"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


martes, 24 de octubre de 2017

Reseña:El castillo de Hayao


Título original: Howl no Ugoku Shiro.2004. Studio Ghibli.119 min.

         Podría llorar de alegría, dice Sophie, la protagonista de “El castillo ambulante”, y no se podría estar más de acuerdo. Las películas de Hayao Miyazaki se contemplan y admiran. Son de una belleza que sobrecoge, al punto que durante los créditos no somos pocos los que terminamos aplaudiendo mientras miramos las letras en japonés como un intento de homenajear y, sobre todo, agradecer a la distancia, espacial y temporal, a quienes hicieron posible ello.

        Y utilizo el verbo contemplar, pero debo añadir emocionar. Porque las películas de este genio japonés lo tocan y hace vibrar a uno. Pasan a formar parte de nuestra vida al punto que somos capaces de recordar, tiempo después, dónde, cómo y con quien las miramos. En qué momento de nuestra vida estábamos la primera, segunda o séptima vez que vimos “El viaje de Chihiro” o “La princesa Mononoke”. Configuran nuestra experiencia, desarmando la incapacidad de nuestros tiempos para poder inquietarnos de verdad. Nos vuelven vulnerables como niños, asombrándonos en todo momento.

         Anotaba lo anterior mentalmente mientras disfrutaba “El castillo ambulante” por primera vez en una sala de cine. Recuerdo la primera vez que la vi: sábado por la madrugada, un DVD, el televisor y la habitación vacía. Nadie más durante dos horas. No me da vergüenza decir que lloré ese día por todo lo que provocaba la película. Y pasaron los días y meses y cuando escuchaba de manera aleatoria algún fragmento de la banda sonora, volvía a sentir la grata presión en el pecho de la primera vez. Pero, aunque parezca una verdad de Perogrullo, nada como disfrutar una película en una sala de cine. Sentado en una butaca y absorto en la proyección al frente. La sensación de que ese es un momento único e irrepetible y que todas las acciones previas te llevaron a eso, y la música de Joe Hisaishi, compañero de mil batallas de Miyazaki que pasa a ser el soundtrack con el que acompañamos a los personajes en su viaje sentimental, sí, pero que se vuelve también tu melodía. Capaz de formar sonrisas y/o lágrimas al evocar el sonido de su piano.

        Nada vuelve a ser igual luego de ser partícipes del cine de Hayao. Paisajes increíbles, monstruos alucinantes, animación de primera, frases impactantes, personajes rebosantes de humanidad, inteligentes alegorías al feminismo y la conservación ambiental, la pureza del amor y la destrucción de la guerra, la magia y el dolor de la realidad, sociedades que se debaten entre las tradiciones y la irrupción de la modernidad, la alegría de estar vivo. Cada obra de Miyazaki significa vivir una experiencia auténtica en el sentido más genuino. Una composición que te recuerda la capacidad de los mejores films de hacerte sentir que fueron hechos para uno, mientras se disuelve el trascurrir del tiempo alrededor. Solo eres tú y el acceso a un mundo único e inigualable. La llave a un castillo fantástico que es la mente de uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. Porque a pesar de no poder definir qué es el arte, podemos afirmar con seguridad que el cine de Miyazaki lo es. Vida en su máxima expresión.

(Texto publicado originalmente en el portal web "Punto y Coma")

lunes, 23 de octubre de 2017

Reseña: “El cuento de la criada” de Margaret Atwood

Salamandra.2017.416 pp. S/.79

         Si solo es un cuento, parece menos espantoso (pág. 207), dice la voz de este libro. Y sin embargo lo es. Concebida en el simbólico 1984 y publicada un año después, es poco probable que cualquier comentario que emita sobre la novela más conocida, traducida y leída de la escritora canadiense Margaret Atwood (Ottawa, 1939) sirva para afectar de cualquier manera su estatus de grandiosa distopía. Una pregunta más válida que cuestionar o no la calidad de este libro es cómo leer dicho libro en esta época,.

          Uno de los aciertos de esta nueva edición de Salamandra (el libro no se hallaba en ninguna librería y recién este mes ha llegado a las estanterías limeñas), es el prólogo de Atwood motivado por la serie de televisión de reciente aparición, galardonada con el Emmy, pero sobre todo por, las nuevas tendencias globales y el paralelo a la década en la que se publicó. Allí nos habla sobre cómo el telón de la Guerra Fría se dejaba sentir en Alemania, con un país dividido a la fuerza y donde campeaba la desconfianza hacia el prójimo, sensación que percibió la escritora al empezar a escribir la novela, mezclando dicha impresión con sus intereses por abordar temas como la injerencia del totalitarismo en el control de los cuerpos femeninos y la planificación social llevada a un extremismo horroroso. Hasta ahí, sólo buenas intenciones. Pero la empresa de Atwood toma cuerpo, como se nota en las páginas de la novela, al preocuparse por construir una atmósfera que recoja dichos elementos atemorizantes y personajes quebrados y llenos de dudas y frustraciones. La protagonista, de la que nunca sabemos su verdadero nombre, es víctima de un régimen obsesionado entre otras cosas con la maternidad, que le arrebata su familia y su identidad. Lo único que se espera de ella es servir de depósito para la recreación de nuevos seres humanos, elemento presente en la misión de cualquier totalitarismo: estimar y crear la servidumbre sobre la cual se ejercerá el poder. Para ello, sigue distintas fases en los que se busca aplacar cualquier deseo o pasión, reprimiéndolos hasta su extinción o la demencia como secuela. Conservadurismo radical que en estas décadas ha mutado en formas que aún hoy no somos capaces de enfrentar de manera efectiva la mayoría de veces.

           Si bien son claras las alegorías bíblicas, la religión es un recurso en El cuento de la criada enfocado en su poder simbólico que sirve como portada de las ambiciones de una tiranía que las usa como medio opresor. Puede ser una facción católica, islámica o de cualquier otra índole. Lo que termina interesando es la estructura que se monta alrededor de dichos elementos para subyugar sociedades enteras bajo oscuras premisas como la negación del libre pensamiento, la anulación del goce corporal, la minimización del ser humano dentro de la comunidad, la desinformación sistemática y la reducción de la atención a detalles que sean síntomas de graves cambios, o la demonización de ciertas minorías sociales. Incluso el no dejar espacios para el humor. El cuento de la criada, sigue siendo al 2017, una novela sobre despojos. Lo que se nos quita y arrebata de manera violenta, destacando entre estos la voluntad y la capacidad de respuesta. De rebelarse y oponerse de manera efectiva. Y que esté narrada como el testimonio de una mujer vejada no es mera casualidad. Un logro de la novela es entregar una historia en la que las mujeres son retratadas de manera humana y no parametrizadas como simples “ángeles” incapaces de sentir y pensar por su cuenta. Son vitales para lo que se nos cuenta y va pasando escena a escena. Feminista en ese sentido , como bien apunta la autora.

        Es un relato que busca una interpelación en un tiempo posterior, y ese es nuestro presente angustiante, donde los temas que he mencionado no han hecho más que crecer. Si la globalización ha logrado hacer algo al respecto, es extender dichas problemáticas que Atwood representó con licencias, hace ya más de treinta años en una novela que sigue vigente más de treinta años después y merece seguir agotándose, pero sobre todo cuestionándonos.

(Texto publicado originalmente en el portal web "Punto y Coma")

[Entrevista] Pedro Morillas: “Nadie paga para ver miseria”



Originario de Trujillo, La Libertad, Pedro Morillas es un empresario de larga experiencia. Sin ir más allá, fundó importantes empresas como Cóndor Travel, reconocido operador turístico, se desempeñó como director de la Sociedad Nacional de Industrias, fue presidente de Canatur y miembro del Consejo Directivo de CONFIEP, entre otros logros. Gran parte de su vida e ideales han quedado registrado en libros como “Raíces del futuro”, “País combi” e “Impunidad S.A. “. En “Punto y Coma”, pudimos conversar sobre el más reciente, “Creando Riqueza: Innovar y disfrutar” (Planeta, 2017)

 Invertir en el sector turismo, la “industria sin chimeneas” por excelencia, durante los años 60 era un riesgo muy distinto al de ahora. Un sector nuevo y muy arriesgado.

Nadie conocía ese sector. Ni yo mismo. Simplemente había escuchado sobre ello con mucha frecuencia y había leído bastante, pero no lo sabía ni lo entendía.

¿Qué tan poco desarrollado estaba el sector turístico como industria a nivel organizacional en la nación?

En los años sesenta, el Perú recibía nada más que cuarenta y cinco mil turistas al año. Si eso lo comparas con los tres millones setecientos mil turistas que hay en este momento, te das cuenta del desarrollo explosivo que hubo. Aunque no tanto, ahora que lo pienso en realidad. Ha pasado mucho tiempo y ese es más o menos el ritmo que tiene el turismo en crecimiento a nivel mundial.

En esa época los hoteles eran solamente de dos estrellas por lo general, según leí en tu libro.

Efectivamente. En esa época solo había hoteles de dos hoteles de cinco estrellas. El Hotel Crillón y el gran Hotel Bolívar

Los que curiosamente terminaron perdieron protagonismo en contraposición a Cóndor Travel

Tienes razón. Bueno, había dos hoteles de cinco estrellas y en este momento hay más de cuarenta en todo el país. No lo había pensado, pero efectivamente desaparecieron del mapa por políticas ineficiente o sufrieron mucho con lo que tuvimos que pasar. Una de dos. Más es lo segundo ah.

Hay una parte en la página 35 donde dices que “mis títulos y mi experiencia profesional no servían nada en este país. Sentía frustración e impotencia”, cuando narras tu estadía en Inglaterra hace décadas.

Para entrar en el turismo internacional tenía que hablar un idioma internacional y nada más internacional que el inglés. Tenía que aprenderlo prácticamente desde cero porque lo que me enseñaron en el colegio era prácticamente nada. Tuve que ir a Inglaterra, y en Inglaterra la pasé muy mal porque el dinero que había llevado era mío, no de mis padres. Eso lo aclaro. Mi dinero que había conseguido trabajando 5 años se acabó prácticamente en España antes, donde estuve un año y medio. Luego fui a Londres para aprender el inglés. Yo había sido Gerente Regional de Cerveza Cristal. Había tenido una carrera meteórica ahí y de repente tenía que hacer lo que sea porque quería aprender inglés. Llamaba por teléfono buscando trabajando y cuando me entrevistaban y conversaban conmigo se daban cuenta de las limitaciones que tenía. Decían: “Ok, lo vamos a volver a llamar”. No me llamaban más y yo me desesperaba porque ya no tenía dinero. Ahí es donde llego a la conclusión que mis títulos y mi experiencia no vale nada. Una ciudad sumamente cara y difícil. Ahí es cómo vi la vida y la trayectoria de una empresa. Volví al piso y trabajé como mozo en un restaurante donde no la pasé muy bien al comienzo

Lo que me parece curioso es que han más de cuatro décadas o cinco de lo que narras y el inglés sigue siendo el idioma universal por antonomasia. El español de por sí se ha vuelto algo que también está creciendo a una velocidad importante, por el tema de las migraciones y un mercado más abierto y unificado por la lengua, incluso más que Europa en ese sentido. ¿Qué perspectivas ve en que el español pueda convertirse en el idioma del futuro?

Yo lo veo difícil porque la gente que está más adelantada en tecnología y en absolutamente cualquier conocimiento moderno, es la que habla inglés. China, por ejemplo, va a ser muy pronto el país donde se va a hablar más inglés que en Inglaterra mismo. Inglaterra tiene 60 millones. En China se estima que son un 25 % de un millón doscientos mil. Una barbaridad. Y tienen un poder de compra muy fuerte. Luego, si vas a cualquier sitio en Europa hablan inglés. El idioma español sí, es muy popular, pero a un nivel más bajo. Es un nivel que no compra mucho.

Una de las marcas esenciales de sus empresas y que usted impregnó fue la confianza, pero ¿cómo vio esa confianza en un país donde las instituciones son precarias?. Un país donde la mayoría de gente acude a INDECOPI y las marcas emblemáticas no se salvan de un debacle. Marcas que han tenido más de cuarenta años y han mentido a sus clientes toda la vida, como es el caso de Gloria o Sublime. ¿Cómo se lograba antes y cómo es ahora, la acción y momento de otorgar confianza?

Inicialmente era duro. Había que enseñar a la gente cómo atender. Sin embargo, el peruano es muy amable y tiene ganas de aprender. Es muy positivo en eso y eso no fue una traba. Posteriormente si se ha convertido en un problema para el desarrollo del Perú. No hay higiene. No hay orden. No hay disciplina. Un turista viaje principalmente para buscar una experiencia agradable y no va a ser agradable encontrar un lugar con suciedad, desorden, miseria. Nadie paga para ver miseria. Entonces, eso es una traba porque nosotros tenemos en el Perú un potencial increíble. Chile, por ejemplo, no tiene ni la mitad de las atracciones que tiene el Perú y sin embargo recibe más pasajeros que nosotros. ¿Por qué? Porque tiene paz, tranquilidad, educación. Los servicios higiénicos son pulcros. Los servicios de transporte son impecables. Tiene una línea de bandera.Esa es la razón por cual ellos crecen a otro ritmo. Cuando empezamos en el turismo, ellos tenían una tercera parte de lo que recibíamos. Si nosotros recibíamos cuarenta y cinco mil o sesenta mil ellos recibían quince o veinte mil pasajeros al año. Igual Ecuador. Es un país muy tranquilo y ordenado. Colombia está ordenándose y avanzando muy bien. Nosotros necesitamos trabajar muchísimo en ordenarnos.

Usted ha publicado el libro “País Combi” en el 2014. Han pasado tres años que no es mucho, pero ¿hubo alguna política pública que lo haya sorprendido ? 

Efectivamente, “País Combi” lo escribí como una clarinada. Como decir: “Mira, así no vamos a ser nunca primer mundo”. Si seguimos con todas estas tonteras que hacemos no vamos a ser nunca primer mundo. El origen de “País Combi” es que un extranjero aquí en el Perú publicó un libro que se llamaba “101 razones para estar orgulloso de ser peruano”. Y yo estaba un día tan molesto por el tráfico que dije: “Voy a escribir algo y va a ser 101 razones para no estar orgullosos de ser peruanos”. Conversé con amigos y me dijeron que la idea es buena, pero el título era malísimo y que nadie te lo iba a comprar (risas). Les digo que lo que quiero es que sea shock. Que la gente se viera en un espejo: “Mira, así somos”. Entonces fui cambiando y anotando lo que veía que hacemos nosotros y que en otros sitios no se hacen. Eso fue lo que produjo “País Combi”.

Luego, entre los dos libros, produje otro que se llama “Impunidad S.A”. Se escribió a raíz de una industria que yo tenía y que producía buses en Trujillo y que se convirtió en la primera empresa autobusera de toda la costa oeste de Sudamérica. Los únicos que lo superaban eran los brasileros. Sin embargo, tenían la corrupción de su parte. En esa época ya habían decidido que hegemónicamente Brasil iba a dominar la política y la economía en Latinoamérica. Entonces, su cancillería “Itamaraty” y su banco de promoción a las exportaciones les facilitaron. Fue algo así como Odebretch y toda esta corrupción que hay ahora. Ahí falsificó a los productores de buses para que demolieran a la competencia que éramos prácticamente nosotros y se quedaran con el mercado que se han quedado. Esto es importante porque lo vas a ver en el origen del libro.

¿En qué año fue su encuentro con Fujimori en Japón?

Fue en el 2005. Me dijo en algún momento: “Voy a regresar al Perú, pero nadie sabe cómo ni cuándo voy a regresar. Ni mi hija ni ella (señalando a su novia). Solo yo lo sé”. Pasaron los meses y luego leo en el periódico que había llegado a Chile. Calculó mal, pero eso es lo que me llevó a escribir sobre la corrupción y el abuso que hubo de parte de INDECOPI, SUNAT. Habló de SUNAT muy bien acá, pero allí habló muy mal.

¿Las barreras para entrar a los mercados turísticos hoy en día son iguales o el contexto es demasiado distinto respecto a cuando usted inició? Lo digo por la presencia de grandes corporaciones.

El contexto es distinto. En este momento la corrupción es más abierta. En esa época era soterrada y no era de la magnitud que es ahora. Esa corrupción la creó Brasil y sus frutos son las constructoras y muchísimas más empresas exportadoras. El problema es que en turismo es más fácil encubrirlo porque la atracción turística de centro más grande que hay en el Perú es Cusco. En Cusco hay gente que ha avanzado una barbaridad en el concepto de servicio al turista. Ahí un lustrador de zapatos te dice “¿te lustro?” en inglés, japonés y en otros idiomas. De la misma manera un mozo. Se han dado cuenta que su economía es básicamente turista y por eso han avanzado más.

Usted también habla de cómo estamos mal a nivel de país y cómo extremos como el chauvinismo o el sentimiento antipatriota, podrían ser dañinos ¿Cuál es su opinión de la “Marca Perú” ya luego de unos años de implementada? ¿Cómo ha beneficiado o ha terminado ocultando algunos males en el sector turismo?

La Marca Perú sí ha avanzado en el mercado y ha ayudado básicamente en turismo. En la industria si no veo que se exporte algún bus de acá o alguna maquinaria. Lo único que se exporta son las materias primas; lo de siempre. Pero tú no le vas a poner al cobre la “Marca Perú”. Entonces se ha limitado solamente al turismo que, dicho sea de paso, es el mayor creador de empleo en el mundo. En una industria tú necesitas invertir cincuenta mil dólares para crear un puesto de trabajo. En cambio, en turismo se necesita cinco mil dólares para crear un puesto de trabajo y tiene un efecto multiplicador de seis a uno. Es decir que, por cada puesto directo de trabajo, se generan seis indirectos. ¿Quiénes son indirectos? Las constructoras que construyen hoteles, carreteras y todo el mundo… Hasta los bancos, los dentistas, médicos. Todo el mundo se beneficia. El efecto multiplicador es muy grande. Eso ha hecho que Cusco en este momento marque una diferencia con el resto del Perú.

¿Crees que en el sector educativo contamos con profesionales adecuados para los sectores de turismo? ¿Crees que hace más egresados en carreras como administración o gestión hotelera? ¿Cree que debemos priorizar más la calidad que la cantidad?

El Perú debería contar antes que nada con un Ministerio de Turismo, no solo un viceministerio como se da en la actualidad, de manera que se posicione al país como un destino cultural único y atractivo. Incluso si esto implica absorber muchas de las funciones del Ministerio de Cultura. Se necesita optimizar la calidad del servicio turístico y es ahí donde deben mejorarse el servicio que se brinda y en el que se forman los jóvenes estudiantes de las escuelas relacionadas a este sector. Creo también, que tal como dije antes, el inglés debe ser ser un tema prioritario y vital en las escuelas y la formación a temprana edad.

Finalmente, ¿qué ha representado el turismo en su vida?

Mi familia y grandes amigos… Nada hubiera podido ser igual sin la presencia de la industria del turismo. Es como una enamorada de toda la vida (risas). Lo que me ha permitido viajar y conocer el mundo entero y viviendo experiencias únicas y sin igual

[Transcripción: Alejandro Alva]

(Texto publicado originalmente en el portal web "Punto y Coma")

Infantil / Reseña: “Mirar más allá” de Rubén Silva y Rocío Espinoza


Ilustraciones de Dipacho. 9 años a +

Ediciones SM, 2017. 86 pp. S/.30


   Mica es una niña alegre y risueña con una sensibilidad conectada de manera estrecha con la naturaleza que la rodea: los cerros, los lagos, el campo. Una forma especial de relacionarse con su padre, Guillermo, y ser felices juntos, hasta que un día desaparece. Los problemas económicos acechan y la única solución parece ser vivir en la ciudad. El futuro se torna desolador y triste describiéndose de la siguiente manera: “Mañana era para ella una palabra vacía, oscura y triste. Pero no lloraba, ya no tenía llanto, solo abrazaba fuerte su manta y cerraba los ojos.” (pág. 11)

      Gabriel, por su parte, es el segundo de tres hermanos, relegado y marginado injustamente por su madre a pesar de tener tan solo diez años. Lidiaba con ello mediante el cariño de su padre, fanático del fútbol y celebrar con las amistades, hasta que la vida de este se quiebra luego de un accidente automovilístico, dedicándose al alcohol y sacando a relucir toda su agresividad y resentimiento. Su familia tendrá que lidiar entonces, incluso su pequeña hermana menor, con este incómoda carga y obstáculo.

      Sucia y gris, la ciudad se torna en un lugar hostil para Mica. El cariño de sus tíos no compensa su nostalgia. Un día sale a pasear con su chanchita China y unos chicos abusivos empiezan a burlarse de ella, por su origen principalmente, hostigándola y persiguiéndola hasta que un niño sale a su rescate: Gabriel. Así nacerá una amistad que luego terminará siendo determinante.

     Acompañada de las ilustraciones de Dipacho, con un estilo que recuerda mucho al de los dibujos animados de Peppa Pig y que conecta bien al evocar una manera infantil de ver lo que nos rodea, “Mirar más allá” es una historia sobre el potencial de los niños para ser agentes de cambios frente a las terribles adversidades que les toca enfrentar. Violencia doméstica, racismo, bullying, incomunicación o alcoholismo parental, son algunos de los males que son abordados por Rubén Silva y Rocío Espinoza. La ludoteca en la que Micaela convive luego de perder un año escolar (curiosamente, uno de los motivos es una huelga de profesores), termina convirtiéndose en un espacio determinante para el desarrollo de su potencial.

     Hay una valoración del trabajo colectivo y social, donde la ayuda mutua es el elemento determinante y el optimismo no es un solo un discurso superficial, basándose más bien en una estructura con cimientos más poderosos y una política replicable en muchos entornos. Luego de leer este libro, serán muchos los niños que podrán identificarse con Mica, pero no tanto como los adultos que terminemos aprendiendo de ella.

(Texto publicado originalmente en el portal web "Punto y Coma" )