"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


lunes, 26 de septiembre de 2016

"La sangre de la aurora" de Claudia Salazar

Animal de Invierno.96 pp.



Promocionada como una novela que abordaba de manera “diferente” la época del terrorismo en nuestro país, decidí leerla. Quise darle una chance a ver qué de nuevo podía aportar una novela al entendimiento de un conflicto que ya se ha tocado varias veces desde distintos tipos de registros artísticos. Ver si de repente tenía fuentes distintas al Informe de la CVR, que ha devenido en los últimos años en el refugio de todo aquel que proclama “escribir sobre dicha época para que no se vuelva a repetir”. Fuentes distintas que abordaran de manera exhaustiva e interesante, desde la literatura, las causas socioeconómicas que permitan un entendimiento mucho más profundo de dichos años y no el facilismo de narrar explosiones, matanzas y asesinatos con los típicos personajes “cliché” (militar malo, terrorista malo, autoridades malas), pues valgan verdades, esa es una fórmula ya conocida y difundida hasta el hartazgo en la narrativa peruana de las dos últimas décadas. Lastimosamente el resultado al final de la lectura de dicho libro ha sido decepcionante.

apagón total oscuridad ¿dónde fue? en todas partes ¿ de dónde vino? torres tensas altas cayeron arrodilladas bombas explotar todo arrasar volar reventar ¿estaban en el grupo? cocinando en mi casita esperando mi esposo apagón pasando a máquina las actas de la reunión apagón revelando unas fotos apagón velas no me alcanza seis páginas dos torres las afueras de la capital ¿qué dijiste? usted no puede firmar camarada oscuridad excluido de la historia someterse o reventar bomba ¿supiste lo que hicieron? uy limpio me dejaste el plato sonrisa sin velas come tres torres dicen ahora más horas torres ¿cuándo volverá la luz? velas prende la radio no encuentro los fósforos tres velas sin fósforos saca chispas de las piedras mentira bomba tenemos un generador eléctrico ir al epicentro donde está pasando lo que no vemos bomba contar lo que está pasando al otro lado de las torres ver ¿dónde estaban cada una de ellas tres? apagón (págs. 11-12)

Las anteriores líneas pertenecen al arranque de la novela. Se puede notar de forma clara el deseo por lograr una forma expresiva que parezca novedosa, pero el resultado es un párrafo que parece haberse formado con una función de Excel, juntando palabras de manera aleatoria, o con un collage de los titulares de los diarios de la época. Esto pasa en la primera página, pero se vuelve a repetir en otras:

(…) crac labio garganta no somos bala sí son diez suficiente machetazo crac la tierra se empapa no recibe más sangre crac pachamama vomita el líquido del pueblo bala se escapan balas corren antes que caigan más aullido cállate puñal ojo no sale por fin te callaste puta balas bala balas ráfaga de viento se acabó desolación silencio pampa vacía pueden volver todos muertos accomarca. (pág.34)

pum pum pum bailo bailo una sola juntas me lleva al rincón no se resiste tu perfume dice tu perfume tu sonrisa tus ojos tus manos dice mi boca mis labios mi lengua un anima descontrolado pum pum (…) (pág.43)

Usando palabras como “machetazo”, “puñal”, “sangre” o “bala” se trata de impactar al lector, como si leyendo dichas palabras a uno le evoquen una sensación de terror o miedo. Sin embargo termina causando el mismo disgusto que cuando uno se topa con un poema fallido. Los mismos errores de construcción se notan también en las distintas figuras literarias que aparecen a lo largo de la trama:

Todo es blanco. Más blanco que hospital (pág. 12)

Es pequeño, compacto y sólido, pero ágil para moverse cuando nos sigue hacia el carro (pág.46)

Mi tiempo exprimido, arena gastada del reloj, un caballo con los ojos cubiertos. (pág.26)

Pero bueno, dichos elementos deslucidos podrían vincularse a la inmadurez literaria de una primera novela, pudiendo estos compensarse con una trama interesante y atrapante. Ello tampoco pasa. En La sangre de la aurora se narran las historias de tres mujeres durante el conflicto armado: una fotógrafa de clase alta, una dirigente senderista que abandona a su familia por defender sus creencias políticas y una campesina víctima de violencia doméstica. El nexo que se busca establecer entre ellas, es el efecto del terrorismo de los años ochenta y cómo este las afectó de distintas maneras. Entre los textos que se han publicado acerca este libro, se destaca la mayoría de veces la “novedad” de explorar el conflicto desde la perspectiva femenina. Yo creo que apelar a este modo de defender el texto es erróneo, pues no importa las intenciones que se busquen, sino el resultado logrado. Y lo que demuestra este libro es que no se explora con profundidad las emociones de los personajes, pues estos piensan y hablan de forma poco creíbles, realizan gestos estereotipados y la violencia que viven es retratada de forma efectista.

La educación es primordial para romper el esquema de desigualdades en que está fundada la organización social, sin ella las posibilidades de cambio ¡¡¡Mamiiiiiii!!! son prácticamente nulas. (pág.13)

No saben que lo femenino es el origen de todo. Lo femenino es fermento, magma, depuración y creación. La aurora que se levantará cuando la revolución esté completa. (pág.82)

Y no sólo fallan los personajes femeninos. Como ya mencioné, los personajes masculinos de la novela son forzosamente crueles, malévolos y despiadados. Como máquinas de matar, sacados de una mala película de acción (pienso en los enlatados que se transmiten en señal abierta), sin algún motivo psicológico o social significativo que sea un factor determinante para su comportamiento. La búsqueda de contrapeso a través de la defensa de lo “femenino” se nota demasiado forzada, y no aporta nada a la novela. Y no hablo acá del interés en retratar el amor lésbico, que pudo haber sido un interesante aporte. Este tema, que pudo ser bien explotado, termina siendo retratado de manera cursi, dando un pobre resultado como el que se ve a continuación.

Las cuerdas tensas de nuestros cuerpos diluyéndose en acordes de arpa. Serpientes ondulantes que derriten las defensas y se enroscan. Tu cuello de mármol cincelado a besos. Escultura amorosa. Los ojos que lamen el río, el mar y las cataratas. Vino rebalsado de las copas. La sed. Amante embriagada. Piel satinada de rocío. Tu voz. Tu cuerpo. Tu nombre. Daniela. Daniela Miller… (,21)

Nuestras piernas se enlazan, te amarran, me atan, nudo líquido. Las cuerdas de tu placer estrechan mi cintura. Tus uñas anidan en mi espalda otra victoria. Por esto, Daniela, por esto era. Sueltas el nudo y abres un espacio entre mis piernas. Tus dedos son sierpes que me guían en su danza. Invasión deseada. (pág.84)"


En síntesis, La sangre de la aurora muestra que las buenas intenciones no bastan para lograr una buena novela.

+ Sobre la autora:

Ha editado las antologías Escribir en Nueva York. Antología de narradores hiapanoamericanos (Lima: Caja Negra, 2014) y Voces para Lilith. Literatura contemporánea de temática lésbica en Sudamérica (Lima: Estruendomudo, 2011).

La sangre de la aurora fue su primera novela (Lima: Animal de invierno, Julio 2013)












 Fuente de imágenes: Lee por gusto

 (Una versión de este texto aparece en el portal "Punto y coma" )

lunes, 1 de agosto de 2016

Entrevista a Manuel Fernández:“Mi intención fue tener una idea más clara de la sociedad a partir de la lingüística”




El poeta peruano Manuel Fernández presentó su libro Procesos Autónomos en la Feria Internacional del Libro Lima 2016. Punto y Coma pudo entrevistarlo y conocer más sobre su obra y distintas apreciaciones.

¿Cómo interpretas esto como parte de un proyecto narrativo? Porque se enlaza con La marcha del polenen cuanto un camino que comienza con la épica, la construcción de una ciudad entre marchas, protestas, sindicatos, mientras que en Procesos autónomos ya está una ciudad erigida pero de forma caótica. Es un manifiesto sobre el caos. Hay un poema sobre la ciudad de Lima, en el cual todas las clases convergen y luchan entre ellas. Todo lo que te he dicho, ¿es parte de un mismo proyecto o es algo completamente distinto?


No es radicalmente distinto, ahora lo puedo ver como un proyecto. Cuando empecé a escribir si tuve la intención de que se formase una unidad pero desde que apareció Octubre, me quedó la impresión de que podía seguir explicando una realidad, no sé si desde una cámara que se acerca o una que se aleja para obtener un plano más grande de la realidad política o socioeconómica, que son los temas que me han interesado en estos 20 o 15 años en los que estoy abocado a esto. Podría decirse que es un proyecto porque se puede entender este libro como una unidad con los dos anteriores. Lo que yo espero emanar a todos es cierta concepción de la estructura del libro. El lenguaje sí ha ido cambiando un poco desde Octubre hasta ahora.

Percibo que en Procesos Autónomos se trata de ir en contra de cierta parte de la academia, interesada en temas que no tienen implicancia directa con la sociedad. Recuerdo haber leído ciertos versos donde se crítica que la academia investiga sobre temas bonitos pero sin impacto.


Sí, de hecho yo, como mucha gente metida en la literatura, pasé por una facultad de humanidades. Mi intención fue tener una idea más clara de la sociedad a partir de la lingüística, del uso del lenguaje. Cuando uno entra a una universidad peruana encuentra que no hay nada más ajeno a la sociedad que una facultad de humanidades. El libro es una reacción a esa situación, una especie de puya, una muestra de disconformidad de que esa sea la realidad de nuestra academia. Cuando uno va terminando el libro, se encuentra con que sí es necesario tener una academia o gente dedicada a eso. A mí lo que me interesa de la poesía es que sea capaz de explicarle algo al lector sobre alguna cosa que me esté pasando

Veo que la portada está relacionada a lo escrito en el último poema, que es el ataque a la autoridad, representada específicamente en el episodio de La Parada pero que se puede expandir a toda la sociedad peruana; esa sensación de rebeldía ¿Es una rebeldía hacía una autoridad estatal, un poder económico? ¿Es ambos? ¿Es visible o es un ente de mil cabezas conforme ha avanzado el capitalismo estos últimos años?


Todas las sociedades tienen una tensión entre los individuos y la autoridad. Es necesario que haya dicha tensión porque enriquece, porque es parte del mismo ejercicio ciudadano. El problema del Perú es que esas tensiones no tienen canales formales para liberarse y por eso se recurre a la violencia sin sentido, sin revolución. Como ocurrió en La Parada, paradójicamente contra una gestión de un partido de izquierda. En esas circunstancias son en las que estamos viviendo. Eso también está plasmado en el libro.

Ahora que mencionas a la izquierda. Lo que sorprende es la falta de institucionalidad en sus partidos, las dificultades que tienen para ponerse de acuerdo ¿Cuánto de esto representa tu visión política? ¿Crees que esto pueda cambiar a mediano plazo?
No sé si cambie a mediano plazo. No lo puedo predecir, los que predicen este tipo de cosas son los sociólogos y siempre lo hacen mal. Lo único que tengo claro es que en algún momento tuvimos un gobierno de izquierda y una Municipalidad de Lima de izquierda y los resultados fueron desastrosos. A mí, que he sido formado en una familia de izquierda, me genera cierta incomodidad. Siento que ha habido una traición a ciertos ideales, a ciertos objetivos, a la posibilidad de representar realmente a los grupos más relegados de nuestra sociedad. No es una crítica contra la izquierda, sigo creyendo en esos ideales. Es una crítica contra la forma que ciertos partidos han gestionado.


¿Vas a seguir construyendo en base a esta narrativa mencionada: Octubre, La marcha del polen, Procesos autónomos o quieres empezar algo nuevo?

Todo el mundo me pregunta eso. No sé si es un mensaje de advertencia sobre una monotonía. En lo particular, esas cosas todavía no las tengo muy claras. No he pensado todavía en lo que viene. Tal vez esté pensando en desmantelar esta forma de escribir para componer una nueva.

¿Qué poemarios te han sorprendido? ¿Cuáles recomendarías?


Hay un par de textos de Mateo Díaz Choza que son buenos: Avenida Palomo, que incluso es anterior al Libro de la enfermedad, que me dio una sorpresa muy grata. MP3, de Roberto Valdivia y en general la poesía de la gente Sub 25, le tengo mucha fe a la poesía joven.


Entrevista a cargo de Sebastián Uribe

Transcripción de Paul Montjoy F



(Entrevista publicada originalmente en el portal web Punto y Coma)

domingo, 31 de julio de 2016

Entrevista a Alejandra Costamagna:“Me gusta trabajar con los intersticios, lo que corre bajo la superficie”


La destacada escritora chilena Alejandra Costamagna presentó el jueves 28 de julio su libro de relatos Imposible salir de la tierra (editado por Estruendomudo). Este libro está llamando la atención no solo por la originalidad de sus personajes e historias, sino también por el humor negro que confluye en cada cuento del mismo.


¿Cómo nace esta antología? ¿Qué sentiste al ver los relatos de nuevo? ¿Quisiste  cambiarlos en algo? 

Bueno, sí. La antología es un compilado de la idea de hacer una especie de revisión desde el 2005 hasta el 2015 o 2016 de estos cuentos que van haciendo una especie de mapeo sobre mi escritura, pero también sobre mi concepción sobre el cuento, como esos registros se van juntando, conviviendo y van poniendo en tensión las formas rígidas de concebir el género del cuento. Al volver a mirarlos a diferencia de los demás, he experimentado con otros ejercicios de republicación del texto. En este caso no cambié nada, me interesó que pudiera ser en ese sentido como una vuelta a la vida, tal como fueron concebidos. La tentación a veces estuvo, pero también en la selección a mí me parecían más significativos de una cierta mirada o de cierto registro, tono, temple; ya en esa selección estaba dejando a fuera los que sentía que si los incluyera tendría que hacerles muchos cambios, porque era como crear un nuevo objeto, un nuevo artefacto a partir de estas figuras dispersas.

¿Te generaron las mismas sensaciones que la primera vez que los publicaste?

Lo que pasa es que no son todos publicados, hay varios inéditos o cuentos con biografías diversas. Algunos circularon en una revista, algunos que no fueron publicados, otros que fueron escritos ahora, y otros que tuvieron vida en libros, compilados de distintos autores. Hay dos de mi libro Animales domésticos, uno de los más recientes. Entonces, habría que pensar en cada caso como fue ese proceso. Ahora ya lo siento parte de este otro universo, ya no son cuentos autónomos, ahora son parte de la tierra.

En estas historias se nota la inminencia de la muerte moral. ¿Cómo haces para no caer en el espejismo de esta temática y manejarla con tanta precisión?
Ojalá que logre eso. No hay una receta que dice cómo se hace, es más bien tener siempre la conciencia de sugerir más que explicitar. Tal vez cuando algo resulta más efectivo es cuando se silencia. A mí me gusta trabajar como con los intersticios, lo que corre bajo la superficie, y dejar al lector que construya el horror o la emoción o lo que sea. Suelo dar pistas por donde suele conducirse. Pero no sé cómo, no sé cuál es la receta para hacerlo, creo que no existe.

El primer cuento es muy logrado, abordando una obsesión enfermiza llevada al extremo. ¿Con qué fuentes trabajas o como te inspiras para lograr eso?

Creo que en parte hay un trabajo con mis propias obsesiones que son exacerbadas y son llevadas al delirio o al extremo. Es como una molestia que tengo o algo que me perturba y ponerlo en una situación extrema. En ese sentido, trabajo de algo propio pero volviéndolo un alíen, y volverse monstruoso uno mismo como narrador de esa experiencia. Tratar de llegar a ese límite sabiendo que hay una construcción que parte de lo propio, pero teniendo la tranquilidad de que por medio está la ficción. Es sacarle provecho a los delirios que nos habitan y que siempre están ahí dando vueltas.

Tu narración, a pesar de la oscuridad y sus tramas, nos logra hacer reír por el humor negro. ¿Es algo que buscas de alguna manera para liberar dicha carga?
Te puedo responder como lectora diciéndote que sí me atraen mucho los textos que combinan el horror con el humor. Cómo abordan temas que son tremendos, dramáticos, desde un lugar que les da una especie de eje que nos permite acercarnos a ellos. La literatura trágica a secas, es muy difícil, entonces, creo que en el fondo, el humor es lo que nos permite tomar esa distancia y entrar a esos temas sin quedar destruidos.

En este momento, Alejandro Zambra es quizá una de las voces más refrescantes de la literatura latinoamericana . ¿Sientes que tus narraciones, de alguna manera, se hermanan a las suyas?
Bueno, somos amigos con Alejandro Zambra, compartimos lectura, conversaciones sobre literatura, la vida, los gatos, parejas y sobre un montón de cosas. Eso en parte va haciendo que uno comparta formas de escritura, inevitablemente, porque nos vamos hermanando en otros espacios. Entonces sí, probablemente hay algo que nos toca generacionalmente, pero también hay algo en eso de compartir un tipo de sensibilidad. No puedo decir que nuestra escritura está en el registro emparentada, pero sí hay una sensibilidad en tipos de lectura o de experiencia que las miramos de un lugar parecido.

Japón aparece mucho en sus relatos. ¿Cuál es la razón?

Bueno, hay algo que me atrae mucho de Japón: estética, cineastas, ilustradores. Pero en este caso, es más bien una figura metafórica que marca una especie de contraste en cuanto a nuestras experiencias muy subjetivas y probablemente un poco manipuladas desde la visión occidental del oriental. Ese contraste de cómo funciona la idiosincrasia en los casos en los que aparece Japón en un cuento que parece un crónica roja, a la manera latinoamericana, pero que funciona con códigos de cierta templanza, con escenarios zen. Entonces me gusta esa cosa como de poder poner contraste esas dos situaciones: la templanza y el alarido extremo. En el libro que hay permanente fuegos de cruces con esas tensiones y emociones. Emociones que por una parte nos llevan a la muerte y por otra nos dejan muy agarrados a la tierra. Por ejemplo, la mujer que se quiere suicidar pero no lo logra porque se iba al aeropuerto.

No sé si será tu primera vez en la FIL, pero ¿cómo notas el movimiento en esta feria?

No había venido a esta feria, pero sí a la de Miraflores, la Ricardo Palma. Me parece que la otra es una casa y esta es un edificio. Me entusiasma mucho que haya este movimiento en torno a las editoriales independientes, lo que pasa acá en Estruendomudo, además o Los Libros de Laurel de Chile y otras representaciones de otros sellos. Me parece una feria muy viva, la gente participa, va a las lecturas. No sé, me parece una frescura. No sé si ha sido así antes, pero al menos hoy creo que es muy auspiciosa.


¿Qué es lo último que has leído que recomendarías?

Bueno, lo último que justamente está acá es el libro “Terapia de Grupo” de Dany Salvatierra. Me sorprendió muchísimo la frescura de esos cuentos, lo desopilante, la desacralización de ciertos códigos. Un libro muy recomendable.

Entrevista a cargo de Mauricio Chereque y Sebastián Uribe.

Transcripción: Eduardo Bronstein


(Entrevista publicada en el portal web Punto y Coma)

domingo, 24 de julio de 2016

“Un mundo huérfano” de Giuseppe Caputo

Literatura Random House. 220 páginas

Oscilando entre el horror y la algarabía, siempre bajo la amenaza de una muerte que no reconoce justicia alguna, la ópera prima de Caputo es una notable novela sobre la conmovedora relación entre un padre y un hijo en las olvidadas calles de un barrio al borde del mar, desde la mirada de este último, en lo que puede considerarse un extenso mensaje de amor filial. Dos seres que se oponen a un sistema que puede ser cruel y asfixiante, sobre todo porque no tiene una estructura identificable: un monstruo de mil cabezas.

Quiero subrayar primero ese elemento persistente en toda la novela, que es la búsqueda por sobrevivir. Sobrevivir económicamente. Es la falta de dinero el  factor desencadenante de las penurias por las que tienen que pasar ambos protagonistas:

 Así vivíamos, mi padre y yo (…), no del todo tranquilos por nuestro ciclo de escasez: cada vez que empezaba a vaciarse la despensa (huevos era lo que más comíamos); cada vez que los billetes sed volvían monedas y las monedas, menos monedas: cada vez que empeñábamos un mueble, ropa, utensilios domésticos, mi padre dejaba de dormir, y se quedaba así, varias noches, hasta que ideaba un plan para recuperar nuestras cosas, convertir las monedas en billetes y llenar la despensa. (Pág. 23)

Es así, que el padre, en ese afán de sobrevivir y arrancar a su hijo de las garras de la muerte, emprende negocios que entre lo ridículo y lo tierno, le permiten hallar la fuerza necesaria para no perderse. Caputo lograr retratar dicha lucha con originalidad y sin caer en el maniqueísmo, lo cual ya es de por sí destacable, sobre todo por el otro tema de la novela que es la homosexualidad y su represión.

No es casualidad que la mayor parte de las acciones en la novela ocurran de noche. Es durante dichas horas cuando la oscuridad permite tanto la desinhibición total como la exacerbación de los miedos. Uno de los mayores logros de Caputo es el haber podido narrar la búsqueda de compañía y afecto en nuestros tiempos. La necesidad de conectarse con alguien, para lo cual la tecnología de nuestros días brinda recursos que facilitan el encuentro, pero no garantizan necesariamente la perdurabilidad ni la construcción de una relación sólida. La adicción al placer que otorga el sexo casual, lo cual no necesariamente implica abandonar la sensación de soledad. En Un mundo huérfano hay fiestas y orgías, encuentros fugaces tanto físicos como virtuales (a través de una web llamada La Ruleta, que podría  considerarse  una mezcla de  Snapchat  y Tinder). Eventos que son la respuesta además a una intolerancia que se manifiesta de manera contundente en una macabra escena de matanza, cuya violencia se puede sintetizar en el devastador mensaje que dejan los asesinos sin rostro al final de su acto: “Sigan bailando mariposas”. El horror representado como la desaparición de una mariposa: la anulación de la belleza y la alegría.

Esta es una novela que trasciende la categoría de “novela queer”. Conjugando ese nexo entre la belleza y la muerte presente en Salón de belleza de Bellatin y el eclecticismo de Sudor  de Fuguet (de aparición reciente cierto, pero un libro que puedo hermanar con esta novela), Caputo brinda una buena carta de presentación que, como dice Castellanos Moya en la contratapa, conmueve.


+Sobre el autor:



Giuseppe Caputo nació en Barranquilla en 1982. Estudió Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Iowa, donde además se especializó en estudios queer y de género.







(Una versión de este texto aparece en el portal web Punto y Coma)

viernes, 15 de julio de 2016

“Corea: apuntes desde la cuerda floja” de Andrés Felipe Solano


Ediciones UDP. 2015. 208 páginas / Chile

Editorial Planeta 2016. 208 páginas / Colombia


“En lo tocante a la literatura, jamás busqué una respuesta. Si la literatura sueña con arrojar como fruto algún tipo de sabiduría o algo similar, tal vez sea porque ya está muerta.”
Andrés Felipe Solano

Corea: apuntes desde la cuerda floja más allá de ser un volumen de crónicas de un colombiano viviendo  en el lejano país asiático, es un libro que podría clasificarse dentro del rubro del diario, debido a todas las posibilidades narrativas que uno puede permitirse dentro de él. Un conjunto de textos breves escritos a lo largo de todo un año y dividido en cuatro estaciones (Invierno, Primavera, Verano, Otoño),  donde es posible hallar desde historias íntimas sobre los altibajos de su matrimonio con Soojeong-o Cecilia en el lado occidental- hasta esbozos sobre la cotidianidad y desmitificaciones políticas de la extraña y lejana (para nosotros) Corea del Sur. Solano no discrimina temas, y es que si bien su vida siempre está en primer plano, al escribir sobre ella los lectores podemos mirar al tigre asiático a través de la prosa del colombiano.

Empecemos por el plano más personal. Como indica la nota preliminar, Solano conoció a la que sería su esposa durante una residencia literaria en Seúl el 2008. Lo que no parecía ser más que un affaire, se convirtió en una relación más seria tras el contacto que sostuvieron tras el retorno del colombiano a su patria y el viaje de ella al país sudamericano (con hepatitis incluida). Se casaron primero en Colombia y luego en Busan en el 2009 y 2010 respectivamente. El 2012 desembarcaron en la ciudad portuaria coreana mencionada, donde estuvieron seis meses en la casa de los padres de ella hasta que  se mudaron a un departamento en el barrio de Itaewon. Durante el invierno del 2013, Solano empezó este libro en donde dedica buena parte del mismo a describir su matrimonio: los silencios, las discusiones (“Salieron calaveras y culebras de nuestras bocas y un cállate, cállate, y casi un lárgate de una puta vez.”), los momentos de tensión y también los de sosiego. Podemos hallar textos donde nos enteramos de la trascendencia del idioma como una barrera al interior de una relación, sobre aquello que no se verbaliza y las dudas que flotan detrás de ello. Las hipótesis y los miedos:

“También he pensado en la posibilidad de aprender coreano lo suficientemente bien como para entender lo que ella habla con la gente, y he evaluado la inquietante posibilidad de que esa nueva Cecilia esté llena de un humor soso, de comentarios inanes, de respuestas aburridas. El silencio siempre será nuestro aliado, nuestro tesoro a defender.”

También apuntes sobre las indagaciones sobre la posibilidad de romper con los límites inherentes a la monogamia matrimonial y cómo hay preguntas cuyas respuestas deben quedar en el terreno de la eterna duda.

“Quedó claro que hablaba de una noche, no de una relación extramarital prolongada. En todo caso, su pragmatismo me desarmó e hizo que me preguntara si a ella le ha pasado por la cabeza acostarse con otro hombre. Supongo que sí, y por supuesto yo tampoco quisiera saberlo en caso de que sucediera.”

O aquellos donde se muestra cómo la economía doméstica es el generador de tensiones, preocupaciones y desmotivaciones:

“Hace cinco años que no recibo una paga mensual. En algún momento tuve una pensión y un seguro de salud. Esto se está convirtiendo en un banco de iglesia, donde se empieza por las quejas y se termina en lágrimas y babas. El invierno no ayuda a mitigar la sensación de orfandad.”

Y ya que menciono a la economía a nivel micro, Corea: apuntes desde la cuerda floja funciona como una estupenda radiografía sobre las implicancias del consumismo en la sociedad coreana, en la que Solano deja traslucir a través de sus observaciones sobre la vida cotidiana cuestiones que analizadas a profundidad, fungen de síntomas del fenómeno mencionado, pues como afirma el colombiano “Siempre habrá más y más para comprar. Nunca será suficiente”. La histeria colectiva por el extremo cuidado personal (sin distinción entre hombres y mujeres) es una muestra de ello. Y sí, este virus ya está presente en todo el mundo, pero en Corea se acentúa además por los avances tecnológicos que de cierta forma (no la causa principal) deshumanizan a gran parte de la población coreana, con ansias de acumular bienes de lujo, estar “ultrainformados”, a la “vanguardia” de los dictámenes de la moda del momento. El triunfo del neoliberalismo más extremo y el todopoderoso gobierno de la publicidad:

“Ya no hay agentes explotadores externos, a lo Marx. Somos nosotros mismos quienes nos explotamos hasta quedar rendidos. Nosotros con nuestro apetito desbordado, con las ganas de tenerlo todo –zapatos y libros de fotografía y mechones de pelo-, de estar enterados de todo, de querer viajar a todos lados, de hablar sobre todo, de escribir sobre todo, de querer tocarlo todo, fornicarlo todo, cuerpos, pedazos de cuerpo, mentes, almas, muertos, máquinas, fantasmas.”

“Quise saber si los coreano siempre habían estado obsesionados con su aspecto físico. Me dijo que sí, que incluso era una cosa que antecedía a al capitalismo, a la producción en masa, a la publicidad, pero que obviamente no en las proporciones de hoy. Después de Japón, Corea es el país donde se vende más maquillaje para hombres en el mundo.”

Llegando al punto incluso de ver el suicidio como una vía de escape que (suena terrorífico) parece estar normalizándose, debido a gran parte a la carrera competitiva de las familias surcoreanas en lo referente al ámbito del estudio. El aprendizaje como un medio para lograr el anhelado triunfo impuesto por el modelo hegemónico, que no es sino el de tener la capacidad de adquirir bienes de manera desmesurada:

“Corea tiene la tasa de suicidios más alta entre los países industrializados. Viejos que se ahorcan en la noche o toman veneno para aligerarle las cargas a sus hijos, que están obligados a mantenerlos; adolescentes que se rehúsan a llenar el molde que sus padres han construido para ellos.”

Un modelo de sociedad que cuenta además con un hipócrita discurso moral sobre el pudor sexual y ciertas libertades personales como el referido al consumo de alucinógenos:

“Si  bien puede aparecer la imagen de la Venus de Boticelli en televisión con los senos pixelados, las calles están llenas de tarjetas que ofrecen los más variados servicios sexuales, desde sitios donde se paga por media hora de besos hasta noraebangs de lujo, donde los hombres van a cantar y a beber con jóvenes modelos sentadas en sus rodillas antes de pasar a la cama.”

“Me pregunto qué va a pasar cuando Estados Unidos la legalice y se vuelva un negocio legítimo.(…) Hace poco encarcelaron a un viejo que cultivaba yerba en un parque público en un suburbio de Seúl. La fumaba en una banca delante de todo el mundo. Nadie lo denunció, simplemente porque el 99% de los surcoreanos no distinguen el olor de la marihuana.”

Pero una colectividad, que al fin y al cabo, aún con todo el desarrollo que la ha beneficiado, mantiene secuelas de su pasado subdesarrollado:

“La comida aparece con frecuencia en las novelas coreanas de posguerra. Muchas escenas se desenvuelven alrededor de los platos. Una nación obsesionada con la comida es la consecuencia de un país que padeció la hambruna. La suegra de una de mis alumnas del taller de traducción la regaña con frecuencia por no tener la nevera llena. Mi suegra, aparte de una nevera de dos puertas repletas, tiene un par de refrigeradoras especiales para conservar kimchi y verduras. Siempre están a tope.”

“Desde que me acuerdo, en marzo siempre empieza la guerra.”, se menciona en el libro, y es una frase que sirve como punto de partida al entendimiento de los aspectos políticos en este país, más allá de lo que podemos consumir de las grandes cadenas de información a nivel mundial que nos brindan un falso panorama sobre lo que acontece en la nación asiática. La pregunta es ¿Cómo afecta a los pobladores, de verdad, las tensiones entre las dos Coreas? Veamos el siguiente fragmento:

“Es sábado y el gobierno de Corea del Norte anunció que va a convertir a Seúl en un mar de fuego. Por ahora ese no es un problema, la verdadera tragedia es que esta mañana amanecimos sin café. (…) El lugar estaba repleto de parejas o grupos de amigos que parloteaban frente a un café  americano, un expreso o un capuchino. Compartían fotos en sus celulares o en sus tabletas. Nadie parecía preocupado por las noticias. La música que sonaba no fue interrumpida en ningún momento por una alerta de último momento. Compré dos libras de café y salí a recorrer las calles cercanas a la Universidad de Hongkik. No había sirenas ni movimientos de tropas. No había manifestantes con carteles, ni cantantes desgarrando himnos pacifistas. Todo el mundo estaba inmerso en sus compras, en sus helados, en sus citas amorosas.”

No hay la exagerada ola alarmista que leemos nosotros los fines de semana en la sección internacional de los diarios latinoamericanos. Y el motivo parece sencillo pero tiene una poderosa lógica detrás: A nadie le conviene. O mejor aún: A La Economía (en mayúsculas) global y a los principales poderes no le conviene.

 “¿Qué va a pasar? En teoría, a nadie le conviene una guerra en el tercer punto comercial más importante del mundo. Si estallara una guerra así, se desinflaría la economía mundial y el planeta se iría por el inodoro. Un ejemplo diminuto que leí en el periódico; algunos programas universitarios en Estados Unidos se financian en gran parte gracias a los estudiantes asiáticos Si estallara la guerra, no habría más coreanos, chinos, taiwaneses o japoneses dejando miles de dólares en los campus gringos. “

 “Esta vez anuncié por el micrófono que  Kim Jong-Un había mandado  a matar a su tío y a otros altos mandos. Luego me enteré de que un periodicucho de Hong Kong dijo tener información confiable sobre el destino final del familiar del dictador. Habría sido carne para los perros. Esa fue la noticia que corrió como pólvora, un chisme sin fundamentos que alimentó una vez más las torcidas fantasías occidentales sobre la república comunista. Aquel tipo de rumores solo exacerba los peores deseos e impide ver el verdadero drama de Corea del Norte, su terrible soledad. Aún me pregunto cómo fue capaz de Adam Johnson de escribir The Orphan´s Song  y ganar con aquel libro el Premio Pulitzer la primavera de 2013. El estadounidense armó una novela de cuatrocientas páginas con la información que recolectó en entrevistas a desertores y en un viaje de tan sólo cinco días a Corea del Norte. Tomó uno de esos tours para extranjeros a Pyongyang y caso resuelto. No me extrañaría que su novela terminara con un hombre devorado por un animal.”

Solano destruye los mitos que nos hemos construido alrededor del “exitoso” modelo de desarrollo coreano, devela la tragedia detrás de los logros mostrados en varios aspectos, expone los males que los coreanos intentan esconder debajo de la alfombra y cómo todo lo anterior impacta en la vida de sus ciudadanos. En la vida de quien escribe este muy buen libro, donde a pesar de algunas metáforas que sobran (“Salí maravillado, con una sensación de gratitud que protegí como a una canasta de huevos durante el camino de regreso a casa.”) es una interesante propuesta. Recomendable por muchos motivos.


+ Sobre el autor:

Andrés Felipe Solano es novelista y periodista. Autor de la novelas Sálvame, Joe Louis (Alfaguara, 2007) y Los hermanos Cuervo (Alfaguara, 2012). Sus artículos han aparecido en diversas publicaciones como SoHo, Arcadia, Gatopardo (México), La Tercera (Chile), Babelia-El País (España), Granta (España, Reino Unido), The New York Times Magazine y Words Without Borders (Estados Unidos).

En 2008 fue finalista del Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, institución presidida por Gabriel García Márquez, por su crónica Seis meses con el salario mínimo, que fue incluida en Lo mejor del periodismo en América Latina(FNPI-FCE, 2009) y en Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012). En 2016, gana el premio Biblioteca de Narrativa Colombiana por su obra Corea: apuntes desde la cuerda floja (Ediciones Universidad Diego Portales, 2015).


(Una versión de este texto aparece en la web de El Buen Librero )


viernes, 8 de julio de 2016

"Un lugar como este" de Carlos Arámbulo


Estruendomudo. 2016. 120 páginas



“No puedo recordar qué hacíamos en noches como esta cuando aún Calderas era más que un nombre a punto de olvidar”  (pág. 9).  Los seis relatos que conforman la primera incursión  narrativa de Arámbulo, giran alrededor del ficticio pueblo de Calderas y la influencia de este en las tragedias de sus pobladores. Todos ellos quieren dejar atrás la conexión que tienen con ese infierno en medio del desierto, pues más allá de ser un pueblo en constante agonía,  este representa un sello maldito en el espíritu de los personajes que recorren el libro.

En el cuento que da título al volumen, unos amigos acompañan a uno de ellos a enterrar a su padre al pueblo fundado por él. La comunidad que su padre implantó en medio de la nada y cuya falta de acceso al agua, aun muchísimos años después, representa el fracaso total de su anhelo: convertir esa maldita extensión de tierra en un lugar habitable y no una que fuera abortando con el trascurrir del tiempo a quienes decidieron instalarse allí. Aquí ya se va germinando la sensación de constante frustración presente en los siguientes relatos.

Esperando la brisa de otoño presenta los anhelos de venganza vigentes aún muchísimos años después de acontecidos los motivos. Muerte y honor se conjugan en dicha historia. De mejor factura resulta La inundación, la historia de dos jóvenes incapaces de frenas sus pulsiones sexuales aún en medio de la devastadora inundación que sufre Calderas. Las batallas al interior de ambos personajes están bien trazadas, mostrando la habilidad de Arámbulo para expresar dichos arrebatos pasionales, y donde los recursos narrativos utilizados están al servicio de lo que se quiere contar.

No sucede lo mismo en  Oficio de epifanía, el cuento más largo de todo el conjunto y donde si bien hay un despliegue de saltos temporales, voces intercaladas y  otros recursos complejos, la historia que se pretende narrar se diluye frente a esta explosión de elementos lo cual provoca que el deslumbramiento inicial  y el asombro se agoten pronto.

Y ya que menciono un aspecto, que en lo particular no me gustó, quiero mencionar otros que restan puntos al libro como el excesivo uso de símiles en varios momentos de las historias como  “a punto de reventar entre sus manos como un globo demasiado inflado”. (Pág. 111) o  “Molina oye voces que llegan hasta sus oídos como blandas pelotas rebotando en paredes acolchadas”  (pág. 114), y reflexiones que pudieron haberse suprimido como “Respiramos casi agua, como los peces, aunque me parece que los peces no respiran agua. El agua debe tener algo de aire así como nuestro aire tiene algo de agua” (pág.55)

Escena prima, es el relato más logrado a mi parecer. Crueldad, demencia y perversión son los temas que se abordan en dicha historia, que mantiene el clímax en todo momento. Finalmente Perseo, el cual cierra el libro, es una metáfora de la imposibilidad de los personajes de dejar atrás el estigma de Calderas, que como dice uno de los personajes, representa una tierra que puede más que la necesidad de ciento de desesperados que llegaron a ella por casualidad o escapando de algo, sujetando su vida a lo que las fuerzas de la naturaleza quisieran hacer con ella.

+ Sobre el autor:



Carlos Arámbulo (Lima, 1965)
Traductor y escritor. Es autor del poemario "Acto primero" (1993). En el 2014 obtuvo el Premio Copé de Plata por su cuento “Fifteen”. Al año siguiente, su primer libro de relatos "Un lugar como este" (2014) fue elegido finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, organizado por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia.








(Una versión de este texto aparece en el portal web Punto y Coma)

domingo, 26 de junio de 2016

“Vernon Subutex Vol. I” de Virginie Despentes


Literatura Random House. 2016. 384 páginas

Para Vernon Subutex, el cincuentón protagonista de la novela, los sueños de rock'n'roll han quedado atrás. La crisis ha llegado a su vida desde hace mucho a pesar que ha fingido no enterarse de nada: ya no tiene la tienda de discos, se le acabaron los ingresos, debe meses de renta, y sobre todo, acaba de perder a Alex Bleach, su mecenas y amigo, la trágica estrella caída del rock francés. Contando solo con algunas grabaciones inéditas de éste, Vernon tiene que lidiar con la angustia de haber quedado en el desamparo total tras el desalojo de su vivienda. La aceleración de este esperado hundimiento, lo lleva a visitar los hogares de sus viejos conocidos buscando refugios temporales, sin importar el grado de cercanía mientras este aún exista. El resultado: ninguno ellos parece estar mejor que hace 20 0 30 años.

Es dicho recorrido por los barrios de Paris, el que le permite a Despentes abordar los miedos sociopolíticos surgidos tras el derrumbe del Estado de bienestar que Francia gozó por años y la correlación de estos con fenómenos como el alzamiento de la extrema derecha, la xenofobia, el alejamiento de cierta parte de la llamada “clase intelectual” de los verdaderos problemas de su sociedad al estar más preocupados por proyectar una falsa imagen (A los intelectuales de izquierdas les encantan los gitanos rumanos, porque los vemos sufrir mucho pero nunca los oímos hablar. Víctimas adorables. Pero el día en que uno de ellos tome la palabra, los intelectuales de izquierdas, se buscarán otras víctimas silenciosas.Pág.59) y el narcisismo cada vez más salvaje de las nuevas generaciones, alentado por la aparición de las redes sociales, solo por mencionar algunos temas. La autora francesa es cruda al retratar a una diversa gama de personajes: un escritor liberal, una chica que tras abrazar el Islam descubre que es la hija de una conocida actriz porno muerta, una transexual, una madura mujer con problemas de afecto, un financista adicto a las drogas, entre otros. Quiere mostrar cómo piensan, cuál es su visión, cómo sus relaciones cada vez se han vuelto más virtuales que reales (Facebook señores, no es más que un síntoma). No se anda con remilgos, aunque se le pase la mano con un discurso feminista que suena impostado por ratos. Si tiene que retratar a un personaje que odia a los musulmanes, lo hace hablar sin caer en el ridículo al caricaturizarlo por exceso usando ornamentos superficiales.

Despentes ha escrito una novela sobre el desencanto y la frustración de toda una generación, aquella mayor a los 40 años que se vuelve obsoleta para una sociedad preocupada solo en el capital que uno es capaz de generar. Riqueza concentrada, desigualdad generalizada, una economía que te elimina y deshecha como elemento de la comunidad: una que anticipa tu muerte pues no te necesita más. (Hacen lo mismo con los perros que con los hombres: seleccionan, a todo el que intenta defenderse cuando lo acorralan, hay que eliminarlo, Pág. 295). Hay un pesimismo que parece justificado al observar el paso del siglo XX a este, marcado por el descontento y la desazón: un mundo sin ilusiones. Busquen esta novela, la primera de una trilogía que promete.


+Sobre la autora:
Virginie Despentes (Nancy, Francia, 1969) es novelista y directora de cine. Transgresora y provocadora, su mirada punzante sobre nuestra sociedad nunca está exenta de un toque de ironía. A los diecisiete años dejó el instituto y se marchó a vivir a Lyon, donde encontró empleo en una tienda de discos, colaboró en revistas musicales, cantó en un grupo de rap y trabajó en un peep-show. La popularidad le llegó con su primera novela, Fóllame (Reservoir Books, 1998), que fue llevada a la gran pantalla. Desde entonces ha publicado Perras sabias (Anagrama, 1998), Lo bueno de verdad (Anagrama, 2001, galardonada con el Prix de Florey llevada al cine por el prestigioso director Gilles Paquet-Brenner), Teen Spirit (2002), Bye-Bye Blondie (Pol.len, 2004) y Apocalypse bébé (2010), galardonada con el prestigioso Prix Renaudot. En 2006 publicó su ensayo autobiográfico Teoría King Kong (Melusina, 2007), donde se postula como una de las defensoras del posfeminismo. Con la trilogía Vernon Subutex, Despentes se reafirma como una voz imprescindible de las letras francesas.

(Una versión de este texto aparece en el portal Punto y Coma)