Todavía llevo hoy esa espina clavada en el corazón.
Haruki Murakami

En el estudio de los fenómenos
económicos, se usa la idea de una curva envolvente. Esta sirve de enlace para
unir distintas curvas menores y dispersas, heterogéneas en su forma y valor, a
través de puntos de contacto. A través de dichos puntos, la curva envolvente
puede remitirnos la figura de un sistema circulatorio, que recoge y otorga
vida a su vez a cada una de estas curvas y las hermana a través de la
pertenencia a un microsistema. En el más reciente libro de relatos de
Haruki Murakami sucede algo parecido.
Hombres
sin mujeres, es un conjunto de siete relatos hermanados por un sentimiento
de pérdida y soledad. Lleno de escenas de encuentros y desencuentros entre
hombres y mujeres, con una atmósfera lúgubre donde el amor puede ser a veces
una tabla de salvación o una piedra amarrada a uno, que lo conduce a un abismo
de desgracia. Los mecanismos a través de los que interactúan hombres y mujeres
son incomprensibles para los personajes de este libro y nosotros lectores
asistimos a cada uno de ellos con la sensación de que dichas tragedias
trascienden las páginas del libro que tenemos en nuestras manos y se
manifiestan en nuestra realidad. Cada
historia es digna de disfrutarse como quien observa maravillado una flor, pero cuidando
siempre de que las
espinas con las que nos topemos no
terminen por desangrarnos del todo en el camino.
Drive my car
Un maduro actor tiene problemas con la visión. Un punto ciego
en su campo visual. Es por ello, que al no poder manejar su carro, y al no
gustarle andar en taxis o en el metro, requiere del servicio de un chofer. La
chica que lo ayuda es una joven veinteañera, aparentemente parca y retraída.
Él, viudo desde hace algún tiempo, traba una especie de fraternidad con esa
alma también sufrida, que lo lleva y trae del teatro donde está actuando. Ambos
empiezan a interesarse en el pasado del otro. Ella le cuenta la razón de su
aparente indiferencia con el mundo. Él, la razón de sus penas. Penas causadas
en gran parte por las infidelidades de su esposa, con la que estuvo veinte años
casado. Ella se fue, pero él se queda a padecer ese precio a pagar por el amor
de una mujer (De todas formas, se dijo,
los muertos seguramente no pensaban ni sentían nada. Eso era, desde su punto de
vista, lo bueno de morir.)Esa incapacidad de entender su comportamiento. (¿Acaso no nos es imposible comprender al
cien por ciento lo que piensan las mujeres?) Es por ello, que busca a uno
de los amantes de su fallecida esposa. Traban una especie de amistad,
hermanados por ese lazo extraño de haber amado o intentado amar a la misma
mujer (Eran incapaces de paliar el dolor de la pérdida, cada uno
desde su posición. Por eso congeniaban).
Conversaciones mezcladas con el alcohol en las que ahondan en el
problema de no haber comprendido a aquella mujer mientras reprimen buena parte
de lo que quieren decirse. Están actuando y siendo vulnerables al mismo tiempo.
Al parecer es la única forma que tienen para no caer en la angustia. ¿Conoció
el amor el maduro actor? (Pero cuanto
mayor es la felicidad, mayor es la angustia que se siente. (…) existía la
posibilidad de perderla. Sólo de pensarlo, se me encogía el corazón.).¿Fue
eso amor o es que el punto ciego era más que una discapacidad física?
Yesterday
Los protagonistas de este cuento
son dos muchachos que trabajando juntos se hacen amigos a pesar de ser muy
diferentes entre sí. Uno está en la universidad mientras que el otro lleva dos
años intentando ingresar a ésta. El primero, además tiene una serie de
complejos a los que se le suma el haber terminado una relación que le ha dejado
un sabor agridulce. El otro tiene una serie de hábitos extraños como el cantar
de forma extraña la canción del título del cuento en un dialecto provinciano
del japonés. Es este el que presenta una relación amorosa que se inició en la
infancia y en la que le cuesta seguir participando como cree que debería,
siendo la negación del sexo una de las razones más determinantes del lento
alejamiento de él y ella (Todos damos un
rodeo sin fin.) Llega al punto incluso de pedirle a su amigo que salga con
ella, porque cree que de dicha manera no le hará tanto daño. Nadie parece estar
seguro de lo que realmente quiere. (Buscar
algo cuando uno no sabe qué está buscando es muy complicado.) Lo único que parece cierto es la atmósfera de
tristeza que encierra los difíciles años de la juventud. (¿no te parece que, cuando eres joven, en cierta medida es necesario
vivir periodos tristes y difíciles cómo
ese? O sea, como parte del proceso de madurez.). La incomprensión de este periodo genera además,
dudas acerca del sentido de la vida y sobre las reales posibilidades de llegar
a un punto de sosiego continuo. ((…) pero no puedo negar que me preocupa, que
no creo que sea bueno que la vida
resulte tan natural, agradable y sin contratiempos). Pasarán los años y el
pasado, seguirá ahí, inamovible, tan doloroso al recordarlo cómo cuando pasó.(En ocasiones la música tiene el poder de
reavivar los recuerdos con tal intensidad que a uno hasta le duele el corazón.)
Pero aun así, habrá lugar para una pequeña dosis de esperanza. (Porque nadie sabe con qué soñaremos mañana.)
Un órgano independiente
Existe una clase de personas que, debido a una excesiva
despreocupación, a sus pocos desvelos, se ven obligadas a llevar una vida
sorprendentemente artificiosa. El doctor Tokai pertenecía a esa clase de
personas. Cirujano de relativo éxito, educado y de modales destacados por decir
lo menos, había llevado a lo largo de su vida un accionar tranquilo que le
había reportado una serie de satisfacciones que lo habían llevado a pensar que
su vida había tenido un transcurrir “natural y honesto”. Nunca se había inmiscuido en una relación
amorosa que le supusiera un compromiso formal y único. Intuía que si lo hacía,
era inevitable que terminara arrasado por el sufrimiento. (Cuando alguien te gusta demasiado, lo pasas mal. Sufres. Como no creo
que mi corazón sea capaz de soportar tal peso, me esfuerzo todo lo posible para
que no me guste.)Su afán e interés en un aspecto de las mujeres que vaya
más allá de lo sexual se había traducido en una enumeración de fugaces
relaciones sin ataduras. (Lo que buscaba
era una relación en el plano intelectual con las mujeres. (…) Ninguna técnica
quirúrgica podía mejorar la capacidad intelectual.) Hasta que a la edad de
los 52 años, llega la tormenta. Se enamora. Se desestabiliza, un terremoto
rompe con la quietud de su existencia. Empieza a cuestionarse el sentido de la
misma. (Últimamente pienso a menudo en
qué demonios soy.) El amor por una sola mujer empieza a alejarlo de las
demás aventuras que tiene en paralelo. Se va volviendo un ser dependiente de la
duración de esta relación. Porque esta va más allá de los encuentros sexuales
que puedan sostener. (Cuando su corazón
se mueve, tira del mío. Como dos barcas atadas por una cuerda. Que no se puede
cortar, pues no existe ningún cuchillo capaz de cortarla.). El narrador da
cuenta de ello, tratando de comprender la problemática de un ser que recién
conoce el amor en su madurez. (Pero, con
los años, el lastre del pasado, lo abruma a uno. No hay segundas oportunidades.).
Pero, ¿qué tan peligroso es no retroceder, ahogarse en ese mar embravecido
que es el enamorarse de una mujer? El
final trágico reflexiona en torno a dicha pregunta. La sensación de pérdida
podrá absorber al lector, que sin embargo no olvidará fragmentos de esta
historia como éste:(…) para mí era un ser
especial. Podía afirmar incluso que es un ser sintético. Todas las cualidades
que posee se concentran y compactan en un solo núcleo. Y lo que hay en el
núcleo es lo que me atrae tan poderosamente. Como un potente imán. Es algo que
sobrepasa la razón.
Sherezade
Un hombre desterrado al mundo de
la soledad (Yo mismo soy una isla
desierta.) Su único vínculo con la realidad externa: una enigmática mujer
que le cuenta historias luego del sexo, al punto que este por momentos se
siente como un mero puente para llegar a las narraciones. (Se dijo que los gestos de una mujer posiblemente sean más interesante
cuando se viste que cuando se desnuda.)Una mujer de treinta y cinco años,
sin ninguna cualidad física resaltante. Tal vez una ama de casa. Tal vez la
esposa de alguien. No sabemos. Sólo que es capaz de hechizar y mantener cautivo
al protagonista con la fuerza avasalladora de sus relatos. (Despertaba el interés del oyente, lo
mantenía astutamente en ascuas, le obligaba a pensar, a especular, y luego le
daba justo lo que deseaba.). Los relatos de su pasado, que se van
relacionando con la vida de su fiel oyente. Con sus sensaciones de vacío. Seres
que esperan ver una luz que los guie para no perderse en la pesadumbre de una
existencia que por momentos resulta una carga difícil de sobrellevar. Y otra
vez el desamor, que por momentos llega a intoxicar y causar más daño que
satisfacciones. Obsesiones con las que no es fácil lidiar. (Y no es que fuera algo semejante a una
enfermedad, sino que probablemente fuera una enfermedad de verdad.) ¿ O
será verdad que el tiempo es capaz de borrar las heridas causadas por el amor?
(A veces, cuando observamos las cosas al
cabo de un tiempo desde una perspectiva un poco diferente, algo que creíamos
absurdamente esplendoroso y absoluto, algo por lo que renunciaríamos a todo
para conseguirlo, se vuelve sorprendentemente desvaído.)Al final, sólo
termina prevaleciendo el temor por perder la magia y el encanto que la
intimidad con una mujer es capaz de brindar. (Perder esos momentos especiales que invalidaban la realidad, aun
estando integrados en ella: eso le ofrecían las mujeres).
Kino
El protagonista es el dueño de un
pequeño y casi insignificante bar cuya vida había transcurrido sin pena ni
gloria (No había conseguido hacer feliz a
nadie, y menos a sí mismo.) hasta que su mujer lo engaña con un compañero
del trabajo de toda su vida. De manera increíble, este suceso lo alentó a
voltear la página casi al instante y aceptar un trabajo sosegado, que le diera
independencia, sirviera de guarida (A
veces siento como si me hubiese vuelto casi transparente.) y la posibilidad
de mostrar interés por eventos minúsculos que en cualquier otro sitio pasarían
desapercibidos como la visita de un extraño hombre que lee en silencio mientras
toma un whisky. También la de una mujer con un pasado que le ha dejado una serie
de cicatrices que Kino va descubriendo en la intimidad. Poco a poco, la
atmósfera sombría del jazz que sirve de música de fondo se va mezclando en el
interior de Kino, que empieza a ver lo triste que ha llegado a ser su vida. Un
encuentro con su ex mujer (Pero es que
entre nosotros existió como un botón mal abrochado.), la rara y metafórica aparición
de serpientes (Las serpientes han
acaparado ese espacio, en el cual intentan ocultar el frío latido de sus
corazones.), la pequeña habitación de un hotel que sirve como refugio: no
son más que el camino para entender que el dolor es inevitable. Que no se puede
escapar de él por más que se trate.(Lo
único que a duras penas podía hacer era procurarse un lugar al que amarrar su
corazón, que había perdido todo el peso y hondura, para que no diese tumbos de
un lado a otro.) Y que para algunos, la felicidad es una utopía que sirve
como negación a los padecimientos con lo que uno se enfrenta a diario. (De hecho, ni siquiera había logrado hacerse
una idea precisa de qué era realmente la felicidad.)
Samsa enamorado
Este relato funciona como una metáfora de la
evolución de la Humanidad a través de un giro de 180° a la historia del mítico
personaje kafkiano de La Metamorfosis.
Aquí, un ser se despierta con la única seguridad de que responde al nombre de
GregorSamsa. Empieza a descubrirse como un hombre en un proceso dificultoso en
el que en primer lugar debe sobrevivir. Primero está el funcionamiento de su
cuerpo y la satisfacción de las necesidades que este requiere. (Pero entonces, como para colmar el vacío
dejado, un intenso dolor comenzó a atormentarlo-era como si una siniestra roca
oscura hubiese emergido al bajar la marea.) Luego, está el descubrimiento
del pudor y el anhelo de protección frente a adversidades inherentes a su
naturaleza frágil. (Samsa se percató de
que necesitaba vestirse con algo.)Samsa está empezando a sortearlo, cuando
irrumpe una mujer en su casa. Una cerrajera, que acaso sirva como una metáfora
del rol de las mujeres como dueñas de las llaves del destino de los hombres.
Gregor empieza a sentir en su interior un fuego que va incrementándose mientras
más interactúa con esta mujer. (No sé
cómo explicarlo, pero creo que no tiene nada que ver con mis sentimientos. Debe
ser un problema del corazón.) Y va dejando de ser sólo un cuerpo que sufre,
sino que hay algo que lo trasciende. Que lo eleva a sensaciones que en su
anterior vida no podía percibir. Y es que sin importar que el mundo se esté
destruyendo afuera, en muchos casos, basta la presencia de una persona a la que
se ama para saber que no todo está perdido, es la idea que parece acentuarse en
las líneas de esta historia. Pues lo único que quiere Gregor y muchos de
nosotros a veces, es tan solo ir
develando poco a poco los misterios del mundo con ellas.
Hombres sin mujeres
Un buen día, de repente, te conviertes en un hombre sin mujer. Ese día
sobreviene de repente, sin mediar el menor indicio o aviso, sin corazonadas ni
presentimientos, sin llamar a la puerta y sin carraspeos. El timbre empieza
a sonar de madrugada. El protagonista se despierta y contesta. Una chica acaba
de suicidarse. Una chica con la que se relacionó tiempo atrás y que en algún
momento del tiempo paso a formar parte de su memoria mas no ya de su realidad
cercana e inmediata.Y la atmósfera de muerte empieza a recorrer la mente de
este narrador que nos va llevando de la mano a conocer a los fantasmas de su
pasado. En un viaje silencioso (Un
silencio como si cada uno nos asomásemos a un extremo de un hondo agujero
abierto en el medio de una carretera.) y lleno de melancolía (Ojalá existiese en el mundo una máquina que
midiese fácilmente y con precisión la tristeza.). Somos lectores, a los que se les brinda esta historia de sus
errores y gozos con el posible objetivo de que al comprenderlo seamos capaces
de aliviar el dolor y la soledad que siente este hombre. Un hombre que se ha
quedado sin una mujer. Sin una parte de su pasado. Pues sólo
los hombres sin mujeres saben cuán doloroso es, cuánto se sufre por ser un
hombre sin mujer y una vez convertido
en un hombre sin mujer, el color de la soledad va tiñendo hasta lo más hondo de
tu cuerpo.
+Sobre el autor:

Haruki Murakami (Kioto, 1949) estudió literatura en la Universidad de Waseda y regentó durante varios años un club de jazz. Es, en la actualidad, el autor japonés más prestigioso y reconocido en todo el mundo, merecedor de premios como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka o el Jerusalem Prize. En España, ha recibido el Premio Arcebispo Juan de San Clemente, concedido por estudiantes gallegos, así como la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno español y el Premi Internacional Catalunya 2011. Tusquets Editores ha publicado catorce de sus obras: diez novelas —entre ellas la aclamada Tokio blues. Norwegian Wood, 1Q84 y Los años de peregrinación del chico sin color—, las personalísimas obras De qué hablo cuando hablo de correr y Underground, y dos volúmenes de relatos: Sauce ciego, mujer dormida y Después del terremoto.
+Un cuento del libro:
Acabo de cerrar el libro, tras su lectura... me ha gustado como todos los de este autor. Los libros de relatos hasta ahora publicados tienen símbolos comunes como las serpientes, los sauces, los archiconocidos gatos, la lluvia...
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