"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


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lunes, 5 de agosto de 2024

[Entrevista] Patricio Pron: “La literatura sirve para mezclar las cosas y verlas de otra manera”

Uno de los principales invitados internacionales de la FIL Lima 2024 fue el escritor argentino Patricio Pron (Rosario, 1975), autor de seis libros de relatos, entre los que destacan El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (2010), La vida interior de las plantas de interior (2013) y Lo que está y no se usa nos fulminará (2018); también de siete novelas, entre ellas No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (2016) y Mañana tendremos otros nombres (2019), así como de los ensayos El libro tachado: prácticas de la negación y del silencio en la crisis de la literatura (2014) y No, no pienses en un conejo blanco: literatura, dinero, tiempo, influencia, falsificación, crítica, futuro (2022). Su trabajo ha sido premiado en numerosas ocasiones. En 2010 la revista inglesa Granta lo escogió como uno de los veintidós mejores escritores en español de su generación. Sus últimos libros publicados son La naturaleza secreta de las cosas de este mundo (2023) y la reedición de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2024), amas por Anagrama.

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P. ¿Es tu primera visita a Perú?

R. Es la primera vez que vengo. Como para el resto de argentinos, Lima es para mí casi un mito, por lo que me siento muy afortunado.

P. Antes de abordar tus libros, quería consultarte sobre algunos artículos que has publicado. En especial  por  ‘Yo estoy sufriendo, y seguramente tú también’[1], donde reflexionas sobre las denominadas ‘narrativas del trauma’, afirmando que  nuestro deseo de comprender las cosas está conectado con nuestra necesidad de ficción y de consuelo. ¿Por qué desde la ficción se puede comprender mejor este? ¿se debe a que sea más efectiva que las ciencias sociales o una falla de estas?

R. No han fallado, desde luego. Necesitamos tanto de la filosofía, la sociología, como también de las ciencias duras para comprender el presente. Todas ellas ofrecen una visión incompleta de la realidad si no las combinamos o si no las conjugamos con el ejercicio de creatividad que es la ficción y la literatura.

En términos generales, las ciencias y las disciplinas que mencionaba son buenas para abordar el presente, así como la ficción es la que nos dice lo que puede ser. Y en este momento histórico necesitamos ambas cosas, no solamente comprender el mundo que nos rodea sino también postular otro, a pesar de los enormes desafíos que enfrentamos. Es decir, hacer dialogar y completar otras disciplinas. La literatura no solamente es literatura, sino siempre está vinculada con otras cosas, con sociología, filosofía, etc. La literatura sirve para mezclar las cosas y, al mezclarlas, verlas de otra manera.

 

P: ¿Cómo es tu proceso de la escritura de ficción y no ficción?

R. Es un proceso muy intuitivo. Yo parto de una pregunta y es posible que, en virtud de la pregunta, a raíz del modo en que esta es formulada, el modo que tenga de responderla vaya más por el lado de la ficción.

Las preguntas son esencialmente las mismas y no las distingo si se trata de ficción o no ficción, sino de un proceso orgánico. Lo que voy escribiendo deriva hacia un lugar o hacia otro. Se trata de categorías que pueden y deben estar muy claras para quien lee los textos, pero no necesariamente para quien escribe.

En América Latina hay la tradición de autores que han pasado de la ficción a la no ficción. En España no te encuentras con ese cruce de fronteras. En mi caso, es algo que se desarrolla a lo largo del proceso de escritura.

 

P. Hace poco vi que posteaste que habías leído ‘Introducción general a la crítica de mí mismo. Conversaciones de Ricardo Piglia con Horacio Tarcus’[2], publicado por Siglo XXI, comentando que ese libro complementaba de alguna manera sus diarios. ¿Qué es aquello que más te sorprendió en línea con lo que comentabas sobre los cruces de la ficción y no ficción?

 

R. Piglia es uno de los autores más importantes en mi formación, teniendo la fortuna de conocerlo poco antes de que falleciera y que me tratase como un par. Es muy emocionante cuando los autores te tratan así, como si pertenecieses a su vida. Él fue uno de los autores más inteligentes de la literatura argentina, la cual es una muy cerebral, a diferencia de otras literaturas, con autores finísimos como pensadores. Esto se vincula con el hecho de que el pulso vanguardista en Argentina se volcó gracias a la influencia de Borges en el cruce de ficción y no ficción.

A diferencia del caso peruano donde el impulso vanguardista fue hacia la poesía, en el caso de la Argentina fue hacia el ensayo, en el cruce de la ficción y no ficción, y Piglia fue un maestro de eso. En este libro que mencionas, Piglia contó lo que no contó en sus los ‘Diarios de Emilio Renzi’, que más bien ofrecía el espectáculo de Piglia leyendo a Piglia.

En esta conversación con Horacio cuenta todo lo no contó en sus diarios: su activismo político, sus vínculos con organizaciones políticas de vanguardia, los años sesenta, setenta. Tiempos que fueron muy interesantes, pero a la vez muy trágicos, atravesados por golpes de estado, por asesinatos políticos, etc.

Y luego me pareció interesante lo que dice de Walsh, de quien señala que se puso a escribir no ficción no por un impulso político, sino por percibir que lo que nos estaban contando, estaba mal contado. Lo que hizo que Walsh escriba no ficción (Operación Masacre, etc.) no fue inicialmente una idea política, aunque condujo a la trasformación política de Walsh, sino que fue un impulso de escritor (“esto está mal contado”), y que tiene que ver con esto que hablábamos hace un momento: hacer preguntas y cruzar los límites de la no-ficción y ficción para tratar de responder. Por ejemplo, los lectores de mis libros dicen que hay mucho ensayismo en mis novelas. No es algo intencionado, pero es algo que me gusta.

P: Uno tus cuentos que más me gusta es ‘Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido’, que me recuerda a Copi en la propuesta de esbozar revés de la idea de progreso humano, como una sombra de la evolución. ¿Cómo crees que conversa la literatura con el progreso?¿Cómo fue esta última experiencia que tuviste enfrentándote a ChatGPT[3]?

R. Me alegra que menciones ese cuento, puesto que está estrechamente relacionado con la obra de otra gran escritora argentina que es Graciela Speranza, siendo casi una respuesta a la escritura de esta magnífica ensayista, y una forma de responder a la pregunta de cómo contar una historia del presente a través de un objeto aparentemente irrelevante, uno de los objetos sin ninguna importancia,  que las personas utilizan sin pensar en ello, pero que sin embargo, precisamente por su carácter transitorio, puede permitirnos recordar la historia de la Humanidad y ver qué nos conecta con todos.

Cuando escribes acerca del régimen económico y político en el que vivimos, a menudo tiendes a hacerlo hablando de grandes estructuras que involucra grandes cantidades de personas, y si bien este ejercicio es legítimo, parece que impide recordarnos que estas fuerzas políticas y económicas que operan sobre nosotros son partes de vidas individuales. Ese cuento es un intento de proponer una manera de contar que sea distinta de la forma habitual de hacerlo.

En cuanto a la idea de progreso, hay dos formas de concebir la historia: como una trayectoria lineal que avanza hacia una especie de resolución, y otra versión de la historia como algo cíclico, que es parte de los mitos antiguos, de la historia de las religiones, etc. Desde aproximadamente el surgimiento del cristianismo, hemos tenido una idea del tiempo lineal y progresista. Avanzamos hacia una especie de lugar, que para algunos es el triunfo de la técnica y para otros es la revolución, el progreso económico, y para personas religiosas, el Apocalipsis incluso, la segunda venida de Jesús, el fin de los tiempos.

La forma lineal es la dominante en Occidente, y sin embargo una y otra vez comprobamos que caminamos en círculos. Las sociedades latinoamericanas han hecho enormes progresos en los últimos años, pero esos progresos no están garantizados. Los derechos para las mujeres, para las minorías, para los más desfavorecidos de la sociedad, el derecho a una vivienda digna, a transporte, a salud, son derechos dificultosamente adquiridos y por ello más fácil de perderlos, como pone de manifiesto el caso argentino. Más que hablar de una progresión, creo que de lo que debemos hablar es de avances y retrocesos continuados de la historia de la vida que son la historia de las sociedades de la que formamos parte.

Yo no veo ningún tipo de progreso en las nuevas tecnologías. Tienen algunas ventajas, pero también enormes desventajas y problemas que producen. Paul Virilio, ensayista francés, decía que cada nueva tecnología genera un nuevo accidente. La invención del tren es la invención del accidente ferroviario. La invención del teléfono es la creación de la caída de las líneas que impiden comunicarnos. La aparición del internet crea sus propios accidentes: tanto el crecimiento de los discursos de odio, o circunstancias como la de hace poco (la caída mundial de Microsoft) que hace que caiga toldo el sistema. Esos accidentes vienen unidos, son partes intrínsecas de nuevas tecnologías que se nos presentan como soluciones. Donde algunas personas nos quieren hacer ver soluciones, yo solo veo problemas.

Así que ya ves, no tengo una idea progresista de la historia, lo que no quita que sea una persona más o menos optimista. Sobre Chat GPT, los amigos de la UNED, me propusieron esta especie de partida de ajedrez entre Chat GPT y yo, en las que ambos produjimos sesenta textos a partir de unas consignas, y esos textos fueron evaluados por un puñado de especialistas. Afortunadamente los especialistas valoraron más mi trabajo que los de Chat GPT, pero no quiere decir que la humanidad haya ganado, sino que los expertos aún son capaces de diferenciar entre la escritura humana y la escritura maquínica. La pregunta es si la gente puede diferenciarlo igualmente que los expertos. Mi respuesta es que no, que estamos rodeados de comunicaciones producidas por máquinas (en redes sociales), y de un pensamiento maquínico que afecta a personas que son incapaces de desarrollar una contradicción o un pensamiento complejo.

En ese contexto la literatura adquiere un lugar especial, una forma de resistencia. Supongo que, con el tiempo, no dentro de mucho, pero en algún momento, uno más o menos mediato, la diferencia principal entre unas y otras personas será su capacidad de comprensión de la comunicación (tanto escrita como verbal). Entonces quizá los que leemos tengamos en ese sentido una pequeña ventaja, al tiempo que un montón de problemas, pues comunicarte con personas que no son capaces de comprender lo que dices es particularmente difícil. No son buenos tiempos, pero tampoco parecen ser mejorables. En esas estamos.

 

P. Muy interesante tu respuesta porque conversa mucho con tu última novela en la que se parte de la idea de que el desastre está aquí, en el presente, y se conecta con tu propuesta acerca de la posibilidad de pensar un mundo mejor.

 

R. Creo que pensarlo es necesario y es una de las grandes tareas políticas que tenemos por delante, pero también llevarlo a cabo, que es una tarea mayor a la de imaginarla. Afortunadamente tenemos todos los recursos como sociedad: la capacidad de diálogo, establecer acuerdos, de un enorme ejercicio de imaginación colectiva, etc. Recursos al que algunas personas vamos a contribuir de una manera u otra. Unos escribiendo libros y otros atendiendo un hospital público, creo que todos somos parte de algo que nos concierne.

Ahora yo haría mías las palabras de Gramsci que dijo que "soy optimista de la voluntad y pesimista de la razón". Tenemos que ser consciente de los desafíos a los que nos enfrentamos. En materia incluso de comunicación literaria, tenemos que tener el optimismo de la voluntad. Nos jugamos varias cosas y creo que cada pequeño espacio que conseguimos, hay que defender y preservar: conversaciones que tengo contigo, con los amigos de Lima, las conversaciones que se produce con mis libros, donde no estoy, pero se hace a partir de ellos, esos lugares tienen que ser preservados y defendidos, nadie más lo va a hacer. Tenemos que hacerlo.

 

P. Hace poco ha salido una edición corregida y aumentada sobre El espíritu de mis padres sigue subiendo bajo la lluvia, ¿cómo ha sido esa conversación con ese texto que ha sido publicado hace más de diez años?

 

R. Para mí es otro libro, pero lo hubiese sido incluso aunque no hubiese cambiado una coma, porque ha sido leído en circunstancias distintas por lectores diferentes. Cada nueva publicación de un libro supone la transformación de ese libro en un libro diferente. El ejercicio de la relectura lo convierte en un libro diferente, pues si lees un libro que ya has leído verás que lo lees de una manera distinta. Lo mismo con los subrayados, donde muchas veces descubres que subrayaste lo menos importante. Es tal vez la prueba de que tengo algunas capacidades como lector y autor que no tenía en el pasado. Esto es esperanzador, ojalá que siga, pero también afecta a lo que yo mismo escribo.

Cuando comencé a corregir el libro, pensé que solo iba a cambiar los adverbios, corregir un par de errores, y no, cuando me metí a ello descubrí que lo podía hacer mejor, que podía hacerlo con una sintaxis distinta, un texto más contundente, más eficaz. Tenía la impresión de que sabía qué es lo que había querido decir, que ahora podía decirlo mejor. Creo que es un libro mejor ahora, además incluye cincuenta fotografías nuevas. Creo que en ese momento pensé en la posibilidad de incluir fotografías y no sé por qué no lo hice.

Yo quería que los lectores que han leído el libro tengan la posibilidad de que lean qué imágenes estaban en mi cabeza cuando estaba escribiendo la novela, que tengan acceso a una dimensión a la que no tienen acceso. Es también una forma de exponerme porque nunca había publicado un libro con fotografías mías. Y como te expones, te sientes empoderado, pero al mismo tiempo profundamente ridículo, es como bailar en una discoteca. Pero tenía que bailar sobre una discoteca. Creo que el libro es mejor ahora, incluyendo el epílogo. El caso policíaco tuvo desarrollo después de la novela, así que también está incorporado en la novela.

Es posible que acabe haciéndolo con los otros libros que Anagrama irá publicando o rescatando poco a poco, pero no lo sé. En este momento me interesa más lo que vaya a hacer a continuación. De eso es más difícil hablar siempre.

P. Cuando vi la edición aumentada/corregida que hiciste, lo percibí como un ejercicio parecido al de Fresán con Mantra o al de Bellatin con Salón de Belleza.

P: No leí la nueva edición de Bellatin, pero sí los libros de Fresán, y sus reediciones. Rodrigo es expansivo, tendiendo a ampliar sus textos. Pero creo que en este caso yo reduje. No ha habido cortes sustanciales, no hay nada que haya quedado fuera que fuera realmente relevante. Fue un ejercicio de ir a lo esencial del libro.

Supongo que son rasgos del carácter que nos diferencian a Fresán y a mí, haciendo que la expansión para él sea fácil. Son formas distintas de enfrentarse a los textos que uno ha escrito. En ambos casos, sin embargo, diría yo, tal vez lo que nos una, sea la idea de que estamos en movimiento, de que no nos hemos quedado en ningún lugar, de que estamos creando y lo estamos haciendo con el mismo talento (ojalá) y con la misma convicción con la que comenzamos a hacerlo. Alguien me preguntaba recientemente en una entrevista para un periódico mexicano si consideraba el Premio Alfaguara la cumbre de mi carrera. Y era una pregunta, supongo, pertinente desde el punto de vista del entrevistador, pero para mí completamente desconcertante. Lo que hice en el pasado no me interesa demasiado, me interesa lo que hago en el presente. Y de esta manera quisiera responder tu pregunta anterior. El pasado está aquí en el presente, el futuro es lo que haremos en el presente. Es el resultado de lo que hacemos en el presente. Y en este breve instante desde la perspectiva de este breve instante, el pasado y el futuro se ven de manera particulares.

Cuando yo decidí reescribir El espíritu de mis padres… lo que hice fue traer un libro al presente. Hubiese sido fácil dejarlo en el pasado, decir esta es una pieza de mi museo particular, hay escritores que se dedican a crear un museo particular, pero para mí lo más importante es estar en movimiento, y permanecer emocional e intelectualmente vivo.

P. Antes de despedirnos, te quería consultar por algún libro, disco o película que quieras recomendarnos.

R: Cuando escuchas mucha música o ves muchos films o lees muchos libros, te sucede que cuando te preguntan estas cosas te quedas en blanco. Las personas que han leído poco tienen en la punta de la lengua los diez libros más importantes de la historia de la Humanidad (risas). Pero déjame pensar un segundo. Hay un disco al que yo regreso con cierta frecuencia, lo estaba escuchando cuando venía de camino a Lima. Su autor es un gran baterista de jazz y rock llamado Pomo. Tiene dos discos: Pomo Primario, Pomo Binario. Son maravillosos. A quien quiera que le interese estas músicas, le gustará. Charly García, Cerati y Fito Páez construyeron sobre algo, sobre cimientos sólidos de un productor como Spinetta. Pomo fue el baterista de una de las mejores bandas de Spinetta: Invisible. Ver cómo ese músico continuó creando y superando sus estándares es algo que todos deberían disfrutar. Esa es mi recomendación.



Apoyo en la transcripción: Erick Abanto

jueves, 21 de diciembre de 2023

[Entrevista] Gabriel Mamani: “El fútbol es una pasión que sirve para entrever ciertos nacionalismos prestados”

Gabriel Mamani Magne (La Paz,1987) es uno de los nuevos narradores destacados de Bolivia, ganador del Premio Nacional de Novela 2019 con Seúl, São Paulo, novela editada por Dum Dum (donde también publicó El rehén) y por Periférica en España.

La juventud y sus inseguridades, la construcción de la identidad en un ambiente hostil, los contrastes intrafamiliares, las referencias culturales pop del extranjero se encuentran en Seúl, São Paulo e influyen en el accionar de sus personajes. Sobre estos aspectos conversamos durante su paso por la 44° Feria del Libro Ricardo Palma en Lima.

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P. “(...) pero también algo que me repugna: dicen que uno entra al cuartel siendo niño y sale hecho un hombre; yo creo que uno entra siendo humano y sale convertido en animal de carga” se dice en la novela sobre la vida militar. ¿Cómo percibes que se mantienen los valores de la institución militar en el imaginario actual? 

R. Creo que Latinoamérica tiene una vocación caudillista-militar fuerte. Digo esto tanto por la historia de consecutivos golpes de Estado como por la admiración a líderes déspotas, al tipo que grita alto, el mandón. Es así que, al menos en Bolivia, las fuerzas armadas, según mi visión, constituyen un lugar de ebullición de violencias donde el autoritarismo se junta con el racismo y clasismo. Históricamente, los altos mandos en Bolivia han sido ocupados por personas de la élite. Por otra parte, los puestos más bajos, los de los conscriptos, son ocupados por personas, sobre todo, del área rural o barrios marginales de las ciudades principales. Las Fuerzas Armadas son el lugar donde determinados sujetos entienden cuál es su lugar en el mundo: el del que manda o el del que obedece. Todo eso se hace extensivo a la vida civil, donde las prácticas autoritarias son algo del día a día.




P. Uno de los ejes que rodea gran parte de las escenas, ya sea como afición y práctica, es el fútbol. Está presente, por ejemplo, como un elemento que moldea las emociones de los personajes. ¿Cómo sientes que es la relación con el fútbol en países (como los nuestros) que suelen ser inferiores “en la tabla”? ¿Cómo estas referencias forjan la educación sentimental de tus personajes masculinos?

R. El fútbol educa sentimentalmente de muchas formas. Te predispone a la derrota o te hace interpretar la victoria de una forma u otra. Siempre digo que mi generación es una generación triste porque nunca vio a su selección jugar un mundial. Por supuesto que todo esto también tiene su correlato en lo geopolítico y las propias relaciones entre las idiosincrasias de diferentes países (agarrá a un argentino y a un salvadoreño y analizá cuál anda con la moral más alta). Pero también veo una belleza tímida en la forma en la que países como Bolivia entienden el fútbol. El gol de la verde se grita de forma diferente, con una garganta poco acostumbrada y, por ende, más apasionada. En mis personajes, en especial en Seúl, Sao Paulo, el fútbol es una pasión que también sirve para entrever ciertos nacionalismos prestados, como ocurre con los personajes bolivianos que apoyan a Brasil o Argentina. Ser hincha postizo devela un montón de cuestiones internas de una sociedad.


P. El k-pop, tendencia a la que se adhiere Tayson, destaca entre otras características por reflejar un nuevo modelo de masculinidad en el que prevalece cierta androginia estética. ¿A qué piensas que se debe su popularidad entre los jóvenes? ¿Cómo se muestra este conflicto en tu novela?

R. Agarré el tema del k-pop porque su sola presencia irrumpe con la hegemonía anglo en el ámbito musical. Yo crecí pensando que todo lo que realmente valía la pena estaba en inglés. Entonces, a inicios de la década pasada, descubrí a jóvenes bailando música coreana en la plaza Camacho de La Paz y eso me voló la cabeza. Imitar a un cantante gringo es diferente a imitar a uno asiático. Eso va desde lo estético hasta los comportamientos. En mi libro, el k-pop es una válvula de escape para uno de los personajes que, como todo adolescente, busca encontrarse. También puede servir como una alegoría de esa fascinación por lo extranjero que existe en Bolivia: se sale del país para buscar mejores oportunidades, se consume productos de países vecinos porque gracias al contrabando son más baratos y se escucha música en otro idioma porque, pese a que uno no pueda entender nada, se la siente más cercana que la música hecha en el país. Pienso que lo boliviano está también formado por retazos de lo extranjero que, adaptados a nuestra realidad, tienen un significado renovado.

P. Otro de los conflictos de Tayson es el de la lengua, vacilante entre el español y el portugués de su infancia, lo cual no solo refleja su modo de hablar, sino también de situarse en el mundo. ¿Cómo ha sido el proceso de mostrar este encuentro de registros lingüísticos en tu novela?

R. El idioma castellano está cargado de registros del lugar, de herencias indígenas e influencias extranjeras. Bolivia no es la excepción: la migración hace que nuestra lengua se mueva a una velocidad andina para balbucear palabras en otros idiomas, como el portugués. Era natural que Tayson, el personaje hijo de bolivianos que nace en Brasil, se enfrentase al reto de la puja entre dos culturas, dos idiosincrasias, dos lenguas. A esto podemos sumarle la influencia del aymara en el castellano boliviano. Son muchos los migrantes bolivianos en Brasil y, mientras escribía el libro, reparé en que pocas veces había leído textos en los que se reflexionara sobre las bifurcaciones lusófonas de nuestra lengua. 

P. La insularidad geográfica de Bolivia parece vislumbrarse en la atracción de los jóvenes protagonistas por elementos foráneos: bandas coreanas, equipos brasileños, cumbia argentina. ¿Cómo percibes que se han reordenado las hegemonías culturales en el siglo XXI? ¿Ello se refleja también en la literatura?

R. Sí. Hemos llegado a un punto en el que lo foráneo marca una influencia tan importante como la ancestral. Es común criticar la hegemonía cultural ejercida por el norte, pero pocas veces reflexionamos sobre las hegemonías del sur. Las influencias mexicana y argentina, por ejemplo, opacan las producciones del resto de la región. Claro que todo tiene que ver con economía y medios de comunicación, pero también es bueno reconocer otros componentes que hacen que nos fijemos en ciertas literaturas y en otras no. Muchas veces, al pensar lo latinoamericano, nos quedamos con un puñado de países –en teoría “los más representativos”–, olvidando que hay mucho más. Sería bueno agitar el mapa y dejar que algunos libros caigan y descubrir obras de países con menos reflectores.


P. Hay una escena hacia el final en donde uno de los personajes le pide al otro que no tome fotos desde la ventanilla del avión al momento del despegue para no distorsionar la evocación del momento al recordarlo después. ¿Qué capta la literatura que no la hacen otras artes como la fotografía, la pintura o el cine?

R. Creo que lo que la literatura captura de la realidad es un movimiento visible y al mismo tiempo invisible. Hay pulsiones que una buena novela genera que capaz no puedan verse, pero están ahí. Quizá por eso muchas veces recordamos lo que sentimos al leer un gran libro más que la trama principal. Por otra parte, las imágenes que la literatura genera son personales, es decir, están alimentadas por la imaginación y los antecedentes del lector, algo que no pasa con el cine, que de por sí te pone una imagen que es igual para todos los espectadores.

 



(Texto publicado en la web de la Bitácora de El Hablador)

jueves, 3 de junio de 2021

[Entrevista] Farid Kahhat: “Los beneficios de la apertura económica han sido mayores en la costa que en el resto del país”

Desde que se publicó hace unos meses, justo cuando comenzaba el fragor de la primera vuelta electoral y en el pico de la segunda ola de la pandemia de la Covid 19, “Pandemias, dragones y muertos vivientes” (Planeta, 2021) de Farid Kahhat y Gabriela Camacho se ha vuelto un faro de análisis político para distintos fenómenos que concentran la atención social, desde la gestión política de una crisis de proporciones apocalípticas hasta los líos en los que se involucran los seleccionados de un país, destinados en el imaginario a unirlos. Por ello, entrevistamos a ambos autores, presentando aquí la primera entrega con Farid Kahhat.

1.- ¿En qué medida hacemos nuestra propia historia con base en nuestro libre arbitrio, por oposición a la medida en la que la hacemos influidos por las circunstancias legadas por el pasado?” es una de las preguntas con las que inicia el libro, y la cual calza perfecta con el contexto electoral actual, lleno de miedos generados por fantasmas del pasado, muchas veces imaginarios, incluso. ¿Que las campañas se hayan enfocado en ello y no en una visión a futuro habla de un miedo a lo que vendrá? ¿Es una sensación de conformidad derivada de este miedo lo que hace inviable una mirada mucho más optimista?

Creo que la respuesta a ambas preguntas es “sí”. Que, por ejemplo, haya gente que, siendo consciente de todos los crímenes del fujimorismo, crea que votar por su candidata es la única opción posible sugiere que los motiva un miedo raigal frente a lo que consideran una amenaza comunista. Y aunque creo que hay razones válidas para temer la candidatura de Castillo, esa no es una de ellas: se trata de un equívoco que se repite hace casi un siglo, desde el APRA a partir de los años 30 hasta Sagasti en 2021, pasando por Belaúnde en los años 60, parte de nuestras élites ha vivido atemorizada por fantasmas de su propia creación, a los que asocian en forma invariable con el comunismo (aunque no haya mayor fundamento para ello).  

2.- Se afirma que el fútbol puede ser visto como una forma de religiosidad secular, capaz de proveer cohesión social y dotar de una identidad social, y no recuerdo unos años en los que esto haya sido tan evidente como cuando clasificamos al Mundial o quedamos segundos en la Copa América, con una sensación de fraternidad que ni la conmemoración del Bicentenario ha generado.  Pero también es un espejo de nuestras taras, como cuando tenemos que organizarnos a nivel de clubes y participar en copas internacionales con resultados paupérrimos. ¿Cuál es tu lectura de que a pesar de haber tenido logros destacables, no se haya avanzado nada a nivel de gestión más allá que sea un lugar común pedirlo? ¿Por qué los gobiernos peruanos no han sido capaces de generar una política nacional realmente efectiva de fomento del deporte con el capital político que esto podría haberles generado?

El caso del fútbol profesional no es como el de cualquier otro deporte, dado que en él la máxima autoridad no es el gobierno peruano sino una entidad internacional: la FIFA. Cuando el gobierno peruano cuestionó el mandato del entonces presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), Manuel Burga, la FIFA sugirió la posibilidad de suspender la participación de la selección peruana de las competiciones internacionales que organiza, lo cual bastó para que el gobierno retrocediera. A su vez, la FPF reproduce a nivel local las taras de la propia FIFA (las cuales conocimos a través de sus problemas legales).

En cuanto a los equipos de fútbol profesional, se decía que, en lugar de clubes sociales, debían ser empresas privadas para ser más eficientes. Pero descubrimos que, si se trata de empresas en las que un individuo es el propietario indiscutido del equipo en lugar de, por ejemplo, tratarse de una entidad que cotiza en bolsa (y que, por ende, debe presentar reportes sobre su desempeño a sus accionistas), la privatización no hace necesariamente una gran diferencia.  

3.- Al mencionar las ideas de Cappa y Niembro sobre el fútbol peruano como algo que funciona a nivel micro pero no macro, me es inevitable extrapolarlo a otras esferas, como nuestra sostenibilidad económica, tan endeble frente a cualquier choque externo, debido entre otros factores a que las élites económicas se contentan con los recursos que proveen las actividades extractivas sin alentar el desarrollo de las otras fases industriales que podrían generar mucho mayor valor agregado. ¿Por qué ese visión tan ajustada al corto plazo y al beneficio inmediato pero no duradero?

Aunque esta respuesta no agota el tema, creo que parte del problema deriva de los incentivos institucionales que enfrentan los actores involucrados. Por ejemplo, los estudios sobre la materia sugieren que los partidos políticos tienen mayores incentivos para hacer una buena gestión de gobierno cuando tienen perspectivas razonables de perdurar en el tiempo, y cuando temen un castigo electoral en caso de realizar una mala gestión. Pero el Perú debe ser el único país en el mundo en el que, en cuatro elecciones consecutivas, el partido en el gobierno ni siquiera presenta candidato en la siguiente elección presidencial.

Un tema más específico del Perú podría tener que ver con los incentivos que, en ocasiones, ofrecen ciertas actividades económicas, como las extractivas. De un lado, explotan un recurso finito, no uno renovable. De otro, en ocasiones su rentabilidad depende menos de la inversión o de la productividad de la empresa que de un factor fuera de su control, como el precio internacional del recurso que explotan. Esas características no necesariamente inducen a pensar en la sostenibilidad a largo plazo del negocio: eso dependerá del entorno institucional en el que se desenvuelven.

4.- Mencionas en el libro la problemática del dengue que tuvo unos picos de propagación casi al mismo tiempo que iniciaba la actual pandemia y en la que se corrobora que un problema sanitario no es “urgente” en los medios o la conversación pública hasta que llega a la capital y las principales zonas urbanas, símbolo de la falta de políticas efectivas de descentralización sanitaria. Más allá de lo que depare los resultados de estas elecciones, ¿piensas que los problemas regionales empiecen a deparar, ahora sí, una mayor atención por parte del Gobierno Central? Y de no ser así, ¿qué más choques se requieren para que esto se dé?

El drama peruano en la materia es que, cuando finalmente se propició un proceso de descentralización, este terminó siendo un proyecto en lo esencial fallido. Pero incluso en el mejor escenario, sigue siendo cierto que los beneficios de la apertura económica hacia el exterior han sido mayores en la costa (que ya antes tenía una mejor situación económica), que en el resto del país. Un autor confeccionó un mapa al respecto, y queda claro el patrón: en las presidenciales de 2006, 2011 y 2021, las zonas que recibían menores beneficios de la apertura económica votan por Humala en dos ocasiones, y hoy lo harían por Castillo. Las que obtuvieron mayores beneficios, comenzando por Lima, votaron por García y luego en dos ocasiones por Fujimori. En ese sentido, cobrar más impuestos a quienes más tienen para brindar mejores servicios públicos a quienes menos tienen favorecería no sólo a estos últimos, sino al interior del país secularmente postergado. Creo que el mediocre desempeño económico del último lustro, unido a las devastadoras consecuencias de la pandemia hacen algo así más probable, pero no inevitable.  

5.- Mencionas el caso de los bancos del Primer Mundo rescatados durante la crisis del 2008 y pienso que es un caso comparable a lo ocurrido con Reactiva, donde muchas empresas privadas recibieron ayuda económica por parte del Estado y siguieron con prácticas que atentaban no sólo contra sus propios trabajadores, sino contra los consumidores. El caso sueco es interesante porque se rescató a las entidades mas no a sus propietarios y ejecutivos. ¿Qué podría establecerse en el Perú donde esa figura podrían asumirla los sindicatos, cuya importancia ha sido erosionada en las últimas décadas?

No me opongo a programas como Reactiva en tiempos de recesión, y menos aun cuando esta es en parte consecuencia de las políticas públicas adoptadas para afrontar la pandemia (como las cuarentenas). El punto es que, para asegurar que los beneficios de programas como ese lleguen al mayor número posible, el acceso a ellos debería tener ciertas condiciones (tal como ocurrió en otros países). Por ejemplo, en algunos casos en que se subsidió a empresas, el subsidio fue directamente a pagar parte del salario de los trabajadores: si la empresa despedía trabajadores, perdía el subsidio. En países como Dinamarca, no podían acceder a los programas públicos de estímulo económico empresas que tuvieran su matriz fuera del país (habitualmente para eludir el pago de impuestos), y así, sucesivamente. En el Perú, por ejemplo, tuvimos conglomerados de clínicas que, mientras accedían a los créditos subsidiados del programa Reactiva, cobraban 150 soles por un omeprazol (que podía conseguirse por 1 sol), o pedían un depósito de 150,000 soles como garantía para acceder a una cama UCI.

6.- Al tratar el tema de la probabilidad de ocurrencias de eventos, se denota que la irrupción de esta pandemia fue un “cisne blanco” más que uno “negro”, ¿lo mismo podría aplicarse para el caso de estos resultados electorales de la primera vuelta?

Tiendo a pensar que sí, en el siguiente sentido. Desde 1990 (con Fujimori), hasta la última elección para la alcaldía de Lima (con Muñoz), hemos visto un repetirse con cierta frecuencia la siguiente experiencia: una proporción significativa de electores, inconforme con quienes ocupan los primeros lugares en las encuestas, espera hasta la etapa final de la campaña antes de decidir su voto. Y, en ese tramo final, se decanta en su gran mayoría por una candidatura relativamente rezagada hasta ese momento en la competencia: tras cinco años en los que los niveles de pobreza se habían estancado sucedidos por un aumento dramático de la misma producto de la pandemia, era previsible que podíamos esperar una reedición de ese fenómeno y que una candidatura crítica del orden establecido podía ser la beneficiaria. No digo que fuera un desenlace necesario, pero sí uno probable.   

 

7.- Mencionas el caso de las mujeres liderando los gobiernos en los países que mejor afrontaron la problemática de la Pandemia, y en el Perú se habló de ello al ver cómo habían cambiado las jerarquías en los tres poderes del Estado en los últimos meses.  ¿Pero qué ocurren en los mandos medios y más operativos?

En el libro cito estudios que sugieren que, producto de una socialización diferente, las mujeres en puestos de liderazgo son más proclives a trabajar en equipo y menos proclives a tomar grandes riesgos, y que ambas características resultaron beneficiosas para enfrentar la pandemia. Pero antes digo que, según esos mismos estudios, para que las mujeres en posiciones de liderazgo lo ejerzan de manera diferente a los hombres, parecía ser una condición necesaria que hubiese una masa crítica de mujeres en puesto de liderazgo, a todo nivel. Es decir, no sólo que hubiera mujeres en los cargos más altos, sino además que su entorno general incluyese una proporción considerable de mujeres ,cosa que no suele ocurrir, por ejemplo, con las ejecutivas que ocupan los cargos más altos en grandes corporaciones.

 

8.- Resulta curioso cómo los republicanos analizaron las preferencias televisivas  de los estadounidense (los zombis de The Walking Dead) para la campaña de Trump en el 2016. Si tuvieras que analizar la evolución de los contenidos televisivos más consumidos por los peruanos hoy en día, ¿qué crees que podrían aprovechar los candidatos políticos si tuvieras que idear una campaña de marketing a partir de los valores más importantes para los peruanos?

 Los republicanos identificaron sólo a un segmento de los cultores de The Walking Dead como votantes potenciales, y creo que ese es el mensaje fundamental: hace medio siglo no existían internet, redes sociales, televisión por cable, etc. Por esa razón, uno podía esperar que, por ejemplo, un sábado en la noche personas de toda condición vieran en gran parte del país un programa como “Risas y Salsa” (el de mayor audiencia por años en el Perú). Hoy en día hay menos referentes comunes, razón por la que las campañas de marketing (político o no), deben afinarse para apelar a nichos específicos.

Aunque añadiría que, la candidatura de Castillo implica una representación simbólica que apela a identidades que trascienden nichos específicos. Por ejemplo, regionales (sierra sur y central, sobre todo rural), estratos socio-económicos (población en situación de pobreza y extrema pobreza), en incluso étnicas (me sorprende, por ejemplo, la escasa alusión a este último tema durante la presentación de su equipo técnico, mientras en el equipo técnico de Fujimori el único que no parecía provenir de las élites tradicionales era Rómulo Mucho). No es que Fujimori no tenga capacidad de apelar a grupos más amplios que los denominados “nichos de mercado”, pero no en la misma proporción (por eso ella necesitaría en mayor medida complementar esa base apelando a nichos electorales específicos). Todo esto, por cierto, es mera especulación, dado que no soy especialista en el tema.     

 

9.- ¿Qué tendría que hacer el próximo presidente en el corto plazo para construir una legitimidad que le permita afrontar los futuros cinco años sin que lo vaquen?

 Creo que el riesgo de vacancia sería menor con Fujimori. De un lado, el denominado “modelo económico” tiene una serie de problemas, pero entre sus virtudes está la capacidad de generar crecimiento y, además, gane quien gane, hacia fin de año podría tener condiciones favorables para ello (porque la mayor parte de la población adulta ya estaría vacunada y porque los precios de algunos de nuestros principales productos de exportación, como el cobre, han crecido en tiempos recientes). En segundo lugar, Fujimori tiene mayor probabilidad de tener una mayoría parlamentaria y, de otro lado, tendría menor oposición por parte de los poderes fácticos (prensa, gremios empresariales, fuerzas armadas, etc.).

 Por ello la pregunta tiene más sentido en la eventualidad de un triunfo de Castillo. Diría que cumplir sus promesas redistributivas sería un paso que ayudaría a sostener su legitimidad social. Pero, incluso en el mejor escenario, un gobierno que pretende cambiar el statu quo (incluyendo un cambio de constitución), suscitará incertidumbre y, por ello, una retracción de la inversión privada hasta que los inversionistas sepan a qué atenerse. Mientras más demoren en definirse las nuevas reglas del juego, mayor es el riesgo de que esa retracción de inversiones perdure y termine por afectar de modo perdurable el desempeño económico. Por ende, creo que Castillo tendría que resolver ciertos asuntos (como la renegociación de contratos con empresas en industrias extractivas), lo más pronto posible y de manera que permita obtener ingresos adicionales para el Estado sin ahuyentar la inversión privada. Creo que eso es posible por dos razones. De un lado, por los costos hundidos que implican las actividades extractivas (es decir, costos que ya se asumieron y que sólo podrían recuperarse en un período prolongado de tiempo), y, de otro, por la posibilidad de que estemos ad portas de otro ciclo de precios favorables para nuestras exportaciones primarias (aunque siempre es difícil prever cuanto podría durar). Repito que, aunque creo que ese escenario es posible, no me atrevería a afirmar que sea el más probable.



10.- ¿Cómo percibe la instrumentalización de la selección y la camiseta para apoyar la campaña de una de las candidatas a la presidencia en las elecciones más polarizadas que se recuerde? ¿podría menoscabar la imagen de unidad del fútbol en el mediano plazo?

Creo que la mayoría es consciente de que no fueron revelaciones espontáneas por parte de los jugadores, sino parte de una campaña orquestada. Y, además, creo que la mayoría pensó poco en las consecuencias de sus actos, porque no esperaban que hubiera alguna: virtualmente todo personaje que tuviera alguna figuración o influencia pública optó por la misma candidatura y, por lo dicho respecto a los poderes fácticos, optar por ella no atraería la animadversión de grupos de interés poderosos. Creo que el único error de cálculo podría ser el de Advíncula, que no pareció tomar en consideración el hecho de que la barra de su equipo (el Rayo Vallecano), tiene una vieja filiación de izquierda.

Ahora bien, más allá del fútbol, el que casi todos aquellos que, ejerciendo algún grado de influencia en la sociedad peruana, hayan tomado partido por Fujimori, podría terminar teniendo un efecto adverso para su candidatura. Su rival podría, por ejemplo, usar ese hecho para alegar que se trata del bando de los poderosos, no del de las mayorías. Y, en cuanto a los futbolistas, lo más interesante no son las presencias, sino las ausencias: Paolo Guerrero y Renato Tapia son probablemente los futbolistas peruanos más exitosos de sus respectivas generaciones (Guerrero, por ejemplo, es el único futbolista peruano que ganó un mundial de clubes, y Tapia es hoy el jugador peruano mejor cotizado). Guerrero es, además, ídolo y caudillo indiscutible de la selección peruana. Tal vez eso lo haya inducido a pensar que ponía en riesgo su capacidad de representar un símbolo de unidad entre los peruanos si tomaba partido en la elección más polarizada del presente siglo.          

martes, 6 de abril de 2021

[Entrevista] Cristhian Briceño: “Más que un lector, he sido un televidente”

La producción editorial en nuestros días es tan vasta y precipitada que una de las secciones que más se ve perjudicada es la de la contratapa, al punto que uno le da la decisión de Salinger de no poner comentario alguno en ellas. Elogios desmedidos y poco creíbles o sinopsis llenas de lugares comunes. Sin embargo la del más reciente volumen de cuentos de Cristhian Briceño (Lima, 1986), publicado en Seix Barral,  es una excepción pues resulta una invitación a la lectura. Como muestra cito un fragmento: “En lugar de presentarnos un antihéroe patético y débil inmerso en su devenir hacia la intrascendencia, Su seguro servidor da cuenta de un momento posterior (un futuro cercano) en que a este ni siquiera el intercambio de una vida entregada al capitalismo, a formar parte del engranaje de una sociedad que trata a sus ciudadanos como piezas de una perfecta maquinaria autónoma a cambio de ciertas alegrías menores, es posible”. Sobre ese futuro cercano y otros temas conversamos con él en la siguiente entrevista.

 

  1. Una de las primeras críticas, desde tus ficciones, al sistema socioeconómico actual es su afán de homogeneizarnos a todos a gran escala, bajo una aparente celebración de la diversidad, provocando que nos “extraviemos de nosotros mismos”. ¿Piensas que la pandemia ha ayudado de cierta forma a desmantelar esta maquinaria o esta ha encontrado la manera de seguir intocable?


La homogenización es un instrumento que el sistema emplea a manera de embrague, es decir, para acoplar y desacoplar ciertas partes que requiere en circunstancias dadas. No olvidemos que en los inicios del Perú como nación soberana existía una república de indios y una de blancos. La gran mayoría de indios, obviamente, no sabía de la existencia del Perú como Estado, ni siquiera como territorio, ni eran informados del cambio que esto, en teoría, entrañaba. El Estado, en todo caso, era un ente abusivo y los indios añoraban la autoridad de un rey que impartiera justicia. Medio siglo después, durante la Guerra del Pacifico, la siguiente generación de estos mismos indios era obligada a enfrentarse al invasor vistiendo ropa de diario, con munición enmohecida y usando el mismo armamento con el que se expulsó al último virrey; obviamente, cada quien debía agenciarse sus alimentos; casi la totalidad no comprendía por quién o por qué se estaba arriesgando el pellejo.

No se puede desmantelar la maquinaria porque nunca estuvo cubierta con nada, siempre ha estado expuesta como un recordatorio de la infamia. La pandemia no va a cambiar nada, menos en un escenario electoral como en de ahora, infestado de un caudillismo que apesta a siglo diecinueve. Cambiar eso es como pretender que un gato ladre.

 

  1. Bajo un aparente estado de apatía, tus personajes intentan camuflar ciertos arrebatos de violencia y rabia contra los que los rodea, y uno como lector lo conecta con las noticias de estallidos salvajes de ciudadanos que siempre suelen ser tranquilos y discretos en las noticias, sobre todo en el primer mundo. ¿Esto ya se replica en Perú? ¿estamos camino a ello?

Ya está desde hace mucho. En la década del treinta del siglo pasado, un comerciante español mató a su compatriota en una habitación del hotel Comercio, que quedaba en los altos del edificio donde hasta ahora funciona el bar Cordano. El asesino parecía una persona corriente, sin visos de violencia. Clemente Palma escribió una nota entusiasmada sobre el asunto. Decía que ahora Lima ya estaba a la altura de otras capitales del mundo en cuanto a crímenes.

 

  1. “Los recuerdos felices, ah, esos son los peores, le dijo la vieja, porque solo sirven para medir cuánto hemos perdido”. Inevitable asociar dichas líneas de “Una temporada en el invierno” con este último año donde muchos entramos en un período de limbo o agujero negro. ¿Fue este un cuento escrito o reescrito en plena pandemia?

Fue escrito hace por lo menos cinco años, y apenas tuvo cambios previa publicación. De cualquier manera el tópico de la evocación dolorosa es bastante común en la literatura. Basta recordar ese diálogo de muertos en el que Luciano de Samósata da voz a un Aquiles quebrado, anhelando regresar a la vida siquiera para trabajar como labriego. O el Dante-personaje de la Comedia, cuando dice aquello de que no hay mayor dolor que recodar los tiempos felices desde el lugar de la desgracia. O Enid Lambert, en las Correcciones, deprimiéndose ante el recuerdo de las navidades pasadas, cuando su familia estaba reunida y era felices y comían perdices. Miles de ejemplos. También creo que se tiende a magnificar un hecho, uno tiene la impresión estar venciendo la adversidad de, por ejemplo, no ver en persona a un amigo para perder el tiempo. La verdad es que antes tampoco éramos felices, sino que la normalidad se vuelve valiosa por contraste. Hay gente que en verdad la pasa mal, y el sufrimiento de las personas que tienen tiempo para leer esto, comparado con el de los otros, está a años luz.

 

  1. “Él era más humano: creía en la familia, en el ahorro y en el Dínamo de Moscú”. Tres instituciones erigidas en torno a la fe en el futuro. En este presente desesperanzador, ¿crees que se hayan visto más debilitadas o se han vuelto más vitales que nunca como soporte para sobrevivir?

Difícil saberlo. Pero, como dije antes, no creo que la pandemia cambie demasiado las cosas. El cambio viene de antes, lo demás son contingencias, eventos que crean una ficción con la que solemos interpretar ese cambio. Muchas cosas han sido puestas en entredicho el siglo pasado, sobre todo, a un nivel, más que filosófico, social, del día a día, aunque, claro, las bases están en textos clave, como por ejemplo cuando lee lo que piensa Stuart Mill sobre la naturaleza o la libertad, etc. Pero si quieres una respuesta más personal, yo sí creo en la familia por experiencia propia. Por mi padre creo también en el ahorro como una forma de adelantarse a las eventualidades. La tercera institución a la que aludes la podría emparentar con el fanatismo y, por ello, con la religión. Yo creo en algo que no es precisamente el dios de los hebreos o cualquier ente que pueda revelar alguna característica antropomórfica para ser asimilado por mi fe. No confío, eso sí, en cualquier institución que genere odio entre las personas. La Iglesia, por ejemplo, y sus falsas atribuciones. Cualquier institución con poder tiende inevitablemente a corromperse, es axiomático.

 

  1. En “Los trabajos”, recreas un mundo donde la oscuridad lo ha sumido todo por completo, transformando las formas de contacto humano debido a esta externalidad inesperada. Al terminarlo uno corrobora que la situación de peligro constante termina tornando en seres más indolentes que antes. ¿Podría interpretarse como una lectura del mundo en general o de sociedades bajo regímenes específicos?

No fue escrito con esa intención. El relato parte de una noticia que leí en internet. Al parecer en una ciudad asiática la contaminación era tal que el alcalde se había visto obligado a poner varias pantallas led en zonas estratégicas, para que los habitantes puedan saber que estaba amaneciendo. Me resultó curiosa la idea, aunque podría profundizarse más e intentar una narración que prescinda de los sentidos que más nos socorren, algo así como El pozo y el péndulo, pero más extremo. Más que una ficción política es simplemente el desarrollo de un tema cualquiera que puede ser interpretado a placer por el lector.

 

  1. En “Su seguro servidor” abordas el dolor del duelo y la necesidad de anularlo mediante el uso indiscriminado de narcóticos, en una especie de relectura de “Un mundo feliz” de Huxley. Cuando salgamos de este encierro, si salimos, ¿seguiremos así de aferrados a esta anulación de cualquier emoción negativa? ¿Le tememos al dolor o a la posibilidad latente de no salir una vez que caemos en ese estado?

Tal vez la anulación de las emociones cree vacíos aún más nocivos. El relato intenta formular la pregunta de cómo sería llenar estos vacíos con otro tipo de emociones, no menos dolorosas, sino más asimilables. El dolor es un hecho inevitable, es una lección; también es parte de nuestra evolución y va de la mano con nuestra supervivencia como animales, desde el momento en que los organismos primitivos “deciden” ser criaturas inervadas. Eso en cuanto al dolor físico, pero quead el dolor emocional, que también es un rasgo evolutivo que podría partir desde el momento en que algún homínido empezó a sospechar de la naturaleza del tiempo y sus implicaciones en la realidad y, a su vez, le heredó esta característica a su descendencia. Debió haber un momento en que algo muy parecido al ser humano actual vio a un semejante muerto y de pronto empezó a llorar sin saber bien por qué, quizá enfrentado a la intuición de lo irremplazable.

Obviamente le tememos al dolor y a que exista un escenario en que nada pueda lidiar con él, por ello se dice que el verdadero castigo que promete el infierno no es la severidad de lo que ah´ñi se siente sino la eternidad misma. Esto me recuerda al Retablo de Iseheim, de Mathias Grunewald, colgado en un hospicio para pobres almas infectadas de peste y sífilis. La lógica era que ver a un Cristo crucificado y retorciéndose de dolor te ayudara a aceptar el sufrimiento. Eso, quizá ahora sería una salvajada, pero entonces debía ser algo parecido a lo que propongo en ese relato.

 

  1. El mundo literario descrito en “Es el futuro” está lleno de personajes indolentes, sin empatía, crueles por decisión, siempre atentos a la imagen que los demás perciben de ellos, sobre todo atentos a no mostrar signos de debilidad. Y al analizar históricamente el medio local, este no ha sido ajeno a confrontaciones y disputas, sobre todo al ser tan reducido. Sin embargo, parece que las redes han exacerbado los desencuentros a la vez que las han banalizado las discusiones literarias. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Siempre he tratado de mantenerme alejado de todo eso. Como en todo espacio en que se pone en juego algo de poder o beneficio (y en la literatura peruana actual esta gracia es ínfima, a menos que previamente ya la poseas y no hagas más que gozarla ostentando un membrete de “escritor”) siempre se generarán esa rencillas idiotas que son, de por sí, un género literario. Yo mismo, siendo un autor tan poco conocido, tengo un instagram donde a veces opino sin censura sobre ciertas cosas, y te creas la ilusión de que la gente comprende tu postura y la respalda. Pero creo que debo añadir a mis contadas cualidades como autor la de cerrar la boca y dedicarme a lo mío.

 

  1. Una de las cuentos más entretenidos es “El corazón de los sencillos”, donde haces haces una especie de “lados-B” de escenas bíblicas clásicas.¿Cuál es tu relación de lector con la Biblia? ¿Cómo lo percibes desde el punto de vista literario en nuestros días?

No fui un lector precoz, creo que empiezo a leer con cierta conciencia pasados los veinte años. Sí recuerdo que unos de los pocos libros que leí de pequeño fue una versión de la Biblia preparada por los Testigos de Jehová, de tapa dura color amarillo y el título en letras rojas brillantes; creo que se llamaba Mi primer libro de historias bíblicas. Me encantó desde la primera página y creo que ese momento me di cuenta de la potencia que subyace en la lectura. Después, cuando leí varios libros de la Biblia me di cuenta de que me llegaban a conmover de una forma que no lo hacían otros textos y creo que es por la idea de fe que tienen todos estos personajes, siempre esperanzados en encontrar a Dios hasta debajo de la más mínima piedra del desierto. Debe ser esa construcción de la fe lo que mueve este libro. Los evangelios sinópticos coinciden en las palabras de Jesús cuando le dice a la mujer que sufre de descensos y que ha tocado su manto con la esperanza de sanarse: Tu fe te ha sanado. Es curioso que Yavhé no se enfade con él por no darle crédito, etc. en fin. ¿Influye la Biblia hoy en día? Obvio. Podría nombrar un poemario reciente, El libro de la enfermedad, de Mateo Díaz. En un capítulo de la cuarta temporada de Rick y Morty, Rick dice que la Biblia es el infierno de los escritores. no sé bien cómo interpretar esa frase, pero podría ser por su circularidad.

 

  1. ¿Son los Simpson una referencia al momento de escribir? Leyendo tus cuentos fue inevitable asociarlos con capítulos como el del Señor Burns sumiendo a Springfield en una noche eterna o la revisita de momentos históricos de manera socarrona.

Sí, es un hecho. Más que un lector, he sido un televidente. Cualquier información que haya podido llegar a mí luego intento revertirla en la ficción. Hay que saquear todas esas influencias que la academia puede mirar por encima del hombro. Ciertas animaciones como Los Simpson o Ren & Stimpy son parte del canon de muchos. Todas las series de bajo presupuesto o lo que usualmente se desecha a la primera mirada puede llegar a ser valioso en cuanto el autor revierte los códigos, las procesa y posteriormente las vuelve literatura a secas. 


(Texto publicado en Buensalvaje)

jueves, 2 de mayo de 2019

[Entrevista] Manuela Espinal Solano: “Lo bueno de la literatura, es que uno no siempre está diciendo mentiras”



 Entre tanto ruido e información que nos llega de manera caótica, cuesta muchas veces distinguir la belleza de una obra, el encanto de una prosa rebosante de musicalidad y encanto. Se vuelve difícil  distinguir el talento, por lo que su hallazgo se vuelve un acontecimiento digno de destacar y difundir, tal como ocurre luego de leer “Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto” de Manuela Espinal Solano (Medellín, 1998) , con quien pude conversar aprovechando que se encuentra de gira en el Perú presentando la tercera edición del libro vía La Travesía, tras las aparecidas en Colombia y España.

Desde el inicio se muestran las ansias por huir de las protagonistas. Y  lo que parece ser una historia enfocada  en el fracaso  de dicha empresa,  termina por adoptar la forma de un relato de supervivencia y de resistencia. La migración vista  desde otra óptica, más compleja que el hecho de moverse a otra ciudad. ¿Responde ello a una extrapolación del traslado geográfico a uno emocional? 

A la hora de escribir no estaban estas conceptualizaciones ni muchos pensamientos más allá de los que relato mismo dice, pero puede ser cierto. Incluso uno ve que en el relato cada vez que el tiempo pasa: hay una nueva casa y una nueva vida ,y  la protagonista se va dando cuenta de cosas mientras va  teniendo nuevas incertidumbres y preguntas. Puede que el cambio de casa, de ciudad y de país haga que la protagonista vaya evolucionando en esas dudas y que todas ellas, en lugar de responderse, se hagan cada vez más profundas.

En cierto momento de la novela se menciona lo siguiente: “En esas sale un cantante joven, nuevo en la industria y anuncia que es el  nuevo presentador de un  programa de talentos. Con mi misma edad y él ya está presentando un programa, ya es reconocido. No me llamó la atención, nunca he querido las luces”(pág.28)  Si bien la protagonista se va oponiendo a esta idea, yace  en el lector la sospecha sobre si se puede mantener dicha resistencia a lo largo de la vida. ¿Se ha acentuado esta idea de aplastar o  ser aplastado, en la industria artística en específico, cuando se percibe a alguien  como competidor , más aún si pertenece a la misma generación de uno?

En el mismo libro hay una reflexión sobre eso. Casi todo el tiempo los músicos quieren aplastar al otro músico. Cuando un músico, como pasa en Colombia, cobra cierto dinero por una presentación y otros músicos cobran menos es una forma de estar siempre “aplastándose”. Por eso, muchos artistas, al vivir  en esta  dinámica tan agresiva, van desapareciendo de la misma. Creo que más allá de aplastar o ser aplastado, el tema en ese fragmento es más  la presión de estar siempre pensando “yo debería estar haciendo algo”,” yo debería estar haciendo algo que esa misma persona de mi edad  está haciendo”, los cuales son pensamientos muy comunes. Mucho más que la otra reflexión, esas presiones de mirarnos siempre con respecto al otro y de compararnos y de decir “estoy atrás y necesito hacer más y más” son las que cobran mayor relevancia.

Muchos pensadores actuales reflexionan caracterizan está época como una  gobernada por la permanente aceleración , importando más ir quemando etapas lo más pronto posible, destacándose solo a aquellos que lo van logrando. Y por el contrario, la novela pone las luces sobre el b-side  de dicha mecánica a través de la historia de aquellos artistas que si bien  no llegan a surgir de manera masiva,  logran cautivar a un público limitado y fiel. ¿Crees que la industria va a permitir que sobrevivan estos últimos, conviviendo con los primeros?

Definitivamente, no, y tengo varios  datos que lo corroboran porque he hecho algunos  reportajes sobre ese tema  en mi universidad. Por ejemplo, en Colombia hay una organización que distribuye el dinero de los artistas y justamente luego del hecho de conocer que hay artistas que ganan dinero por las veces que suenan en la radio nos preguntamos cómo van a vivir de la música aquellos que no tienen presencia en las emisoras y han vivido de la música toda la vida.  Creo que no hay mecanismos que hagan que ambas partes puedan sobrevivir. La música es una profesión en la que la competencia es muy fuerte. No hay forma de que ambas  convivan en las mismas condiciones.. Por lo menos en Colombia no pasa eso.


En tu libro, los personajes padecen un fuerte  conflicto interior al vivir tanto con el deseo de evasión y escape , como con  la angustia por ser aceptados y encajar en una sociedad que parece estar retándolos todo el tiempo. ¿ Cómo fue el proceso de esbozar dichos perfiles, sobre todo cuando son seres que cargan con la dependencia de otros, como en la relación maternal?

El texto está  narrado en primera persona, mostrándose como algo que nace fuertemente desde el yo, desde lo autobiográfico, apostando por no ser fantasioso a pesar que haya ficción. La protagonista nunca indaga en  los sentimientos de los otros personajes y no asume que tal personaje esté sintiendo algo. Es una narración en la que se muestran los hechos pero no se entra a examinar los sentimientos de las personas. No me encargo mucho de dibujar ni de hacerle un perfil específico  a la madre que tiene dos hijas a su cargo y desea  seguir luchando por su carrera. Quien narra  está ahí y alcanza a imaginar a la madre (cómo es, cómo habla, cuáles son sus deseos). En ningún momento se llega a leer cómo se siente la madre respecto a sus dos hijas.

Todo el tiempo es  una narración muy parca y seca que no llega a profundizar en los sentimientos de personajes secundarios o de personajes principales diferentes a la narradora. Y  no se adentra  en dichos  sentimientos porque uno en la vida real no sabe del todo lo que el otro está sintiendo. Gabriel García Márquez sabe exactamente cómo se siente cada personaje en “Cien años de soledad” , pero, aquí en la vida real, yo hablo como lo siento y no me enfoco en los sentimientos de los demás, no me pongo a dibujar al otro personaje con sus conflictos internos, sino que todo es desde la percepción de la protagonista.

La protagonista camufla su talento, lo que el lector puede interpretar  como un símbolo de protesta frente a la mera mercantilización del arte y su consecuente banalización. ¿Puede presentar  ello una vía para contrarrestar el determinismo del éxito como una acumulación solamente de riqueza monetaria? Lo pregunto por esa cadena de sueños heredados en la familia de la novela, y el hecho que la falta de  éxito económico lleve a derivar mayores esfuerzos al ámbito como una forma de sobrevivir y posicionarse socialmente.

Creo que la preocupación de la madre, más allá de lo económico, no está en el hecho de ser artistas y lidiar por cómo van a comer sus  hijas, sino que todo el tiempo se habla de fama y  reconocimiento. Nunca se habla de dinero. Incluso la madre regaña en cierto pasaje  a la hija porque no quiso cantar en público. El tema va más allá de lo monetario. Más  allá de no dejar que te pagaran por cantar, sino por no dejar  que te escucharan cantar. Estar escondiéndolo. Es todo el tiempo el deseo del reconocimiento. Es mostrar que muchas veces esas vanidades se dan por querer el reconocimiento más allá de la recompensa monetaria que pueda significar.

“Ninguno se dio cuenta del verdadero talento, de las notas altas y bajas, de a voz que sufre en la interpretación que va más allá de la nota correcta.” (pág. 72)  En una de las escenas más significativas de tu novela, la madre está cantando y nadie puede percibir la belleza de su interpretación, distraídos por la parafernalia externa. Ello lo podemos trasladar a la realidad diaria donde leer o apreciar una obra es mucho más difícil por el nivel de exigencia y concentración, lo que en el libro  es contrarrestado por la hija  que sí logra ver la belleza de la música  de su madre y su abuelos ¿Lograremos rescatar como ella, el  arte y su belleza, sumergidos como estamos entre tanta hiperconectividad y atrofia informática?

Pienso que de alguna manera todas esas cosas van cambiando y que la música ya es otra cosa. Que todo lo que llamamos arte cada vez es un concepto más diferente y todos los conceptos ya lo manipulan y tienen miles de definiciones diferentes. Cada vez es más difícil leer. Cada vez estamos más conectados con otras cosas. Los niños incluso tienen más dificultades para concentrarse. No sé cómo va a sobrevivir la literatura frente a su enemigo: la tecnología. Ni siquiera sé cuáles son los índices de cuánta gente lee todavía un libro físico, pero sí creo que la tecnología ha afectado mucho. Y no solo la tecnología, sino otras corrientes.

Si hay una idea que perdura tras la novela es el uso de  la ficción como una herramienta para sobrevivir y salvarse. Contar historias para mantenerse unidos y salvar lazos, como los familiares . ¿Uno puede llegar a tornar en falsos ciertos hechos y alcanzar  la plenitud literaria con esas mentiras?

Digamos que  lo bueno de la literatura, es que uno no siempre está diciendo mentiras. Si a mí me dicen en este momento “es que tú mentiste sobre algo que dijiste que dijo tal personaje” , yo respondo que allí yo me estoy  autoficcionando y creando un personaje. Eso es un personaje literario, el  personaje que me estoy construyendo, y de donde voy a empezar a narrar otras historias. Lo que cuente ahí no es una mentira, sino una interpretación de una realidad. Es una forma de escribir un diario ficticio, autobiográfico. Es algo que yo quisiera explorar un poco más: el hecho de crearse un personaje. Hablar desde otra persona y que no necesariamente signifique mentira,  sino narrar desde otras voces.

Finalmente, recomiéndanos un libro y una canción que hayas disfrutado últimamente y desees recomendarnos.

En libros, “Stoner” de John Williams, donde lo más fuerte y cautivante es que no hay heroísmo ni grandes momentos. Es la vida pasando y ya. No hay grandes finales. Es  una forma de narrar muy interesante y que yo quisiera aprender, Y en cuanto  a canciones recomiendo “Bajan” ,que si bien fue originalmente de Spinetta terminó siendo interpretada por Cerati durante toda su vida como homenaje,  y “Signos” de este último con Soda Stereo.



Transcripción: Alejandro Alva
Apoyo con la edición: Sofía Salazar

(Entrevista publicada originalmente en la web de "Lee Por Gusto" )