Marcos Giralt Torrente (Madrid, 1968) debutó en 1995 con la colección de cuentos Entiéndame, a la que siguieron, entre otros libros, las novelas París (Premio Herralde de Novela) y Los seres felices. En 2010 publicó la novela autobiográfica Tiempo de vida, uno de los libros más influyentes de los últimos años, y en 2011 ganó el Premio Internacional de Narrativa Breve Rivera del Duero con los relatos reunidos en El final del amor. Pudimos conversar con él brevemente durante su paso por la Feria Internacional de Libro de Lima.
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Foto: Anagrama Editorial |
En “El final del amor” hay una frase que me gustó mucho: “La locura es llevar tantos tiempos juntos,
habiéndonos destrozado la vida”. Dicho libro de cuentos apareció poco
después de “Tiempo de vida”, hermanados por la presencia de la familia, ya sea
disfuncional, en crisis o inmersa en la búsqueda de sobrevivir a la disolución
del amor. ¿Cómo se relacionó la escritura de ambos libros? ¿Fue en paralelo?
-
“El final del amor” fue una desintoxicación, por
decirlo de alguna manera, del “yoísmo” de “Tiempo de vida”. A pesar de que en
toda mi narrativa siempre está la figura
de un narrador en primera persona, en este ultimo libro era la primera vez que ese
“yo” coincidía conmigo. Así que después de la intensidad, del reto de la
escritura, por lo novedoso de escribir desde esa primera persona real, necesitaba
volver a la ficción, lo cual salió de una manera muy natural, muy rápida, lo
que dice mucho del nivel de intoxicación que tenía antes (risas). Y sobre lo
otro, sí, todas mis ficciones orbitan alrededor de la familia, de hecho ahora mi
siguiente libro que saldrá por Anagrama, “Mudar de piel”, gira en torno a ese
tema
“Creo que mi padre no soportaba
a mi madre, pero también que siguió enamorado de ella durante muchos años” es
otra frase que sale en el libro de
cuentos, lo que me lleva a consultarte sobre la institución del matrimonio como
símbolo social y cómo ha variado en España durante los últimos años.
-No tengo cifras
acerca de ello, pero lo que sí es un hecho es que cada vez hay más formas de
concebir el matrimonio más allá del heterosexual y bendecido por la iglesia.
Ahora mismo hay familias más plurales y amplias en todo el mundo, y en ese
sentido me siento orgulloso que España haya sido pionera en el reconocimiento
del matrimonio homosexual. Las variedades de las familias hoy son infinitas lo
cual no quiere decir que antes no lo fueran también, sino que antes era más soterrado y clandestino. Y eso es parte de
la realidad sobre la que yo escribo, contra una visión estereotipada y maniquea
que hace pensar que todos los matrimonios han de ser felices o desgraciados
absolutos, sino que hay matices. Puedes estar muy enamorado de una persona y no
soportar vivir a su lado, siendo ese tipo de paradojas son las que encienden mi
necesidad de escribir o mi indagación sobre la realidad, que es al final como
concibo la literatura, como una
investigación acerca de la realidad.
Han pasado ocho años de la publicación
de “Tiempo de vida” ¿ Qué representa dicho libro en tu obra, ahora?
-
Soy un escritor lento, concienzudo. Me demoro
mucho entre libro y libro, por lo que no me gustaría destacar uno por encima de
otro ya que todos son como piezas únicas (risas). Pero “Tiempo de vida” es un
libro que me ha dado muchas felicidades, pues ha sido uno de los más reconocidos,
premiado en España e Italia, y el más vendido, lo cual tampoco hay que ocultarlo
(risas). No lo he releído. Para mí fue un reto necesario el hacerlo, no tanto
por una necesidad autoimpuesta de tipo terapéutico, sino convencido de que era
una buena historia y así lo sigo creyendo. Mi libro fue tomado con mucha generosidad por
escritores que han tomado el testigo, reconociendo esta influencia, lo cual
siempre agradezco..
¿Cómo ves la labor del crítico
hoy en día, tú que la has ejercido por muchos años, en un panorama donde agobiados
por la instantaneidad los libros aparecen y desaparecen de los estantes con una
velocidad impresionante?
-
Desgraciadamente, antes que llegásemos a esta
crisis donde parece que no hay pausa ni
tiempo para hacer nada duradero, viviendo por la dictadura de lo novedoso,
multiplicado por las redes sociales y en el que se ve afectado los periódicos y
hasta la literatura, pues en mi país, España, no había un espacio real para la
crítica. Había crítica universitaria muy metida en su mundo y desconectada de
la literatura que se venía escribiendo, y luego estaba el reseñismo de los periódicos, pero no
había ese lugar intermedio como sí hay en Estados Unidos, con esas grandes reseñas.
que le permitían a uno entrar a fondo con un libro. De manera que veo este
estado de las cosas con mucha preocupación,
pero siendo consciente que se remonta a más tiempo. Hemos perdido el tiempo de
reflexión en la sociedad contemporánea y el futuro no augura cosas muy buenas.
El pensamiento crítico es necesario y necesita apoyarse en la lectura y ciertos
escenarios culturales que cada vez son más deficitarios, donde prima lo espectacular o novedoso, de lo
verdaderamente engarzado con una tradición y hecho con sentido.
Libro recomendado por el autor: “Apegos
feroces” de Vivian Gornick
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