Quisiera
comenzar por afirmar algo. Soy un convencido de que los buenos libros no deben
estar restringidos a ser percibidos como exclusivos de cierta edad. No debe
prohibirse a lectores adultos y jóvenes como nosotros, aquellas historias que en apariencia, por
estar dirigidas a niños, no deberíamos leer. Eso es ridículo. La primaria es un libro que golpea. Golpea con cada
escena. Frases con la intensidad de un logrado poema. Imágenes brutales que
potencian historias en las que podemos reconocer a los niños que fuimos. A María
José Caro, le bastan seis cuentos para abordar de buena forma el tema de la
infancia. Al leer estos relatos recordé la emotividad que rodea la primera
época de nuestras vidas. Y la frustración de no tener en aquellos años los
recursos para plasmar nuestros sentimientos. Este libro, es un intento de hacerlo.
Y el resultado es emocionante."Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra
"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet
"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki
martes, 23 de junio de 2015
Cicatrices de la infancia: "La primaria" de María José Caro León-Velarde
Quisiera
comenzar por afirmar algo. Soy un convencido de que los buenos libros no deben
estar restringidos a ser percibidos como exclusivos de cierta edad. No debe
prohibirse a lectores adultos y jóvenes como nosotros, aquellas historias que en apariencia, por
estar dirigidas a niños, no deberíamos leer. Eso es ridículo. La primaria es un libro que golpea. Golpea con cada
escena. Frases con la intensidad de un logrado poema. Imágenes brutales que
potencian historias en las que podemos reconocer a los niños que fuimos. A María
José Caro, le bastan seis cuentos para abordar de buena forma el tema de la
infancia. Al leer estos relatos recordé la emotividad que rodea la primera
época de nuestras vidas. Y la frustración de no tener en aquellos años los
recursos para plasmar nuestros sentimientos. Este libro, es un intento de hacerlo.
Y el resultado es emocionante.lunes, 15 de junio de 2015
Fracaso y desamparo: “Insensatez” de Horacio Castellanos Moya
Los lectores siempre estamos tomando riesgos. Cogemos y
leemos libros como quien está a punto de empezar una carrera. Empezamos a leer
esperando que suene ese disparo que nos indique que la obra merece que nos
sumerjamos en ella sin más espera. Algunas veces tarda tanto que llegamos
molestos. Otras veces ni siquiera llega y abandonamos el libro como quien
siente que ha sido estafado. Pocas son las veces que el disparo llega rápido y
empezamos la carrera con gusto. “Insensatez” es uno de esos casos.Horacio Castellanos Moya nació en Tegucigalpa, Honduras, en 1957. Criado en El Salvador, ha vivido en Ciudad de México y otras ciudades hispanoamericanas. De 2004 a 2006 residió en Frankfurt, como escritor invitado por la Feria Internacional del Libro. También ha sido escritor invitado en la Universidad de Tokio y actualmente imparte clases en la Universidad de Iowa. Es autor de diez novelas, traducidas a diversos idiomas, y la versión en lengua inglesa de Insensatez mereció el XXVIII Northern California Book Award 2009. En El sueño del retorno, Castellanos Moya retoma ciertos personajes y episodios aparecidos en algunas de sus novelas anteriores, tejiendo así su particular universo literario, en el que refleja de manera magistral la complejidad del ser humano ante el poder y la violencia, describiendo como pocos el humor, la obsesión y la angustia.
miércoles, 3 de junio de 2015
Conviviendo con la aflicción: “La luz difícil” de Tomás González
Es común escuchar la frase Los hijos deben
enterrar a sus padres, no los padres a sus hijos, y echando un vistazo a la
literatura sobre relaciones paternales, la mayor parte de su enfoque y perspectiva, parte de estos últimos en su abrumadora mayoría. Los padres por lo
general fungen como la primera figura autoritaria y la mantienen en mayor o menor medida, a lo largo de toda ella. Muchos han
escrito sobre los traumas que esto ha significado tratando de lidiar con dichos demonios en sus libros. Otras veces, sobre cómo estos han sido vitales alentando la carrera literaria de sus hijos o
simplemente los ayudaron en momentos vitales. Su pérdida también es fuente de
muy logradas novelas marcando el inicio de una nueva etapa para los autores, por lo general en su etapa de madurez.
Pero es raro encontrar padres escribiendo sobre la pérdida de un hijo. ¿Cómo
plasmar tamaño dolor a través de palabras?¿Cómo transmitir un proceso tan
tormentoso y traumático?¿Cómo plasmar a través de la escritura una muerte de
semejante magnitud? ¿Es posible hacer una novela sobre un padecimiento tan
particular sin caer en extremos que puedan sonar inverosímiles?.
Tomás Gonzáles asume el reto y el producto es una corta novela de extraña belleza. Nos
sumerge en un estado de melancolía y solidaridad con el protagonista, a tal
grado que por momentos uno parece comprender las emociones por la que éste está
pasando. Se consigue en Librería Communitas. Vale la pena el monto y el tiempo invertido.
Tomás González nació en Medellín (Colombia) en 1950. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y trabajó como barman en la discoteca El Goce Pagano, que publicó su primera novela a ?nales de 1983. Ese mismo año partió hacia Estados Unidos. Vivió tres años en Miami y dieciséis en Nueva York, ciudad en la que trabajó como traductor y escribió gran parte de su obra. Volvió a Colombia en 2002, y actualmente vive en Cachipay, a dos horas de Bogotá. Es autor de las novelas Primero estaba el mar (1983), Para antes del olvido (1987, ganadora del V Premio de Novela Plaza &Janés), La historia de Horacio (2000), Los caballitos del diablo (2003), Abraham entre bandidos (2010), La luz difícil (2011) y Temporal (2012); de los libros de cuentos El rey del Honka-Monka (1995) y El lejano amor de los extraños (2013), y de un poemario, Manglares (1997/2006). Libros suyos se han traducido al inglés, al alemán, al francés, al portugués, al holandés y al coreano.lado, Sara tampoco dormía. Miraba yo sus hombros morenos,
su espalda aún esbelta a sus cincuenta y nueve
años, y encontraba consuelo en su belleza. A ratos nos
tomábamos de la mano. En el apartamento nadie dormía,
nadie hablaba; de vez en cuando alguno tosía o
iba a orinar y volvía a acostarse. Nuestros amigos Debrah
y James habían venido a acompañarnos y se habían
acomodado en un colchón en la sala. Venus, la novia
de Jacobo, se había acostado en el cuarto de él. Mis hijos
Jacobo y Pablo habían salido dos días antes en una
van de Rent-a-Car con rumbo a Chicago, desde donde
habían tomado un avión para Portland. En algún momento
me pareció oír el débil rumor de la guitarra de Arturo,
el tercero de mis hijos, en su cuarto. En la calle
sonaban los gritos nocturnos del Lower East Side, las botellas
quebradas de siempre. A las tres de la mañana, o
algo así, pasaron, cavernosas, dos o tres motocicletas de
los Hell’s Angels, que tenían su sede a dos cuadras de nuestro
apartamento. Dormí casi cuatro horas seguidas, sin
soñar, hasta que a las siete me despertó la punzada de
angustia en el vientre por la muerte de mi hijo Jacobo,
que habíamos programado para las siete de la noche,
hora de Portland, diez de la noche en Nueva York."

