"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


jueves, 19 de octubre de 2023

[Reseña] ‘Sueño de trenes’ de Denis Johnson

 El tiempo va

Random House, 2015.144 pp. Traducción de Javier Calvo.


    Esta novela inicia con un arrebato violento: el protagonista –sin motivación aparente– se une a un grupo que quiere lanzar a un hombre por un precipicio. Este recuerdo será evocado por el protagonista, de tanto en tanto, a lo largo de la narración. ¿Qué hubo detrás de ese impulso? ¿Fue solo un intento de salir del marasmo? Aún sin eclipsar la historia, notamos la evocación obsesiva y punzante, uno de los mayores logros de Johnson, quien consigue atenuar la tragedia y la culpa con la posibilidad de continuar viviendo, aun cuando fuerzas de la naturaleza le arrebatan el presente y el futuro a su protagonista. Un tren que sigue en marcha sin reparar en las vicisitudes del camino, impulsado por una fuerza que lo sobrepasa.

Que no se confunda lo anterior con una retórica motivacional. Sueño de trenes da cuenta de la vida de un hombre una empresa tan ardua como erigir una red ferroviaria que una a todo un país. Porque el retrato de Grainier es el de un hombre atravesado por la Historia, por las ansias de un progreso colmado de explotación y violencia. Uno que arrasa y aniquila, sin límite aparente:

La experiencia que había tenido Grainier con el Atajo de Dieciocho Kilómetros le dio ansias de participar en otras empresas enormes, donde multitudes de hombres eliminaran porciones enteras de un tamaño nunca visto, armando gigantescos puentes de caballete de madera, en lo alto de abismos infranqueables, cada vez más grandes, más largos y más profundos” (pág.19).

La estrategia que usa Johnson para dar cuenta de ello es la alternancia de escenas y emociones, en distintos tiempos, en un orden que permite observar las consecuencias de la tragedia central del protagonista: Un incendio que lo devora, estruja y atormenta, cuyas cenizas se convierten en el hollín de su espíritu, dejando en al descubierto una oscuridad latente que parece haber permanecido allí desde esa primera escena narrada:

El recuerdo casi le paraba el corazón. Estaba seguro de que el chino se había vengado invocando una maldición (…) Le parecía a todas luces un castigo demasiado grande” (pág. 76)

Un castigo demasiado grande, insondable como la naturaleza que a la fuerza se intenta domar para construir un camino. En fin, sueños de trenes que permitan traspasar esa frontera para el hombre, que permitan controlar lo incontrolable. Trenes que atraviesen el dolor de seguir viviendo tras la pérdida de lo que más se amaba, con dichos recuerdos enraizados y mezclados ahora con el resentimiento tras la marca de la muerte.

Ahora dormía bien por las noches, y a menudo soñaba con trenes, y sobre todo con un tren en concreto: él iba a bordo; podía oler el humo de carbón; un mundo entero pasaba por las ventanillas. A continuación, se veía a sí mismo de pie en aquel mundo mientras se apagaba el ruido del tren. La frágil familiaridad de aquellas escenas le sugería que procedían de su infancia. A veces se despertaba oyendo cómo el ruido del tren de la Spokane International se disipaba por el valle y se daba cuenta de que había estado oyendo aquella locomotora mientras soñaba”. (pág. 90)

            No es un detalle menor que Grainier pase de una vida sedentaria a una nómada al adoptar el oficio de transportista. La movilidad física parece la forma de sacudirse las cenizas de esa tierra que se volvió infierno: primero por el fuego, luego por el recuerdo. A lo largo del relato, Johnson va introduciendo personajes, pequeñas historias que corren en paralelo, tragedias encapsuladas en pequeñas dosis que le permiten a Grainier soportar las propias heridas. Microhistorias con un elemento en común: la violencia adherida a todo el lenguaje, que permea todo lo que todos tienen para contarse. Todo ello se narra con un ritmo calmo que logra prolongar las páginas de este breve y magnífico libro que, tras su final, solo provoca ir a buscar todo lo que ha publicado este gran autor norteamericano.