¿Cómo es
percibido el mundillo literario peruano por alguien ajeno a él? ¿Son los
escritores figuras dedicadas a leer y escribir en sus habitaciones o bibliotecas,
ajenos a cualquier banalidad cotidiana? ¿Son superiores moralmente a los
animadores del universo farandulero? ¿Se reconocen en sus contemporáneos, se
identifican con ellos, se alegran cuando les va bien? Puede que existan algunos
que sí. Pero no la mayoría: quienes abundan son los que critican los medios de
la “concentración”, pero luego celebran cuando son entrevistados por uno de
estos medios “oligopólicos” o incluso si son mencionados en un pie de página
del tamaño de un aviso clasificado. Escritores que alaban y se toman con
selfies con los libros de otros autores de su generación, pero por chat o en
persona te hablan pestes de los mismos. Escritores que hackean cuentas de otros
escritores. Escritores que acosan a escritoras. Escritoras que acosan a
escritores. Escritores que hacen lobby para ganar premios que nadie más que
ellos conoce. Escritores que se quedan con centenas de sus ejemplares para
decir en público que su libro se agotó. Escritores que piden comentarios
positivos sobre su libro, insisten, vuelven a insistir, se frustran cuando no
consiguen lo que quieren y después empiezan a insultar amparándose en una
“diferencia ideológica”. Escritores que ponen en su biografía que han sido
traducidos a otros idiomas, pero ocultan que publicaron en editoriales de medio pelo y
que en el país de la traducción ni el lector más entusiasta se enteró. Escritores
que mandan sus manuscritos a grandes editoriales con el anhelo de una
respuesta positiva, esperan, siguen esperando, y cuando asumen que nunca los
llamarán lloran, se encabronan, empiezan a decir que “no les importa publicar
en una editorial grande”, que “no les gusta la exposición mediática”, que
“prefieren escribir desde la marginalidad” porque “están contra el sistema”. Escritores
que piden reseñas especificando “cómo deben leer su libro”. Escritores que repiten
que los “libros se defienden solos”, pero ante la primera crítica negativa te
bloquean en Facebook. Traiciones.
Mentiras. Puñales. Humo. Sí eso ocurre en la actualidad, en tiempos de redes
sociales, donde todo se conoce casi al
instante, ¿se imaginan la situación hace cien, cincuenta, veinte, cinco
años? Asociación Ilícita pretende
responder dicha pregunta.
Aguirre
publica veinticinco textos (a los que llama “acápites”), cada uno dedicado a un
personaje vinculado a la escritura. Empieza con Abimael Guzmán y termina con Giuliana
Llamoja; en el medio, personajes conocidos por todos, como Julio Ramón Ribeyro,
Alfredo Bryce, Jaime Bayly y Beto Ortiz, junto a otros desconocidos para
cualquiera que no siga muy de cerca la movida literaria, como Víctor Coral o
Umberto Toso. Esta alternancia le permite al autor demostrar que las vilezas de
sus protagonistas no están vinculadas ni a su reconocimiento mediático ni a su aparente
perfil bajo. Hay muchas más similitudes entre una bronca en un set televisivo y
una golpiza en Quilca: en ellas se quiere enfocar Aguirre.
Dos
textos, a mi parecer, destacan nítidamente: los dedicados a Guilermo Thorndike
y a Blanca Varela. En el caso del primero, Aguirre selecciona una serie de
declaraciones sobre él, casi siempre negativas, y con ellas monta un texto que
aparenta ser una larga, coherente, bien construida conversación Ya sea como
operador político en la sombra o como figura de la prensa sensacionalista, siempre
se le cuestiona su ética, pero no la calidad de sus libros. En el caso de
Varela, por el contrario, usa las declaraciones de la misma poeta, mostrando lo
volátil de sus impresiones y concluyendo que tal vez nunca lleguemos a comprender qué
pensaba. “No siempre los escritores llegan a declarar lo que realmente piensan”
es una idea que se puede inferir al concluir dicho perfil.
Los veinticinco
acápites son acompañados por 1215 pies de página. Sí, más de un millar de textos
que, a lo largo del libro, circulan como un río cargado de lodo, piedras,
maleza, basura y sobre todo de cadáveres. Estas notas conectan hechos
aparentemente inconexos y permiten identificar una continuidad a lo largo de la
historia de la literatura peruana. Desde las contradicciones de un mismo
escritor con el paso del tiempo hasta las escaramuzas entre distintos bandos,
el libro de Aguirre es también una invitación
a que el lector continue por su cuenta la investigación.
Una de
las ideas que se desprenden del libro de Aguirre es distinguir en todo momento
la calidad moral de un autor del valor
literario de su obra. Asociación ilícita
desacraliza la idea del “escritor” como personaje solemne y alejado de los
vicios en los que cae cualquier otra persona: allí tenemos las diatribas en
blogs y diarios, duelos con arma a inicios del siglo pasado, mutaciones
ideológicas por conveniencia. Pero en ningún momento, Aguirre trata de
vendernos la idea de que “dicho título fue malo porque el autor era un vil
ser humano”. No. Y es una crítica directa a todos aquellos que piensan que la
obra literaria de un autor gana puntos porque es “marginal”, “anti-sistema”, ”parco”,
etc. Ese sesgo solo sirve para ocultar la falta de talento. Uno puede aparentar
la vida de un dandy como Valdelomar o un poeta “maldito y marginal” que bebe y
fuma todo el día, y sin embargo, esos no serán los criterios que determinen la calidad
de sus libros. Que se obvie dicha distinción ha llevado a reemplazar la discusión
de ideas por las nimiedades personales,
y no permite desarrollar los planteamientos ideológicos o intelectuales.
Hay que
ser valiente para publicar un libro como Asociación
ilícita en estos tiempos. Pero, sobre todo, hay que ser un voraz y obsesivo
investigador para haber dado a luz este libro, y también un autor con talento
para que la cantidad de información que maneja no se le escape nunca de las
manos. Más allá de que algunos perfiles pudieron quedar fuera para extender
otros que merecían mayor atención, y más allá del morbo con que muchos lo leerán,
Asociación ilícita es un libro que
le ofrece una dosis de aire fresco a la literatura peruana reciente.
+Sobre el autor:
Es autor de Manual para cazar plumíferos (cuentos: Matalamanga,2005), La musa travestida (cuentos: Matalamanga,2007), El conde de san germán (novela:Hormiga,2008) y Karaoke (novela: Magreb,2010)
http://librosperucritica.blogspot.pe/
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