"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


martes, 28 de febrero de 2017

"Los peligros de fumar en la cama” de Mariana Enriquez

Anagrama. 2017. 208 pp.
Santuario   2015 164 pp.


El mayor peligro al acabar de leer este libro es que uno termina pensando que el terror que encierran sus páginas puede ocurrir en nuestra realidad. Doce relatos donde el miedo se materializa en situaciones grotescas e impactantes. Capaces de consternar al lector por la crudeza y frialdad con las que son narradas diversas escenas, evocando los mejores cuentos de terror.

La literatura que emana de este libro no tiene por qué ser marginada tan sólo por el absurdo supuesto de que las historias de terror están bien para ser contadas a los niños de la casa pero no para ser leídas por un adulto. Un buen relato escalofriante es capaz de hacer zozobrar a cualquier lector como lo demostró Poe. Y si de algo se han encargado varios escritores argentinos es de demostrarnos ello, generación tras generación.

Mariana Enriquez pertenece a ese selecto grupo de autores, con el talento de crear atmósferas en las que somos capaces, por ejemplo, de imaginarnos deambulando por las calles de Buenos Aires o Barcelona, alertas por si aparece algún viejo con un carrito o una extraña niña rapada llena de cicatrices. Atmósferas donde también se percibe lo asfixiante que puede ser crecer en una sociedad aún herida por los efectos devastadores de una dictadura como la argentina. Familias cada vez más aisladas de otras y cuyos miembros también se sienten como islas dentro de las mismas. Jóvenes hiriéndose a sí mismos para sentir algo real en sus vidas. Medios de comunicación inmiscuyéndose en las tragedias personales como buitres vigilando su carroña. Muertes que no son más que la trágica señal de su presencia constante alrededor de nosotros. Nadie está a salvo es lo que parece indicarnos Enriquez en sus ficciones.

Sangre, mutilaciones, fantasmas, demonios, cadáveres. Piense en algo que tema. Lo más probable es que esté en este libro.

El desentierro de la Angelita

La protagonista de este cuento dice en algún momento lo siguiente: La primera vez que apareció creí que soñaba y traté de despertarme de la pesadilla; cuando no pude y empecé a entender que era real, grité y lloré y me tapé con las sábanas, los ojos cerrados fuerte y las manos tapando los oídos para no escucharla. Y es que hay secretos que, literalmente, es mejor no desenterrar pues pueden desencadenar una pesadilla de la que no hay forma de despertarse. Una abuela que se aterra cada que llueve pues en cada gota cayendo se esconde el sonido de la furia del pasado. Una niña aburrida que tortura gusanos cortándolos en pedacitos (Me parecía que si picaba bien a la lombriz, como a una cebolla, sin dejar contacto alguno entre los anillos, no iba a poder reconstruirse. Nunca me gustaron los bichos). Un ser deforme y grotesco que irrumpe y atormenta la rutinaria vida de una mujer, que termina por acostumbrarse a ello, concluyendo que al final son algunos de los vivos mucho más temibles que los muertos. ¿Qué secreto se esconde en los cimientos de nuestros hogares?

La virgen de la tosquera

En la vida real, pocas cosas son tan terroríficas como un los celos de una mujer. Y sí es el de varias, es mejor comprar un pasaje de avión y huir lejos, muy lejos. Un grupo de chicas se obsesionan con Diego, un chico que siempre sale con ellos. Pero él parece hacerle caso sólo a Silvia. Ella es la chica que siempre han envidiado. Tiene buen trabajo y siempre sabe más que ellas. Y encima les quita al hombre de sus deseos. Deseos que son incapaces de contener, llevándolas a maquinar peligrosos planes. La oscuridad va apoderándose de ellas, llevándolas al único final posible de sus paseos a la tosquera .

El carrito

Un viejo harapiento llega al barrio empujando un carrito. Súbitamente, se baja los pantalones y se caga así sin más. Algunos reaccionan mal. Gritan, insultan, amenazan. Lo expulsan y este se va. Pero allí sigue el carrito del viejo en medio de la calle. Como una metáfora de lo más execrable a lo que puede llegar una comunidad compuesta por seres incapaces de ver sus propios defectos pero que tienen un ojo clínico para notar los de otros. No tardará en caer una maldición en el barrio que diezmará cualquier atisbo de razón en sus miembros. Pero para ese momento, ya habremos empezado a dudar si lo que daba más asco era la mierda del viejo o los corazones de quienes lo despreciaron.

El aljibe

Ese día el cielo estaba nublado, pero el calor era pesado, como siempre en Corrientes antes de una tormenta. Los secretos más oscuros de una familia son expuestos en este relato. Secretos conectados con males como el egoísmo y la cobardía. Viejos demonios a los que una mujer que toda la vida ha convivido con el miedo debe enfrentarse si quiere dejar de padecer una existencia que es peor que la muerte. La figura de lo fantástico no es más que un soporte para resaltar lo podrido de algunos espíritus.

Rambla Triste

La barbarie circula por Barcelona como un virus que infesta cualquier rezago de civilización. El olor intenso de un pasado que se resiste a ser olvidado y aparece para dar señas de que el terror de sobrevivir en una ciudad puede ser más aplastante que el de muchos libros de ficción. La locura empieza a instalarse como un modo de vida común. (A veces pienso que los locos no son personas, no son reales. Serían como encarnaciones de la locura de la ciudad, válvulas de escape).Las crisis urbanas de nuestros tiempos juntos con males aberrantes como la pedofilia son retratados en esta historia dejando una huella de tristeza difícil de olvidar, mientras no sabemos si los protagonistas de este cuento serán capaces de sobrevivir por más tiempo.

El mirador

Esperaba que cada verano fuera el último, y pasaba cada vez más tiempo en el mirador, adonde apenas llegaba el rumor de los vivos, que ella sabía imitar tan bien, pero no comprendía. Fantasmas, depresión, una chica que recorre la vida como si estuviese  muerta. Es difícil explicar la trama de este cuento sin revelar alguna señal del desenlace, al que somos conducidos por voces que parecen susurrarnos sus penas al oído.

Dónde estás corazón

Perversiones y fetichismos sexuales son narrados aquí sin ningún temor ni tabú que impida a la autora explayarse en la historia de una chica obsesionada con los latidos de un corazón. Una forma de asumir lo cercano de una muerte, para nada normal. La soledad de una obsesión que raya en la locura retratada de una manera más que genial. La entrega completa al goce de una protagonista que podría fácilmente tomar el rostro de cualquier chica que veamos en  la calle. Y un final deliciosamente escalofriante que corona uno de los mejores cuentos de este libro.

Carne

Este relato puede convivir sin ningún temor al lado de Las ménades  de Julio Cortázar. El fanatismo por una estrella de rock  llevado a extremos de cine gore. Dos chicas abandonadas a la sinrazón. Una figura mítica capaz de  conducir a una legión de personas al abismo de la desesperación. Y lo más macabro: los medios de comunicación peleándose por el último vestigio de privacidad de las estrellas de turno.  Carnes es comida. Carne es muerte. Ustedes sabes cuál es el futuro. ¿Suena conocido?

Ni cumpleaños ni bautismo

La obsesión audiovisual de nuestros tiempos sirve para sacar a la luz los más sórdidos instintos seres que se ocultan en la sombra de la ciudad. Seres que han caído en la desmoralización y se dejan llevar por sus perversiones. Voyeurismo, pedofilia, posesiones demoniacas. Todo registrado en una cámara, que enfoca sin atenuantes lo más sucio de los seres humanos y a la que accedemos gracias a Enriquez.

Chicos que faltan

La desaparición ha sido un tema recurrente en la literatura de los países de nuestra región. Las lacras de gobiernos pasados han dejado huellas en sus sociedades enraizadas en su conciencia colectiva. Huella que se deja ver en aspectos cotidianos como la desconfianza hacia el otro y la falta de solidaridad con otros. Y sobre todo en la memoria de quienes vivieron (o sobrevivieron) en dicha época. En este caso, se privilegia la idea de usar los recursos de una ficción fantástica para potenciar las sensaciones de angustia y dolor que provocan la desaparición de un ser querido. En eso piensa uno mientras recorre los párrafos hacia un final desolador que parece pronosticar la desaparición del mundo que conocemos. Y es que cuando se llega a ese límite, cuando no queda más lugar para las almas, empiezan a volver a este mundo. Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo, en realidad.

Los peligros de fumar en la cama

Una atmósfera enrarecida rodea al relato que presta su título al libro. Tóxica, dañina. En sus pocas páginas, somos capaces de comprender que hay dolores incapaces de sobrellevar y que es mejor que nos caiga un cielo de fuego y ceniza a seguir insistiendo en una existencia que sólo causa daño.

Cuando hablábamos con los muertos


Jóvenes transgrediendo  las leyes de lo físico. Un juego de quija como puente que comunica dos mundos paralelos. Los temores y debilidades de la adolescencia. Y un intento por darle voz a los que desaparecieron de nuestras vidas. Un magnífico final para cerrar las páginas de este libro, y sentir que hemos sido testigo de doce actos de una ópera macabra y atrapante.



+Sobre la autora:


Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) es periodis­ta, subeditora del suplemento Radar del diario Pági­na/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de via­jes, perfiles y colecciones de cuento. Su último libro "Las cosas que perdimos en el fuego", ha sido publicado en más de 20 países con un gran éxito de crítica y lectores.

viernes, 24 de febrero de 2017

Entrevista a Rafael Gumucio :"“El discurso correcto de hoy será el discurso terrible de mañana”


Rafael Gumucio (Santiago, Chile, 1970), es un autor que hace tiempo lleva labrándose un lugar destacado en el panorama narrativo chileno. Ha sido autor de libros como La deuda (2009), su celebrada Memorias prematuras (1999) y  Mi abuela Marta Rivas González (2013). Su presencia en el Hay Festival de Arequipa no pasó desapercibida, convirtiéndose en una de las figuras que más atención concentró gracias a su ironía y su inagotable capacidad para conversar sobre cualquier tema.

Presentaste recientemente un libro publicado por Alquimia titulado Contra la Inocencia.

Así es. Es un alegato, como su nombre lo indica, contra la inocencia y la corrección política. Está bastante de moda el tema. Hay textos en contra del animalismo, a favor de la corrupción (rísas), en contra del orgullo gay, el orgullo negro y el orgullo indígena. La verdad estoy tratando de crear un grupo de enemigos muy amplio.

Lo cual es divertido también…

Yo creo que habla de la calidad de un escritor. El discurso correcto de hoy será el discurso terrible de mañana. Yo a veces exagero mi punto de vista, pero suelo ser tolerante con las personas, como cuando alguien que piensa distinto a mí me conversa y yo termino convencido. Creo en la inmensidad del debate.

Tu última novela Milagro en Haití (Literatura Random House, 2015) trata sobre una señora adinerada que viaja al país más miserable de Latinoamérica y se hace una cirugía plástica. Esto suena medio absurdo, pero también refleja el extremo y la desigualdad que hay en nuestra región. ¿Cuál es tu visión política-literaria de este tema?

Yo no lo pensé así porque creo que los escritores que piensan, así como “voy a constrastar el país más pobre con el país más rico o más correcto que es Chile” son patéticos, pero resultó siendo una historia muy grande. Mi madre se hizo una operación similar. Ella no terminó de manera tan loca como en la novela pero parecida, digamos. Lo que quise reflejar son dos formas de entender un poco, esta especie de pobreza con una enorme dignidad de la que los haitianos hacen gala y esa especie de prosperidad sin ninguna dignidad de la que los chilenos nos enorgullecemos. En Chile hemos perdido total sentido de la dignidad o de la honra y somos una comunidad disgregada e imposible. En Haití es todo lo contrario. Es una comunidad posible. Entonces, el contraste funciona porque creo que demuestra la personalidad de ambos países. Además, en el medio de estas dos comunidades (Chile y Haití) está todo este continente.

En el libro abordas temas sociales muy importantes con mucha irreverencia e incorreción política. ¿Cómo ves esto en Chile? ¿Ha evolucionado en los últimos años o algunos temas siguen siendo susceptibles de ser abordados así?

No. En Chile existe la idea que desacralizar es equivalente a destrozar y morder.Si yo estoy hablando contigo, la única forma de hacerte ver mi punto sería destrozarte a ti y no tu idea. Hay una cierta ironía y parodia en Chile que es el insulto, el grito y el pataleo. Pero en el fondo sigue siendo una sociedad sacralizadora
Hablaba con Margo Glantz hasta qué punto el chileno lleva a Pinochet adentro, incluso los que detestamos a Pinochet y fuimos víctimas de él. Este personaje socarrón que espera la debilidad del otro para usarla en su provecho. Que nunca tiene ideas propias y termina siendo un discjockey de la idea. Un personaje autoritario y algo tímido. Nosotros tenemos el privilegio de tener dictadores que no tienen estilo ni gracia.

Siempre se habla de Chile como la “niña bonita” de la economía latinoamericana ¿Cuánto de ello es real y cuánto fue solamente parte de un discurso superficial que se vendió solo a algunos?

La desigualdad es gigantesca y sus mejoras han sido marginalmente muy pocas. Aunque claro, la pobreza en Chile es un recuerdo del pasado. Ya no existe esa pobreza como cuando llegue de Paris a Chile a los 14 años. Así que sí … es verdad y es mentira. Pero tiene una serie de efectos secundarios como  la economía neoliberal que tiene que ver con la desconfianza, con la falta de participación política, con la falta de lugares donde conversar y erradicar ese estado de vegetación permanente sin motivo, que evidentemente es llamativo. Se ve que lo que termina ocurriendo es que la gente no está contenta con el sistema neoliberal. La gente tiene anhelos y nostalgia por un sistema estatista pero ya no es capaz de vivir en él. Nosotros sabemos que la salud privada o la educación privada no funciona, pero si volviera la educación pública o la salud pública no seríamos capaces de soportarlo. No tendríamos la paciencia de estar en una cola o estar en un colegio donde todos valen lo mismo. Lo digo yo mismo, porque siempre quiero ganar o estar primero en la fila o nunca digo “gracias” o “por favor”.

Aquí también es cada vez más común toparnos con ese  “individuo neoliberal” que mencionas.

Sí, yo cuando viajo a algún país de América Latina debo de hacer un esfuerzo, lo cual agradezco mucho porque creo que me mejora como persona. Decirle a la persona: “Hola, ¿Cómo está usted?”. Eso en Chile no se da. Entonces el experimentó funcionó pero sus defectos son incalculables. Yo veo que ustedes están a la mitad del experimento y en esa mitad todo se ve muy bien. Es como los regímenes para adelgazar: el primer tiempo adelgazas muchísimo, te ves muy guapo y te va muy bien, pero después llega el efecto rebote cuando llega una torta y te la comes entera. Eso pasó en Chile. Cuando uno iba a Chile en el año 90 a comienzos del 2000 era imposible pensar que este país había sido el mismo de la Unión Popular, el mismo de Allende, pero ahora último fue increíble ver la cantidad de “viudas” que tenía Fidel Castro, por ejemplo.

Tú tienes lectores en Chile y en España principalmente. Por ejemplo “La Deuda” se leyó distinto en ambos países. ¿Cuál es el rasgo que te llama la atención de tus lectores chilenos y foráneos?

En España fue leído como lo que es: una novela. También fue leído como un reflejo de algo que está pasando en España. Pero un reflejo que tenía la ventaja de no pasar de ahí. Tengo entendido que ahora están haciendo una serie de televisión de “La Deuda” en España. Me parece que para ellos es un reflejo de su historia, de  la transición española. El momento en que la izquierda y sus intelectuales entraron en el mercado y cómo lo hicieron a pesar de haber estado entrampados.
En cambio, yo creo que en Chile prevaleció la sospecha de si el autor es parte de lo que habla. Que cómo se le puede ocurrir criticar de una manera tan dura y tan despiadada sobre un tema donde están todos sus amigos involucrados. Yo perdí mi tiempo tratando de explicar que una cosa soy yo viviendo en este mundo, al cual no tengo interés de dejar y otra cosa soy yo como escritor  cuando observo y puedo mirar con dureza y con verdad ese mundo. También pasó una cosa que es que yo aposté por el estilo de la novela realista, decimonónicam con sus clases y complejidades.

Me parece que hay un viraje a nivel latinoamericano a la novela asociada a un terreno más íntimo pero no menos político. ¿Cómo ves este fenómeno?

Creo que me adelanté mucho. Con “La Deuda” escribí una novela sociopolítica sobre los problemas y complejidades de las clases sociales en Chile que también existen en el Perú. Pero en el caso peruano es más simple digamos. Está en el elemento racial que hace que todo sea más claro. En Chile eso está fuera del discurso oficial. Por ejemplo, tú no puedes decirle a alguien que tiene un apellido mapuche y hacerle ver la diferencia con la gente que tiene apellidos “normales” y comunes como Gonzales o López. Y puede ser que en una misma familia un niño salga rubio y otro salga moreno, y el rubio va a tener otro destino que el moreno pero no lo saben. La novela hablaba de eso y sentí que no colaba.

Hablaba con Margo Glantz sobre el daño que puede causar “lo políticamente correcto” a la literatura, a las artes y las ideas. ¿Cómo se da esto en Chile? En el caso de la narrativa sobre la época de la dictadura, ¿Qué nuevo puede aportar?

Bueno, todo el mundo es libre de escribir de lo que le obsesiona. Siempre es terrible cuando alguien decide escribir algo que no le obsesiona. La dictadura chilena no fue demasiado larga, pero inculcó el miedo en todas las capas de la sociedad. Yo creo que cuando se lee a José Donoso, Jorge Edwards o a los grandes clásicos como Joaquín Vallejo, uno se da cuenta que la dictadura solo logró cristalizar algo que siempre existió profundamente en la sociedad chilena. Entonces no es azaroso que todavía sea un tema porque de alguna forma la dictadura es una gran metáfora. Por ejemplo, el sistema de castas y clases chileno fue perfectamente avalado por la dictadura. También marcó fenómenos como el apoyo a gente de izquierda que estuvo en contra de la dictadura en su mayoría, a la que sin embargo reclamó a cambio una cuota de poder y vigilancia muy fuerte. Entonces, nosotros vivíamos en una época de total control militar, militante por un lado y religioso por otro. Podías ser de oposición como mi familia, pero siempre estaba presente el partido. Y ahora lo vi con la muerte de Fidel. Un país donde la muerte de Fidel fue más impactante e importante por la cantidad de viudos y viudas que emergieron tras ello.

Las redes sociales. Muchos las ven como una amenaza, como parte del día a día, como un fenómeno que está para quedarse, una banalización del discurso, etc.  Tú tienes más de 135,000 seguidores en Twitter. ¿Cuál es tu visión?

Es todo eso, pero no puedo resistirlo. No sé si podría vivir sin ello. Caí redondo. Es como una amplificación del mundo. Una aceleración. Nada de lo que hay en las redes son de las redes. Es muy raro lo que está pasando porque vivimos una aceleración de la vida. Se vive más años y de manera más intensa. Eso de alguna forma debe producir un resquebrajamiento en la máquina humana. En la máquina o aparato que somos. Estábamos programados para una cantidad de años y para una cantidad de intensidad. ¿Cómo podemos vivir cien años cuando todos los días tienes seis vidas? Yo mismo soy el ejemplo vivo de eso. Tengo siete trabajos: hago radio, trabajo en la universidad, escribo. Hago cosas que son para seis o siete vidas y tengo una expectativa de vida de cien años con lo cual podría decir de manera racional “los primeros veinte años voy a hacer entrevistas,los segundos veinte años voy a escribir novelas y después los otros años voy a dedicarme a otra cosa. Pero no. He decidido vivir como si voy a morir mañana lo que es absurdo. ¿Por qué publicar una novela cada uno o dos años?

Mi última pregunta. Eres docente de la UDP. ¿Qué es lo que te apasiona de enseñar y cómo ves la relación de las nuevas generaciones con su vocación?

Bueno me gusta escucharme hablar (risas). Me gusta porque hay una diferencia de lenguaje muy fuerte. También en lo que entendemos por cultura lo cual es complejo de entender a veces. La vez pasada le pregunté a uno de mis alumnos de dónde era Borges y me respondió que era “casi colombiano”.  Yo le dije que “Casi Colombia” no existía (risas). No estaba pidiendo que lo leyeran, sólo ese dato. Y eso crece. Se hace cada vez más difícil tener un lenguaje común. Hay muchas cosas que los jóvenes no saben. Por ejemplo, algunos creían que poner un like o no poner un like, es lo mismo que votar. Algunos creían que habían votado por Trump o por Clinton, y cuando vieron los resultados decían “¡Pero si yo he estado toda la tarde frente a la computadora!”(risas). Creen que las elecciones es una competencia de opinión. Lo que importa en ellas al final es tu voto, no tu opinión.

(Entrevista publicada originalmente en el portal web "Punto y Coma")