"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


martes, 8 de julio de 2014

Crónica de una muerte anunciada o cuando llora(de nuevo) un país

Debía estar rondando los nueve o diez años cuando en una de esas preguntas retóricas que te hacen algunos familiares, sólo por decir algo y acabar con el incómodo silencio de una relación que no va más allá que la de juntarse un domingo para ver un partido frente a la tv de mayor tamaño entre todas las que tenía la familia, respondí Brasil. 

¿Dónde te hubiese gustado nacer, de no haber nacido en Perú? 
-Brasil
¿Así nomás sin dudarlo o pensarlo?Mira que pudiste haber dicho Estados Unidos
-No, Brasil, porque siempre le ganan a todos en el fútbol y Perú lo único que hace es dar vergüenza.Y somos vecinos!!¿Cómo es posible que cruzando la selva, estén los mejores del mundo?

Ha pasado poco más de una década y la respuesta obviamente ha cambiado conforme fui madurando, pero siempre me causa sorpresa el cómo en un momento dado mi infancia, mi felicidad se encontraba supeditada casi por entero a la pasión del balompié. Y es que cuando no tienes los suficientes años como para entregarte a un buen número de vivencias, tomas las que te dan otros y las asumes como tuyas. Y no hay mejor asimilación de sentimientos que el fútbol, pero no el de tu país, lleno de gestas mediocres como el de sólo haber clasificado a tres mundiales y siempre luchando para no terminar último en las eliminatorias. Los diarios deportivos se pasan la vida recordándonos que alguna vez le metimos tres goles a Escocia y que empatamos a Holanda e Italia en el 78 y el 82. En este mundial, Costa Rica hizo las dos últimas cosas y eliminó a dos campeones mundiales. Chile fue tercero en un mundial. Uruguay ganó dos copas, y cuando quedó cuarto en el mundial del 74, nadie los fue a recibir al aeropuerto porque, o regresaban con la copa o era un fracaso.Y ya mejor lo dejo ahí antes de hacer más hígado. 

Este sufrido fanático brasileño conmueve las redes socialesMiente el que dice que se esperaba un resultado como el acontecido hace pocas horas. O el de que Alemania era tan poderosa como dicen ahora. El mismo narrador que celebraba hace un año cuando Brasil le metió cuatro goles a  España, diciendo que Felipao era un "genio", un estratega de aquellos, un "inteligente" seleccionador y demás adjetivos, hoy no hace más que "borrón y cuenta nueva" pidiendo un poco más que le quiten la nacionalidad al mismo técnico que hizo posible el pentacampeonato. Sí, yo le apostaba a Brasil para este partido, y antes del 12 de junio también. Con todo el contexto que rodeó la preparación no me imaginaba un seleccionado de Brasil que no acabara campeón. Y cuando compramos el televisor con mi familia y me tocó enumerar los cuatro primeros puestos para la "polla", mi problema fue elegir el segundo, tercer y cuarto puesto. El primero le pertenecía a los cariocas, incluso renegando de mi apoyo en los últimos dos mundiales a las impecables selecciones germanas. ¿Un europeo campeonando en Sudámerica? Respondía que no, dejándome llevar por un sentimentalismo que hoy percibo más inútil que nunca.

Ayer me dijeron que tenía que asistir a un compromiso impostergable a las tres de la tarde del día ocho de julio. Como estaba medio adormilado por una gripe que aun no me abandona, tiré el teléfono y volví a mi cama antes de salir rumbo a la universidad para dar el último examen final de este ciclo. Fue justo en el micro, que vi el calendario de mi celular que maldije por dentro por perderme al menos el primer tiempo de la primera semifinal. Minutos más tarde, ya con la rabia extinguiéndose me dije "Si el partido es como uno de esos soporíferos octavos de final, fácil no me arrepiento de nada". Así que hoy salí del baño, corrí enternado rumbo al paradero (en una imagen que para los demás peatones debió ser muy curiosa por cierto) y subí al primer bus que pasó. Ya sabiendo que iba a llegar tarde, saqué mis audifonos y sintonizé RPP en mi ya  obsoleto MP4. El locutor respondía a la interrogante de su compañero sobre a quien le apostaría:Brasil pues. Todos los boletos. Esbocé una sonrisa y cuando transcurrían cinco minutos y Brasil insinuaba un ataque, tuve que bajarme en la Abancay.

David Luiz, derrumbado: “Quería ver a la gente sonreír”Corrí, porque se me había más tarde lo esperado (iban 10 minutos de retraso) y ya sin audifonos buscaba algún televisor en mi camino pero nada a la vista, sólo ambulantes y lustrabotas. A 50 metros de la institución a la que tenía que ir escuché a un señor: Alemania!Alemania!. Subí las escaleras e hice cola, ya despeinado y con la corbata balanceándose bajo mi cuello, para entrar a la oficina correspondiente cuando me indicaron que esperara mejor sentado. Como no pasaba nadie, y el sonido del televisor se escuchaba sólo como un débil eco, cogí de nuevo los audifonos. Dos a cero señores.Esperen no, son tres. Gooooooooooooooooooooooooool. No puede ser, tres goles.Señores, cuatro goles. Y esto parece un parque de diversiones cuando se viene Alemania yyyyyyyyyyyyy goooooooooooooool, cinco goles. La gente anonada. Niños llorando. Tumultos.Un velorio.

Por radio, cada gol se siente como una puñalada. La imaginación hace que vivas cada uno de ellos de una forma extrema, potenciando el veneno emocional que traía cada uno. Vinieron a mi mente, las crónicas del Maracanazo,la humillación de los españoles en primera ronda, el cinco a cero de Colombia a Argentina en Buenos Aires y cómo no, el seis a cero de Argentina a Perú. Pero esto no, era diferente. Una pesadilla en 30 minutos de juego. Justo ahí, me dijeron que ya era mi turno, pero mi mente ya no era la misma.

Ya, el segundo tiempo lo vi con mi papá en su trabajo, con la corazonada de que estaba compartiendo con él una de esas  experiencias únicas que es la de ser testigos de uno de esos eventos de los que se hablarán por años. Y seguían los goles. Incluso Julio César salvó dos. Ozil mandó una besando el palo derecho del arco. Brasil encajó una en la red que ya nadie se animó a decir que fungía como el "gol de honor". Las mujeres de su oficina gritaban con cada arremetida alemana. Nadie lo creía. Aún no lo creo. Acabó el partido y las cámaras empezaron a hurgar en los lamentables rostros de la desazón. Escuché a David Luiz por la radio y después de mucho tiempo se volvió a formar un nudo en mi garganta. Ahí supe que las penas ajenas se pueden asumir como propias de vez en cuando.

Así que bueno, empecé a escribir todo esto, sin configurar un orden. Lanzando las ideas así como me venían. Para que en algunas décadas, cuando alguien me pregunte sobre qué pasó el ocho de julio del 2014, les responda con este post. Sí, yo vi caer, como en 1950, a un país en uno de esos dolores que provocan pasiones tan intensas como el fútbol.Pero espero que cuando esa pregunta llegue, Brasil vuelva a ver el fútbol como ese deporte mágico en el cual once jugadores son capaces de hacer sonreir a toda una nación, y de vez en cuando, al mundo entero

Mientras tanto, veo la repetición a ver si puedo explicarle alguna explicación.







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