Eterna Cadencia. 2015. 96 pp.
Nada puede arder sin dejar algún
tipo de rastro. Los personajes de Maximiliano Barrientos en los seis cuentos
que forman el presente volumen, están marcados por las terribles e intensas
experiencias de su pasado. Lo que más anhelan es desaparecer y desvanecerse
para dejar de sufrir, más aún en una sociedad que alienta y exigen a sus miembros, evadir en todo momento este
tipo de emociones. Las realidades en las que se desenvuelven son hostiles y
frustrantes, y el único camino es la resignación. La redención es una
posibilidad vedada para estos frágiles seres cuyos mundos se han desmoronado y
cuyas únicas cenizas que quedan son recuerdos tóxicos. El boliviano narra con destreza la
desaparición del sosiego, o lo que solemos llamar “vidas equilibradas”, y cómo
ello da paso a un caos personal permanente.
Las derrotas en los relatos del
libro de Barrientos comienzan en el plano físico, sí, pero se manifiestan
sobretodo en a nivel mental. Y es a nivel psicológico donde los daños se
vuelven irreversibles. En No hay música
en el mundo el boxeador protagonista percibe un extraño olor a
descomposición que nadie más parece percibir. Una extraña atmósfera que se
pudre a su alrededor, como una extensión de su percepción del mundo. Ahora que
ya ha perdido relevancia en lo único para lo que parecía ser bueno, ha pasado a
ser un elemento prescindible del sistema. Un desecho, un ser obsoleto. En Sara el abuso sexual de la que es
víctima la protagonista, le deja un trauma imborrable. Por más que ha intentado
rehacer su vida, el recuerdo está ahí, perenne, recordándole las sensaciones de
vergüenza y frustración con las que carga, manifestadas a diario en la
imposibilidad de construir una relación real. Las acciones de su presente pasan
a ser simulacros, ficciones. Parodias de
algo real, como sucede en El fantasma de
Tomás Jordán donde la adicción al
alcohol termina siendo el campo de refugio para el duelo por el hermano muerto
en un accidente y la pasión irreprimible por la viuda de éste, o también en Fuego, donde la evasión del presente se manifiesta a
través de las construcciones mentales de encuentros que nunca sucedieron o en Gringo (cuento que remite a El infierno tan temido de Onetti y las fotos que fungen de evidencia del
“crimen” que se cometió en el pasado) donde se termina apostando por la mentira y un
falso relato para evitar llegar a una sensación de desesperación interminable
debido a un anhelo de venganza que buscar destruir anímicamente a la tía del
protagonista. Los personajes pueden ser calificados como perdedores debido a la
imposibilidad de reincorporarse a un grupo social, que es lo se le exige a uno
hoy en día. Adherirse para sobrevivir o pasar al rechazo en todos los sentidos,
comenzando por el económico y luego el afectivo. El único cuento donde esto no
se desarrolla
de manera efectiva los elementos antes mencionados, es en Algo
allá afuera, en la lluvia donde la
apuesta por la brevedad juega en contra de la historia que se narra, no
logrando transmitir de manera contundente la sensación de resquebrajamiento del
personaje principal.
Un mundo en llamas presenta atmósferas
agresivas, salvajes y violentas capaz de
causar traumas individuales incapaces de ser asimilados. Es el dolor que pasa a
gobernar las vidas de aquellos que lo padecen, y que pasan a aprender a
convivir con él. Abrazarlo y volverlo parte de su personalidad, triste y
solitaria. Es el reflejo de aquellos que pasan
a ser excluidos y derrotados. El autor boliviano brinda en estos cuentos
el B-side de las historias de “éxito” que se han vuelto los mantras de nuestros
días. En un libro que me ha gustado a pesar del reparo mencionado (mi libro favorito
sigue siendo Fotos tuyas cuando empiezas
a envejecer), que se suma a una más que interesante propuesta narrativa.
+Sobre el autor:
Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 1979. Su libro de relatos Diario (2009) recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz. Sus dos primeros libros, Los daños (2006) y Hoteles (2007), fueron revisados, corregidos y transformados para convertirse en los volúmenes Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer y Hoteles (traducido al portugués). Además, publicó la novela La desaparición del paisaje (2015) y el volumen de cuentos Una casa en llamas (2015)
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