Un evangelio personal
Alfaguara, 2023. 272 pp.
Hace unas semanas se volvió viral el video de una
chica cristiana que instaba a sus seguidores a preguntarse cómo reaccionaría
Jesús ante una serie de situaciones que se dan en la cotidianidad. La masiva repercusión
que dicho video tuvo se debió, principalmente, a las respuestas divertidas que generó,
en las que numerosos usuarios imaginaron reacciones inverosímiles –al menos, desde
una perspectiva conservadora– a lo que el Hijo de Dios haría frente a diversas
situaciones. El hecho no pasaría de lo anecdótico y transitorio de no ser por
lo que se escondía en cada respuesta: la reformulación de una figura mítica, una
apropiación del personaje para insuflarle una narrativa propia alejada del
dogma. ¿Qué Jesús ve cada uno? ¿Qué permanece y qué es capaz de ser re
imaginado?
“Pensar lo
que se recuerda”, un laberinto donde la posibilidad de perderse puede ser fatal.
El alimento de una paranoia como la del primer capítulo, en el cual el autor nos
presenta a un Ravines mayor perdido en la capital mexicana, acechado por
fantasmas, lecturas y prejuicios. ¿Cómo se llega a un estado de desconfianza en
la realidad misma? Dumett elige hurgar en la raíz de todos los miedos: la
infancia.
“Shitoh no se ha atrevido. No se atreve. No se
atreverá. Es sólo un niño indefenso al que el destino ha
apartado cruelmente de su padre y conducido a las puertas del infierno. Solo le
queda salir de ahí cuanto antes y sin hacer ruido, y tratar de encontrar solo
el camino a casa”.
(pág.47)
Dumett retrata las configuraciones sociales de los
albores del siglo XX en una Cajamarca alejada del centro político y económico
de un país aún herido por la guerra perdida contra Chile, situación aprovechada
por políticos y militares para imponer su propia ley. En ese contexto, dibuja a
un Ravines que añora la vuelta a casa. En la melancolía, el recuerdo del padre
ausente por una decisión apresurada es lo que hará que su conducta errática sea
más bien una forma de nostalgia ‘infantil’. Un resguardo frente a todo aquello
que pudiera indicar debilidad frente a los demás, en una situación en donde
cualquier síntoma de flaqueza podría derrotarlo.
La narración describe las experiencias juveniles
del protagonista, con un lenguaje que busca reproducir los dichos de la época y
las turbaciones del tránsito de la infancia hasta la adultez, pero que, por
largos tramos, se excede en la solemnidad, lo cual menoscaba la caracterización
de las experiencias de los personajes. Dicha monotonía, no obstante, se ve interrumpida
cuando Ravines, renegado del catolicismo de sus años tempranos, lee un ejemplar
de ‘Vida de Jesús’, una reconstitución de la vida de Cristo elaborada a partir
de los evangelios apócrifos y en la que encuentra una imagen con la cual
emparentarse, aun cuando esta no calce necesariamente con los valores
cristianos inculcados por la religión de su niñez.
“Igual tengo
que defenderme de sus acciones, como Jesús. Está en mis manos no dejarme
arrastrar por ella en sus desgracias. Si la dejo, si los dejo (también están
mis hermanitos), serán mi lastre. Me quedaré anclado al pueblucho atrasado en
que malviven y vegetan y del que no podré salir jamás”. (pág. 119)
“Yo
tampoco. Pero creo en los pecados. Los que empozan el alma y la ensucian para
siempre”. (pág. 238)
Es el pecado y la culpa que acarrea lo que
gangrena a los personajes. Ante ello, el protagonista opta por la libertad como
la única manera de no acatar órdenes de nadie, como el principal motor para
desenvolverse en el mundo. Esta consigna marcará sus decisiones y determinará
su futuro. Será el matiz con el que forjará un moral y una conciencia: su
propio evangelio. Dummet, en esta novela apenas nos ha empezado a mostrar el
camino que ha trazado para contar la vida de Eudocio Ravines (este es el primer
tomo de una trilogía anunciada). Un camino que, tras esta lectura, anticipo con
buen augurio.
(Texto publicado en El hablador)