"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


viernes, 10 de abril de 2015

De Estambul con amor (y algo de obsesión):“El museo de la inocencia” de Orhan Pamuk

“Dime, ¿el amor nos hace tontos o es que sólo los tontos se enamoran?”
OrhanPamuk, Me llamo Rojo



¿Cómo llega un joven limeño de 19 años, estudiante de Economía y Administración, a la literatura de un premio Nobel de Literatura turco? Pues,a veces la buena literatura tiene caminos extraños que nos conducen a ella. Un día, creo que por uno de esos errores que se terminan lamentando después, apareció entre las opciones de búsqueda de libros de mi cuenta de la biblioteca de la Universidad de Piura, “Me llamo rojo”. El título para ser honesto me sonaba a un libro sobre marxismo y al ver que era la obra de un Nobel turco, sentí curiosidad y pedí que me lo trajeran desde la misma sede de Piura. A los tres días llegó, y aunque me incomodó que estuviera en una rústica edición de bolsillo, me quedé enganchado sin duda alguna con las primeras líneas:

“Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi último suspiro y que mi corazón se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido.”

Con un comienzo así, la novela prometía. Y vaya que cumplió. Como dice su contraportada, era un “puzzle filosófico y fantástico en el que se cruzan el arte, la religión, el amor, el sexo y el poder”. En la siguiente feria del libro, mis papás me dijeron que sólo me iban a comprar un libro. Sin duda, escogí la Nieve, un thriller político en medio del mundo islámico y que comenzaba así:

“El silencio de la nieve, pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús. Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve.”

Luego de ello disfruté durante una Semana Santa de hace uno o dos años, La vida nueva, un libro que también (¡Vaya sorpresa!) tenía un comienzo genial:

Un día leí un libro y toda mi vida cambió.

Y pasó sin duda un largo periodo en los que me distancié sin duda de la obra de Pamuk. Hasta diciembre pasado, que recorriendo algunas librerías, di con una edición de Mondadori de El museo de la inocencia, la novela que en varias reseñas había leído que tenía el amor y la obsesión como ejes centrales de su trama. Y aunque su precio excedía lo que había presupuestado para la adquisición de libros durante la época de fin de año, fue al leer las primeras líneas que percibí la magia de la literatura de Pamuk llamándome:

Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de haber comprendido que aquel era el momento más feliz de mi vida, nunca lo habría dejado escapar.

Primó la curiosidad por saber las razones de esta confesión y adquirí el ejemplar al día siguiente (luego de convencerme aún más al encontrar una magnífica reseña del crítico literario José Miguel Oviedo en el portal de Letras Libres  que se puede encontrar googleando). Otra vez la literatura le ganó la pulsada a mis intenciones de ahorrar.

¿Alguien posee la verdad absoluta sobre el amor? ¿Es posible llegar a un consenso sobre su definición? Sin duda alguna, el amor es uno de los temas más complejos para el entendimiento humano y por ello, uno de los que llama más nuestra atención. Hace poco terminé de leer El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez, una hermosa novela sobre un amor entre fines del siglo XIX y comienzos del XX que esperó más de medio siglo para concretizarse y tomar forma. En ella la perseverancia y paciencia son cualidades determinantes para que el amor tenga esperanza de sobrevivir a los obstáculos que se van presentando. En la novela de Pamuk también. Pero su encanto tiene otros matices.

Estambul, Turquía. La ciudad-puente entre Asia y Europa. Entre el mundo islámico y el occidental. Una ciudad llena de contradicciones  y que en plena década de los setenta se encuentra buscando una identidad, capaz de unir todas sus contradicciones internas. Una ciudad donde habitan Kemal y Fusun. Kemal es un burgués de treinta años, rico en una tierra de pobres y cuya vida no ha sufrido mayor tropiezo.

Un don como el de nacer en una familia rica en un país pobre era algo que Dios concedía muy raras veces a quienes habitaban en este rincón del mundo.

Él está a punto de comprometerse con una de las jóvenes más admiradas y deseadas del “mundillo” de la clase alta, cuando irrumpe en su vida una pariente lejana, joven y pobre, pero sumamente bella,  como una tormenta furiosa que no va a expirar hasta el último de sus días.Se vuelven amantes, y durante el mes que trascurre entre dicho encuentro (o segundo encuentro en sus vidas como recordará después, evocando una escena de su infancia) y la fiesta de compromiso con su novia oficial,  se entregarán al placer del sexo en un cuarto-santuario que Kemal tiene a su disposición en un viejo edificio donde se da cuenta que nunca antes ha experimentado tanto gozo como el que obtiene al lado de Fusun.  Pero se va dando cuenta que la locura con la que se entregan, esconde algo más allá que la simple excitación física.

¿Qué era lo que me unía a ella, aparte del ilimitado e infantil goce sexual? ¿Por qué podía hacer el amor con ella de una manera tan sincera? ¿Eran nuestro placer sexual y ese deseo perpetuamente repetido los que hacían nacer el amor, u otras cosas que nacían paralelamente el deseo y se alimentaban de él?

Va creándose una dependencia por el cuerpo de Fusun y todo lo que provenga de él. Sus historias, sus deseos, sus temores, sus preocupaciones, sus palabras, sus miradas, sus palabras. Todo lo que la rodea comienza a ser glorificado por Kemal, que siente que la vida lo ha bendecido como a ningún otro hombre en el mundo. Pero como esto es una novela, no todo puede ser dicha y felicidad, por lo que la tragedia tiene que pasar a rendirle cuentas.

En realidad nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras lo vive. Puede que haya quienes piensen o digan sinceramente ( y a menudo) en ciertos momentos de entusiasmo que están viviendo “ahora” ese instante dorado de sus vidas, pero, a pesar de todo, con parte de su alma creen que más adelante vivirán momentos más hermosos y más felices. Porque, especialmente en la juventud, de la misma forma que nadie puede seguir viviendo si piensa en que a partir de ese momento todo va a ir a peor, si uno es tan dichoso como para imaginarme que vive el momento más feliz de su vida, es lo bastante optimista como para pensar que el futuro también será hermoso.

Y es en la fiesta de compromiso cuando todo se desmorona. Kemal invita a su amante Fusun. Ella deslumbra a cuanto invitado ha asistido a la ceremonia. Los celos invaden a Kemal. Kemal se comporta de la forma más estúpida posible por momentos. Fusun baila con otros.  Conversa con otros. Estos otros le cuentan que Kemal se ha estado follando a su novia en la oficina durante el mes anterior. Fusun se siente engañada. Fusun no da un buen examen de admisión a la universidad al día siguiente. Fusun desaparece. Y Kemal ya no se siente el hombre más afortunado del mundo. El giro de 180°.

Y es aquí cuando la novela se convierte en una espera. Kemal siente su vida incompleta y resquebrajada. Cosa que se puede notar en algunas frases como las siguientes:

El auténtico dolor de amor se instala en el punto más esencial de nuestro ser, nos atrapa bien fuerte por nuestro punto más débil y, uniéndose íntimamente a los demás dolores, se disemina por nuestro cuerpo y por nuestra vida de manera imparable.

Sentía como si me clavaran un destornillador o un hierro al rojo y lo retorcieran. Era como si se acumularan líquidos altamente ácidos en todo mi vientre partiendo del estómago, como si me pegaran a los órganos internos pequeñas y cáusticas estrellas del mar. El dolor que se hacía más virulento al extenderse, me afectaba a la frente, a la nuca, a la espalda, a los testículos, por todas partes, y me oprimía como si pretendiera asfixiarme.

Si no está el amor, ¿importa lo demás?, se pregunta Kemal en muchos momentos de la novela. Pues para un hombre que tiene dinero, buena salud y la vida aparentemente resuelta en ese sentido, ¿acaso no es lo sentimental lo único que puede acaparar su atención como problema a resolver?

Aunque le gustaba que en las revistas, en la televisión y en las canciones se mencionara constantemente el amor, no encontraba correcto que nos e dejara de hablar continuamente de dicho sentimiento y pensaba que exageraban para atraer la atención de aquellos que no se habían enamorado nunca. :

¿Qué le va a importar que el mundo a su alrededor se esté viniendo abajo? Simplemente, ya no hay mundo si no está ella presente.

Mientras en las calles de Estambul los comunistas y los nacionalistas se disparaban mutuamente, se atracaban bancos, se ponían bombas y se ametrallaban cafés, nosotros nos olvidábamos del mundo entero a causa de un misterioso dolor, y eso le daba a Sibel una sensación de profundidad.

La política (…)un desastre natural parecido a los terremotos y a las inundaciones contra el cual los ciudadanos de a pie no podíamos hacer otra cosa que mantenernos los más alejados posibles.

Entonces, ¿cómo aliviar dicho dolor? ¿Hay forma de conseguir aunque sea un paliativo? ¿Se puede curar la enfermedad del amor? Irrumpe entonces el mecanismo de la memoria. Y todo aquello que sirva para hacerlo menos imperfecta y conjugarla con la imaginación tendrá cabida. Como por ejemplo, los objetos físicos que rodearon la figura de la amada Fusun. Objetos que servirán como elementos de un futuro museo y de una novela. Lo físico y lo abstracto codificado en literatura, para que el amor que hubo, perdure.

Necesitaba las cosas que me recordaban a Füsun para amortiguar mi dolor, pero al mismo tiempo, como al amortiguarse el dolor me recordaban mi enfermedad, también quería huir de ellas y de aquella casa y pensaba, optimista, que me encontraba mejor.

¿Acaso no es el objetivo de la novela y el museo narrar con toda sinceridad nuestros recuerdos para convertir nuestra felicidad en la de otros?

Intuía que si podía contar mi historia se aliviaría mi dolor.

Tras cada obsesionada con recopilar objetos y apilarlos en un rincón subyace un corazón roto, un problema profundo , una herida espiritual difícil de explicar.

Los museos de verdad son los sitios en los que el Tiempo se transforma en Espacio.

Frases creadas con hermosura para recrear la temblorosa frontera entre el amor, la locura y la obsesión.  La escritura para evocar sensaciones como el miedo.

En los dedos que Füsun pasaba por mi espalda había algo parecido al miedo a la muerte que siente la niña miope e inocente que se mete en el mar mientras está aprendiendo a nadar y en el momento en que cree que se está ahogando se abraza con todas sus fuerzas a su padre, que corre a socorrerla.

La entrega.

Si le damos a alguien algo que nos importa mucho, lo más valioso que tenemos, solo como muestra de amor, lo hacemos, sin esperar nada a cambio.

El dolor.

Sin embargo, ya por aquellos días comencé a intuir que se iban abriendo en mi alma una serie de grietas y heridas que dejan a algunos hombres sumidos en una soledad irremediable, profunda y oscurísima hasta el fin de sus vidas.

(…) en cuanto señalemos el momento más feliz hará mucho que habrá quedado en el pasado, que no volverá nunca más y que, precisamente por eso, nos producirá dolor.

Tenía la sensación de que poseía una armadura invisible que desde los veinte años me protegía de todo tipo de problemas y desdichas. Parte de esa sensación me hacía intuir que, si le prestaba demasiada atención a las desgracias de los demás, también me harían desgraciado y que podrían perforar mi armadura.

El sentido de seguir respirando y luchando por vivir (y sobrevivir) en este caótico mundo.

A veces pienso que si el tabaco gusta tanto no es por la fuerza de la nicotina, sino porque en este mundo vacío y sin sentido te da con facilidad la impresión de estar haciendo algo que tiene un significado.

Durante nuestros besos, cada vez más largos, se iban acumulando en la enorme caverna de nuestras bocas unidas un líquido templado dulce como la miel que a veces fluía por las comisuras de nuestros labios hasta la punta de la barbilla, ante nuestros ojos se aparecía un país celestial y onírico que solo podía imaginarse con un optimismo infantil y contemplábamos como si fuera el Paraíso aquella tierra multicolor que parecíamos ver a través de un calidoscopio en el interior de nuestras mentes.

Y muchas cosas más que quisiera decir, pero creo que el principal motivo de este texto es invitarlos a leer esta hermosa novela de Orhan Pamuk. Que no los aterrorice su volumen, puesto que la división en más de ochenta capítulos breves, junto con lo caautivadora de la historia de amor entre Kemal y Fusun hacen que al terminar la última página, se termine pidiendo más .Porque a pesar que le haya dado énfasis al comienzo de sus novelas, durante la lectura el lector palpará el mundo imaginario de este arquitecto turco, que desencadena con un final en la cual uno ha llegado a tal grado de conexión con los personajes que es capaz de comprenderlos y hasta tener compasión por ellos, y también por nosotros que tendremos que esperar al siguiente libro para volver a ser hechizados.La  Academia Sueca, que no se equivocó con este escritor turco.

Antes de terminar, algunas frases más que no quería dejar de copiarles:

Tanto el amor como la columna periodística deben satisfacernos ahora, pero la belleza y la fuerza de ambos se miden por su capacidad de no írsenos de la cabeza.

El amor es el arte de que cada oveja vaya con su pareja.

 Los que cada, como yo, tienen la vida patas arriba por culpa del amor, creen que la solución de todos los demás problemas será posible con el fin del mal de amor, y sin quererlo profundizan en la herida del corazón.

Es el amor, es el amor, la razón de todo en el mundo.

Mientras leía el aburrido guion pensé que la pasión por el arte, como el amor, es una enfermedad que nos ciega la mente, nos hace olvidar lo que sabemos y nos oculta la verdad.

La felicidad consiste solo en estar cerca de la persona amada.


+Sobre el autor: 


Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, nació en Estambul, Turquía, en 1952. Cursó estudios de arquitectura y periodismo, y ha pasado largas temporadas en Estados Unidos, en las universidades de Iowa y Columbia. Es autor de ocho novelas: Cevdet Bey e hijos (1982; Mondadori 2013, Debolsillo 2014), La casa del silencio (1983; Debolsillo 2006), El castillo blanco (1985; Mondadori 2007, Debolsillo 2008), El libro negro (1990; Debolsillo 2008), La vida nueva (1995; Debolsillo 2009), Me llamo Rojo (1998; Debolsillo 2009), Nieve (2002; Debolsillo 2011) y El Museo de la Inocencia (2008; Mondadori 2009, Debolsillo 2011), así como de los libros de prosa Estambul. Ciudad y recuerdos (2005; Mondadori 2006, Debolsillo 2007), La maleta de mi padre (2006; Mondadori 2007), Otros colores (1999; Mondadori 2008) y El novelista ingenuo y el sentimental(2010; Mondadori 2011, Debolsillo 2013). Su éxito mundial se desencadenó a partir de los elogios que John Updike dedicó a la novela El castillo blanco. Desde entonces ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales: el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia, el Premio Grinzane Cavour en Italia y el Premio Internacional IMPAC de Irlanda, los tres por Me llamo Rojo. En 2005 recibió el Premio de la Paz de los libreros alemanes. Con la publicación de Nieve, novela por la que en 2005 fue galardonado con el Prix Médicis Étranger y que aborda el tema de la confrontación entre la cultura occidental y la oriental, Orhan Pamuk pasó a ser objetivo predilecto de los ataques de la prensa nacionalista turca. La obtención del Nobel de Literatura consolidó definitivamente su proyección internacional, y sus libros ya se han traducido a más de sesenta idiomas.




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