"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


lunes, 6 de noviembre de 2017

Una foto antes de empezar a envejecer


          “Yo he tenido 20 años y no permito que nadie
venga a decirme que es la edad más hermosa”
                      Paul Nizan

Yo he tenido 24 años y no permito que nadie venga a decirme que es la edad más hermosa. Tener esta edad es jodido en muchos sentidos. Cualquier edad en verdad, pero hoy solo puedo escribir sobre esta.  Recuerdo claramente cuando escribí un texto parecido al que quiero lograr ahora,  cuando tenía 20 años. Había terminado de leer “El extranjero” de Camus y acababa de ver a la chica que solía gustarme con otro chico. Actualmente, no he terminado los 5 libros que comencé hace unas semanas, leí una novela más de Camus que no me atrapó del todo y no tengo  idea sobre qué pasa por la mente de la chica que me gusta.  Entre el 2013, que fue cuando se publicó ese texto, y el día de hoy, acabé dos carreras, perdí un abuelo, tuve dos relaciones sentimentales, me enamoré una vez, perdí la consciencia alcoholizado dos veces, viajé a cuatro regiones, hice una decena de cuentos, comencé una novela, publiqué un sinfín de reseñas, entrevisté y conocí escritores, cambié de trabajo tres veces,  hice amigos, hice amigas, perdí amigos, perdí amigas,  gané enemigos, subí de peso, bajé de peso, leí a Zambra, hice el curso del Banco Central, aprendí a bailar salsa, me volví fan de Los Prisioneros, sufrí, hice sufrir,  presenté autores en un par de ferias del libro, me peleé con mi abuela, me reconcilié con mi abuela, leí a Piglia, me volví fan de Radiohead, descubrí el cine de Miyazaki, leí 350 libros según Goodreads, me hice de mil más, aprendí a conducir, me volví fan de Led Zeppelin, viajé con mi padre, me volví más cercano a mi padre, leí a Barrientos,  hice tres poemas,  me insultaron y elogiaron en redes sociales,  me volví fan de The Smiths, lloré con personas al lado, me acerqué más a mi familia, dejé de leer cómics, leí a Fuguet, y escribí, seguí escribiendo.


En estos últimos meses, cuando converso con gente mayor y cercana a mí, la respuesta sigue un patrón común. Sí, los 25 años es la edad bisagra. De anhelos frustrados, de cambios radicales, de tropiezos y sueños rotos. Cuando dejas de ser considerado tan joven como para equivocarte con facilidad y adquieres la edad suficiente para fracasar con holgura. ¿Algo positivo? Difícil hallarlo sin confundirlo con un alegato de insustancial contenido motivacional. Los miedos y las inseguridades siguen, tal vez más sosegados, pero presentes. Tiene más dinero pero menos tiempo. Este te carcome, te limita, te aprisiona, juega contigo.  Demasiadas expectativas tuyas, de los demás. Las ganas de comerse al mundo se han reducido, pero no desvanecido del todo. Te cuesta más confiar en alguien. Ya no te dejas llevar así nomás. Te planteas más escenarios, decides con detenimiento. Eres más estratégico y frío por momentos.  Desechaste muchos de tus intereses, otros se quedaron. A veces te sientes como los personajes de “Bonsái”, de “Por favor rebobinar”, de “Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer”. O te salvas o no te salvas.  Solo hay dos escenarios. Te sientes más cerca del primero, pero el riesgo está allí. Hay que jugársela, te dices, sino, ¿dónde está la gracia? Vendrán días eternos, días fugaces. Pones la mejilla.  Te deprimirás, llorarás, reirás. La consigna es sobrevivir y registrarlo. Dotar de significado a la experiencia como el epígrafe de “Respiración artificial”. No ahogarse entre tanto ruido y espejismo alienante. Ves a tus amigos y amigas cambiar en paralelo a ti. Algunos se perderán, otros lograrán salvarse. Lo normal es que ya conozcas a los mejores a esta edad. A los que permanecerán. Tal vez viajes y te sientas solo. Y tu mecanismo de defensa seguirá siendo el humor. Reírte de todo, de todos, de ti. Desacralizar de a pocos tanta solemnidad impuesta. Combatir ciertas imposiciones, ridiculizándolas, aterrizándolas, y desvaneciendo su poder. Es tu manera de ser subversivo; insuficiente, pero la única que tienes. Es lo que hay. Mañana te despertarás con 25 años. Seguirás siendo joven, te repites, pero un poco menos que ayer. Hay que sortear los abismos. Todo esto es una mudanza. Una constante mudanza. 

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