"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


lunes, 3 de noviembre de 2025

[RESEÑA] "El barón Wenchkeim vuelve a casa" de László Krasznahorkai

 Apocalipsis cotidianos

Acantilado, 2024. 512 pp. Traducción de Adán Kovacsics

               

             


   “Si se ha de vivir que sea sin timón y en el delirio”, dice un verso de Mario Santiago Papasquiaro. Esta es una consigna que bien podría aplicarse a los personajes de László Krasznahorkai (Gyula, 1954) en su última novela traducida al español. ¿Cómo termina una comunidad entera sumida en la locura? ¿A qué responde dicho comportamiento colectivo? Como en la mayor parte de su obra, el escritor húngaro explora los andamiajes que sostienen a los regímenes autoritarios. En el caso de esta novela, recurre a una elevada dosis de humor que funge de música de fondo en el descenso a los infiernos de los personajes.

                Tras varios años de exilio en Argentina, Béla Wenckheim, barón caído en desgracia tras haber dilapidado su fortuna en el vicio de los juegos de azar, vuelve a tierras húngaras sin imaginar el nivel de histeria colectiva con el que sus paisanos lo esperan. Este contexto inesperado obstaculiza el anhelado reencuentro con su enamorada de juventud quien, cree él, es su última esperanza de redención y la única posible respuesta a necesidad de seguir existiendo. La revelación de su intencionalidad de reencontrarse con Marika, la destinataria de su afecto, afectará la percepción social que recae sobre ella. Esta situación ­–que gatillará una serie de rumores y chismes que circularán por toda la ciudad–  también ocasionará que muchas personas, comenzando por el alcalde, intenten sacar provecho de la supuesta holgura económica del barón.

Krasznahorkai recrea el delirio colectivo de un pueblo entero mediante la superposición de un testimonio tras otro, concatenados en una serie desesperada de cada uno por afirmar su existencia. A modo de entremés, se intercala la historia principal con una subtrama de un personaje, denominado Profesor, quien, tras ser víctima de los periodistas locales al iniciar la novela,  deviene en rival de una pandilla de neonazis, en unos pasajes más cómicos del libro. A la narración, se le suma un tétrico pasaje, cuya conexión con la historia del barón y su pueblo se revelará sólo hacia el final de las casi quinientas páginas de la novela.

La prosa característica del húngaro, con sus frases extensas y que por momentos parecen infinitas, requieren la atención total del lector. Este ejercicio resulta tan arduo como placentero: es una invitación a expandir todos nuestros sentidos para lograr atisbar la locura del mundo actual, en el que más allá del avance tecnológico –presente en los dispositivos que usamos a diario o la inmediatez de las comunicaciones– no dejamos de reproducir comportamientos primitivos motivados por el miedo a morir:

 «(…) durante un buen rato nadie se atrevió a abandonar su domicilio, sólo intentaban pensar, pero resultaba imposible hacerlo de forma razonable, comprender qué era eso y cosas semejantes, todo esto parecía a primera vista la culminación de cuanto había sucedido en los últimos tiempos, el miedo se había asentado muy en lo hondo de todos, miedo a salir y ser los siguientes en acabar asesinados, violados, humillados, secuestrados, en desaparecer sin dejar rastro, de manera que nadie, ni un solo habitante se atrevía a salir, permanecían agazapados tras las ventanas y miraban por los huecos que dejaban las cortinas lo que ocurría allá fuera, de modo que realmente resultó difícil explicar por qué luego salieron a pesar de todo, no fue porque ya todo les diera lo mismo, a buen seguro, para eso no estaban todavía del todo desquiciados, sino precisamente por el miedo…». (pág. 473)

                Las últimas cien páginas del libro dan cuenta sobre cómo el mesianismo, eterno refugio de las sociedades en tiempos de crisis, se convierte en una extensión de lo más abyecto de los seres humanos al no otorgar la anhelada salvación y acaba por mutar en una fascinación por aquellos que infunden y propagan el terror. Tras el abrupto giro narrativo que sufre la historia del protagonista, Krasznahorkai nos reinstala en un presente tan absurdo como posible. Un desvarío que produce el nacimiento demonios entre nosotros. Una risa espantosa que retumba más y más fuerte al terminar de leer esta novela, y que los lectores latinoamericanos, más allá de las distancias geográficas y las diferencias socioeconómicas o culturales, reconoceremos como cercana. 

                Por estos días, se ha escrito mucho sobre cuál es la mejor puerta de entrada a la obra del nuevo premio nobel. Algunos críticos recomiendan iniciar por sus novelas canónicas, como Tango satánico o Melancolía de la resistencia. Otros, sugieren, en cambio, comenzar por su narrativa breve.  En lo personal, me encuentro en este segundo grupo. Sin embargo, opino que El barón Wenckheim vuelve a casa se erige como una opción intermedia.  Esta novela, con su oscilación entre el horror y la comedia, es una donde el lector puede encontrar una sofisticada narrativa que invita a resistir a la inmediatez que demanda el lenguaje del día a día y nos hace caer en cuenta que el apocalipsis no está por llegar: está sucediendo.




(Texto publicado en la web de la Bitácora de El Hablador)