Seix Barral.2016. 290
pp. S/.45

Mis abuelos provienen de cuatro
regiones distintas del Perú que en 24 años de vida nunca he visitado. Con las
justas conozco a la fecha otros cinco departamentos por motivos de turismo,
trabajo o juerga. Sí, soy un limeño que ha vivido de espaldas a lo que sucede
en el interior del país. A lo que realmente sucede, que es vivir en dicha
región y conocer in situ la problemática de cada una de ellas. No solo por las
noticias o artículos en los diarios que uno lee de vez en cuando. O los
reportajes de los domingos por la mañana con una visión vertical, siempre
mirando por encima del hombro a quienes entrevistan, convirtiendo en
espectáculo y mercancía cualquier actividad que no comprenden. Cada uno de mis abuelos, a su manera, me habló
de aquello que dejó atrás. Pero si hoy tengo interés en conocer sus lugares de
origen, no es por un afán de recrear la visión mítica que me pudieron legar sin
querer. Es para conocer cómo es el presente de aquellos sitios. Qué cambió y
qué no. Cómo las comunidades que no decidieron migrar se desarrollaron en todos
estos años. Justo lo que hace Marco Avilés (Abancay, 1978) en las crónicas de
este libro. Salir de la capital y
empaparse de lo que sucede más allá de lo que estamos acostumbrados. Y no de
manera superficial como cuando hacemos turismo o “trabajo de campo” por unos
días. Involucrarse de verdad.
Sea en los Andes o la región
amazónica, el lector limeño ensimismado en su burbuja es capaz de percibir en las páginas del libro un mundo
que siempre ha sentido como lejano. Más cercano geográficamente pero menos
entendible que el de otra metrópolis americana en muchos casos (Es más rápido
ir a Miami o Santiago de Chile que a Huayana o El Dorado). Y sin embargo la
mirada del autor encuentra problemas transversales a la ciudad y el campo,
alejándose de cualquier sacralización de lo rural como sucede muy a menudo: el
consumo excesivo de alcohol a pesar de su uso como “medio de integración”, la
violencia hacia la mujer en muchos aspectos o la falta de acceso a servicios
básicos, la poca presencia de la autoridad y el consecuente nulo reconocimiento
del Estado y su Ley en algunos casos, entre otros. Hay mitos e historias
ancestrales, claro, pero Avilés no se engolosina con ello, y aborda el presente
o la conexión de las anteriores con lo que ocurre hoy en día, describiendo lo
que observa en cada uno de sus viajes y estadías, aproximándose lo mejor posible
a lo que piensa y siente la futbolista de Churubamba en una comunidad donde el
matriarcado es la estructura social más arraigada; al guardián de la reserva de
Pacaya-Samiria que tiene que lidiar con
el peligro constante de la naturaleza y a la ambición del hombre; o al
agricultor de Huayana poseedor de una riqueza biológica en sus tierras
impresionante pero que no se traduce en un rédito monetario notable, sin esa
actitud paternalista del hombre de la ciudad. Un ejemplo claro es la crónica
del festival de Takanakuy donde los pobladores del pueblo de Chumbivilcas se
enfrentan a golpes como una manera de lidiar con sus conflictos personales, texto
donde uno percibe un afán por entender qué es lo que buscan los participantes
al realizar dicho tipo de acciones y cómo esa manera de combatir entre ellos
escapa de la simple etiqueta de “salvaje” con la que los etiqueta la mayoría de
foráneos. O al exponer la asimetría de precios de los productos en su lugar de
origen respecto a lo que termina pagando el consumidor final, evidente problema
de desigualdad económica con graves consecuencias sociales.
Discriminación y cuestionamiento
interno que se da día a día, de manera poco explícita pero sí significativa a
través de detalles que el ojo común intenta pasar por alto. Así es cómo
comienza el libro. Con anécdotas a las que estamos acostumbrados, y que por
ende, hemos terminado normalizando.
Avilés parte de su historia para explorar el origen de esa indiferencia,
pero no se queda en la victimización personal y la catarsis, sino que explora
el no reconocimiento del cholo como alguien con los mismos derechos de uno. Se
interna en el mundo de nuestros compatriotas de la sierra y el Ande, narrando
cómo el modelo de jerarquización con el crecemos y nos educamos en casa, en la
escuela y casi todos los ambientes sociales donde nos desarrollamos, se replica
de distintas maneras y alimenta un sistema utilitarista donde aquel que no se
logra adaptar o integrar, debe ser aplastado o desterrado, como ocurre en las
comunidades selváticas. De dónde venimos
los cholos es un excelente libro de crónicas capaces de conectar con
cualquier lector, llevándolo página a
página a un revelador viaje al interior del país. Muy recomendable.

+Sobre el autor:
Periodista, editor, pinche de cocina. Nació en 1978 en la ciudad de Abancay. Fue director de las revistas Cometa y Etiqueta Negra. Ha publicado el libro Día de visita, sobre la vida íntima en la cárcel de mujeres de Lima. Sus crónicas aparecen en diversas antologías del género y en revistas de América Latina, Europa y los Estados Unidos. Trabaja en este país como promotor de salud para agricultores migrantes, y un día, con empeño, será panadero. Vive en Maine junto a su esposa, un perro sin pelo y dos gatos amarillos. Todo lo que hace se puede leer en marcoaviles.com
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