"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


domingo, 4 de junio de 2023

[Reseña] ‘Vidas conjeturales’ de Fleur Jaeggy

 Notate bene

Ediciones Universidad Diego Portales, 2022. 68 pp.

¿Cómo trazar un perfil sobre seres iluminados, distantes en el tiempo? ¿Cómo se aproxima uno a esa genialidad por una vía distinta a la acumulación de datos biográficos? La respuesta puede ser tan simple como arriesgada: conjeturar. Buscar entre los resquicios, residuos, sobras. Reunir la información de aparente carácter ordinario, que por sí sola no podría decir mucho sobre la vida de alguien y obtener de ella un retrato íntimo y emotivo. Así como lo logra Fleur Jaeggy (Zúrich, 1940) en este breve compendio de vidas.


Thomas de Quincey (1785-1859), John Keats (1795-1821) y Marcel Schwob (1867-1905) son las figuras literarias elegidas en este volumen recopilatorio. Si bien escritos y publicados en distintos años, la misión de estos tres proyectos narrativos parece partir de una misma motivación: conocer cómo se forma (y deforma) una sensibilidad artística. Y una primera estación ineludible para ello es la infancia, germen de padecimientos y alegrías; de intereses y miedos.

Jaeggy, con gran capacidad imaginativa, caracteriza a los escritores mencionados. Los recrea para volverlos personajes. Se apropia de ellos. Los tres son seres con infancias difíciles, como muchos, pero a la vez genios signados por una marca de la iluminación. Una marca que es capaz de hacerlos trascender y subvertir la condena del olvido, de ubicarlos por encima de los demás por su talento, y, al mismo tiempo, distantes a sus coetáneos, acompañados por una sensación de no pertenencia impuesta y luego, voluntaria.

La felicidad jugó con él, después se transformó, casi como si el dolor fuera una felicidad encolerizada, una agraciada convulsión de la naturaleza’ (pág. 19) La aproximación a De Quincey se apoya en la realidad padecida: pobreza y adicción. Esta última surgida como respuesta a los efectos nocivos de lo primero. La adicción se convierte en una vía de escape a la memoria de vivir atormentado por los maltratos infringidos en la escuela. De Quincey llega al punto de apartarse de los asuntos de los vivos, todos sospechosos de conspirar contra su persona, en un aislamiento radical que probablemente haya sido uno de los factores predominantes en la extenuación de su organismo.

Quién sí resistió lo más que pudo con tal de dar respuesta a sus enemigos fue Keats[1], según se consigna en el perfil más apasionado del libro. Keats, ‘Devoraba los libros, copió, tradujo fragmentos, hizo de escribano y de copista de su mente. Hizo saber a sus amigos del Guy’s Hospital que la poesía era ‘la única cosa digna de atención para una mente superior’. Y esa era su única ambición’.  (pág. 33). En este ensayo, llama la atención cómo Jaeggy dedica muchas líneas a las distintas descripciones fisionómicas del poeta. Lo describe como poseedor de una mirada abrasante (a la que se le atribuía la de posibilidad de ver el futuro) y unos labios siempre dispuestos a demostrar su imperecedera personalidad[2]. Un carácter avasallador, capaz de anular la identidad de todo aquel que se le acercara. Quizás por ello el número de páginas dedicadas a su agonía resulta apropiado. Como una forma de ver si la vulnerabilidad de una sombra tanática permitía revelar más acerca de la personalidad del poeta, quien no deja de brillar en sus horas más aciagas.

Y si bien a Schwob, Jaeggy le dedica un menor número de páginas respecto a los dos anteriores perfiles, estas le bastan para señalar la gran importancia que tuvieron las relaciones amicales y sentimentales en la vida del escritor judío. Amigos que se torna refugios, musas que se vuelven fantasmas. ‘Ese viaje de la memoria hacia las sombras de los encantamientos se había desvanecido. Quedaba el catálogo arrugado de un largo deambular’ (pág. 58) Agotado tras sus viajes, Schwob se rinde ante la nostalgia y opta por volver. El perfil llega a su fin con una escena de fantasmas, lo cual tiñe de luto el ambiente en el que yace el escritor y también el lector de estos perfiles quien, al cerrar este breve librito, seguramente añorará a estos personajes. Esta lectura se convierte en el pretexto perfecto para acudir a los libros de los autores perfilados y por qué no, también, los de su aguda retratista.  

 

(Este reseña fue publicada en la revista virtual 'El hablador' )

[1] ‘“Si muero”, le escribe a Brown, “debes hundir a Lockhart”. Era un tipo que escribió un artículo contra Keats, aprovechándose de chismes e informaciones personales: combinó su talento de sabueso y chivato de la policía con el de enemigo de la Literatura (pág. 43)

[2] ‘Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en agua’ es lo que Keats solicita se inscriba en su lápida en un intento de unir su recuerdo al poder transformativo del líquido elemento.

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