Anagrama, 2020. 128 pp.
¿Y si la falta de humanidad mostrada
por gran parte de la clase política actual se debiera a que en realidad son
cucarachas? Cucarachas que de un día para otro despertaron convertidas en la
especie más peligrosa y dañina de este planeta: seres humanos. Ian McEwan
(Reino Unido, 1948), uno de los más destacados novelistas en lengua inglesa
muestra en “La cucaracha” su historia más divertida y ácida, denostando página
a página a la élite gubernamental más ominosa de Occidente.
Jim Sams, un ser inteligente pero
de ningún modo profundo, se nota
convertido, de la noche a la mañana, en
el primer ministro del Reino Unido. La huida de la noche anterior por las
calles londinenses culmina con este inexplicable acontecimiento. Sin tiempo
para cuestionar esta peculiar resaca, que incluye nuevo cuerpo y funciones
vitales, tiene que adaptarse rápido por las mil actividades pendientes que tiene
que atender como líder de la otrora todopoderosa potencia mundial. El
reversionismo, una teoría socioeconómica risible, está ganando cada vez más
adeptos a pesar del grado de ridiculez de sus propuestas y dependerá de Sams
que se concrete su aplicación y propagación por el resto del mundo, así que
mucho tiempo para explorar su nueva condición de homo sapiens sapiens no tiene,
forzado a decidir rápido la estrategia que va a tomar mientras se topa en el
camino con un rival político entre sus
filas, un accidente diplomático con Francia y la sorpresiva garantía de tener
como aliados a más de su especie devenidos en ministros o presidentes.
“Las cosas se estaban
encarrillando bien. En tiempos difíciles como aquellos, el país necesitaba un
enemigo encarnizado. Los periódicos patriotas elogiaron al primer ministro por
enfrentarse con determinación a los franceses y hablar claro en nombre de
“nuestros muchachos caídos”” (pág. 74)
Su historial lidiando con
alcantarillas y suciedad lo ayuda en esta nueva etapa al punto de convencer a la sociedad inglesa con menos
reparos de los que imaginaba. Haber vivido tanto tiempo entre la oscuridad lo
ha preparado para sobrevivir a tantas amenazas, por lo que la política, más
allá de las dificultades iniciales, no le supone un grado mayor de dificultad, cuando
descubre la mayor arma en tiempos de redes sociales y sobreinformación: la
mentira mediante la fabricación de noticias. ¿Qué es la dignidad de un enemigo frente
a la posibilidad de reconstruir un imperio?
La propuesta de subvertir la
premisa de la más conocida obra de Kafka puede leerse como un gesto que supera
lo lúdico al plantear que lo más vil de nosotros, a cien años después de la
pesadilla del checo, se ha normalizado, camuflado entre el libertinaje de
expresión y los chauvinismos exacerbados en tiempos de crisis. A quienes más
propugnan mensajes de odio y polarización los convertimos en gobernantes,
líderes encumbrados bajo la promesa de defender los valores de antaño , a modo
de refugio frente a la percepción del prójimo como potencial enemigo y amenaza,
en un camino que sólo puede culminar en el más absoluto delirio. McEwan captó
todo ello y en vez de insistir con un ensayo furioso sobre los problemas
contemporáneos como los que publican mucho de sus colegas (llenos de lugares
comunes la mayoría), optó por escribir algo más liviano pero más plausible: una
sátira para nuestros días.
(Texto publicado en la web de "El hablador")
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