Entre tanto ruido e información que nos llega de manera caótica, cuesta
muchas veces distinguir la belleza de una obra, el encanto de una prosa
rebosante de musicalidad y encanto. Se vuelve difícil distinguir el talento, por lo que su hallazgo
se vuelve un acontecimiento digno de destacar y difundir, tal como ocurre luego
de leer “Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto” de Manuela
Espinal Solano (Medellín, 1998) , con quien pude conversar aprovechando que se
encuentra de gira en el Perú presentando la tercera edición del libro vía La
Travesía, tras las aparecidas en Colombia y España.
Desde el inicio se muestran las
ansias por huir de las protagonistas. Y
lo que parece ser una historia enfocada
en el fracaso de dicha empresa, termina por adoptar la forma de un relato de supervivencia
y de resistencia. La migración vista desde otra óptica, más compleja que el hecho
de moverse a otra ciudad. ¿Responde ello a una extrapolación del traslado
geográfico a uno emocional?
A la hora de escribir no estaban
estas conceptualizaciones ni muchos pensamientos más allá de los que relato
mismo dice, pero puede ser cierto. Incluso uno ve que en el relato cada vez que
el tiempo pasa: hay una nueva casa y una nueva vida ,y la protagonista se va dando cuenta de cosas mientras
va teniendo nuevas incertidumbres y
preguntas. Puede que el cambio de casa, de ciudad y de país haga que la
protagonista vaya evolucionando en esas dudas y que todas ellas, en lugar de
responderse, se hagan cada vez más profundas.
En cierto momento de la novela
se menciona lo siguiente: “En esas sale
un cantante joven, nuevo en la industria y anuncia que es el nuevo presentador de un programa de talentos. Con mi misma edad y él
ya está presentando un programa, ya es reconocido. No me llamó la atención,
nunca he querido las luces”(pág.28) Si bien la protagonista se va oponiendo a esta
idea, yace en el lector la sospecha
sobre si se puede mantener dicha resistencia a lo largo de la vida. ¿Se ha
acentuado esta idea de aplastar o ser
aplastado, en la industria artística en específico, cuando se percibe a alguien
como competidor , más aún si pertenece a
la misma generación de uno?
En el mismo libro hay una
reflexión sobre eso. Casi todo el tiempo los músicos quieren aplastar al otro
músico. Cuando un músico, como pasa en Colombia, cobra cierto dinero por una
presentación y otros músicos cobran menos es una forma de estar siempre “aplastándose”.
Por eso, muchos artistas, al vivir
en
esta
dinámica tan agresiva, van desapareciendo
de la misma. Creo que más allá de aplastar o ser aplastado, el tema en ese
fragmento es más
la presión de estar
siempre pensando “yo debería estar haciendo algo”,” yo debería estar haciendo
algo que esa misma persona de mi edad
está haciendo”, los cuales son pensamientos muy comunes. Mucho más que
la otra reflexión, esas presiones de mirarnos siempre con respecto al otro y de
compararnos y de decir “estoy atrás y necesito hacer más y más” son las que
cobran mayor relevancia.
Muchos pensadores actuales
reflexionan caracterizan está época como una gobernada por la permanente aceleración ,
importando más ir quemando etapas lo más pronto posible, destacándose solo a aquellos
que lo van logrando. Y por el contrario, la novela pone las luces sobre el b-side de dicha mecánica a través de la historia de
aquellos artistas que si bien no llegan
a surgir de manera masiva, logran
cautivar a un público limitado y fiel. ¿Crees que la industria va a permitir
que sobrevivan estos últimos, conviviendo con los primeros?
Definitivamente, no, y tengo
varios datos que lo corroboran porque he
hecho algunos reportajes sobre ese tema en mi universidad. Por ejemplo, en Colombia
hay una organización que distribuye el dinero de los artistas y justamente luego
del hecho de conocer que hay artistas que ganan dinero por las veces que suenan
en la radio nos preguntamos cómo van a vivir de la música aquellos que no
tienen presencia en las emisoras y han vivido de la música toda la vida. Creo que no hay mecanismos que hagan que ambas
partes puedan sobrevivir. La música es una profesión en la que la competencia
es muy fuerte. No hay forma de que ambas convivan en las mismas condiciones.. Por lo
menos en Colombia no pasa eso.
En tu libro, los personajes
padecen un fuerte conflicto interior al
vivir tanto con el deseo de evasión y escape , como con la angustia por ser aceptados y encajar en
una sociedad que parece estar retándolos todo el tiempo. ¿ Cómo fue el proceso
de esbozar dichos perfiles, sobre todo cuando son seres que cargan con la
dependencia de otros, como en la relación maternal?
El texto está narrado en primera persona, mostrándose como
algo que nace fuertemente desde el yo, desde lo autobiográfico, apostando por
no ser fantasioso a pesar que haya ficción. La protagonista nunca indaga en los sentimientos de los otros personajes y no asume
que tal personaje esté sintiendo algo. Es una narración en la que se muestran
los hechos pero no se entra a examinar los sentimientos de las personas. No me
encargo mucho de dibujar ni de hacerle un perfil específico a la madre que tiene dos hijas a su cargo y desea
seguir luchando por su carrera. Quien
narra está ahí y alcanza a imaginar a la
madre (cómo es, cómo habla, cuáles son sus deseos). En ningún momento se llega
a leer cómo se siente la madre respecto a sus dos hijas.
Todo el tiempo es una narración muy parca y seca que no llega a
profundizar en los sentimientos de personajes secundarios o de personajes
principales diferentes a la narradora. Y no se adentra en dichos sentimientos porque uno en la vida real no
sabe del todo lo que el otro está sintiendo. Gabriel García Márquez sabe
exactamente cómo se siente cada personaje en “Cien años de soledad” , pero,
aquí en la vida real, yo hablo como lo siento y no me enfoco en los
sentimientos de los demás, no me pongo a dibujar al otro personaje con sus
conflictos internos, sino que todo es desde la percepción de la protagonista.
La protagonista camufla su talento,
lo que el lector puede interpretar como un
símbolo de protesta frente a la mera mercantilización del arte y su consecuente
banalización. ¿Puede presentar ello una
vía para contrarrestar el determinismo del éxito como una acumulación solamente
de riqueza monetaria? Lo pregunto por esa cadena de sueños heredados en la
familia de la novela, y el hecho que la falta de éxito económico lleve a derivar mayores
esfuerzos al ámbito como una forma de sobrevivir y posicionarse socialmente.
Creo que la preocupación de la
madre, más allá de lo económico, no está en el hecho de ser artistas y lidiar
por cómo van a comer sus hijas, sino que
todo el tiempo se habla de fama y reconocimiento. Nunca se habla de dinero.
Incluso la madre regaña en cierto pasaje a la hija porque no quiso cantar en público. El
tema va más allá de lo monetario. Más allá de no dejar que te pagaran por cantar,
sino por no dejar que te escucharan
cantar. Estar escondiéndolo. Es todo el tiempo el deseo del reconocimiento. Es
mostrar que muchas veces esas vanidades se dan por querer el reconocimiento más
allá de la recompensa monetaria que pueda significar.
“Ninguno se dio cuenta del verdadero talento, de las notas altas y
bajas, de a voz que sufre en la interpretación que va más allá de la nota
correcta.” (pág. 72) En una de las
escenas más significativas de tu novela, la madre está cantando y nadie puede
percibir la belleza de su interpretación, distraídos por la parafernalia
externa. Ello lo podemos trasladar a la realidad diaria donde leer o apreciar una
obra es mucho más difícil por el nivel de exigencia y concentración, lo que en
el libro es contrarrestado por la hija que sí logra ver la belleza de la música de su madre y su abuelos ¿Lograremos rescatar
como ella, el arte y su belleza,
sumergidos como estamos entre tanta hiperconectividad y atrofia informática?
Pienso que de alguna manera todas
esas cosas van cambiando y que la música ya es otra cosa. Que todo lo que
llamamos arte cada vez es un concepto más diferente y todos los conceptos ya lo
manipulan y tienen miles de definiciones diferentes. Cada vez es más difícil
leer. Cada vez estamos más conectados con otras cosas. Los niños incluso tienen
más dificultades para concentrarse. No sé cómo va a sobrevivir la literatura
frente a su enemigo: la tecnología. Ni siquiera sé cuáles son los índices de
cuánta gente lee todavía un libro físico, pero sí creo que la tecnología ha
afectado mucho. Y no solo la tecnología, sino otras corrientes.
Si hay una idea que perdura
tras la novela es el uso de la ficción
como una herramienta para sobrevivir y salvarse. Contar historias para
mantenerse unidos y salvar lazos, como los familiares . ¿Uno puede llegar a
tornar en falsos ciertos hechos y alcanzar
la plenitud literaria con esas mentiras?
Digamos que lo bueno de la literatura, es que uno no siempre
está diciendo mentiras. Si a mí me dicen en este momento “es que tú mentiste
sobre algo que dijiste que dijo tal personaje” , yo respondo que allí yo me
estoy autoficcionando y creando un
personaje. Eso es un personaje literario, el personaje que me estoy construyendo, y de
donde voy a empezar a narrar otras historias. Lo que cuente ahí no es una
mentira, sino una interpretación de una realidad. Es una forma de escribir un
diario ficticio, autobiográfico. Es algo que yo quisiera explorar un poco más:
el hecho de crearse un personaje. Hablar desde otra persona y que no necesariamente
signifique mentira, sino narrar desde
otras voces.
Finalmente, recomiéndanos un libro
y una canción que hayas disfrutado últimamente y desees recomendarnos.
En libros, “Stoner” de John
Williams, donde lo más fuerte y cautivante es que no hay heroísmo ni grandes
momentos. Es la vida pasando y ya. No hay grandes finales. Es una forma de narrar muy interesante y que yo
quisiera aprender, Y en cuanto a
canciones recomiendo “Bajan” ,que si bien fue originalmente de Spinetta terminó
siendo interpretada por Cerati durante toda su vida como homenaje, y “Signos” de este último con Soda Stereo.
Transcripción: Alejandro Alva
Apoyo con la edición: Sofía
Salazar
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