'Un aleteo al fin de la guerra¨
Turner, 2020. 288 pp.
El ‘efecto mariposa’ es un
término que se popularizó a raíz de una película de inicios de este siglo. Sin
embargo, la idea ha inspirado, desde mucho antes, a autores como Ray Bradbury y
hasta un episodio de los Simpsons. Incluso, esta idea fue llevada a inspirar a
científicos, como sucedió con los múltiples pronósticos del tiempo del
meteorólogo Edward Lorenz al intentar diseñar un modelo certero de predicción
de fenómenos climáticos en 1961[1].
Cambios numéricos que –aunque diminutos y casi imperceptibles– podían tener efectos
monumentales y ser capaces de provocar una sensación generalizada de caos
debido a la a falta de predictibilidad. Este concepto de sistemas inestables
que bien podría aplicar a lo que expone el libro de Daniel Schonpflug, quien,
partiendo de datos históricos, recrea la indefensión generalizada en distintas
partes del Hemisferio Norte tras el fin de la Primera Guerra Mundial.
¿Es posible aprehender toda la
devastación emocional que involucra la
posguerra? ¿Qué supone la vida tras sobrevivir la batalla? Schonpflug brinda un
retrato del fin de la primera confrontación a gran escala de la mayoría de los
países europeos y el acelerado posicionamiento de los Estados Unidos como
potencia mundial a través de retazos biográficos de distintos personajes de
dicha época: de Harry Truman a Virginia Woolf, pasando por Gandhi, Lawrence de
Arabia, el príncipe Guillermo de Prusia, Terence McSwiney y otros menos conocidos,
pero de participación significativa, como Soghomon Thelirian o Marina Yurlova.
‘El mundo en vilo’ es un libro que
apela a la narración de las vidas de dichos personajes durante años que
siguieron al cese de las armas a fines de 1918. Schonpflug combina datos
históricos con la exploración del mundo interior de sus protagonistas frente a
estos hechos, ya sea mediante la revisión de las notas de sus diarios o una
nutrida serie de libros biográficos[2],
con el propósito de ilustrar ese estado de aturdimiento que cundió por los
países europeos y las sociedades colonizadas por estos. Un estado de optimismo
forzado (y finalmente erosionado) tras un furor de violencia que hizo que
millones de hombres se enfrentaran a la muerte por la ambición de sus líderes.
¿Se podía aspirar a un momento de paz y calma en 1919?¿El hombre sería ya
consciente de lo que podía provocar la falta de entendimiento y conciliación?
“’Eran años locos’: así resume
Grosz la posguerra en Berlín. Tras la guerra, parecía como si todas las
ataduras hubieran desaparecido. ‘Una oleada de vicio de pornografía y
prostitución recorría el país entero. Todos decían ‘Je m’en fous, por fin ha
llegado el momento de divertirse un poco’. En realidad, los tiempos son
agotadores y nada divertidos’. Lo único que parece animado es la espuma
multicolor de la vida nocturna y el arte, al menos superficialmente. Por debajo
hambre destrucción y violencia’.” (pág. 155)
Veinte años es la distancia
temporal entre las dos Guerras Mundiales. ¿Por qué tan poco tiempo? Hay muchos
factores implicados, pero ‘El mundo en vilo’ se centra en el inicio de este
lapso, con la fragilidad de los acuerdos de paz, la humillación a los vencidos
y el desorden político de los vencedores. ¿Para qué sirvió el triunfo? ¿Hubo
mayor bienestar? ¿Qué futuro se vislumbraba? Hay dos fragmentos del libro que ilustran
una posible respuesta a dichas cavilaciones:
“(…) parece como si en la pintura
se desvaneciese la esperanza de una victoria gloriosa y también la belle
époque, anunciando el crepúsculo del Viejo Mundo, de las viejas élites y su
época de esplendor. La muerte de una criatura bella simboliza, más allá de su
contexto histórico concreto, el fracaso de algo magnífico, algo bello pero
demasiado frágil para resistir a la cruda realidad. Ese fue el destino que la
primavera y el verano de 1919 reservaba a las quimeras de tantos”. (pág. 176)
Finalmente, una de las mayores
virtudes de ‘El mundo en vilo’ es la mención de los efectos de la guerra
europea en las sociedades de la India, Siria, Arabia o Vietnam. El fuego de los
anhelos de independencia que empezó a encenderse y no se ha extinguido hasta
nuestros días. La interdependencia global es uno de los mayores símbolos de la
modernidad, donde los aleteos de una mariposa en cualquier lugar del mundo
provoca tempestades al otro lado del orbe. El actual conflicto de Ucrania y
Rusia es un ejemplo más. ‘Los recuerdos, gracias a Dios, no pueden
fotografiarse’, se cita hacia el final, y tal vez esté ahí la clave para que la
humanidad siga aprendiendo, entre tanto sacudón violento, a convivir algún día
en paz. A descifrar la subjetividad tras los hechos.
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