"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


jueves, 29 de junio de 2017

“Una calma aparente” de Christian Solano

Animal de invierno. 2017.120pp. S/.35

Que de un volumen de ocho relatos, tres sean aceptables y dos muy buenos, es algo más que meritorio en la literatura peruana reciente en la que abundan los cuentos que optan por blindarse al tocar temas “políticamente correctos”. Christian Solano (Lima, 1976) opta por investigar los fracasos de las relaciones afectivas tomando como atmósfera la clase media baja de la Lima de las últimas décadas, saliendo bien librado en la apuesta.

Comencemos por los dos cuentos muy buenos a los que me refiero, que son justo los que abren el libro. “Familia” va sobre la degradación acelerada de una relación maternal conflictiva, en la que hija nos cuenta la devastación que el alcohol ha causado a su madre y el rencor que ha ido calando en su interior hacia ella, acentuada por la desaparición su padre, el único ser capaz de brindarle algunas ráfagas de felicidad. Dicha sensación de resentimiento termina por hacerla usar su cuerpo como un arma más y que la venganza sexual la lleve a prescindir de cualquier atisbo de duda al momento de ejecutar su plan. Y si bien el final puede parecer algo tremendista, la desacralización de la figura maternal está bien llevada por Solano en esta historia.

“Love will tear us apart”, el más logrado del libro, podría denominarse el cuento de la friendzone o el deseo no correspondido capaz de aturdirlo a uno por años. La no consumación del acto sexual es una frustración que el protagonista del relato no puede quitarse de encima y lo lleva a estar atascado. Es lo que lo destroza, tal como enuncia la canción más conocida de Joy Division, siendo su orgullo lo primero que siente perder por este anhelo casi obsesivo, en el que se vislumbra los contrastes entre la clase media y alta, y el arribismo que se canaliza a través de la atracción sexual latente.

En los siguientes tres cuentos hay elementos que deben destacarse. EnParque de las Leyendas”, por ejemplo, hay una intención de ironizar sobre la dependencia ridícula a las redes sociales y el narcisismo consecuente que se produce. Una sátira que pudo ser mejor llevada de no ser por las voces poco logradas de los personajes. Mejor resulta “Paradero inicial”, en el que un chofer de cúster se debate entre la hipócrita rectitud moral que le imparten en la iglesia a la que acude con su esposa y el desprendimiento de dichos pudores sociales al relacionarse sexualmente con una joven necesitada de dinero. “Los patinadores del espacio” por su parte va sobre la pedofilia, la transformación de las relaciones parentales y el muro invisible entre las últimas dos generaciones, destacando la crudeza y la alternancia de narraciones.Primera vez” explora la visita de la collera del protagonista a un prostíbulo de mala muerte y cómo se diferencian las relaciones sentimentales que tuvo, con la excitación sexual que le produce Eva, la prostituta.


Los dos últimos cuentos debieron ser descartados. En “Período de prueba” el narrador parece más preocupado en describir el centro comercial en el que se encuentra  y apela en algunos tramos a reflexiones que no aportan a lo que se está contando, mientras que “Una calma aparente” parece querer abordar temas como la migración y  el fracaso de un vínculo afectivo, pero no termina de cuajar ninguno. Pero dos cuentos así no desmerecen todo el conjunto. Ello me permite saludar la aparición de libros como este, con una oralidad destacable que va de la mano con el buen uso de la Lima informal como escenario.

+Sobre el autor:

(Lima, 1976): Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Incluido en «Circo de Pulgas», Minificción Peruana (Micrópolis, 2012); «Ballenas en Hormigueros», Antología Latinoamericana de Minificción (Ojo de pez, 2014); Antología Trinacional de Minificción «Borrando Fronteras - Ergo Sum 2014» (Argentina-Chile-Perú). Finalista I Concurso de microrrelatos «Inspiraciones nocturnas» de la revista virtual Diversidad Literaria, España. Publicó «Almanaque», (Micrópolis, 2014. Lima), «Motivos de fuerza mayor» (Ediciones Sherezade, 2015. Santiago d.e Chile)

(Texto publicado en el portal web "Punto y Coma")

sábado, 24 de junio de 2017

“Escrito en el agua” de Paula Hawkins


Planeta.2017.398pp. S/.69

No es fácil escribir una novela negra capaz de engancharlo a uno por cerca de 400 páginas y, menos aún, realizar a la par y  de manera espléndida  una lectura crítica de distintos problemas de índole social vigentes, eludiendo la riesgosa posibilidad de caer en tonos didácticos o soporíferos.  Muchos escritores desprecian a los best-sellers, sin distinción alguna entre estos libros, por el solo hecho de tener una cantidad de lectores que ellos ya quisieran. Estos autores proponen y defienden, cada vez que pueden, una división entre estos dos bandos. Una frontera que los distinga, y enmascare así su exclusivo interés en ganar prestigio sin ser leídos. O bueno, el hecho de ser leídos solo por críticos, académicos o el jurado de algún premio, y por ahí aparecer en la sección cultural de un diario o portal web para luego pasar al olvido en un par de semanas y sus libros sean retirados de las librerías sin pena.

Y es que si bien, como en cualquier tipo de manifestación artística, lo libros destacables por calidad representan un pequeño porcentaje de aquellos prescindibles, existen autores como Stephen King, Gillian Flynn o Paula Hawkins que vienen escribiendo desde hace años, novelas del primer tipo, capaces de generar fieles  y devotos lectores, más allá del reducido círculo de letraheridos atentos a las novedades de las grandes y pequeñas editoriales. Escrito en el agua es uno de esos libros.

No hay lugar para la inocencia en estado puro en el libro de Paula Hawkins (Zimbabue, 1972), escritora que se hizo mundialmente conocida por La chica del tren (Planeta, 2015), thriller cuyas ventas superaron los 20 millones de ejemplares y fue adaptada recientemente al cine.  Todos los personajes tienen motivos para haber realizado un crimen, ya sea por los deseos más crueles e inhumanos que uno pueda imaginar, o por el simple deseo de venganza y justicia, causado por un contexto de inseguridad y vulnerabilidad perenne, invitando al lector a sumergirse (verbo que aparecerá de manera constante en la novela) en el texto para, más que hallar al culpable, ser testigo del horror que desde hace siglos se encuentra enquistado en la pequeña  y asfixiante comunidad ficticia de Beckford.

Jules recibe la noticia de la muerte de su hermana, la escritora Nel Abbot, por lo cual tiene que volver al pueblo donde ambas crecieron juntas, a seguir las investigaciones sobre su misterioso ahogamiento. Las autoridades trabajan en torno a la tesis del suicidio, pero  el comportamiento extraño de muchos vecinos ,que se va revelando página a página y el trabajo que Nel venía haciendo sobre las muertes de muchas mujeres en el llamado Pozo de los ahogados, hacen sospechar que hay todo una maquinaria detrás del fatal desenlace. Jules además tendrá que lidiar con Lena, su volátil sobrina huérfana y con los recuerdos del tortuoso pasado adolescente del que buscó escapar en los últimos años.

La estructura coral de la novela, alternando entre narradores en primera y tercera persona dependiendo del personaje cuya visión o contexto de los hechos se quiere contar mientras la investigación del deceso sigue fluyendo, y la inclusión de fragmentos del libro de Abbot sobre las mujeres desaparecidas del pueblo,  tiene como principal efecto involucrar al lector como detective con una múltiple mirada de los hechos, examinando la psicología de cada personaje y reflexionar más allá del curso de las acciones. Es un engranaje criminal del que todos son participes, por complicidad directa o indirecta, con motivaciones que de manera lenta pero macabra van gestando conductas fatales

Y es que la historia de Hawkins aborda el tema de los feminicidios y la sistemática reproducción de los mismos en la más completa impunidad e indiferencia, lo que evoca la excelente obra de Arthur Miller, Las brujas de salem (1952) impactante alegoría de su época. La violencia tanto física y psicológica de la que prefiere no hablarse en público, tornándose en un tema menor en la comunidad y al interior de cada hogar. Es una herencia doméstica que se repite incansablemente y que solo es posible de rechazar desde la locura de uno de los personajes.  Pero la autora va más allá y también pone sobre el tapete la rivalidad fraterna y sobre todo, la existente entre mujeres, que muchas veces no sale a la luz, y es igual o más peligrosa. Uno de los personajes dice por ejemplo: No entiendo a la gente como tú, que siempre escoge culpar a la mujer. Si hay dos personas haciendo algo mal y una de ellas es una chica, tiene que ser culpa de esta, ¿no? (pág. 339) denunciando como el sistema patriarcal es capaz de condicionar la culpabilidad basándose solo en el sexo de los involucrados y no en la objetividad de los hechos. Como muestra, está la violación sufrida por una de las protagonistas no asumida hasta muchos años después de ocurrida evidenciando también que los recuerdos son materia maleable, movible, capaz de ser modificada y transformada de manera constante. Pero lo más terrible de ellos siempre termina saliendo a la luz, siendo dicha sensación con la que nos  quedamos los lectores..

+Sobre la autora:

Paula Hawkins trabajó como periodista más de quince años antes de pasarse a la ficción. Nacida y criada en Zimbabue, Paula se mudó a Londres en 1989 y vive allí desde entonces. Su primer thriller, La chica del tren, se ha convertido en un fenómeno global, con más de veinte millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Se ha traducido a más de cuarenta idiomas, colocándose en el primer puesto de las listas de ventas de todo el mundo y ha sido adaptado al cine con Emily Blunt. Escrito en el agua es su segunda novela.



(Texto publicado en el portal web "Punto y Coma")


miércoles, 21 de junio de 2017

“De la pobreza no se escapa, no se escapa nunca”. Entrevista a Jack Martínez

Jack Martínez (La Oroya, 1983) acaba de publicar su segunda novela, Sustitución (Planeta, 2017) en la cual se abordan distintos tópicos como la dependencia tecnológica, la pobreza o la capacidad de la ficción para encubrir o modificar los recuerdos. Hace unos días pude conversar con él sobre dicha novela y otros temas.

Si hay algo tangencial a todos los personajes de tu novela es la sensación de carencia, tanto física como afectiva. Ese afán por completar dichos vacíos es cada vez más grave en nuestro tiempo. ¿Crees que dicha búsqueda nos está llevando a extremos cada vez más peligrosos ¿es más grave en nuestra época o lo estamos leyendo distinto?

Como lo señalas, hay varios tipos de carencia en el libro. Después podemos ampliar cada uno de ellos, pero ahora me voy a centrar en la carencia material y económica. En “Bajo la sombra”, por ejemplo, uno de los protagonistas termina en los márgenes de la ciudad pintando cajones de muertos. Y en esta nueva novela, uno de los personajes principales, el padre, narra su infancia en medio de la pobreza. En la novela hay una cita que muchos lectores me han recordado: “Nacer pobre es nacer convertido en un monstruo.” Los protagonistas tratan de escapar de esa especie de condición de ser incompleto, digamos; de no tener una vida económicamente estable y por ende tener una vida socialmente marginal. En ese sentido, si tú me preguntas si esa búsqueda está siendo cada vez más fuerte o más violenta yo diría que sí porque las ideas que nos venden, como la del emprendedurismo, por ejemplo, no son más que ficciones. Date cuenta de que el porcentaje de gente que logra “escalar” es mucho menor comparado al de la gente que se queda toda la vida buscando ese ascenso social, político o económico, y no lo logra. Y dado que la mayoría no lo logra, esa búsqueda se hace más violenta, más fuerte, más irracional y más absurda. En ese contexto, yo trato de producir una narrativa que desbarate esas ficciones, que trate de la carencia y se sitúe en el margen.

La biotecnología no es un detalle menor en la biografía del protagonista, un joven norteamericano hijo de peruano quien acaba una carrera relativamente joven en una ciencia tan llena de certezas. ¿Esta ultraespecialización es una forma de expresar el desapego sentimental, la evasión del sufrimiento y la falta de algo seguro o estable en la vida de Jesé que se extrapola a todo lo demás?

Sí. Jesé, personaje al que te refieres, es alguien que desde niño está muy obsesionado con las certezas. Es muy puntual, muy cuadriculado, quiere respuestas exactas y comprobables. No es de extrañarse que decida estudiar ciencias duras para convertirse en diseñador de prótesis, ya que sabemos que, además, su padre ha perdido una de sus piernas en la guerra. Estoy de acuerdo con lo que dices porque de alguna manera esas certezas son las que él necesita para completar la otra parte de su personalidad. Es alguien que ha sido criado en una sociedad en la que todo está planificado y en la que él tiene que lograr ciertas metas en cierto momento específico de su vida. Lo que sucede aquí, es que mientras él está alcanzando las metas que se ha propuesto, sucede un evento crucial y terrible, uno que se le escapa de las manos y termina por transformar tu vida. Entonces se desbarata todo lo planificado hasta entonces.


Si bien la empresa tecnológica que señala Laura al inicio de la novela se da por un tema de discapacidad física, puede tomarse como un guiño a lo que está sucediendo en los tiempos de las redes sociales, virtuales y comunidades artificiales. ¿Estamos llegando al límite en este sentido o estamos en el inicio de algo que se va a agravar?

No creo que el hecho de que la situación se intensifique signifique necesariamente que ésta empeore. Creo que tenemos momentos en los que el ser humano quiere evadir o transformar la realidad y lo intenta a través de diferentes formas. Las redes sociales, por ejemplo, te ofrecen la oportunidad de mostrar lo que tú quieres mostrar, así como la oportunidad de ocultar lo que deseas mantener en privado. A veces hay deslices, obviamente, pero en general, existe la sensación de que tienes un control sobre tu imagen pública. En ese sentido, la tecnología nos permite, más que antes, editar nuestra imagen para ofrecerla a la mirada del otro. Si ansío tener la atención de todo el mundo en las redes, por ejemplo, comienzo a comentar día y noche sobre cualquier tema coyuntural, aunque muchas veces no sepa muy bien de qué estoy hablando. Esos personajes, por ejemplo, están atentos a los temas de los que todo el mundo está hablando, entonces maquillan un poco sus declaraciones y entran a ese especie de río hacia el que la información está yendo. Repito, no creo que la aceleración tecnológica y el mundo virtual constituya algo negativo, sino más bien, la aceleración hacia algo que está en nuestra esencia, esa especie de combinación perfecta entre presencia virtual y el aislamiento físico que, por ejemplo, propone Houellebecq en La posibilidad de una isla.

La relación entre Jesé y Laura comienza con una  mentira, una ficción y sin embargo provoca emociones que se puede percibir como reales. La conversación entre ellos me parece análoga a lo que sería una sesión de psicoanálisis en la que dos mecanismos empiezan a funcionar en paralelo: uno externo en Jesé que es el de venderle una ficción a Laura y otro interno que es el desencadenar los recuerdos traumáticos que tiene guardados. En un libro del nobel J. M. Coetzee y Anabella  Kurtz (El buen relato: Conversaciones sobre la verdad, la ficción y la terapia psicoanalítica. Literatura Random House, 2015) ambos  discuten sobre ese tema preguntándose qué es lo más óptimo para alguien que tiene ese tipo de recuerdos. ¿Hallar una verdad consensuada u objetiva o buscar al alivio del paciente? ¿Estos mecanismos pueden llevar a la libertad o al alivio de alguien? ¿Cuál de las dos acciones crees que buscan más los personajes en esta novela? ¿Se puede huir realmente del pasado, borrarlo? ¿Qué tipo de codificación de la experiencia es la que quieres plantear en esta novela?

Bueno, voy a responder desde la experiencia de la construcción de mis personajes. Jesé, por ejemplo, quiere borrar su pasado. Mi protagonista, para enamorar a Laura, dice para sí: “yo quiero construirme un nuevo yo, y para hacerlo, tengo que borrar mi pasado e inventar una nueva vida”. Teniendo eso en mente, Jesé trata de que, en algún punto, la ficción se vuelva realidad. Obviamente, en las peripecias que pasa junto a su novia Laura, se da cuenta de que la realidad se revelará frente a él. Hasta entonces Jesé había intentado salvarse a través de su ficción, pero la verdad surge en contra de su voluntad y desarma todo el guion que había construido.

Como Coetzee propone: “Se puede a llegar, a través de la ficción, a la libertad y la verdad”

Sí, totalmente de acuerdo. Creo que él lo dice mucho mejor que yo. Pienso que existe esa posibilidad a través de la literatura, por ejemplo, y a través de nuestras propias ficciones y mentiras también. Mentimos constantemente, en mayor o menor medida. Pero las mentiras siempre serán complementarias a tu personalidad. En ese sentido, te van a construir y definir como persona. Por otro lado, a veces no hay fronteras muy claras entre la realidad y la ficción, entre la verdad y la mentira. Creo que algunas veces ambas pueden ir de la mano o convivir en un mismo espacio. La literatura es un ejemplo de lo que digo. Por eso cuando me preguntan qué tanto de ti o qué tanto de verdad hay en mis historias, pues digo que todo es verdad y mentira al mismo tiempo. Hay cosas de mí, pero también alteraciones propias de la ficción, hasta que finalmente todo se entrevera en un solo discurso.
Siguiendo en ese tema. Hay una escena en la que se narra el rol del Estado como encubridor de asesinatos que no le conviene al Estado que se sepan. ¿Cuál influyente crees que siga siendo el gobierno al momento de establecer una verdad como oficial? ¿Piensas que este poder de definir lo que se habla y lo que no,  ha perdido vigencia en estos tiempos con ese sistema neoliberal que vuelve más minúsculas las instituciones oficiales?

Al contrario. Creo que con el tiempo el Estado ha dejado de tener poder sobre los discursos oficiales, pero ahora la creación de ficciones nacionales es mucho más directa porque viene directamente desde el capital. Si se quiere inventar una ficción el día de hoy, por ejemplo, y se quiere decir en Chile que el pisco es chileno, hay todo un aparato de mercado que se colude con el Estado para poder propagar esa ficción, esa idea, hasta lograr interiorizarla en los consumidores. Eso es muy claro. Y se da también en el ámbito cultural. Es decir, quien tiene el poder económico (y por tanto mediático) va a decidir qué objeto cultural va a ser el que se promueva prioritariamente dentro del mercado. Así se construye la ficción que determinado objeto, elegido por ese poder, sea vendido en todos los periódicos y medios de comunicación como si fuera una gran obra de arte. Ese poder es innegable y está más vigente, claro y evidente que nunca.

Uno de los personajes habla de la pobreza sin exotismos ni superficialidades. Habla de una idea de carencia frente a su prójimo, de desigualdad y el resentimiento que esto puede desencadenar. Esta pobreza que parece una trampa en la que se cae y de la que no se puede salir es abordada desde tu novela sin maquillaje, con un contraste claro entre el pueblo y la ciudad artificial de Chulec, evocando el episodio de Redoble por Rancas en la que la aparición del Cerco que es una división clara y marcada. Han pasado más de 40 años y el problema sigue ahí. Ha cambiado la forma, pero el problema sigue latente. ¿Cómo ha abordado la literatura peruana más reciente estos temas? ¿Crees que los mecanismos  que se han usado son los más idóneos? ¿Qué puede hacer la literatura frente a esto desde su misma naturaleza?

Gracias por mencionar a Scorza, porque es un autor clave e injustamente silenciado. Yo sé que esto es algo con lo que no está de acuerdo mucha gente, pero para mí, “Redoble por Rancas” es la mejor novela peruana del siglo XX, ya que combina la literatura con elementos fantásticos, pero al mismo tiempo, la combina con lo andino y, como decías: sin caer en el exotismo y lo bucólico. Lo que yo trato de proponer, siguiendo un poco esa línea, es que hay una división entre los desposeídos y los privilegiados, pero ya no solo a nivel interno o local. Esa división en el Perú se muestra en la novela a través de una pequeña ciudad minera como La Oroya, donde vivían los obreros y no había ningún área verde y el rio estaba contaminado. Entonces me interesaba contrastar esa realidad con la de un lugar muy cercano, pues viajando 10 o 15 minutos, se podía llegar a Chulec, una ciudad hecha por y para ingenieros norteamericanos que llegaron junto con la empresa y donde había áreas verdes, casas bellas y limpias, el rio cristalino. Lo que me interesa es saltar de esa diferencia local andina a una diferencia también global. Es decir, mencionar lo que sucede en el Perú con lo que le va a suceder a Jesé en Estados Unidos. Porque así como el capital está esparcido en todo el mundo, la pobreza también es cosmopolita. Si tú lees el “Ojo Silva” de Roberto Bolaño, por ejemplo, te das cuenta de que él no te está hablando solo de Chile. El protagonista viaja a México, luego termina en los espacios marginales de la India. Y cuando Bolaño escribe este cuento, la India estaba en medio de ese gran resurgimiento económico y modélico para el mundo. Entonces están las dos caras de la moneda. Por un lado, puedes hablar del gran progreso económico, pero por otro lado también tienes que darte cuenta de que hay otra cara de la moneda. Y ya que hablamos de Bolaño, quien inicia su cuento diciendo: “De la violencia no se escapa”, se podría también decir lo mismo con respecto a la carencia económica que marcará de por vida a los que la sufren: “de la pobreza no se escapa, no se escapa nunca”.

Que en un país tan centralizado, uno de los personajes salte, específicamente el padre, de La Oroya a Chicago no es un elemento menor. ¿Crees que Lima es una ciudad que rechaza más al migrante del interior a comparación de una ciudad en el extranjero?
Decir que sí sería generalizar demasiado. Hay diferentes extranjeros y diferentes ciudades, pero sí podemos decir que Lima es una ciudad que segrega demasiado y estigmatiza y que al mismo tiempo discrimina mucho. Es una ciudad que a me parece muy violenta, muy agresiva. La manera como la gente maneja sus autos lo dice todo. Al mismo tiempo, como lo comenté al inicio, me gusta más narrar los márgenes.
Hay una crueldad sutil y a la vez muy agresiva en la inutilidad y obsolescencia del padre del protagonista. Este factor, crítica a un sistema de periodos cortos y existentes como en el campo laboral por ejemplo. ¿Hay forma de escapar de esta obsolescencia cada vez más marcada? ¿Se puede resistir a esto?

No, no hay forma. No hay un afuera del sistema. Y no lo digo yo. Por otro lado, hay estrategias de escamoteo, dice un pensador francés, Michel de Certeau, quien propone sacarle un poco la vuelta a lo que la sociedad nos impone. Por ejemplo, si vas al trabajo entre 8 y 10 horas, puedes sacar el teléfono de tu bolsillo y entrar a mirar tu Facebook y  Twitter y, de alguna manera, evadir un poco el control. Pero jamás puedes desligarte completamente de él.

En la página 82, Jesé se refiere al libro de Laura diciendo: “El libro que no cambiaría en lo más mínimo la vida de los inmigrantes latinos ni la de sus herederos, pero si la de Laura. Porque con esta publicación sería promovida investigadora y profesora principal del creciente Departamentos de Estudios Latinos.” Muestras cómo el interés por parte de la academia por ciertos temas sociales parte de un mero comportamiento arribista desbocado. ¿Qué tan grave es esta situación entre los académicos latinos en Estados Unidos y cuál es el mayor daño que esto puede provocarle a las ciencias sociales en general?

En primer lugar, creo que no solamente se trata de los académicos latinos en Estados Unidos, sino que es una cuestión generalizada. Es más, así como muchas veces la academia latinoamericana asume teorías occidentales, europeas o norteamericanas, y no solo en ciencias sociales, sino en otras ramas del conocimiento y tratan de adaptarlas, así también quienes ejercen esa adaptación copian esas actitudes de académicos de occidente guiados por la superación profesional que el sistema impone. Construyen conocimiento, pero en algún momento se corre el peligro de que éste no vaya a tener ningún efecto sobre el objeto de estudio. Aquí me burlo de ello porque Laura habla de todos los inmigrantes latinoamericanos que ha entrevistado, pero la vida de los que ha entrevistado no va a cambiar en absoluto y la vida de ella sí, porque va a ser ascendida. Hay un divorcio entre lo que se teoriza y lo que realmente sucede

Una de las cosas que me llama la atención del libro es que aborda de manera lograda los problemas globales y también los inherentes al Ande, en conjunto. ¿Cuáles fueron los principales referentes  literarios al momento de escribir tu novela y qué otros medios fuera del campo literario fueron vitales para la construcción de tu novela?

En cuanto a las referencias literarias, ya mencioné a Scorza. Edmundo Paz Soldán publicó el 2014 un libro que se llama “Iris”, donde aparece un mundo distópico, un planeta en el futuro en el que el capital llega para explotar minas. Lo interesante es que esta novela, de alguna manera, tiene elementos de la cosmovisión andina. Por ejemplo, los irisinos creen en un mito que es muy parecido al Inkarrí andino, donde va a llegar un momento en el que los oprimidos van a estar en la cabeza y los opresores van a perder el poder. Ese libro fue un referente, junto con “Las visiones”, relatos del mismo autor, especie de continuación del universo de Iris. Por otro lado, para la escritura de mi libro hice muchas entrevistas con científicos. Aprendí mucho de ellos. También entrevisté a ex soldados de guerra. Hay muchas instituciones para veteranos de guerra en Estados Unidos. Me puse en contacto con varios de ellos, específicamente latinoamericanos, para que me cuenten sus experiencias y para tener una idea de cuál era la percepción de ellos con respecto a la idea de nacionalidad y la de  servir a un país que no era el suyo.

En tu libro, obvias la migración de México a Estados Unidos y abordas el sufrimiento, la crueldad y a tortura que significa pasar de Centroamérica a México. ¿Cuáles son las posibles consecuencias de opacar temas como este frente a otros, sobre los cuales  es más fácil discutir pues ya tienen visiones establecidas? ¿Cómo lo ves en el tema de la narrativa?

El protagonismo de las tragedias depende de dónde están ocurriendo y lo vemos siempre con los ataques terroristas en Europa o con los problemas en Siria. La cobertura que tiene cada tragedia tiene que ver con dónde ha ocurrido. En ese sentido, cuando uno habla de los ilegales o el gran riesgo que éstos sufren al cruzar “la frontera”, inmediatamente pensamos en la frontera México – Estados Unidos. Y esas pequeñas o grandes tragedias son las que tienen el foco de atención. En ese sentido, yo quiero irme al margen, otra vez. Cuando descubrí que los centroamericanos tenían que sufrir peripecias para cruzar México, y que el trato de los policías mexicanos frente a estos inmigrantes es igual o peor al de la policía americana, me interesó narrar estas historias. Creo que debemos preguntarnos por qué el poder mediático enfatiza más unas tragedias antes que otras.

Tú que has sido crítico literario en prensa escrita y medios virtuales. ¿Cómo percibes el panorama actual  de la misma? ¿Hay lecturas cristalizadas que se reproducen y se replican como si fuera un espejo? ¿Se están abriendo nuevos espacios?

Creo que la crítica literaria sigue el mismo patrón desde hace más de cien años. Sigue habiendo críticos que tienen lecturas honestas del texto, pero son minoría. En la mayoría de los casos los críticos están guiados por intereses particulares o corporativos. En ese sentido, las redes o los blogs permiten voces disidentes. Quizás por ahí podemos rastrear algo positivo. Pero si hablamos de crítica en medios de comunicación, la dinámica sigue siendo la misma, creo yo. Exactamente la misma que en el siglo XIX: críticos unidos a los intereses de sus círculos literarios. Eso no ha variado ni un poco.
 

[Transcripción: Alejandro Alva]

[Entrevista publicada en el portal Punto y Coma ]