¿Cómo llega un joven limeño
de 19 años, estudiante de Economía y Administración, a la literatura de un
premio Nobel de Literatura turco? Pues,a veces la buena literatura tiene
caminos extraños que nos conducen a ella. Un día, creo que por uno de esos
errores que se terminan lamentando después, apareció entre las opciones de
búsqueda de libros de mi cuenta de la biblioteca de la Universidad de Piura, “Me llamo rojo”. El título para ser
honesto me sonaba a un libro sobre marxismo y al ver que era la obra de un
Nobel turco, sentí curiosidad y pedí que me lo trajeran desde la misma sede de
Piura. A los tres días llegó, y aunque me incomodó que estuviera en una rústica
edición de bolsillo, me quedé enganchado sin duda alguna con las primeras
líneas:
“Ahora
estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi
último suspiro y que mi corazón se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi
asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido.”
Con un comienzo así, la
novela prometía. Y vaya que cumplió. Como dice su contraportada, era un “puzzle
filosófico y fantástico en el que se cruzan el arte, la religión, el amor, el
sexo y el poder”. En la siguiente feria del libro, mis papás me dijeron que
sólo me iban a comprar un libro. Sin duda, escogí la Nieve, un thriller político en medio del mundo islámico y que
comenzaba así:
“El
silencio de la nieve, pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente
detrás del conductor del autobús. Si hubiera sido el principio de un poema,
habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve.”
Luego de ello disfruté
durante una Semana Santa de hace uno o dos años, La vida nueva, un libro que también (¡Vaya sorpresa!) tenía un
comienzo genial:
Un
día leí un libro y toda mi vida cambió.
Y pasó sin duda un largo
periodo en los que me distancié sin duda de la obra de Pamuk. Hasta diciembre
pasado, que recorriendo algunas librerías, di con una edición de Mondadori de El museo de la inocencia, la novela que
en varias reseñas había leído que tenía el amor y la obsesión como ejes
centrales de su trama. Y aunque su precio excedía lo que había presupuestado
para la adquisición de libros durante la época de fin de año, fue al leer las
primeras líneas que percibí la magia de la literatura de Pamuk llamándome:
Fue
el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría
podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de
haber comprendido que aquel era el momento más feliz de mi vida, nunca lo
habría dejado escapar.
Primó la curiosidad por
saber las razones de esta confesión y adquirí el ejemplar al día siguiente
(luego de convencerme aún más al encontrar una magnífica reseña del crítico
literario José Miguel Oviedo en el portal de Letras Libres que se puede
encontrar googleando). Otra vez la literatura le ganó la pulsada a mis
intenciones de ahorrar.
¿Alguien posee la verdad
absoluta sobre el amor? ¿Es posible llegar a un consenso sobre su definición?
Sin duda alguna, el amor es uno de los temas más complejos para el entendimiento
humano y por ello, uno de los que llama más nuestra atención. Hace poco terminé
de leer El amor en los tiempos del cólera
de Gabriel García Márquez, una hermosa novela sobre un amor entre fines del
siglo XIX y comienzos del XX que esperó más de medio siglo para concretizarse y
tomar forma. En ella la perseverancia y paciencia son cualidades determinantes
para que el amor tenga esperanza de sobrevivir a los obstáculos que se van
presentando. En la novela de Pamuk también. Pero su encanto tiene otros matices.
Estambul, Turquía. La
ciudad-puente entre Asia y Europa. Entre el mundo islámico y el occidental. Una
ciudad llena de contradicciones y que en
plena década de los setenta se encuentra buscando una identidad, capaz de unir
todas sus contradicciones internas. Una ciudad donde habitan Kemal y Fusun.
Kemal es un burgués de treinta años, rico en una tierra de pobres y cuya vida
no ha sufrido mayor tropiezo.
Un
don como el de nacer en una familia rica en un país pobre era algo que Dios
concedía muy raras veces a quienes habitaban en este rincón del mundo.
Él está a punto de
comprometerse con una de las jóvenes más admiradas y deseadas del “mundillo” de
la clase alta, cuando irrumpe en su vida una pariente lejana, joven y pobre,
pero sumamente bella, como una tormenta
furiosa que no va a expirar hasta el último de sus días.Se vuelven amantes, y
durante el mes que trascurre entre dicho encuentro (o segundo encuentro en sus
vidas como recordará después, evocando una escena de su infancia) y la fiesta
de compromiso con su novia oficial, se
entregarán al placer del sexo en un cuarto-santuario que Kemal tiene a su
disposición en un viejo edificio donde se da cuenta que nunca antes ha
experimentado tanto gozo como el que obtiene al lado de Fusun. Pero se va dando cuenta que la locura con la
que se entregan, esconde algo más allá que la simple excitación física.
¿Qué
era lo que me unía a ella, aparte del ilimitado e infantil goce sexual? ¿Por
qué podía hacer el amor con ella de una manera tan sincera? ¿Eran nuestro
placer sexual y ese deseo perpetuamente repetido los que hacían nacer el amor,
u otras cosas que nacían paralelamente el deseo y se alimentaban de él?
Va creándose una dependencia
por el cuerpo de Fusun y todo lo que provenga de él. Sus historias, sus deseos,
sus temores, sus preocupaciones, sus palabras, sus miradas, sus palabras. Todo
lo que la rodea comienza a ser glorificado por Kemal, que siente que la vida lo
ha bendecido como a ningún otro hombre en el mundo. Pero como esto es una
novela, no todo puede ser dicha y felicidad, por lo que la tragedia tiene que
pasar a rendirle cuentas.
En
realidad nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras
lo vive. Puede que haya quienes piensen o digan sinceramente ( y a menudo) en
ciertos momentos de entusiasmo que están viviendo “ahora” ese instante dorado
de sus vidas, pero, a pesar de todo, con parte de su alma creen que más
adelante vivirán momentos más hermosos y más felices. Porque, especialmente en
la juventud, de la misma forma que nadie puede seguir viviendo si piensa en que
a partir de ese momento todo va a ir a peor, si uno es tan dichoso como para
imaginarme que vive el momento más feliz de su vida, es lo bastante optimista
como para pensar que el futuro también será hermoso.
Y es en la fiesta de
compromiso cuando todo se desmorona. Kemal invita a su amante Fusun. Ella
deslumbra a cuanto invitado ha asistido a la ceremonia. Los celos invaden a
Kemal. Kemal se comporta de la forma más estúpida posible por momentos. Fusun
baila con otros. Conversa con otros.
Estos otros le cuentan que Kemal se ha estado follando a su novia en la oficina
durante el mes anterior. Fusun se siente engañada. Fusun no da un buen examen
de admisión a la universidad al día siguiente. Fusun desaparece. Y Kemal ya no
se siente el hombre más afortunado del mundo. El giro de 180°.
Y es aquí cuando la novela
se convierte en una espera. Kemal siente su vida incompleta y resquebrajada.
Cosa que se puede notar en algunas frases como las siguientes:
El
auténtico dolor de amor se instala en el punto más esencial de nuestro ser, nos
atrapa bien fuerte por nuestro punto más débil y, uniéndose íntimamente a los
demás dolores, se disemina por nuestro cuerpo y por nuestra vida de manera
imparable.
Sentía
como si me clavaran un destornillador o un hierro al rojo y lo retorcieran. Era
como si se acumularan líquidos altamente ácidos en todo mi vientre partiendo
del estómago, como si me pegaran a los órganos internos pequeñas y cáusticas
estrellas del mar. El dolor que se hacía más virulento al extenderse, me
afectaba a la frente, a la nuca, a la espalda, a los testículos, por todas
partes, y me oprimía como si pretendiera asfixiarme.
Si no está el amor, ¿importa
lo demás?, se pregunta Kemal en muchos momentos de la novela. Pues para un
hombre que tiene dinero, buena salud y la vida aparentemente resuelta en ese
sentido, ¿acaso no es lo sentimental lo único que puede acaparar su atención
como problema a resolver?
Aunque
le gustaba que en las revistas, en la televisión y en las canciones se
mencionara constantemente el amor, no encontraba correcto que nos e dejara de
hablar continuamente de dicho sentimiento y pensaba que exageraban para atraer
la atención de aquellos que no se habían enamorado nunca. :
¿Qué le va a importar que el
mundo a su alrededor se esté viniendo abajo? Simplemente, ya no hay mundo si no
está ella presente.
Mientras
en las calles de Estambul los comunistas y los nacionalistas se disparaban
mutuamente, se atracaban bancos, se ponían bombas y se ametrallaban cafés,
nosotros nos olvidábamos del mundo entero a causa de un misterioso dolor, y eso
le daba a Sibel una sensación de profundidad.
La
política (…)un desastre natural parecido a los terremotos y a las inundaciones
contra el cual los ciudadanos de a pie no podíamos hacer otra cosa que
mantenernos los más alejados posibles.
Entonces, ¿cómo aliviar
dicho dolor? ¿Hay forma de conseguir aunque sea un paliativo? ¿Se puede curar
la enfermedad del amor? Irrumpe entonces el mecanismo de la memoria. Y todo
aquello que sirva para hacerlo menos imperfecta y conjugarla con la imaginación
tendrá cabida. Como por ejemplo, los objetos físicos que rodearon la figura de la
amada Fusun. Objetos que servirán como elementos de un futuro museo y de una
novela. Lo físico y lo abstracto codificado en literatura, para que el amor que
hubo, perdure.
Necesitaba
las cosas que me recordaban a Füsun para amortiguar mi dolor, pero al mismo
tiempo, como al amortiguarse el dolor me recordaban mi enfermedad, también
quería huir de ellas y de aquella casa y pensaba, optimista, que me encontraba
mejor.
¿Acaso
no es el objetivo de la novela y el museo narrar con toda sinceridad nuestros
recuerdos para convertir nuestra felicidad en la de otros?
Intuía
que si podía contar mi historia se aliviaría mi dolor.
Tras
cada obsesionada con recopilar objetos y apilarlos en un rincón subyace un
corazón roto, un problema profundo , una herida espiritual difícil de explicar.
Los
museos de verdad son los sitios en los que el Tiempo se transforma en Espacio.
Frases creadas con hermosura
para recrear la temblorosa frontera entre el amor, la locura y la
obsesión. La escritura para evocar
sensaciones como el miedo.
En
los dedos que Füsun pasaba por mi espalda había algo parecido al miedo a la
muerte que siente la niña miope e inocente que se mete en el mar mientras está
aprendiendo a nadar y en el momento en que cree que se está ahogando se abraza
con todas sus fuerzas a su padre, que corre a socorrerla.
La entrega.
Si
le damos a alguien algo que nos importa mucho, lo más valioso que tenemos, solo
como muestra de amor, lo hacemos, sin esperar nada a cambio.
El dolor.
Sin
embargo, ya por aquellos días comencé a intuir que se iban abriendo en mi alma
una serie de grietas y heridas que dejan a algunos hombres sumidos en una
soledad irremediable, profunda y oscurísima hasta el fin de sus vidas.
(…)
en cuanto señalemos el momento más feliz hará mucho que habrá quedado en el
pasado, que no volverá nunca más y que, precisamente por eso, nos producirá
dolor.
Tenía
la sensación de que poseía una armadura invisible que desde los veinte años me
protegía de todo tipo de problemas y desdichas. Parte de esa sensación me hacía
intuir que, si le prestaba demasiada atención a las desgracias de los demás,
también me harían desgraciado y que podrían perforar mi armadura.
El sentido de seguir
respirando y luchando por vivir (y sobrevivir) en este caótico mundo.
A
veces pienso que si el tabaco gusta tanto no es por la fuerza de la nicotina,
sino porque en este mundo vacío y sin sentido te da con facilidad la impresión
de estar haciendo algo que tiene un significado.
Durante
nuestros besos, cada vez más largos, se iban acumulando en la enorme caverna de
nuestras bocas unidas un líquido templado dulce como la miel que a veces fluía
por las comisuras de nuestros labios hasta la punta de la barbilla, ante
nuestros ojos se aparecía un país celestial y onírico que solo podía imaginarse
con un optimismo infantil y contemplábamos como si fuera el Paraíso aquella
tierra multicolor que parecíamos ver a través de un calidoscopio en el interior
de nuestras mentes.
Y muchas cosas más que
quisiera decir, pero creo que el principal motivo de este texto es invitarlos a
leer esta hermosa novela de Orhan Pamuk. Que no los aterrorice su volumen,
puesto que la división en más de ochenta capítulos breves, junto con lo
caautivadora de la historia de amor entre Kemal y Fusun hacen que al terminar la
última página, se termine pidiendo más .Porque a pesar que le haya dado énfasis al comienzo de sus novelas, durante la lectura el lector palpará el mundo imaginario de este arquitecto turco, que desencadena con un final en la cual uno ha llegado a tal grado de conexión con los personajes que es capaz de comprenderlos y hasta tener compasión por ellos, y también por nosotros que tendremos que esperar al siguiente libro para volver a ser hechizados.La Academia
Sueca, que no se equivocó con este escritor turco.
Antes de terminar, algunas
frases más que no quería dejar de copiarles:
Tanto
el amor como la columna periodística deben satisfacernos ahora, pero la belleza
y la fuerza de ambos se miden por su capacidad de no írsenos de la cabeza.
El
amor es el arte de que cada oveja vaya con su pareja.
Los que cada, como yo, tienen la vida patas
arriba por culpa del amor, creen que la solución de todos los demás problemas
será posible con el fin del mal de amor, y sin quererlo profundizan en la
herida del corazón.
Es
el amor, es el amor, la razón de todo en el mundo.
Mientras
leía el aburrido guion pensé que la pasión por el arte, como el amor, es una
enfermedad que nos ciega la mente, nos hace olvidar lo que sabemos y nos oculta
la verdad.
La
felicidad consiste solo en estar cerca de la persona amada.
+Sobre el autor:
Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, nació en Estambul, Turquía, en 1952. Cursó estudios de arquitectura y periodismo, y ha pasado largas temporadas en Estados Unidos, en las universidades de Iowa y Columbia. Es autor de ocho novelas: Cevdet Bey e hijos (1982; Mondadori 2013, Debolsillo 2014), La casa del silencio (1983; Debolsillo 2006), El castillo blanco (1985; Mondadori 2007, Debolsillo 2008), El libro negro (1990; Debolsillo 2008), La vida nueva (1995; Debolsillo 2009), Me llamo Rojo (1998; Debolsillo 2009), Nieve (2002; Debolsillo 2011) y El Museo de la Inocencia (2008; Mondadori 2009, Debolsillo 2011), así como de los libros de prosa Estambul. Ciudad y recuerdos (2005; Mondadori 2006, Debolsillo 2007), La maleta de mi padre (2006; Mondadori 2007), Otros colores (1999; Mondadori 2008) y El novelista ingenuo y el sentimental(2010; Mondadori 2011, Debolsillo 2013). Su éxito mundial se desencadenó a partir de los elogios que John Updike dedicó a la novela El castillo blanco. Desde entonces ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales: el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia, el Premio Grinzane Cavour en Italia y el Premio Internacional IMPAC de Irlanda, los tres por Me llamo Rojo. En 2005 recibió el Premio de la Paz de los libreros alemanes. Con la publicación de Nieve, novela por la que en 2005 fue galardonado con el Prix Médicis Étranger y que aborda el tema de la confrontación entre la cultura occidental y la oriental, Orhan Pamuk pasó a ser objetivo predilecto de los ataques de la prensa nacionalista turca. La obtención del Nobel de Literatura consolidó definitivamente su proyección internacional, y sus libros ya se han traducido a más de sesenta idiomas.
+Links:
No hay comentarios:
Publicar un comentario