¿Es posible narrar nuestra historia
con humor, desde la parodia? ¿Cuál es el
límite? ¿Quiénes son los personajes anónimos detrás de las grandes historias?
Esas son algunas de las preguntas que rondan las tres novelas de Alejandro
Neyra, actual director de la Biblioteca Nacional del Perú, diplomático de
carrera, bachiller en Derecho y en Literatura, ex lasallista y sobre todo,
escritor. Ha publicado los libros “Peruanos llustres”, “Peruvians do it better”
y de las novelas (que conforman una trilogía por el momento) “CIA Perú, 1985
Una novela de espías” (2012,Ganadora del IV Premio de Novela Breve de la Cámara
Peruana del Libro), “CIA Perú, 1985 El espía sentimental” (2015) y “CIA Perú
,1990 El espía innoble” (2017), publicadas por Editorial Estruendomudo. Fue
sobre esta novela y su reciente labor al frente de una de las instituciones más
emblemáticas a nivel cultural en nuestro país que pude conversar con él.
En tu trilogía, exploras el lado B de nuestra historia más reciente.
¿Cómo fue el proceso de narrar las versiones no oficiales que circulaban entre
nosotros en conversaciones, anécdotas o
incluso chistes? ¿Cómo fue el proceso de volverlas hechos literarios? ¿Fue por
eso que apostaste por las novelas de espías?
Hay un hecho que siempre me ha
interesado, probablemente por mi lado diplomático, que es el hecho de que
exista una “gran” Historia y una “pequeña” Historia. Esta última la escriben
los personajes aparentemente menores pero que en muchos casos son los que
definen un tiempo, una época- Esto no es que lo aprendas en la carrera, pero en
algunos casos te lo evidencian como cuando llevé la maestría en EEUU y en un
curso nos hicieron leer un libro, donde se estudiaban los personajes de segundo
nivel que habían sido muy importantes en una determinada Administración. La de
Reagan por ejemplo,no estaba marcada necesariamente por el Secretario de
Estado, sino por el jefe de operaciones de la CIA, quien atendía todo lo
respectivo a la Guerra Fría.
Como diplomático siempre me gusta
decir que, en el gran teatro de la política,
de los gestos y de los símbolos, quienes velamos por eso de alguna
manera somos los diplomáticos que estamos tras el telón de lo que va ocurriendo.
Este personaje protagonista de mi novela que es “el diplomático” (y que tiene
mucho de mí) va viendo todo aquello que acontece, desde atrás, y se va dando
cuenta, con un significativo grado de interés propio de las novelas de espías, qué
es lo que pasa de verdad en la Historia o qué cree él que puede estar pasando.
Ello conjugado con personajes que sí han sido de primer nivel como Alan,
Abimael Guzmán y Vladimiro Montesinos y
toda una época que marca a mi generación, se presta para hacer esto. El género
de espías, más que escogerlo, me cayó
por la investigación que venía haciendo durante la creación de libros
como “Peruanos de ficción” y me dio una suerte de libertad para escribir,
porque, para comenzar, no soy solemne. No podría escribir algo que no tenga
como contenido el humor o la ironía, como me lo permiten las novelas de espías.
La parodia y la ironía son características esenciales de tu obra, pero
hay un riesgo que asumes al abordar la época convulsa del terrorismo. ¿Cómo
sabes cuándo tomarte en serio al tocar un tema sensible? ¿o crees que en la
ficción no hay límites?
En teoría debería tener total
libertad para escribir porque como mencionas, es ficción. Te cuento algo.
Cuando publiqué la primera novela, una amiga me comentó que su hermano era parte del grupo que atrapó a Abimael Guzmán y
me mandó un correo sin haber leído la novela, sobre cómo era posible que lo
pusiera en la portada. Y si bien no fue una decisión mía, sino una apuesta
editorial, evidenció que si quieres enfrentar la realidad, la tienes que mirar
de frente.
Yo sí creo que el humor te da una
cierta distancia para entender mejor lo que está pasando en la realidad. Recalco que no es una burla, más allá que la
naturaleza del peruano tienda a tomar todo a la broma muchas veces. En este
caso no es una apuesta por molestar gracias al chiste fácil, sino el de crear
una atmósfera de humor que te permita distanciarte y hacer que tú mismo
te cuestiones y digas “me estoy riendo de una cosa seria” y creo que es algo
que debería venir con una reflexión
siempre. Después de una risa o una sonrisa, pensar que es algo que ocurrió en
la realidad. Que alguien tan joven como tú que no vivió dicha época se motive
luego de la novela a buscar más información sobre dicha época. Por eso pongo en la sección de “Agradecimientos”,
autores y libros que para mí fueron clave para entender la historia reciente
del Perú.
Hay un elemento clave en tus personajes históricos: el ego. Motor para
cumplir sus ambiciones y llegar al poder. Abimael, Alan y Vladimiro,
protagonistas de tus novelas que llegaron
a estar en la cima del poder en cierto momento de la historia, o cerca de estarlo
al menos, son claro ejemplo de ello. Y a pesar de los nocivos que fueron,
siempre terminamos escogiendo gente con características similares como
gobernantes y líderes. ¿Qué factores has visto al momento de ficcionalizarlos,
que permiten que tengan esta feligresía alrededor?
Cada uno viene de mundos
distintos, siendo el único netamente político Alan. En la última novela en la
que se habla de Montesinos, podemos darnos cuenta que él siempre estuvo en
busca del poder. Allí está también la bibliografía, como el libro de Luis
Jochamowitz sobre Montesinos, por ejemplo. Buscaba desde joven el poder. Era
alguien que buscaba cuotas de poder en todo momento, incluso desde que entra
como cadete y va ascendiendo. Cuando sale del ejército por traición a la patria
termina dándose cuenta que la forma más sencilla para cumplir sus ambiciones
era a través del dinero de la corrupción y las malas artes en el Poder Judicial.
Empieza una degradación moral del personaje, que lo lleva a hacer lo que sea
con tal de estar cerca del poder. Se le abre una oportunidad que aprovecha al
máximo, lamentablemente para la historia con mayúscula del Perú.
Esa búsqueda del poder que está
detrás de todo, tiene diversas facetas. A Alan García desde joven lo
convencieron que tenía que llegar al poder y llegó. Era una ruta casi natural
para él porque formaba parte de un partido importante. Guzmán en cambio, busca
llegar al poder a través de la violencia y es quizás el caso más interesante
porque es alguien que comienza siendo un académico oscuro, gris, y que terminó
estando a un tris del poder total. Si revisas la lista de los hombres más poderosos
del Perú en los años 80, estaba Abimael Guzmán. Es algo muy curioso. Es interesante
la pregunta porque no lo había visto tanto así, como que sean estos personajes
de portada los que están detrás del poder constantemente, pero sí es cierto. Siempre
hay gente que está detrás del poder y gran parte de esta que lo hace con malas
artes.
Los casos de corrupción más
recientes en el Perú, caracterizados por una desvirtuada “ética empresarial”,
tienen que ver con eso. En las dos últimas décadas del siglo pasado, el poder político era visto como la cuota
máxima del poder, pasando a ser reemplazado
por el empresarial y económico en los últimos años. Todos los casos de
corrupción que estamos viendo tienen que ver con una nueva filosofía del poder.
Quizás en los próximos años, las novelas de “espías” ya no busquen el poder
político per se, sino los vínculos entre empresas con poderes en el Estado, o
las empresas mismas. Hay novelas que ya ven la parte oscura de la corrupción en
las empresas y son interesantes.
Podría haber una novela de Marko
Linge sobre el caso “Lava Jato”…
Yo no creo que Malko Linge llegue al caso “Lava Jato”
(risas). Yo lo veo a Malko vivo ahora y
lo pensaría como un asesor de alto nivel, pero que ya no va a asesorar al
gobierno o a la CIA, sino probablemente a empresas. Como un asesor de CEOs de
grandes empresas, detrás de las pistas de los escándalos de corrupción actual.
Igual habría que ver qué conexiones empieza a tener. Aún no me he imaginado por
completo esa versión mucho más oscura (risas)
Ahora que mencionas a
Vladimiro, me llama mucho la atención las consecuencias luego de su etapa en el
poder porque creo que configuró la
sociedad peruana en ciertos aspectos al desmontar la institucionalidad de los
partidos políticos , alentar el protagonismo de los diarios chicha o hacer gala
de una maquinaria corrupta que llega hasta nuestros días donde todo el mundo es
visto como sobornable, alejando el interés por la política de muchos ciudadanos
de a pie. ¿Sigue tan poderosa su influencia?
Creo que no, porque por ejemplo, yo estoy trabajando en
una organización pública en la cual confío y estoy orgulloso de representar. Y
píenso que la gente que trabaja aquí no lo hace con esa ética errónea de “no
importan los medios con tal de llegar al poder. Eso por un lado. Lo que sí es
cierto es que hay muchas prácticas que lamentablemente en los noventa se
hicieron habituales y terminaron
englobándose en la famosa frase “roba, pero hace obra”. O los “fake news” que
no tienen sustento, pero se presentan como verdaderas y se han puesto de moda.
Esto tiene que ver con una lógica perversa de que vale todo con tal de salir
adelante y eso es algo que en muchos casos ha permeado la sociedad peruana. No
para hacerla más corrupta necesariamente, pero sí para hacerla menos sensible a
la corrupción generalizada.
Igual no es irreparable. Creo que de la mayoría de gente
que yo veo, hay mucha que busca mejorar en su función pública y que a veces se
siente impotente. Es una cuestión de educación y de cultura en general. Todavía
confío en que se mejore esta situación, porque sino, no estaría aquí sentado y
trabajando para el Estado.
El diplomático es visto
como alguien que calla más de lo que dice, similar a los espías de tus novelas que
siempre están viendo todo lo que pasa a su alrededor. En cambio es el escritor es el que muestra todo esto en
ficción, pero no como lo haría un diplomático o un espía. ¿Cómo configuras tú,
Alejandro Neyra , funcionario público estas facetas de ser escritor, diplomático
y ,quién sabe, espía?
Bueno espía no he sido y si es así no puedo revelarlo
(risas). Es la cuota de curiosidad permanente que tengo y que creo que viene de
este lado del interés de escribir y de ficcionalizar las cosas. Tener las cosas
en el nivel que le corresponde. Como te decía antes, el humor te permite tomar
cierta distancia. Sí soy de los que desde joven en la carrera diplomática,estás
metido en un mundo en el cual puedes creer todo lo que ves o puedes tomar
cierta distancia para entender qué es lo que de verdad es importante o lo que
de verdad está pasando. Desde que entras te toca ver a presidentes, ver a
cancilleres, trabajar en un estamento jerárquico en el cual tú eres el que está
en el último nivel tratando de que todo salga bien. Que no falte el vaso de
agua o que los nombres de las personas estén correctamente escritos. En esos
pequeños detalles que finalmente hacen que la gran representación del poder se
vea creíble.
Entonces el tema de los símbolos es importante. Es algo
que siempre me ha llamado la atención. Estar en segunda fila viendo lo que
sucede todo, pero con cierta distancia, es algoque también me ha ayudado. Y es
algo que también siento como autoridad en este caso. Esto no significa que el
cargo nos haga a una persona más inteligente o preparada. No. Yo creo que hay
que asumir los cargos con responsabilidad como siempre he tratado de hacer. Con
mucho trabajo, esfuerzo, dedicación, pero pensando en qué es lo que quieres
como persona y para la institución igualmente. En ese sentido sí soy bastante
serio, nada que ver con lo escribo. ero sin creerte que por estar en esto eres
mejor que alguien ni nada. El diplomático de la novela ha tenido una evolución,
desde un chiquillo bastante ingenuo que no tiene idea de lo que realmente pasa
y se deslumbra con lo que ve. Poco a poco va entendiendo que hay un lado oscuro
del poder y que no le gusta, y que está representado además por quien es su
amigo. Aquí pone las cosas en su debido nivel. Se da cuenta que Malko no es el
mejor ni tampoco el peor. Trata de entender realmente lo que está pasando.
Tiene un rol más protagónico. Como uno mismo, va dándose cuenta de las cosas
realmente importantes. Eso es dentro del argumento de la novela.
¿Cuáles son los
principales desafíos que se vienen como director? ¿Cómo invitarías a la gente a
asistir a las bibliotecas que están en su barrio? ¿Qué podemos hacer nosotros
los lectores para apoyar a la Biblioteca Nacional?
El gran desafío es que, como Estado debemos ver que la
Biblioteca Pública sea un espacio real que invite a la comunidad, y que sea
participativo y atractivo para el ciudadano común. Es un trabajo importante. Somos
la institución cultural más antigua de la república y debemos cumplir con la
responsabilidad de preservar el patrimonio bibliográfico. Creo que el gran reto
es establecer, por ley, una red nacional de bibliotecas. No todo depende de la
Biblioteca Nacional, sino de los gobiernos regionales, municipios,
instituciones educativas públicas. Se debe hacer que todas estas bibliotecas
estén coordinadas. Es un desafío para varios años, que espero poder enfrentarlo.
Y claro, tiene que ver mucho con lo que quiere el ciudadano. La FIL Lima reciente
es una demostración importante de que la gente tiene una necesidad de cultura.
Quiere leer. Paga por adquirir libros a menor precio y por escuchar
exposiciones muy interesantes. Todas las que yo he asistí estuvieron
abarrotadas. Han quedado chicos los espacios de la feria. Un domingo que fui no
podía casi caminar. Eso te dice mucho del interés que la gente tiene por
acercarse al libro y la lectura y la cultura en general.
Durante todo el año las bibliotecas públicas son espacios
que ofrecen lo mismo o deberían ofrecer lo mismo en todo caso, y la comunidad y
el ciudadano debería estar atento a que su biblioteca en su barrio exista. Es
un trabajo conjunto con la comunidad, sensibilizar a las autoridades sobre la
importancia que tienen las bibliotecas como espacios públicos. La comunidad
debería darse cuenta que las bibliotecas son como ferias del libro permanentes.
Todo el año, si alguien quiere un libro,
debería poder ir a la biblioteca municipal, distrital, nacional, a leer y
entretenerse. El gran reto no es solo hacer la biblioteca atractiva, sino dar
espacios suficientes para que todos vayan. Yo los invito a la Biblioteca Pública
de Lima en el Centro Histórico. Pueden ir con la familia o con los amigos. Hay
una sala infantil, salas especializadas, hay un patio hermoso. Queremos mejorar la infraestructura
de la biblioteca y para ello es necesario contar con más tecnología, necesaria
para una biblioteca moderna. Lo importante es que el ciudadano se dé cuenta que
esa feria que tiene por dos semanas ,la
tiene gratis en cualquier biblioteca en el Perú.
La última pregunta ¿Un
libro que te haya sorprendido o un autor que hayas descubierto últimamente?
Laurent Binet. Escribió “HHhH” que es una novela muy
famosa. Su último libro, “La última función del lenguaje” es muy literario, de
conocedores de la intelectualidad francesa, pero me gustó muchísimo. De los que
he leído últimamente, la novela de Jack Martínez, “Sustitución”, me gustó. La última
novela de Raúl Tola me parece muy buena, también. De autores internacionales
siempre digo uno que no es muy conocido aquí. Se trata de Michael Chabon. Es un
gran escritor. No es muy fácil encontrar sus libros porque no es tan conocido,
pero es uno de los mejores autores norteamericanos contemporáneos.
[Trancripción: Alejandro Alva]
(Entrevista publicada originalmente en el portal web
"Punto y Coma" )
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