En el último relato de este libro, el personaje se pregunta “si era posible llegar al inicio, jalar el hilo de la madeja hasta su origen, si podría alguna vez saber cuándo había empezado a desmoronarse todo”. La frase sintetiza el doloroso camino que suelen seguir los personajes de este volumen de cuentos al buscar el origen de su frustración, esto para descubrir la principal causa del desmoronamiento de sus relaciones afectivas y, después, intentar recomponerlas. Johann Page hurga en los momentos críticos del pasado y va revelando difíciles y tortuosas verdades familiares vinculadas, de manera especial, a la figura paterna.
En “Anzuelos” se muestra una imagen casi divina del padre para la perspectiva del pequeño protagonista: una figura que se teme y reverencia por igual, capaz de motivar pequeños actos de crueldad. Esta sensación, sin embargo, se va diluyendo con el paso del tiempo, tal como se nota en “Patrimonio”, notable relato en el que un hombre y su viejo y enfermo padre van el cementerio para visitar la tumba del abuelo que nunca conocieron, mientras aprovechan para revisar fallas del pasado.
En otros cuentos, como “Escritura creativa” o “Ardor”, se representan los vínculos que se van construyendo a lo largo del tiempo y la lucha por hacerlos sobrevivir a la pesada y oscura condena de su cotidianidad. Los personajes parecen seguir el conocido dilema del erizo de Schopenhauer: se dañan tanto si se alejan o acercan demasiado a las personas que quieren, como en “Remos” o “Cosas que nunca te dije”. Page se arrima al universo privado para retratar la historia de seres que intentan abrazar la última esperanza que les queda para salir de las tragedias que han hecho borrosos sus sueños. A mi juicio, uno de los mejores libros peruanos de cuentos de los últimos años.
(Publicado originalmente en el suplemento "El Dominical" de "El Comercio")
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