"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


domingo, 12 de enero de 2014

Vacaciones (?)

Último día del año en la oficina. Acumular papeles inútiles sobre el escritorio, papeles que te sirvieron y donde hay registrada información que alguna vez presumiste importante y que ahora no representan  más que un bulto inerte y pesado que tendrás que cargar todo el trayecto del micro hacia tu casa. Borrar toda la información de tu historial de Internet, tu música, documentos personales descargados. Que no quede rastro de algo que pueda ser visualizado por algún curioso con ganas de satisfacer sus deseos de indagar en lo que hiciste por cerca de un año. Hacer gestos donde se maticen la nostalgia y cierto grado de afinidad con aquellas personas que se te acercan y te tocan el hombre diciendo "Felices fiestas". Abrazos con tu jefe, con los compañeros, incluso con aquellos de otras oficinas con los que nunca pudiste entablar una conversación más allá del "Buenos días, ¿Cómo te va?" mecánico al cruzar miradas en los pasillos. Para cuando llegues al paradero estarás otra vez solo.

El verano no es tu estación favorita pensarás al levantarte tarde el día siguiente. Un calor que no hace más que irritarte el estado de ánimo. Tu familia recorriendo alguna calle haciendo compras de fin de semana y una nota sobre la mesa diciendo que comerás solo. Enciendes la computadora y utilizas tu conexión a Internet para recorrer las mismas redes sociales, donde tus compañeros publicarán sus fotos en New York, California, Madrid, Huancayo, Arequipa, Londres. No importa cuál sea el escenario, sólo te servirá para reconocer que la están pasando mejor que tú. O de lo que tú tienes posibilidad en ese momento. Llamas a una amiga para saber si puede salir pero ya hizo otros planes. Tu círculo de amigos que también se quedó en la ciudad anda disperso, ya sea recuperándose de una parranda previa o disfrutando de la belleza de sus enamoradas. Agarras un libro de Ribeyro que lees hasta que te cansa la vista. El periódico no dice nada nuevo y al final todo te parece una extensión tan emotiva como los avisos clasificados. Decides no calentar el táper que te han dejado en la cocina y sales a comprar un menú. Rodeado de parejas de ancianos almorzando a las cuatro de la tarde no te demoras mucho comiendo. Para cuando vuelves, tu familia ya volvió y salió otra vez. Enciendes la computadora  de forma mecánica y ves por enésima vez videos que ya perdieron su gracia. Te tiras a tu cama a dormir.

Los días siguientes antes de la Nochebuena, seguirás con una rutina parecida. Levantarte tarde, una incómoda ducha seguida de un desayuno para nada nutritivo, ordenar tu cuarto sin ánimo, salir a comprar periódico, ver comedias agridulces en la televisión, esperar la hora del almuerzo leyendo, almorzar, seguir leyendo, salir solo a caminar por esas calles invadidas por compradores compulsivos sin remordimiento alguno por gastar como si el día siguiente se acabase el mundo y los créditos no tengan que ser pagados, volver, leer, ver televisión y dormir. Dormir para soñar en días distintos, en aquellos momentos que en universos paralelos prolongan los retazos de felicidad que ocurrieron hace semanas, meses o años. Pensar en la chica que te está comenzando a atraer, por ejemplo. Y tratar de no despertar.

Pero despiertas.

Ya es 24. Sólo tienes dinero obtenido en base a sueldo y propinas. Le compras regalos a tu familia. A alguna amiga por ahí, y paras de contar. Para ti también claro. Vas a una librería, diciendo que en verdad vas a pagar la cuota mensual de la línea telefónica del celular, y observas a algunos apurados comprando obras por kilos. Sólo quieren aparentar cultura, no como la chica que desde que llegaste anda indecisa leyendo  contraportadas porque sabe que cada uno de esos artefactos es una inversión en la que pondrá a juego su mayor activo: el tiempo. Te cruzas con algunos escritores famosos y ocultando por un momento tu timidez, los saludas felicitándolos por su obra y de paso pedirles alguna recomendación. Ya de regreso y con solo un porcentaje mínimo de dinero en comparación a hace una hora, caminando por la ciclovía de Salaverry irás pensando como la emoción de dicho día se ha diluido a través de los años. ¿Habrá muerto aquel infante que inocentemente se alistaba para pasar un día fuera de lo común? ¿Esa luz en medio de 365 puntos grises? ¿O era un aura material lo que siempre te rodeó? Ya son las doce, te abrazas con tus padres, tíos, abuela, hermana y primos pequeños. Entre conversaciones y vinos se diluyen tus expectativas. A las seis de la mañana te habrás quedado sólo, viendo televisión y tratando de sumergirte en el sueño.

Visitas a la casa de los abuelos, de algunas amigas, de amigos. Desayunos compuestos de panetón, bebidas calientes y pan con pavo. Una semana y se acaba el año. Uno quisiera tirarse a su cama y descansar. O salir con alguien, recorrer aquellos lugares que tanto te confortan y sostener conversaciones interesantes. Nunca el lugar intermedio, que es la casa y sus labores. Pero tienes que hacerlo. Todos limpian. Y si no lo haces sientes remordimientos internos, a pesar de tu inutilidad y total apatía para con las labores de la casa. Pues al final, es tu casa y tu madre la que te lo ordena. Tú no eres el dueño de la casa, y eso es algo que nunca se cansarán de inculcarte. Cuando menos te des cuenta, se te acabó el tiempo para terminar aquella serie que habías empezado a ver online, la chica con la que pensabas salir ya no tiene tiempo como los primeros días de diciembre y a tu diario le faltan anotaciones de aquellos días. ¿Cuándo aprenderás, que lo único que obtienes de planear cosas es la sensación de fracaso al no completar tus objetivos?

Año nuevo siempre ha sido una celebración ajena para ti. La mayoría de personas que frecuentas poseen el recuerdo de alguna fiesta memorable acontecida el último día del año. Tú no. Sin planes. Sin motivaciones tampoco. La mayoría se obsesiona por vivir en un día toda aquella energía que no ha sido desbordada durante los 364 días previos. Pero la apatía te gana y sin esfuerzos de  tratar de ser partícipe de una fiesta inolvidable, te rindes ante lo que te depara la nula acción voluntaria. Y es así cómo el último día, ante la respuesta negativa a tus padres sobre la propuesta de pasar la fiesta en casa de tu tío, decides ir a la casa de una amiga que te había invitado. No comentarás sobre ello, pues se sucedieron los hechos según los esperabas con un margen de error mínimo. A las doce de la noche del último día del 2013 o cero horas del 2014, depende de la posición filosófica que se tome al respecto, habrás abrazado a la persona que menos hubiese esperado saludar primero,  una de esas cuestiones que causan curiosidad por darse en ciertos días del año.  A las cinco de la madrugada, afectado por una mezcla de alcohol que desequilibraba tu desenvolvimiento psicomotriz, ya estabas durmiendo. Durmiendo como sabrías que no lo harías el resto de los 364 días que vendrían: sin preocuparte sobre el día siguiente.

Y es así como de las 6 de la tarde del 01 de enero hasta hoy que estás frente a la computadora, digitando estas palabras sin saber la motivación racional o el posible interés que obtengas de interpelarte en segunda persona, no pasó nada importante mas que las reflexiones que pasaron por tu mente pero que al no concretizarse en acciones visibles no quedarán registradas para la memoria histórica del mundo. Sólo chispazos de momentos que luego comprenderás como importantes. Se acabaron tus vacaciones, y aunque no fueron lo que deseabas, las esperarás con ansias lo que reste del año.  Ojalá ya no escribas sobre eso.



Texto escrito el día 05 de enero, horas antes de comenzar el LXI Curso de Extensión Universitaria de Economía Avanzada en el Banco Central de Reserva del Perú.




                                                                                                                                         




                                                                                                                                         

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