmatismo en
todo caso desde el punto de vista filosófico? Para entenderlo, previamente debemos
conocer previamente lo que nos dice la filosofía realista acerca de la verdad.
La verdad consiste en la adecuación de la inteligencia con la realidad de
manera que uno está en la verdad cuando conoce las cosas como son.,
reconociendo tres principios básicos y evidentes que son: la capacidad de la
inteligencia humana es limitada es decir no puede abarcar el conocimiento de
todo lo que el hombre quiere; que la realidad es sumamente compleja y
entreverada; y finalmente que la verdad se encuentra en las cosas antes que en
el pensamiento. Habrá que evaluarlo en ese orden para poder llegar a
comprenderlo del todo.
Bounderby, Grandgrind, el
maestro de escuela y muchos personajes
más, regidos por el sistema educativo predominante en la sociedad de la época,
sobrevaloran en todo momento la capacidad de la inteligencia humana,
considerando que se puede llegar de una manera muy fácil y evidente al
conocimiento de la realidad, dando una extrema y exagerada seguridad subjetiva
de estar siempre en la verdad, excluyendo la posibilidad de que esta caiga en
un error o equivocación. Es decir “Tiempos difíciles “se desarrolla en un
ambiente netamente dogmatico en los que no comparten esta visión se ven excluidos
y rechazados. Hay una confianza ciega en la posibilidad de conocer las cosas
sin error, que no necesariamente está ligada con la inteligencia, sino a la de
otra persona, aunque el caso termina siendo el mismo ya que se tiene una total
certeza de que lo que la otra persona afirma o piensa es lo correcto y debe ser
tomado como lo absoluto y lo verdadero. En otras palabras, lo que los
seguidores de los pensadores de la ciudad creían o se veían obligados a creer y tomar como dogma, algo
representado en la mamá de Luisa que creía ciegamente en el ideal de su esposo
y en las acciones tomadas por él aun cuando no era capaz de comprenderlo.
En segundo lugar, si
cuando conocemos la realidad esta se reduce o se simplifica su contenido, se
pensará en efecto que es muy sencillo conocerlo todo con certeza, lógica y sin
incurrir en ningún tipo de error. Es más, quien proceda de esta manera
totalmente superficial, no sentirá la necesidad de fundamentar sus
afirmaciones. Una vez que se elimina la
complejidad y riqueza de la realidad, el conocimiento de esa realidad
empobrecida le resulta evidente a la razón y no requiere que se afirme con
argumentos bien fundamentados y válidos.
En tercer lugar, si
llegamos a considerar que la verdad de las cosas se encuentra en la mente
humana antes que en la realidad, entonces prescindiremos de esta última porque
el hombre considerará que la razón le basta para conocer la realidad. Algo de
esto podemos encontrar en algunas posturas del siglo pasado y en otras del
Medioevo, las llamadas corrientes de pensamiento racionalista, por la
predominancia de la razón en las cosas y en el proceso del conocimiento en el
cual se sobrevalora el uso de la razón otorgándole un lugar que es debido por
su naturaleza. Un hombre o mujer racionalista se siente completamente seguro de
la verdad, aunque los hechos y la realidad concreta sugieran otra cosa o
postura.
Con todos esos elementos
podemos decir finalmente que el dogmatismo es el convencimiento pleno de que la
inteligencia humana puede conocer siempre la verdad con facilidad y plena
certeza, sin sentir la necesidad de fundamentarla con argumentos ni
confrontándola con la realidad que lo rodea. Esto deriva en una acción de
aferrarse, muy viciosa, a la supuesta verdad de la que se tiene conocimiento. Es válido aclara que el término dogmático no se refiere a
los dogmas religiosos definidos por la Iglesia y que exigen de sus fieles una
adhesión de forma irrevocable. Tampoco se debe dejar por eso de tomar como
válidas las demostraciones científicas muy bien demostradas sin caer en la
sobrevaloración. Teniendo claro esto, se puede ir a un análisis de las
consecuencias de la práctica de esta corriente para quien lo hace y para
quienes lo rodean., basándonos en las tres causas que originan esta postura.
Siendo la primera causa
la sobrevaloración de la inteligencia es evidente la critica que debemos hacer,
y es que si elevamos en demasía esta capacidad estamos encaminados a seguir un
camino de exagerada seguridad subjetiva de ser dueños siempre de la verdad, sin
tener en cuenta como ya se menciono que el error está a “la vuelta de la
esquina”. Las consecuencias terminan siendo catastróficas y severamente dañinas
para el hombre.
Por ejemplo la autosuficiencia es un mal derivado de
ellos ya que el exceso de confianza en
la capacidad intelectual de uno mismo o en la de otra persona nos llega a
obnubilar la mente. El autosuficiente deshecha a las demás personas al momento
de elaborar sus puntos de vista, ya que tiene la idea de que no tienen nada
válido que aportar a su teoría de las cosas. Existe un desprecio porque se
piensa que uno mismo se basta. De ahí que haya un cerrado egocentrismo,
ensimismándose en su propio mundo, constituido de criterios infalibles que la
persona ha concebido. Aquel que posee tal seguridad subjetiva se vuelve
inflexible y rígido, con un pensamiento estático y podo adepto al cambio, nunca
dispuesto a ceder. Existe una única línea de pensamiento y esa es la suya.
Pensemos en los maestros
de escuela de Coketown, una vez más. Se sitúan en un único esquema de enseñanza
y un solo sistema pedagógico de transmitir conocimientos. No hay espacio para
las sugerencias, y se sienten amenazados ante cualquier otra postura que se
tenga, actuando de la manera más cerrada que es la negación de ellas,
impidiendo la rectificación cuando se dé el caso del error. Esto genera
conflictos internos en las personas que ven que tienen una postura diferente y
no pueden defenderse, como Ceci Jupe, cuya formación totalmente diferente a la
urbana, la hace presa de este autoritarismo escolar en el cual no tienen los
sentimientos y la imaginación, llevándola a una frustración inicial.
La supuesta seguridad del
dogmático se refleja de forma ordinaria en afirmaciones de lo más tajantes,
declaraciones rotundas ya que según su percepción no hay forma de que estas
sean puestas en duda y negadas, es decir, no cabe la idea de que pueda salir
otra persona que contradiga su idea invalidando la suya. Existe una
polarización en torno a ello, de forma unilateral, por lo que los calificativos
que se brindan suelen caer en la falsedad.
Ahora, podemos encontrar
que sabiéndose poseedor de la verdad, el dogmatico tiene la tendencia de opinar de todo, aun cuando
nadie le haya pedido su opinión o no esté inmiscuido en el campo del cual se
hace partícipe. Él siempre se sentirá seguro de tener la última palabra, ya que
“tiene la autorización para dictaminar
el criterio ante cualquier cuestión”. Esto lo podemos ver reflejado no solo en
la obra sino a diario, con personalidades que si bien son expertas en la
política por ejemplo, pero que se dejan llevar por su egocentrismo y terminan
emitiendo opiniones sobre temas del cual no tienen un conocimiento certero
cayendo en graves errores.
Como todo, asumir esta
postura tiene un costo, sobretodo en la relación con las demás personas, ya que
cuando se está convencido de que solo él o ella tiene la razón, se pretende
imponer su línea de pensamiento a los demás, haciendo uso de la supuesta
autoridad con la que ha sido investido generalmente sin argumentos
convincentes. (El clásico “esto es así porque soy tu padre” aplicado en el
hogar de los Grandgrind”). Es obvio que cuando se trata de imponer las ideas,
no se da cabida al diálogo y al libre intercambio de pensamientos. Cuando uno dialoga,
uno escucha y comunica ideas siendo flexible y tolerante con los demás.
Pero hemos hablado a
nivel individual y en un contexto reducido. En la sociedad la práctica
extendida del dogmatismo puede infligir serios daños en la forma de
relacionarse y buscar la unidad. Es imposible el trabajo en grupo si no se está
abierto al diálogo, sin tomar la combinación de cualidades de las diferentes
personas que conforman la comunidad. Esto nos conduce a un campo de
desconfianza mutua, en el cual se ve conspiraciones en todo momento y no se
tiene la certeza de que la otra persona esté actuando de una forma adecuada al
ideal ya formulado.
Habiendo expuesto las
consecuencias dañinas de la sobrevaloración de la inteligencia, podemos
referirnos también a los problemas que acarrea la reducción o simplificación de
la realidad, que viene a ser lo que
coloquialmente conocemos como la otra “cara de la moneda”. Lo que sucede es que
al tener plena confianza en la razón, se llega a pensar que el conocimiento de
la verdad se lleva a cabo con suma facilidad. Se emiten juicios parciales que
se dan de forma incompleta y sin matices resultando falsos porque no
corresponden a la realidad. La contundencia con la que son expresadas estas
afirmaciones se basan justamente en la falta de matices, es decir de la falta
de tolerancia a las críticas de todo tipo que discrepen con la postura ya
tomada.
Ahora, cuando se
simplifica la realidad, por ende también se simplifican los problemas que
suelen aparecer y que le dan ese toque de complejidad a la existencia del
hombre. El dogmatico considera que los problemas tienen poca entidad y se
pretende resolverlos con soluciones insuficientes cayendo en la superficialidad
del diagnóstico y en la solución del problema. Algo que le ocurre a Esteban
Blackpool cuando le pide un consejo a su jefe, el Sr. Bounderby sobre la crítica
situación marital por la que estaba atravesando y a lo que este último solo
responde brindando soluciones que no aportaban en nada a la solución del
problema, sin hacer un análisis objetivo de la situación ni a los sentimiento
de Esteban. Pero lo más grave es que si uno se acostumbra a ello, se puede
incurrir en el fanatismo desmedido llevando a defender con vehemencia una idea,
sin llegar a comprenderla en su real medida. Hay una ausencia de reflexión en
lo antes dicho suponiendo una exageración de las cosas, siendo la precipitación
la característica más destacable de ello.
Como se muestra en el ejemplo
antes dado sobre Esteban y Bounderby, cuando la tendencia hacia la
simplificación se proyecta hacia los problemas de las demás personas son ellos
los que padecen las consecuencias porque simplemente no se les ha brindado las
soluciones más eficaces para una óptima resolución. Es que en el conocimiento
de otros seres humanos, la persona dogmática proyecta su reduccionismo y
superficialidad mediante el uso de clasificaciones simplistas, basándose en
pocos datos para catalogar a alguien, como si se tratara de ponerle un rótulo
que lo identifique de una manera particular frente a los demás no dándole
cabida a su libertad. Luego de ello procede a juzgarlo sin establecer el
análisis concreto.
¿Pero qué pasa si alguien
de estas cualidades dogmaticas llega a tener un poder visible frente a los
demás? Pues simplemente al carecer de las condiciones necesarias para dirigir a
los demás, creará un ambiente incómodo en su entorno y en el que la cooperación vaya siendo nula
cada vez más. Es más, si su tendencia va por el camino del idealismo se fijará
propósitos para las demás partes, como exigir en una fábrica una productividad
imposible de conseguir en un contexto donde no se respeta los derechos
laborales de los trabajadores.
Como consecuencia final
que padece el dogmático simplista en su relación con las demás personas, mencionaré
la llegada a un estado en que se ha perdido la autoridad moral frente a los demás, en el que el daño más severo
viene a ser la pérdida de confianza en su persona por parte de las personas que
lo rodean y con las que tiene cualquier tipo de vínculo. Por lo que es muy
importante evitar esto en pos de lograr la integración.
Evaluemos por último la
problemática de la actitud racionalista, caracterizada como ya se dijo por
prescindir de la realidad para basarse plena y exclusivamente en la razón.
Cuando alguien elabora sus ideas al margen de la realidad, encerrándose en un
tipo de capullo, se convierte en un hombre cerrado y estático en extremo sin
posibilidad de modificación o cambio, algo así como los tradicionalistas
viciosos de siglos pasados que hicieron más mal que bien luego de actuar de la
forma más intolerante posible. Pero si hay un factor clave en todo ellos, es la
pérdida gradual de la capacidad de admirarse y de sentir curiosidad por
descubrir nuevas cosas, impidiendo el crecimiento humano y el poder desarrollar
todas sus habilidades o talentos, lo cual es básico en todos los campos
científicos y artísticos, empezando por la Filosofía.
Aunque parezca
inconcebible que exista en nuestros día una mujer tan sumisa como Luisa, es
posible encontrar ciertos patrones característicos en el presente como la falta
de ilusión por la vida, un pesimismo que impide encontrar la llamada “luz al
final de túnel” a la hora de enfrentarse a un problema y el tomar como cierto
aquello que se encuentra escrito en los libros desechando la idea de investigar
la realidad por sí mismos. En todo momento se siente un vacío debido a lo antes
mencionado derivando en cuadros de depresión.
Otro ejemplo que podemos
extraer del libro referido a la actitud racionalista es la indiferencia que
siente Bounderby por sus trabajadores, por sus sindicatos y su situación en
general, ya que solo ve los beneficios o perjuicios que las actitudes de ellos
puedan implicar al desarrollo de la fábrica, mas no se tiene una visión global
ni profundamente analítica al respecto, tomando solo la parte económica que
esto puede acarrear y es acá cuando también se realiza una crítica de manera
sublime a las nuevas tendencias económicas ligadas a un capitalismo netamente
salvaje que prescinde de las relaciones humanas y solo enfocadas en el
crecimiento de la producción a cualquier
precio y en el que la mano de obra es visto como cualquier otro insumo.
La autonomía termina predominando eliminando cualquier tipo de relación que
alguien hubiese querido tener con Bounderby, cortando la comunicación, actuando
de manera fría y muy calculadora.
La discriminación está
presente de manera cruda en los diálogos y actitudes de los personajes, si bien
por un tema socioeconómico y no por ello menos agravante, pero presente al fin
y al cabo. Se atropellan los derechos de las personas por ser simplemente no
perteneciente al mismo círculo íntimo de los emisores de tales ideas. Incluso
se usa para hacerse pasar como víctima del destino y de las circunstancias
externas, nunca asumiendo responsabilidades por los errores cometidos.
Los legalistas son
aquellos dogmáticos que incurren el problema antes mencionado y al igual que el
discriminador actúa de forma muy cerrada y con un rigor exasperante tomando
todo en base a normas, viéndolas como fin y no como medios para poder
establecer actos de justicia. Es decir, no toma en cuenta en ningún momento las
circunstancias y las personas a las que se evalúa por lo que los juicios
emitidos son más bien obstrucciones a la evaluación de un caso desde un punto
de vista correctivo.
La felicidad siempre
encontrará en el dogmatismo un obstáculo férreo para poder manifestarse en su plenitud
siempre y cuando no concibamos la felicidad como lo establecen ciertos modelos erróneos a lo largo de la
historia y que aun se encuentran vigentes no solo en “Tiempos difíciles” sino
en sociedades más “avanzadas” como las nuestras. Entre estas podemos encontrar
modelos como el nihilismo, el “Carpe Diem”, el pragmatismo, el simple
bienestar, el dinero y el poder.
Empecemos por el
nihilismo, una doctrina filosófica que sugiere la negación de uno o más de los
supuestos sentidos de la vida. De manera frecuente, el nihilismo se presenta en
la forma de nihilismo existencial, el cual sostiene que la vida carece de
significado objetivo, propósito, o valor intrínseco. Cuando uno concibe esta forma de pensar como válida se
puede caer en la desesperación ya que supuestamente no hay nada, en proceso de
“escape de la realidad”; en el fatalismo, dejándose guiar por otros y otras; el
absurdo, la vivencia sin ningún sentido; el cinismo, fingiendo interés por una
persona pero desde una manera egoísta y pesimista, donde todo se llega a ver de
forma negativa. Luisa podría encajar perfectamente en varias de las
características dichas, ya que su existencia es casi trágica y sin sentido
aparente durante gran parte de la narración.
El Carpe Diem es en
cambio una visión casi simplista de lo que es la felicidad con frases tan
trilladas como “Vive la vida y no dejes que la vida te viva”, dejando libre el curso
de las fuerzas internas del hombre tomando como hegemonía el cuerpo, en donde
el futuro no interesa mucho. Aunque puede parecer un modelo válido para un
mundo como el actual o como la salida más fácil a los problemas lo que en
verdad ocasiona es una confusión entre felicidad y placer, lo que acarrea
problemas con los valores como los que ya se mencionó al comienzo del texto.
Algo parecido a lo que le pasó a Esaú en el pasaje bíblico.
Los errores del
pragmatismo se originan desde su concepción y en el origen de esta postura
confusa para muchos, en el que prima el sujeto y los intereses de este. La
utilidad viene a ser el fin del hombre para un pragmático, lo que puede
eliminar valores como la solidaridad o la compasión, ya que sólo existe el
beneficio propio atentando contra el bienestar del prójimo en muchos casos
sobre todo por la presencia de prejuicios.
Bienestar. Aunque el
vocablo nos parezca correcto, la postura que lleva su nombre más bien no lo es
tanto ya que propone concebir la felicidad como ausencia del dolor. Es decir,
uno es feliz cuando no sufre, tomando ello como un obstáculo y no como un medio
para lograr el objetivo, lo cual es erróneo porque el sacrificio en momentos
determinados de nuestras acciones nos brindan beneficios y satisfacciones, y es
que aunque se pueda padecer ciertos sufrimientos debido a ello, las metas
logradas en base a ellos son lo más importante.
El modelo de tomar el
dinero como el fin de nuestra existencia es algo que se encuentra muy
impregnado en el hombre moderno que en muchos momentos se convierte en el
llamado “homus economicus” que mencionaba la teoría científica de la
administración propuesta por Taylor a inicios del siglo pasado en la cual
describe al hombre como un ser movido solo por intereses monetarios, que está
en una búsqueda constante de recompensas de índole económica. Algo como lo
visto en las fábricas de Coketown y en los dueños de ésta que estaban evaluando
de que manera podía mejorar la productividad para generar más ingresos de tipo
contable. Se incurre en el materialismo de la persona que definitivamente no es
por ningún asomo la verdadera felicidad.
Por último, tenemos como
modelo erróneo el poder. Aquel que tenga actitud despótica y que vulnera la
justicia tendrá en todo momento una ambición desmedida de tener poder en sus
manos. El poder se vuelve un vicio y se pierde la posibilidad de servir a los
demás para pasar a ser un medio del cual la persona que lo ejerce se sirve sólo
a sí mismo. Si nos damos cuenta, Dickens presenta a los personajes más viles de
la narración, con un poder visible sobre otras personas. Desde el maestro de
escuela que tiene a su cargo un salón lleno de niños ávidos de conocimiento,
Grandgrind que tiene un cargo legislativo y de representación ciudadana y
Bounderby que es la cabeza de una organización. Incluso en las organizaciones
informales, siempre hay una jerarquía en la cual algunos individuos han llegado
a ser dirigentes de sindicatos. El poder corrompe los valores de las personas
cuando se tiene un concepto erróneo de él. El poder no llega ser malo por sí
mismo, sino por la forma en cómo se utiliza.
Visto los diversos
problemas de la concepción de la felicidad, podemos mencionar un tema que está
presente en la obra, el cual se ha desarrollado con mayor intensidad durante el
siglo pasado desde el punto de vista filosófico y psicológico: la libertad
interior de la persona como una fortaleza impregnada en nuestra esencia y que
está presente en todo momento de nuestra vida.
Para entender que es la
libertad interior debemos comenzar por descifrar que es la libertad en sí para
no caer en una confusión y en círculos viciosos que no nos llevan a ninguna conclusión
concreta ni válida. Los últimos siglos han sido testigos por ejemplo, de un
poderoso anhelo de libertad. Tal vez llevados por la vehemencia de sus actos y
sus pensamientos, los modernistas le han
brindado un matiz de ambigüedad a la libertad conduciendo a errores motivo de
terribles y desastrosas alienaciones siendo estas las causas de las pérdidas de
millones de vidas Aun así continúa manifestándose en los diversos campos en los
que se desarrolla el ser humano desde lo social hacia lo psicológico pasando
por lo económico y lo político. Lo más probable es que a pesar de todo, la
libertad siga siendo percibida como ausente por muchos como vemos hoy y como vemos en la obra, siendo una pregunta
razonable ¿Por qué?
La libertad nace y se
manifiesta cuando una persona es dueña de sus actos y el principio de sus actos
y por el cual elige el desarrollo de su vida. Aunque es una proposición
sencilla, el hombre tiene a lo largo de su vida obstáculos para poder hacerla
verdadera, siendo condicionada por un sinfín de factores internos y externos.
Por ello es que el llamado respeto a las libertades es tan importante para los
hombres. Y es que el hombre no ha sido concebido para desenvolverse a lo largo
de su existencia como un simple esclavo sino para “dominar” su entorno, sin
caer en el vicio que puede originar esta palabra, pero es que es justamente ahí
donde reside su grandeza.
El ser humano manifiesta
sus ansias de libertad porque aspira fundamentalmente a la felicidad, lo que
mencioné como tendencia natural al inicio de mi exposición, porque se comprende
que no existe felicidad sin amor. Y es que simplemente no puede amor sin
libertad y viceversa. El amor no puede provenir de la coacción o de la simple
necesidad de una satisfacción, sino que el verdadero amor proviene de aquellas
personas que disponen libremente de ellas mismas para entregarse el uno al
otro. Por lo que según lo antes afirmado, era inconcebible que surja amor en un
matrimonio como el de Luisa y Bounderby, que era una farsa ya que no existió en
ningún momento esa dicha brindada por el amor, y por ende les hubiera sido
imposible acceder a la verdadera felicidad.
Una interrogante que
muchos se hacen y que es la que genera mayor discrepancia al momento de debatir
un tema como la libertad es si esta es una reivindicación de la autonomía o un
simple reconocimiento de la dependencia. Cuando uno se plantea esta cuestión
termina interpretando la voluntad, las restricciones impuestas y otros temas
relacionados con esta materia desde un punto de vista particular y simplista
que solo ocasiona mayor discusión y confusión.
Libertinaje: Actitud irrespetuosa de la ley,
la ética o la moral de quien abusa de su propia libertad con menoscabo de la de
los demás. La definición anterior es la que nos muestra cualquier diccionario,
pero se debe comprender de una manera óptima en su real dimensión. Y es que si
bien las personas se quejan de que
muchas veces su libertad se ve restringida y cortada de manera abrupta, no se
escuchan la misma cantidad de voces de
protesta cuando se incurre en un abuso de la misma queriendo aumentar nuestro
poder de transformar la realidad de una manera desproporcional en todos los aspectos
de nuestra existencia. Se piensa que se encontrará la libertad intentando
sobrepasar nuestros límites. Es en esta circunstancia cuando nos adentramos en
una faceta suicida. Es necesario descubrir dentro de nosotros mismos por lo
tanto, la llamada libertada verdadera
Esteban Blackpool. Un
personaje que a muchas personas, luego de leer
“Tiempos difíciles”, puede caerles mal por el simple hecho de no tomar
las decisiones que nosotros consideraríamos correctas, por sus actos que iban
contra lo que uno hubiese sugerido que haga o evitara. Incluso tomaba
decisiones que él mismo sabía que le traerían problemas severos, como oponerse
a sus compañeros de trabajo, el no delatarlos aun cuando le habían dado la
espalda, incluso el de no separarse automáticamente de su esposa, enferma y
dañina. No es fácil comprender a simple vista el porqué de esas decisiones,
pero uno tiene que ponerse “en sus zapatos” para entenderlo de una mejor
manera. Y es que aunque parezca que Esteban es una persona privada de todas sus
libertades, la verdad es que hacer mejor uso de ellas desde mi punto de vista.
El abanderado de la libertad interior usada de forma correcta.
Uno de los autores que
mejor abarca y analiza el tema de la libertad interior es sin duda Viktor Frankl,
un psicólogo sobreviviente a esa etapa oscura y humillante que fue el
Holocausto nazi. Él menciona por ejemplo que cuando pensamos que el hombre es
un ser completa e inevitablemente determinado por su entorno y las
circunstancias que lo rodean, nos hallamos con casos atípicos según ese
parámetro. Y es que el hombre aun en el entorno más adverso y agreste no pierde nunca su capacidad de elección. El
hombre es capaz de conservar un reducto de libertad espiritual, de
independencia mental, incluso en estados de indigencia física y tensión
psíquica.
Quizá Esteban se puede
ver privado de trabajo, de amigos, incluso de la posibilidad de ver a su
querida Raquel pero nunca le será arrebatada la última de las libertades
humanas que es la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al
destino para decidir su propio camino. Esteban nunca perdió la libertad de elegir
que siempre estuvo ligada a sus valores y a una visión realista de la realidad.
Y es que cuando hablamos de ese tipo de libertad es que hablamos de libertad
interior.
La libertad interior como
ya dije es aquella que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la
existencia un sentido y una intención. Blackpool es víctima de un sinnúmero de
sufrimientos y padecimientox, pero no se deja doblegar frente a ellos ni los
toma con una actitud pesimista, teniendo la vida aun un sentido para él, que se
manifiesta hasta el último momento de su agonía. Incluso es destacable que
nunca llega a renunciar a sus valores para tomar el camino fácil de salida a sus
problemas.
El talante con el que
Esteban acepta el destino que le toca vivir aun con todo el sufrimiento
incluido en este dota a su vida de un sentido más profundo en marcado contraste
con la vida del joven Tomás Grandgrind que parece no conocer el fin de su
existencia, el camino por el que lo llevaran sus acciones egoístas y enfocadas
en el bienestar material. La dignidad moral que acompaña a Esteban desde un
comienzo lo enriquece constantemente, y es que es el personaje que logra más
cosas valiosas a lo largo de la obra como el amor de Raquel, el cariño de Ceci
Jupe, y la admiración de Grandgrind padre y de Luisa. Es decir, el uso de su
libertad interior lo condujo a obtener cosas más valiosas que Bounderby o Tomás
que si bien tenía un campo más abierto de elección e incluso con factores
externos mucho más favorable, terminan cayendo en unas serie de decisiones
erradas y hacen un mal uso de la libertad interior.
Y es que si bien Esteban
se refugia en su libertad interior para sacar el mayor provecho posible a su
destino, Bounderby escoge crear un mundo de mentiras y falsedades con la errónea
idea de que ese era el camino señalado para poder lograr el éxito y la
felicidad en la vida. Su sentido de vida consistía en demostrar la superioridad
de su persona a toda costa logrando sus objetivos de lograr tener el poder, el
dinero y a la mujer que tanto había deseado, pero nada de eso le da una
satisfacción verdadera ni lo conduce a
ser feliz.
Cabe decir que no todos
los hombres o mujeres logran vencer como hemos visto los sufrimientos que el
destino les muestra. Su libertad interior no está lo suficientemente
fortalecida, como para poder comprender que en el sufrimiento se muestra una
oportunidad única para trascender de una manera importante y diferente a las
comúnmente concebidas y usadas por el hombre a lo largo de la historia. Sino cómo
se explica que Esteban Blackpool, un simple obrero deje una huella agradable e
imborrable en las personas que lo conocieron, mientras que otros que tuvieron
una mayor cantidad de recursos para poder lograr mejores beneficios ni siquiera
logran culminar su existencia en paz consigo mismos, como la Sra. Sparsit. Son
personas que se dejan vencer interiormente por la ausencia de metas futuras y
que copan ese vacío con frustraciones o en un pasado remoto que no volverá.
Ceci Jupe, desde el
momento que decide conservar el encargo que le dio su padre, escoge mantener
vivo y presente el cariño que ambos se profesaban. El objeto que guarda tiene
un sentido valiosísimo para ello, es por eso que ni Grandgrind ni Bounderby
llegan a comprender la trascendencia de esa acción en apariencia simple y
sencilla. Y es que la verdad ,cosas como aquella nos demuestran que en realidad
no importa tanto que no esperemos nada de la vida, sino lo que la vida espera
de nosotros. Nosotros siempre seremos libres de elegir y poder realizar
acciones que nos conduzcan a la felicidad como meta.
Pero, ¿Hay manera de
lograr evitar el dolor que otros nos causan? Pues en mi humilde opinión no,
porque no somos capaces de controlar las acciones de los demás más si podemos
esforzarnos por consentir. No me refiero a permanecer pasivo, porque muchas
veces nos veremos en la obligación de salir al paso de aquella persona que nos
hace sufrir para ayudarle a darse cuenta de su comportamiento y se pueda
corregir, pero otras veces nuestra reacción debe ser con firmeza contra
situaciones injustas y protegernos de
ciertos comportamientos destructivos. Pero siempre quedará cierta parte
de sufrimiento proveniente de nuestro alrededor y que no seremos capaces de
corregir o evitar, sino que debemos tomarlo con una actitud de esperanza y
perdón
Y es que si bien no
resulta sencillo cumplir con lo antes mencionado, hay que saber perdonar a los
que sean causantes de nuestro sufrimiento para ir por el camino correcto de la
felicidad. Esta actitud no es espontánea ni se logra fácilmente pero con un trabajo
constante se puede lograr obtenerla ya que es el medio más adecuado para lograr
la paz y la libertad interior.
Es un error pensar que
Esteban, cuando perdona, está avalando el mal causado por aquellos que lo
perjudicaron, ay que no el objetivo del perdón admitir las injusticias.
Perdonar significa no condenar a la
persona ni tomar la justicia por sus propias manos, sino es una vía para evitar
el rencor y las rencillas, aceptando las contrariedades como factores que no podemos
controlar a nuestro antojo.
En conclusión, un buen
uso de la libertad interior pudo haber evitado un sinnúmero de hechos trágicos
en “Tiempos difíciles” y personajes como el de Luisa no se hubieran visto en la
necesidad de perder oportunidades de ser feliz si hubiera hecho un examen de
los beneficios que sus decisiones hubieran podido producir, como el no casarse
con Bounderby para complacer a su vil hermano o el poder amar libremente y sin
tanto sufrimiento al único joven que se interesó realmente por ella, Santiago.
La felicidad dependerá
siempre de las decisiones que escojamos durante todo el trayecto de nuestra
vida, y es que somos nosotros los únicos que sabemos en qué medida queremos ser
felices y disfrutar de ellos, dotando de sentido a nuestra existencia , pero
para ello hay que añadir un último término relacionado con todo lo anterior: La
autenticidad.
La palabra autenticidad
hace referencia al carácter original y genuino de una cosa. Lo auténtico es lo
que coincide consigo mismo y que en efecto, se manifiesta como es, reflejando
en sus apariencias lo que es en realidad. En otros términos, cuando decimos que
algo es autentico no nos referimos a aquello que se parece o se aproxima al
original sino al original en sí. Aunque suene como un trabalenguas, la idea es
que no debemos confundir la autenticidad de algo con el parecido o ligera
similitud que se pueda tener con ello.
¿De qué forma podríamos
aplicar lo antes expuesto al caso del hombre? ¿Es fácil? Definitivamente una
tarea fácil no lo es, sino más bien una labor compleja y tediosa, pero posible
de lograr. La dinámica de la existencia humana es muy cambiante porque el
hombre no es algo totalmente definido ni acabado ya que se encuentra en un
camino constante hacia una meta, porque es libre como ya lo dije, y porque del
uso que le dé a su libertad depende su autenticidad.
No deber haber falsedad
ni artificios en aquel que se defina como auténtico. El desenvolvimiento si es
que se está a gusto con uno mismo debe darse de manera natural y sencilla.
Autentico es aquel que conoce y acepta no sólo sus derecho sino también sus
responsabilidades y obligaciones adaptado a su propia situación identificándose
con ella. El hombre auténtico es aquel que no parece ni finge ser otra cosa.
Todo lo antes mencionado
son los rasgos predominantes del hombre auténtico y se han derivado del
fundamento de la autenticidad, es decir, de ese ser en sí mismo. Tomaremos
luego de este marco expuesto que la identificación consigo mismo es la base en
la que se fundamenta la autenticidad.
“Todo lo que es, es
idéntico a sí mismo” es uno de los primeros principios que enuncia la
filosofía. Es un principio que tiene validez universal, con lo que quiero decir
que se puede aplicar a todas las realidades, incluyendo obviamente, la humana.
Aunque parezca contradictorio si lo vemos de esta forma, plantear el tema de la
identificación del hombre consigo mismo puesto que como todo lo real, es
necesario que se sienta identificado con lo que es. Esto tomando como
referencia el punto de vista ontológico, pero desde una perspectiva existencial
y psicológico, las cosas son de otra manera. En estos planos necesariamente el
hombre no se halla identificado con lo que es. Generalmente nos adentramos en
este campo, cuando le decimos a alguien que se comporte tal como es , siendo sí
mismo. En cada persona conviven dos realidades: el “yo subjetivo” y el “yo
objetivo” , cuya convivencia dentro de uno produce la dualidad referida, y
mientras más lejano esté uno del otro mayor será la división interna que uno
padezca, lo que muchos llaman “doble vida”, padeciendo un desequilibrio
existencial, teniendo efectos patológicos, neurosis o depresiones severas
¿Suena conocido?
El “yo subjetivo” se
refiere básicamente a la conciencia que se tiene de uno mismo, también llamado
el “yo psicológico”, mientras que el “yo objetivo” es el modelo o meta para el
primero, independiente de la conciencia que se puede establecer de uno mismo.
En términos más generales, este último “yo” es toda la realidad personal, todo
lo que se es en la actualidad, lo que lo constituye a uno como persona humana,
en espíritu y cuerpo, las características propias, las capacidades y
limitaciones, las situación de uno en el mundo, las cualidades y defectos y las
circunstancias.
También forma parte de lo
que uno es en el presente, todo aquello que de una u otra forma influye sobre
la persona (tanto el pasado como el proyecto de vida), lo mismo que viene a ser
inseparable del ser, porque se deriva justamente de él como el caso del
deber-ser. Pertenece el pasado al “yo objetivo” en cuanto pesa sobre el ser
presente, lo que se ha hecho y lo que se ha dejado de hacer, contando los
logros y los fracasos, las buenas y malas acciones que se ha realizado, los
aciertos y los errores, por ejemplo Bounderby siempre llevará a cuestas su
pasado no tan trágico como él hubiese querido, sino influenciado por la gran
ayuda que significó la presencia de sus padres en etapas decisivas de su vida,
aun cuando tal vez hubiese querido sobresalir en circunstancia más difíciles,
pero que termino cayendo en un abismo de mentiras, tejiendo una red tan grande
de éstas para sentirse al final perdido y ensimismado en ellas.
Cuando se habla de la
presencia del proyecto de vida, se piensa en el futuro y cuáles son las
consecuencias de ese futuro que se anhela en el presente. El proyecto de vida
se basa en los propósitos que uno se traza y quiere alcanzar, los valores que
uno desea realizar y en consecuencia el fin último del que se quiere dotar a la
vida. Todo conjugado tendrá efectos notorios en el presente, como el desempeño
en ciertas acciones que se deben realizar en la actualidad para poder
desarrollar estas metas.
Tercero, al ser el
deber-ser derivado del ser, del ser del hombre proceden unas obligaciones
objetivas, es decir independientes de que el sujeto sea consciente de ellas o
no, de que las quiera o las acepte. Se derivan de lo que llamamos la naturaleza
humana, común todos los hombres. Obligación de respetar por ejemplo los
derechos y las libertades de las demás personas por más que no estemos de
acuerdo en ciertas cuestiones.
Lo que uno debe ser en el
futuro no está determinado por la naturaleza humana solamente, sino también por
las circunstancias concretas que se presentan, por la situación personal,
irrepetible y única. Este deber-ser individual pertenece al ámbito del “yo
objetivo”. Para entenderlo mejor, todo lo que el hombre debe ser en el futuro
es lo equivalente a lo que conocemos comúnmente con la palabra vocación. La
realización de esta será el cauce para alcanzar la plenitud de todo lo que el
ser humano aspira. Cabe decir que el proyecto de vida de estar en concordancia
con el deber-ser porque si no van de la mano, se cierra el camino para la
autenticidad.
Con todo lo dicho se debe
comprender mejor que la meta correspondiente al “yo subjetivo” de identificarse
con el “yo objetivo” es compleja y no resulta para nada fácil, siendo las
posibilidades de no identificación múltiples. Sin embargo esto no debe dar pie
a rendirse, porque las dificultades no son sinónimos de imposibilidades y el
valor de la autenticidad resulta incuestionable.
El proceso de
identificación. Cuando se habla de identificarse con algo uno se refiere a
estar en la realidad de aquello con lo
que la persona se identifica, la identificación con uno mismo será más intensa
en la medida en la que el “yo subjetivo” esté más en la realidad que el “yo
objetivo”. Para esto, son básicas dos operaciones humanas que son el conocerse
y el aceptarse, y para las cuales se requieren dos actitudes más
respectivamente que son el afrontar la realidad
el ser profundamente sincero. Esto es el contenido del proceso que uno
debe seguir si quiere identificarse con uno mismo y ser auténtico.
Empecemos por el
conocerse. La tarea de conocerse corresponde más que todo a la inteligencia,
siendo el término de este conocimiento la verdad en todo momento, la verdad
sobre uno mismo, sobre el “yo objetivo”: saber quien uno es y sabe que se debe
ser. La verdad del conocimiento consiste en que la inteligencia se adecúe a la
realidad conocida. En la medida en que el conocimiento, es verdadero, uno está
en el objeto conocido, es decir, en aquella realidad verdadera que da origen a la verdad de
nuestro conocimiento.
Este modo de estar en la
realidad es ya una forma de identificarse de una u otra forma con ella. Cuando
lo conocido viene a ser la propia realidad personal, mi yo objetivo, se alcanza
un grado de identificación consigo mismo de forma proporcional a la objetividad y profundidad de dicho
conocimiento. El “yo subjetivo” se hace presente, mediante el conocimiento,
ante el “yo objetivo”: está en la realidad de sí mismo, de lo que realmente es.
Hay que decir que en todo
proceso de conocimiento intelectual el sujeto cognoscente recibe la verdad de
lo conocido según la capacidad que se posee, y por tanto reduce el contenido de
lo conocido a esa capacidad, apareciendo la primera limitación para la
identificación, que no puede ser total.
En segundo lugar, cuando
la realidad que se pretende conocer es el propio “yo objetivo”, es muy probable
que se introduzcan en el proceso del conocimiento factores subjetivos que lo
desvirtúen. Por ejemplo, lo que en un inicio le pasa a Ceci Jupe en la escuela,
ya que se ve presionada a actuar diferente a lo que es. Esto la pudo llevar a
infravalorarse a sí misma, sintiendo que está fracasando. Por lo que se dice
que si el subjetivismo no se supera, constituye un obstáculo importante para la
identificación consigo mismo, por la falta de objetividad en el conocimiento
propio.
En tercer lugar hay que
reconocer que ese estar en la realidad a la cual me refiero, que se consigue
mediante el conocimiento, es relativo. El sujeto al momento de conocer no logra
estar del todo en la realidad, en cuanto más bien es la cosa conocida la que
pasa a estar presente en el sujeto que la conoce. Conocer es poseer lo
conocido, haciéndolo propio, trayéndolo hasta uno mismo, por lo que sólo
relativamente puede afirmarse que el cognoscente está en la realidad. Como vemos,
la operación de conocerse resulta insuficiente para la identificación pero no
por ello, carece de importancia, ya que es vital en el proceso de la
autenticidad.
La otra operación que se
requería era la de aceptarse, correspondiendo esta tarea netamente a la voluntad, porque la aceptación forma parte
del acto propio de esta facultad, que es el querer. Aceptarse, en este caso,
significa admitir tolos que uno es, sin rechazar ningún aspecto constitutivo de
la propia existencia, dando la conformidad a la visión objetiva de uno mismo,
que la inteligencia nos proporciona. En síntesis, querer lo que somos y lo que
debemos ser: lo que ya hemos nombrado como el “yo objetivo”.
Las actitudes finalmente
de afrontar la realidad y ser profundamente sinceros, son vitales para estas
operaciones porque suponen actos de valentía y de profunda honestidad consigo
mismo y con los demás. Será imposible lograr ser auténtico si se incumple con
los requisitos antes mencionados por una simple razón de incoherencia en la
práctica. Cuando no se cumplen, por ejemplo, uno cae en errores como el no
querer enterarse de las propias obligaciones transfiriendo las
responsabilidades a otros, el adoptar una actitud pasiva ante los compromisos
adquiridos, el dejarse llevar por una mecanizada “ley del gusto” y el sentimentalismo y el caer en la verborrea
y en la manipulación de la verdad con fines plenamente utilitarios. Es decir,
prácticamente, no terminar pareciéndonos a Bounderby puede ser un mensaje claro
si se quiere ejemplificar de un modo concreto toda este marco teórico.
Finalmente, luego de evaluar aspectos como los
valores, la libertad interior, la autenticidad, el dogmatismo, entre otros,
podemos darnos cuentas que el llegar a la felicidad no es en todo caso un
camino fácil y sencillo que se logra de la noche a la mañana en un abrir y
cerrar de ojos, sino un proceso que demanda mucho esfuerzo y sacrificio, y es
lo que finalmente nos deja de enseñanza un libro como “Tiempos difíciles”, que
si bien se presenta en un contexto raro en nuestros días, nos permite darnos
cuenta de lo afortunado que somos de tener más oportunidades en nuestras manos
para poder lograr la anhelada felicidad., Muchas veces, uno ante cualquier
problema se siente resignado a padecer sufrimiento y se deja llevar sin tomar
decisiones que puedan cambiar el rumbo, en una actitud totalmente derrotista y
negativa, lo cual como ya he dicho es sumamente dañino para nuestra existencia
y nuestra trascendencia.
La felicidad debemos
lograrla teniendo una vida buena en todos momento, implicando un bienestar
físico claro, pero también de otros aspectos superiores, porque se puede
tergiversar las cosas cayendo en vicios y en una deformación de la realidad y
de nuestros objetivos. Dickens nos deja esa enseñanza, que la esencia de
personajes como Bounderby, Ceci, Esteban o Luisa siempre van a existir, pero
solamente está en nosotros el saber elegir el camino que debemos seguir y
trazar a lo largo de nuestra vida de la manera más correcta posible, ya que
como dije al inicio, es nuestra tendencia natural.
Gina Rinehart es la persona más rica de Australia.
ResponderEliminarLa ABC Australiana recoge estas declaraciones suyas
"Superemos la cortina de humo de la lucha de clases", escribió la Sra. Rinehart.
"Tenemos que recuperar nuestras raíces y animar a la gente a invertir y crear. No existe un monopolio de millonarios".
"Si usted es celoso de aquellos que tienen más dinero que usted, muévase y deje de quejarse, haga algo para ganar más dinero por sí mismo - pase menos tiempo bebiendo, fumando o socializándose, y más trabajando".
"Conviértase en una de esas personas que trabajan duro, invierten y al mismo tiempo crean empleos y oportunidades para otros".
"Australia necesita gente así".
Y a mí me recuerda a este pasaje del capítulo 1 del Libro segundo de Tiempos Difíciles
-¡Ay! - suspiró otra vez la señora Sparsit con otro meláncolico movimiento de cabeza.
-Es digno de lástima, señora. El sujeto que he mencionado últimamente es digno de lástima , señora -dijo Bitzer.
- Sí Bitzer-dijo la señora Sparsit-. Siempre me he dolido de la falsedad.
- Y en lo que concierne al individuo, señora-dijo Bitzer, bajando la voz y aproximándose más-, es tan imprudente como cualquiera de las gentes de esta ciudad. Y usted sabe cuán grande es su imprudencia , señora. Nadie podría saberlo mejor que una dama de su condición eminente,
-Harían bien en tomar ejemplo de usted, Bitzer-repuso la señora Sparsit.
-Gracias, señora. Pero, puesto que se ha referido a mí, atiéndame un momento. Ya tengo algo ahorrado señora. Esa gratificación que recibo en Navidad, señora, jamás la toco. Ni siquiera gasto la totalidad de mi salario, señora, aunque no es elevado. ¿Porqué no pueden esas esas gentes hacer lo que yo he hecho, señora? Lo que una persona puede hacer, lo puede hacer cualquier otra.
Ésa era otra de las ficciones de Coketown. Todo capitalista de la ciudad, que había hecho de seis peniques sesenta mil libras siempre se confesaba maravillado de que los sesenta mil brazos de alrededor no hiciesen también y cada uno de ellos sesenta mil libras de seis peniques, y más o menos les reprochaba a todos que no hubiesen llevado a cabo esa sencilla proeza. Lo que yo hice , también lo puedes hacer tú. ¿Porqué no vas y lo haces?
Salute
"Si usted es celoso de aquellos que tienen más dinero que usted, muévase y deje de quejarse, haga algo para ganar más dinero por sí mismo - pase menos tiempo bebiendo, fumando o socializándose, y más trabajando".
EliminarMuchisimas gracias por tu comentario. En verdad creo que que es un problema de nuestros tiempos, el vivir quejándonos y no tomar acciones. Vivir de utopias y remordimientos. Debemos ir en busca de nuestra felicidad y no esperar sentados a que se nos aparezca. Puede que el camino para llegar a ellos sea incluso tan satisfactorio como la meta.
Saludos.
Sebastian!