Si uno busca reseñas sobre las novelas de Horacio Castellanos Moya (Honduras, 1957) notará que la mayoría lo asocia exclusivamente al tema de “La Memoria” y lo describe como un narrador enfocado solo en los estragos de las guerras que asolaron Centroamérica durante décadas pasadas. Y si bien, sus ficciones se contextualizan en dicho marco, Castellanos Moya ha ahondado en libros pasados sobre otros tópicos como la represión de las pasiones y consecuentes efectos nefastos como la frustración sexual o una embriaguez desenfrenada, y sobre la violencia como modus operandi perpetuo e irrefrenable, más allá de los conflictos nacionales. “Moronga”, su novela más extensa hasta el momento canaliza estos ejes bajo la atmósfera de paranoia y psique alterada propia de nuestros tiempos, logrando una de sus mejores entregas literarias.
Castellanos Moya recupera las personalidades y voces de los personajes de “La sirvienta y el luchador” y “El sueño del retorno” para elaborar una ficción caracterizada por los contrastes. José Zeledón ya no es el joven idealista y rebelde de la década del ochenta y ahora solo intenta adaptarse a la vida de una pequeña ciudad universitaria enclavada en Estados Unidos, manteniendo una rutina en la que falta de sorpresas representa un peligro acechante, no menor a la percepción de sentirse vigilado y controlado en todo instante, incluso fuera del ámbito laboral, y en las que las líneas entre ser víctima y victimario se difuminan de forma permanente si es que uno recibe una cuota mínima de poder, añadiéndosele la marca entre ser un extranjero útil para el engranaje económico con casi nula capacidad de subversión:
“La amabilidad de esta gente es curiosa: te meten el dedo en el culo y esperan que les des las gracias, que les aplaudas con comedimiento y que les digás que son muy buenas personas, que por favor te metan otro dedo.” (pág.24) / “los gringos no tienen amigos: “Te usan y cuando ya no les servís, te dan una patada en el culo.” (pág. 44)
Avanzan las páginas y Zeledón va hundiéndose en esa lucha interna por sentirse útil para una causa, esperando ese aviso de sus antiguos camaradas para volver a la acción así no haya una causa válida para luchar como antaño. Castellanos Moya esboza muy bien su narración con descripciones cortas propias de un pasado en la guerrilla, enfoque en los hechos y una buena descripción del declive de Zeledón, en contraste con las digresiones y reflexiones , por ratos humorísticas, de Erasmo Aragón, profesor universitario, quien no podrá enfocarse de manera exclusiva a su misión de investigar los secretos detrás de las actividades políticas del poeta salvadoreño Roque Dalton con la CIA, debido a la pulsión sexual incontrolable que le provoca una misteriosa mujer cuyas verdaderas intenciones e identidad trata de desentrañar, mientras enfrenta a una “diabólica” niña cuyas ficciones pueden destruir en un santiamén la vida de un hombre, insertándose en el fuego del debate en torno al valor y credibilidad de una denuncia en estos tiempos de redes sociales.
Es asi que en “Moronga” la angustia de ambos personajes no se encuentra en lidiar con el pasado sino con los desafíos que plantea el presente cuando la posibilidad de insertarse a un sistema se hace cada vez más difícil y vital para sobrevivir ,y la intimidad se va convirtiendo en un concepto cada vez más limitado y cuestionado con una hipervigilancia capaz de alterar las relaciones humanas, comenzando por las sexuales aludidas desde el título, las cuales se ven amenazadas por la sombra del fracaso y la frustración. La primera derrota es sexual parece decirnos Castellanos Moya, quien con esta novela ha retornado a la narrativa a lo grande.
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