Entre las muchas cuestiones en
las que pensaba mientras leía
Facsímil,
destacaba el recuerdo de la traumática experiencia del examen de admisión a la
universidad. Durante el proceso de lograr una vacante para la universidad es común
sentirse perturbado por la culpa, agravado por los vacíos típicos de la
adolescencia. Basado en la estructura de la Prueba de Aptitud Verbal chilena,
en su modalidad vigente hasta 1994, que incluía noventa ejercicios distribuidos
en cinco secciones, Zambra nos brinda un libro inclasificable que bebe de la
poesía y el relato, en un experimento capaz de causar tanto risas como
lágrimas. Aquí los lectores asumen un rol más activo de lo normal. La posibilidad
de marcar opciones es una invitación a recorrer más de un camino: no hay una
sola forma de determinar qué es correcto y qué no.
Faccísimil es una crítica feroz a un sistema que intenta
estandarizar la forma de concebir el mundo; una reflexión sobre nosotros, sobre
quienes nos rodean y sobre el país donde nos ha tocado vivir (o sobrevivir).
Para los que han tenido la grata
experiencia de leer a Zambra, encontrarán ecos de sus libros anteriores: los
pecados de los padres, la desazón de los hijos, las cicatrices de la infancia, la
escasa resistencia de las relaciones actuales de pareja, y el pasado y presente
de Chile. A ellos, les suma otros como el sistema educativo, el rol de los
profesores, el matrimonio (y el divorcio), la enfermedad, las normas (y su
rompimiento), Dios, el ateísmo, etc. Pero sobre todo, el libro es una
indagación sobre la importancia de la familia, la construcción de nuestra
personalidad y las primeras alegrías y tristezas que son posibles gracias a ella.
Zambra se escapa de los moldes
que muchos escritores asumen como fijos e inamovibles, y explora nuevas formas
de expresión al convertir un siniestro examen en una serie de textos tan
conmovedores como impactantes, sin abandonar ese lenguaje lleno de ironía y
humor que le ha permitido ganarse la admiración de un gran número de lectores
en distintas partes del mundo. Sin embargo, como toda apuesta arriesgada, este
libro no está exento de algunos desaciertos: por momentos esta mezcla de
registros puede desconcertar a quienes no hayan leído antes al autor (sobre
todo en las dos primeras partes). Pero la maestría de las otras, en la que
destaca la última sección (Comprensión de
lectura), hace que la lectura de este libro se vuelva imprescindible dentro
de una obra que ha llegado para quedarse.
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