Alfaguara, 2014. 396 páginas. | Random House,
2022. 430 páginas.
La edición sobre la que escribo es la definitiva. Veinte años después de haber sido lanzada, Fuguet decidió saldar deudas en el 2014 con su segunda novela y publicarla tal como la concibió, sin cortes[1]. Como libro adelantado a su tiempo, Por favor, rebobinar interpela a quien lo lee debido a la contemporaneidad de los temas. Aborda problemas de la década de los noventa, es cierto. Sin embargo, estos no se han ido y más bien han mutado. Algunos de estos son: la sobreexposición, la inmediatez, la falta de vínculos reales. El enemigo ya no es el Estado sino uno más peligroso, poderoso e invisible. Cada ser humano es visto como un elemento que puede ser eliminado sin consecuencias fatales. Existen jóvenes que le temen a la soledad, pero no saben cómo escapar de ella. Hay gente incompleta y dañada buscando un refugio, algo a lo cual aferrarse antes de ahogarse.
Los personajes de la novela entran y salen de la misma con aparente facilidad. Entre ellos, están los que se salvan y los que no lo podrán lograr. Quienes caen y se hunden, porque no encuentran la manera o las armas para combatir. Los personajes principales son ocho. La novela se puede concebir como un reparto con muchos extras quienes relatan el proceso de su hundimiento. Allí está Lucas García, el cinéfilo compulsivo quien busca en el celuloide lo que la vida real se empeña en negarle; Andoni Llovet, una especie de narciso incapaz de superar sus miedos y dudas. También Damián Walker, un dealer siempre a la deriva. Finalmente, Pascal Barros, estrella de rock, ídolo y símbolo: el futuro ángel caído de su generación. Todos ellos intentan conectar de manera verdadera con alguien y fallan en el intento. Forman amistades en base a mentiras y deslealtades, en la mayoría de casos. Para Fuguet lo principal es construir personajes. Entenderlos y acompañarlos. Observar cómo evolucionan o caen sin remedio. Analizar cuáles son sus mecanismos de protección. Fuguet muestra a una generación agobiada por la cultura del éxito, aquella que te expulsa sin perdón si no logras sobresalir a tiempo. Una eterna competencia donde todo está permitido, menos escapar.
Es así que se producen las
adicciones: surgen como una alternativa para lidiar con dicho sistema. Están
las drogas, pero también el cine, los libros, la música, la televisión o el
sexo. En la novela, todo pasa demasiado rápido, deslizando sutilmente la noción
de poder en las relaciones afectivas. El verdadero anhelo no es la conexión,
sino consumir y desechar mientras se sobrevive como puede. Rebelarse puede ser
un ejercicio inútil frente a un engranaje que te puede destrozar sólo por
intentarlo.
Los años han pasado y le han dado
la razón a la novela. No envejeció, más bien se enriqueció con estos. En
tiempos de redes sociales donde los lazos se diluyen en la inmediatez, Por favor, rebobinar se erige como un
libro que avizoró este mundo “hiperconectado” en apariencia. El miedo a crecer
y asumir responsabilidades como forma protegerse de un eventual dolor sigue
vigente. La novela muestra cómo se busca disfrutar y gozar sin correr riesgos,
sin nada significativo. Fuguet advirtió la sensibilidad de nuestros tiempos y
la volvió novela, con personajes con los que uno puede empatizar porque
reconoce en ellos ciertos defectos de sí mismo o de su círculo de amistades. Fuguet
captó el zeitgeist del nuevo milenio, lo retrató y hoy podemos leer esta novela
de mejor manera. Por favor, rebobinar
es una novela cuya radiación alcanza toda la obra posterior de su autor y que
sus lectores, por supuesto, agradecemos.
(Una versíón de este texto aparece en el portal web "El hablador")
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