"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


jueves, 20 de julio de 2023

[Reseña] ‘El camarada Jorge y el Dragón’ de Rafael Dumett

Un evangelio personal

Alfaguara, 2023. 272 pp.

Hace unas semanas se volvió viral el video de una chica cristiana que instaba a sus seguidores a preguntarse cómo reaccionaría Jesús ante una serie de situaciones que se dan en la cotidianidad. La masiva repercusión que dicho video tuvo se debió, principalmente, a las respuestas divertidas que generó, en las que numerosos usuarios imaginaron reacciones inverosímiles –al menos, desde una perspectiva conservadora– a lo que el Hijo de Dios haría frente a diversas situaciones. El hecho no pasaría de lo anecdótico y transitorio de no ser por lo que se escondía en cada respuesta: la reformulación de una figura mítica, una apropiación del personaje para insuflarle una narrativa propia alejada del dogma. ¿Qué Jesús ve cada uno? ¿Qué permanece y qué es capaz de ser re imaginado?


    La mayoría de los comentarios que leí en redes sobre ‘El camarada Jorge y el Dragón’ de Rafael Dumett (Lima, 1963) se han centrado en la biografía de Eudocio Ravines, en repetir datos que circulan por la internet. Esto parece un despropósito al momento de valorar una novela que se construye más bien en la tensión entre lo histórico y lo mítico alrededor de este personaje, clave de lectura que se puede atisbar desde el epígrafe de Hilary Mantel: ‘No importa lo que recuerdas, / sino lo que piensas que recuerdas’

Pensar lo que se recuerda”, un laberinto donde la posibilidad de perderse puede ser fatal. El alimento de una paranoia como la del primer capítulo, en el cual el autor nos presenta a un Ravines mayor perdido en la capital mexicana, acechado por fantasmas, lecturas y prejuicios. ¿Cómo se llega a un estado de desconfianza en la realidad misma? Dumett elige hurgar en la raíz de todos los miedos: la infancia.

Shitoh no se ha atrevido. No se atreve. No se atreverá. Es sólo un niño indefenso al que el destino ha apartado cruelmente de su padre y conducido a las puertas del infierno. Solo le queda salir de ahí cuanto antes y sin hacer ruido, y tratar de encontrar solo el camino a casa”. (pág.47)

Dumett retrata las configuraciones sociales de los albores del siglo XX en una Cajamarca alejada del centro político y económico de un país aún herido por la guerra perdida contra Chile, situación aprovechada por políticos y militares para imponer su propia ley. En ese contexto, dibuja a un Ravines que añora la vuelta a casa. En la melancolía, el recuerdo del padre ausente por una decisión apresurada es lo que hará que su conducta errática sea más bien una forma de nostalgia ‘infantil’. Un resguardo frente a todo aquello que pudiera indicar debilidad frente a los demás, en una situación en donde cualquier síntoma de flaqueza podría derrotarlo.

La narración describe las experiencias juveniles del protagonista, con un lenguaje que busca reproducir los dichos de la época y las turbaciones del tránsito de la infancia hasta la adultez, pero que, por largos tramos, se excede en la solemnidad, lo cual menoscaba la caracterización de las experiencias de los personajes. Dicha monotonía, no obstante, se ve interrumpida cuando Ravines, renegado del catolicismo de sus años tempranos, lee un ejemplar de ‘Vida de Jesús’, una reconstitución de la vida de Cristo elaborada a partir de los evangelios apócrifos y en la que encuentra una imagen con la cual emparentarse, aun cuando esta no calce necesariamente con los valores cristianos inculcados por la religión de su niñez.

Igual tengo que defenderme de sus acciones, como Jesús. Está en mis manos no dejarme arrastrar por ella en sus desgracias. Si la dejo, si los dejo (también están mis hermanitos), serán mi lastre. Me quedaré anclado al pueblucho atrasado en que malviven y vegetan y del que no podré salir jamás”. (pág. 119)

            


    En esta escena de revelación la novela brinda una clave de lo que se está contando: no hay Historia sin lo apócrifo, sin esa ficción que se encuentra en orilla de lo canónico y establecido. Es la propia historia de Ravines la que se narra a través de los recursos de la ficción –de lo que pudo o no pudo haber pasado– como una forma de aproximarse a la sensibilidad de la figura histórica y de quienes lo rodean. Entre esos personajes secundarios destaca, por lejos, el personaje de Belisario Ravines, el prefecto vilipendiado por el pueblo cuyos soliloquios llenos de delirio, miedo y culpa, quiebran el relato a la vez que lo dotan de vitalidad. Es un momento clave cuando este declara ante Ravines que no cree en Dios, a lo que este responde:

“Yo tampoco. Pero creo en los pecados. Los que empozan el alma y la ensucian para siempre”.  (pág. 238)

Es el pecado y la culpa que acarrea lo que gangrena a los personajes. Ante ello, el protagonista opta por la libertad como la única manera de no acatar órdenes de nadie, como el principal motor para desenvolverse en el mundo. Esta consigna marcará sus decisiones y determinará su futuro. Será el matiz con el que forjará un moral y una conciencia: su propio evangelio. Dummet, en esta novela apenas nos ha empezado a mostrar el camino que ha trazado para contar la vida de Eudocio Ravines (este es el primer tomo de una trilogía anunciada). Un camino que, tras esta lectura, anticipo con buen augurio.



(Texto publicado en El hablador)

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