"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


lunes, 20 de noviembre de 2017

Reseña: Paterson- Cine, poesía y belleza

Estados Unidos-Francia-Alemania.2016. Duración: 118 min. Dirección y guión: Jim Jarmusch

Un solitario e inocuo chofer de bus de la ciudad de Paterson, Nueva Jersey, recorre el casco urbano de la ciudad sin sobresaltos. Ocho horas diarias, de lunes a viernes, sin cargar un celular. Rutina que se completa con visitas nocturnas al bar, los paseos a su bulldog y las cortas conversaciones con su pareja durante la cena y antes y después de dormir juntos. Paterson, como se llama también nuestro protagonista, solo lleva un cuaderno vacío que llena de rato en rato en rato. ¿Cómo asoma la poesía en ese contexto? ¿Puede hacerlo?

El personaje principal, interpretado de manera magistral por un Adam Driver de carácter impertérrito, no es el típico personaje que escribe pero  que más se esfuerza en parecer angustiado y condenado a un injusto castigo de la sociedad. No. Paterson contempla la ciudad buscando interiorizar cada detalle o sensación, para transformarla en verso.  En un primer momento, podemos concebirlo como un simple adulto que ha llegado a los treinta años con las etiquetas de “conformista” y “mediocre”. Y allí radica el  paradigma que Jarmusch busca derribar escena a escena: Paterson está a gusto con ese ritmo de vida, sin estresarse o consumirse por un molde externo. Y nuestra concepción de “éxito” del hombre actual se ve trastocada.  Su búsqueda vital no pasa por alguna acumulación material o física, sin que esto necesariamente lo lleve a sucumbir a un estado de ser renegado.  Solo quiere vivir las epifanías de los poetas, las de su admirado William Carlos Williams y disfrutar los momentos con los seres que le rodean como ir al cine o sonreír frente a las volátiles ocurrencias de su novia.

El silencio, uno de los componentes vitales de la cinta, solo se ve interrumpido por breves arrebatos de exaltación que no terminan siendo duraderos. Incluso son cercanos a lo humorístico. Ello mezclado con algunos detalles simbólicos como la constante aparición de gemelos o el uso de fósforos (chispa que irrumpe de la quietud para iluminarlo todo) le dan un tono de película asiática, específicamente japonesa, donde lo más sencillo puede convertirse en algo determinante y trascendental.

Hay dos escenas que resaltan en la película que sintetizan la propuesta de Jarmusch. La primera es la del encuentro con la niña que escribe poesía, mostrando dos caras de su creación: la capacidad innata para generar arte, frente a la persecución de lograr lo mismo pero con la sensación de no poder hacerlo acechando a cada instante por no saberse capaz con certeza. Un espejo que se busca evadir siempre pero que tarde o temprano hay que enfrentar. Y la segunda escena,casi al final, es la más fascinante y espléndida que he visto en el cine en mucho tiempo, capaz de mostrar en pocos minutos la intensidad emocional que supone caer, fracasar y luego ascender de nuevo. El proceso más humano de todos sin caer en clichés o superficialidades, cual poema de William Carlos Williams. Paterson es un grandioso homenaje al cine, la poesía y la belleza que puede lograrse a partir del cruce de estas.

(Texto publicado en el portal web "Punto y Coma")


MARY CYBULSKI / WINDOW FRAME FILMS



lunes, 6 de noviembre de 2017

Una foto antes de empezar a envejecer


          “Yo he tenido 20 años y no permito que nadie
venga a decirme que es la edad más hermosa”
                      Paul Nizan

Yo he tenido 24 años y no permito que nadie venga a decirme que es la edad más hermosa. Tener esta edad es jodido en muchos sentidos. Cualquier edad en verdad, pero hoy solo puedo escribir sobre esta.  Recuerdo claramente cuando escribí un texto parecido al que quiero lograr ahora,  cuando tenía 20 años. Había terminado de leer “El extranjero” de Camus y acababa de ver a la chica que solía gustarme con otro chico. Actualmente, no he terminado los 5 libros que comencé hace unas semanas, leí una novela más de Camus que no me atrapó del todo y no tengo  idea sobre qué pasa por la mente de la chica que me gusta.  Entre el 2013, que fue cuando se publicó ese texto, y el día de hoy, acabé dos carreras, perdí un abuelo, tuve dos relaciones sentimentales, me enamoré una vez, perdí la consciencia alcoholizado dos veces, viajé a cuatro regiones, hice una decena de cuentos, comencé una novela, publiqué un sinfín de reseñas, entrevisté y conocí escritores, cambié de trabajo tres veces,  hice amigos, hice amigas, perdí amigos, perdí amigas,  gané enemigos, subí de peso, bajé de peso, leí a Zambra, hice el curso del Banco Central, aprendí a bailar salsa, me volví fan de Los Prisioneros, sufrí, hice sufrir,  presenté autores en un par de ferias del libro, me peleé con mi abuela, me reconcilié con mi abuela, leí a Piglia, me volví fan de Radiohead, descubrí el cine de Miyazaki, leí 350 libros según Goodreads, me hice de mil más, aprendí a conducir, me volví fan de Led Zeppelin, viajé con mi padre, me volví más cercano a mi padre, leí a Barrientos,  hice tres poemas,  me insultaron y elogiaron en redes sociales,  me volví fan de The Smiths, lloré con personas al lado, me acerqué más a mi familia, dejé de leer cómics, leí a Fuguet, y escribí, seguí escribiendo.


En estos últimos meses, cuando converso con gente mayor y cercana a mí, la respuesta sigue un patrón común. Sí, los 25 años es la edad bisagra. De anhelos frustrados, de cambios radicales, de tropiezos y sueños rotos. Cuando dejas de ser considerado tan joven como para equivocarte con facilidad y adquieres la edad suficiente para fracasar con holgura. ¿Algo positivo? Difícil hallarlo sin confundirlo con un alegato de insustancial contenido motivacional. Los miedos y las inseguridades siguen, tal vez más sosegados, pero presentes. Tiene más dinero pero menos tiempo. Este te carcome, te limita, te aprisiona, juega contigo.  Demasiadas expectativas tuyas, de los demás. Las ganas de comerse al mundo se han reducido, pero no desvanecido del todo. Te cuesta más confiar en alguien. Ya no te dejas llevar así nomás. Te planteas más escenarios, decides con detenimiento. Eres más estratégico y frío por momentos.  Desechaste muchos de tus intereses, otros se quedaron. A veces te sientes como los personajes de “Bonsái”, de “Por favor rebobinar”, de “Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer”. O te salvas o no te salvas.  Solo hay dos escenarios. Te sientes más cerca del primero, pero el riesgo está allí. Hay que jugársela, te dices, sino, ¿dónde está la gracia? Vendrán días eternos, días fugaces. Pones la mejilla.  Te deprimirás, llorarás, reirás. La consigna es sobrevivir y registrarlo. Dotar de significado a la experiencia como el epígrafe de “Respiración artificial”. No ahogarse entre tanto ruido y espejismo alienante. Ves a tus amigos y amigas cambiar en paralelo a ti. Algunos se perderán, otros lograrán salvarse. Lo normal es que ya conozcas a los mejores a esta edad. A los que permanecerán. Tal vez viajes y te sientas solo. Y tu mecanismo de defensa seguirá siendo el humor. Reírte de todo, de todos, de ti. Desacralizar de a pocos tanta solemnidad impuesta. Combatir ciertas imposiciones, ridiculizándolas, aterrizándolas, y desvaneciendo su poder. Es tu manera de ser subversivo; insuficiente, pero la única que tienes. Es lo que hay. Mañana te despertarás con 25 años. Seguirás siendo joven, te repites, pero un poco menos que ayer. Hay que sortear los abismos. Todo esto es una mudanza. Una constante mudanza. 

[Entrevista] Mariajosé Fernández-Plenge: "Una imagen es siempre subjetiva"





Mariajosé Fernández-Plenge siguió la carrera de Comunicación y Medios Audiovisuales en Lima pero siempre quizo hacer fotografía por lo que decidió aplicar al International Center of Photography (ICP).Trabajó allí como  Teaching Assistant hasta el día de hoy, que se muda a Madrid para llevar un curso de fotografía y psicología en el EFTI.

En Nueva York ha expuesto en el International Center of Photography y hace unas semanas inauguró su primera muestra individual "This is Not a Cushion" en SoAM (Brooklyn, NY). Fue parte este año del Bushwick Open Studios (22-24 de Septiembre), donde también fue seleccionada para la muestra colectiva "Seeking Space" en Beyond Studios. Pudimos conversar sobre todo ello en la siguiente entrevista.

Revisando tu biografía, un paso importante sin duda en tu trayectoria es tu estadía en el International Center of Photography(ICP). ¿Qué tan decisiva fue esta institución en tu vocación? ¿Qué nuevas perspectivas te permitió explorar?

© Mariajosé Fernández-Plenge. Parte de la serie Small Obsessions, 2016
Muy importante.  Siempre he querido hacer fotografía pero ICP fue muy importante para llegar a donde estoy ahora, y creo que lo será a futuro. Es una comunidad de la que agradezco mucho ser parte, un grupo de fotógrafos y artistas visuales que han sido un gran apoyo en muchos sentidos.
Hice el programa de Fotografía Documental y Fotoperiodismo y en el camino me fui dando cuenta que quería hacer otro tipo de trabajo: me interesaban las ideas más que las noticias. Busqué llevar cursos de otros programas que me dieran herramientas para crear algo diferente. Mi proyecto final, Small Obsessions, terminó siendo de fotografías de objetos, en formato grande (4x5) y a color. El proyecto busca explorar la línea tan delgada que existe entre pensar que estamos obsesionados con algo y tener una obsesión que se convierte una enfermedad diagnosticada (transtorno obsesivo compulsivo, ansiedad generalizada, anorexia, entre otros). Estaba documentando pero no encajaba con el perfil del fotoperiodismo clásico que se hacía en ICP.
Antes de empezar el programa documentaba la vida diaria, muy diferente a lo que terminé haciendo a final de año. Pasé de caminar en la calle con una cámara fotografiando lo que me era instintivo, a estar en un estudio armando un set de iluminación para fotografiar un objeto que no está en movimiento. El opuesto completo.

© Mariajosé Fernández-Plenge. Parte de la serie This is Not a Cushion, 2014
Veo que hay un interés tuyo por tomar elementos de otros campos, como la psicología. ¿Cómo se complementa ello con la fotografía? ¿Cómo impacta en tu proceso creativo?

Me interesa mucho la psicología pero creo que no había tomado consciencia de ello hasta hace dos años. Cuando estuve estudiando pasé por muchos temas antes de elegir el del proyecto final. La mayoría eran periodísticos y venían de alguna noticia que había leído o visto en televisión, pero sentía que no eran auténticos con lo que me interesaba. Finalmente me tocó ser sincera conmigo misma y pensar qué me interesa, y por qué. La respuesta inmediata fue la obsesión, porque creo que yo misma puedo ser una persona muy obsesiva.

Creo que no sólo impactó mi proceso creativo, sino que lo definió. Tuve una idea, investigué sobre el tema, y luego tuve que hacer una propuesta visual que fue lo más difícil. Cuando tuve claras las primeras imágenes fue una gran experiencia conversar con cada persona que formó parte del proyecto.Me acuerdo que cuando recién llegamos a clase el primer día, una profesora nos dijo que los estudiantes del programa de fotografía documental siempre quieren contar historias de otros pero que para eso hay que hablar primero de uno mismo. Tenía razón.

Inauguraste tu primera muestra individual hace poco, llamada, “This is Not a Cushion" en SoAM (Brooklyn, NY) sobre nuestra relación compleja con la memoria. ¿Cuál es tu percepción sobre nuestra capacidad de registrar e interiorizar una experiencia en esta era de la sobreinformación? ¿Llegaremos a estar agotados de memoria y escasos de experiencias?

© Mariajosé Fernández-Plenge. Parte de la serie Small Obsessions, 2016
This is Not a Cushion es un proyecto que hice en un viaje de tres meses, antes de mudarme a Nueva York. Habla sobre la memoria y la percepción. Sobre la memoria, porque son esas imágenes las que recuerdo de ese viaje, y no ya las experiencias en sí. Y sobre la percepción a partir de un estado mental-emocional porque estaba pasando por un momento difícil y como consecuencia el grupo de fotografías que definen esos meses tienen una estética en común: cielos nublados, personajes sin rostro, objetos que hablan. Son escenas de la vida cotidiana a las que decidí apuntar el lente de la cámara en ese momento y que ahora ya no puedo ver, pues ya no siento/pienso igual que en esa época. Es una exploración de cómo a partir de un estado específico vemos el mundo de una forma u otra.
Creo que la información y las imágenes no son memoria, sino más bien en algunos casos – cada vez menos - un instrumento para ayudarnos a recordar. Alguna vez he visto una foto en la que salía sonriendo y he podido recordar que en ese momento no era feliz: sonreí para la fotografía. Una imagen es siempre subjetiva.

Dicho esto, pienso que lo más delicioso es recordar sensaciones. Si una imagen nos ayuda a volver a sentir lo que en ese momento, esa es la que debemos guardar. Cada vez se hace más difícil acercarse al recuerdo pues  hay un esfuerzo constante por mostrar que somos felices, que nos va bien, que nos veíamos bien, que tuvimos logros, y ahí es cuando, creo yo, se pierde mucho.

Este 2017 se cumplieron cien años de la irrupción de Marcel Duchamp en la historia del arte contemporáneo y sus ready-made, haciendo inevitable  pensar en tu proyecto “Small Obsessions” y la relación entre objeto, industria y la experiencia artística. ¿Cómo se mezcla ello con la obsesión? ¿Cómo fue este proceso?
© Mariajosé Fernández-Plenge. Parte de la serie This is Not a Cushion, 2014
Es curioso que me hagas esta pregunta porque Duchamp es un artista que tengo muy presente pero que no tuve como referencia consciente para Small Obsessions. El proceso fue muy diferente, empezando con fotografías de los objetos en su contexto, y poco a poco aislándolos para llegar a una estética casi clínica, sobre ese fondo completamente blanco.

Al contrario de Duchamp no pensé en convertir un objeto en una obra de arte, y mis imágenes no buscan dar un carácter irónico al objeto, sino documentarlo: estas son las pastillas que esta persona toma todas las mañanas, esta es la pinza con la que esta otra hace sangrar sus manos. La cámara de formato grande busca darle peso al objeto, escrutinizar, documentar cada detalle con un negativo más grande como herramienta.

Creo que me es difícil contestar esta pregunta porque no pensé en el arte  cuando hacía este proyecto. Tenía un seminario de edición donde la mayoría de fotógrafos llevaban alrededor de 200 imágenes que había que reducir a la selección final que contara una historia, y yo llegaba a clase con diez negativos a color de objetos.

¿Qué nuevos intereses han surgido en tu búsqueda artística? ¿Qué nuevos retos esperas afrontar?

© Mariajosé Fernández-Plenge. Parte de la serie Small Obsessions, 2016
Este año estoy trabajando con procesos alternativos. Tengo un proyecto en el que sólo voy a usar cianotipos, aún estoy aterrizando en concepto y probando diferentes formatos. Requiere mucha paciencia porque es mi primer cuerpo de  trabajo con este proceso, y también – lo más difícil – es que tengo muchas expectativas.  Es muy diferente a lo que estuve haciendo antes.

Además, estoy trabajando una serie de autoretratos en foto digital y analógica. Para mí mostrarse siempre es mostrar mucho, y cuesta. Es algo que vengo haciendo hace ya dos años, es terapéutico y a la vez doloroso, creo que un aprendizaje constante.Aunque ambas propuestas son visualmente diferentes, lo esencial no cambia: mi trabajo juega con lo que parece ser, pero en realidad no es.