Planeta.2017.398pp. S/.69
No es fácil escribir una novela
negra capaz de engancharlo a uno por cerca de 400 páginas y, menos aún,
realizar a la par y de manera espléndida
una lectura crítica de distintos
problemas de índole social vigentes, eludiendo la riesgosa posibilidad de caer
en tonos didácticos o soporíferos. Muchos escritores desprecian a los best-sellers, sin distinción alguna
entre estos libros, por el solo hecho de tener una cantidad de lectores que
ellos ya quisieran. Estos autores proponen y defienden, cada vez que pueden,
una división entre estos dos bandos. Una frontera que los distinga, y enmascare
así su exclusivo interés en ganar prestigio sin ser leídos. O bueno, el hecho
de ser leídos solo por críticos, académicos o el jurado de algún premio, y por
ahí aparecer en la sección cultural de un diario o portal web para luego pasar al
olvido en un par de semanas y sus libros sean retirados de las librerías sin
pena.
Y es que si bien, como en
cualquier tipo de manifestación artística, lo libros destacables por calidad
representan un pequeño porcentaje de aquellos prescindibles, existen autores
como Stephen King, Gillian Flynn o Paula Hawkins que vienen escribiendo desde
hace años, novelas del primer tipo, capaces de generar fieles y devotos lectores, más allá del reducido
círculo de letraheridos atentos a las novedades de las grandes y pequeñas
editoriales. Escrito en el agua es uno
de esos libros.

No hay lugar para la inocencia en
estado puro en el libro de Paula Hawkins (Zimbabue, 1972), escritora que se
hizo mundialmente conocida por La chica
del tren (Planeta, 2015), thriller cuyas
ventas superaron los 20 millones de ejemplares y fue adaptada recientemente al
cine. Todos los personajes tienen motivos
para haber realizado un crimen, ya sea por los deseos más crueles e inhumanos
que uno pueda imaginar, o por el simple deseo de venganza y justicia, causado
por un contexto de inseguridad y vulnerabilidad perenne, invitando al lector a sumergirse (verbo que aparecerá de
manera constante en la novela) en el texto para, más que hallar al culpable,
ser testigo del horror que desde hace siglos se encuentra enquistado en la
pequeña y asfixiante comunidad ficticia
de Beckford.
Jules recibe la noticia de la muerte
de su hermana, la escritora Nel Abbot, por lo cual tiene que volver al pueblo
donde ambas crecieron juntas, a seguir las investigaciones sobre su misterioso
ahogamiento. Las autoridades trabajan en torno a la tesis del suicidio,
pero el comportamiento extraño de muchos
vecinos ,que se va revelando página a página y el trabajo que Nel venía
haciendo sobre las muertes de muchas mujeres en el llamado Pozo de los ahogados, hacen sospechar que hay todo una maquinaria
detrás del fatal desenlace. Jules además tendrá que lidiar con Lena, su volátil
sobrina huérfana y con los recuerdos del tortuoso pasado adolescente del que
buscó escapar en los últimos años.
La estructura coral de la novela,
alternando entre narradores en primera y tercera persona dependiendo del
personaje cuya visión o contexto de los hechos se quiere contar mientras la
investigación del deceso sigue fluyendo, y la inclusión de fragmentos del libro
de Abbot sobre las mujeres desaparecidas del pueblo, tiene como principal efecto involucrar al
lector como detective con una múltiple mirada de los hechos, examinando la
psicología de cada personaje y reflexionar más allá del curso de las acciones.
Es un engranaje criminal del que todos son participes, por complicidad directa
o indirecta, con motivaciones que de manera lenta pero macabra van gestando
conductas fatales
Y es que la historia de Hawkins
aborda el tema de los feminicidios y la sistemática reproducción de los mismos
en la más completa impunidad e indiferencia, lo que evoca la excelente obra de
Arthur Miller, Las brujas de salem
(1952) impactante alegoría de su época. La violencia tanto física y psicológica
de la que prefiere no hablarse en público, tornándose en un tema menor en la
comunidad y al interior de cada hogar. Es una herencia doméstica que se repite
incansablemente y que solo es posible de rechazar desde la locura de uno de los
personajes. Pero la autora va más allá y
también pone sobre el tapete la rivalidad fraterna y sobre todo, la existente
entre mujeres, que muchas veces no sale a la luz, y es igual o más peligrosa.
Uno de los personajes dice por ejemplo: No
entiendo a la gente como tú, que siempre escoge culpar a la mujer. Si hay dos
personas haciendo algo mal y una de ellas es una chica, tiene que ser culpa de
esta, ¿no? (pág. 339) denunciando como el sistema patriarcal es capaz de
condicionar la culpabilidad basándose solo en el sexo de los involucrados y no
en la objetividad de los hechos. Como muestra, está la violación sufrida por
una de las protagonistas no asumida hasta muchos años después de ocurrida
evidenciando también que los recuerdos son materia maleable, movible, capaz de
ser modificada y transformada de manera constante. Pero lo más terrible de
ellos siempre termina saliendo a la luz, siendo dicha sensación con la que
nos quedamos los lectores..
+Sobre la autora:
Paula Hawkins trabajó como periodista más de quince años antes de pasarse a la ficción. Nacida y criada en Zimbabue, Paula se mudó a Londres en 1989 y vive allí desde entonces. Su primer thriller,
La chica del tren, se ha convertido en un fenómeno global, con más de veinte millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Se ha traducido a más de cuarenta idiomas, colocándose en el primer puesto de las listas de ventas de todo el mundo y ha sido adaptado al cine con Emily Blunt.
Escrito en el agua es su segunda novela.
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